A mi gusto, el mejor partido de la primera ronda fue Italia-Ghana. Pensaba que era por el nuevo sistema de los italianos y la buena capacidad de respuesta de los rápidos ghaneses. Después de ver el enfrentamiento entre República Checa y los africanos, me di cuenta de que éstos últimos eran, realmente, quienes habían hecho trepidante aquel partido. Ghana demostró ayer que los equipos del Africa negra no son nada sencillos. Jugadores fuertes, veloces, sin mucha técnica, que se dedican, primero, a deshacer el juego del rival y después a ver qué pasa en algún contrataque. La diferencia de Ghana con Togo y Angola es que, al igual que Costa de Marfil, ataca con más sentido. La debilidad de los marfileños es su portero. Esta táctica encimosa puede convertir los partidos en juegos trabados y poco excitantes -pienso sobre todo en los dos que jugó Angola- o en partidos con un vaivén entretenido, con bastantes llegadas de gol -es lo que ha sucedido con los dos que jugó Ghana. En cualquier caso, el asunto se convierte en un jeroglífico para el entrenador rival, un acertijo que sólo un gol tempranero puede resolver. En el juego contra los superfavoritos checos, el gol tempranero fue de Ghana, y a partir de ahí se volvió un rompecabezas imposible para Bruckner y su equipo. Algunos pensarán, y no mal, que faltaban Baros y Koller en las filas checas, pero aún con la capacidad de armar jugadas precisas, el equipo centroeuropeo nunca pudo encontrar el punto débil en la defensa ghanesa y, en cambio, sufrió con contragolpes cada vez más peligrosos. Uno pensaría que el medio tiempo serviría para que un viejo lobo de cancha descifrara ese código ashanti, pero no. La segunda mitad fue de los africanos, que acabaron dominando ampliamente, anotando de nuevo y amagando con la goliza. Africa tiene, finalmente, a su protagonista y los checos, tan impresionantes en su debut, se ven en serios problemas para calificar.
El Grupo E se terminó de complicar con el partido entre Italia y Estados Unidos. El equipo de las barras y las estrellas se concentró en la base militar de Kaiserlautern y quiero imaginarme a un malencarado sargento de los Marines gritándole a los jugadores: "¡Señoritas, jugaron contra Chequia con menos valor que el gatito de mi abuela!" Sin ese drill, y sin la obsesión competitiva de la cultura de EU, no puedo explicarme cómo la actitud de un equipo pudo cambiar tanto en cinco días. Italia propuso, pero Estados Unidos no dejó que dispusiera, aún después de haber adelantado con un buen gol de Gilardino. Ciertamente, una jugada fortuita dio el empate a los gringos, pero el caso es que estaban en el área chica, hablándole de tú a la potencia del sur de Europa. El juego había iniciado ríspido, entre otras cosas porque ambas escuadras habían utilizado la palabra "guerra" para amenazarse antes del juego. Y se le fue de las manos al árbitro. De nada sirvió que expulsara a De Rossi por un codazo artero, los faules siguieron a diestra y siniestra, en medio de reclamaciones de jugadores y técnicos (Arena se salvó de la expulsión nada más porque la terna arbitral era sudamericana). Feria de barridas, empujones, cabezazos, sí, pero también un partido jugado con pasión por ambos equipos. Uno más técnico, más capaz de armar jugadas futbolísticas dignas de ese nombre, pero también con problemas para concretar. Luca Toni parecía un granjero perdido en el área, Zambrotta encontraba siempre una pierna ante el disparo, Del Piero entró, buscó la magia y se encontró con que los reflejos del veterano Kasey Keller siguen intactos. En esa batalla, los estadunidenses pegaron más y se quedaron, justamente, con nueve hombres. El árbitro anuló un gol americano -imagino que porque McBride, en fuera de lugar, estorbaba la visión del arquero- y los abanderados se comieron tres jugadas válidas de la ofensiva italiana, marcando off-side. De hecho, buena parte de la leña que repartió el equipo de EU fue porque sus centrales solían llegar tarde a la marca. Esa misma tardanza es la que a menudo habilitaba a los italianos, aunque los asistentes del réferi levantaran la banderita. Italia puso más futbol, pero Estados Unidos puso más riñones. El empate es justo. Y el equipo de los vecinos del Norte al menos puede decir que ya consiguió un punto en Europa, ante un grande, y que lo hizo a sangre y fuego.
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