lunes, noviembre 21, 2005

Algunos textos de Palabra 1970-71

Esta es tal vez la primera entrega, tal vez la única, de una selección personal de textos publicados en Palabra en el año escolar 1970-71. Añadiré que dos de los autores, mis amigos Raúl Trejo y Hermann Bellinghausen, obtuvieron de adultos el Premio Nacional de Periodismo.


El Juego que todos jugamos

Raúl Trejo D.

Eres un hombre pequeño y común. Quieres ser libre sólo para ser esclavo de quien tú elijas. Sabes recibir pero no sabes dar. Sólo aplaudes cuando otros hombres pequeños lo hacen. No eres tú mismo.
Estás enfermo, hombre pequeño, muy enfermo, y a todo el que no tiene tu enferma normalidad lo llamas anormal.

Cada paso que das hoy es tu vida de mañana. Tu debes proponer, aceptar y rechazar por ti mismo. ¡Hazlo y dejarás de ser pequeño!

No nos conocemos, estamos solos dentro de nuestras propias jaulas. La sociedad actual nos ha aislado de los demás, hemos perdido la verdadera noción del afecto, tenemos miedo del contacto personal, tenemos miedo de amar. Nos han enseñado a ser agresivos, tenemos que vivir sólo para nosotros: nos aburrimos.

El concepto tradicional de los medios de comunicación tiene que acabar. Deben expresar necesidades reales, existentes. El teatro, como lo conocemos, se vuelve obsoleto. “El teatro no necesita acción, necesita verdad”.
Habiendo comenzado como un intento de renovar sistemas improcedentes, la obra “El Juego que Todos Jugamos”, de Alexandro Jodorowski es una muestra de cómo puede la realidad comunicarse al público. “Hay que darle al espectador algo más de lo que paga por su dinero”.
La obra es una constante crítica de una realidad que tiene que ser cambiada. Crítica irónica, apabullante por reveladora, nos prepara poco a poco para recibir una andanada de verdades y un mensaje.
Es una obra extraordinaria. Los actores no “actúan” porque los personajes son ellos mismos diciéndote algo que siente. Los espectadores la recomiendan porque les ha llegado muy dentro. Te la recomiendo, tienes que verla. Estamos rodeados de espectáculos mediocres y esta es una afortunada excepción. Cuando vayas, no pienses en los melodramas que crees son teatro. Prepárate a encontrarte con la realidad. Y en cierta forma, hay que ser valientes para aceptarla,. Está en el Teatro Ofelia. Ve y luego vuelve a leer este artículo. Lo entenderás mejor.

Estamos en vísperas de la tercera guerra mundial, necesitamos cambiar. ¿Qué vas a hacer los días que te quedan por vivir? ¿Vamos a seguir jugando como siempre lo hemos hecho? Cada quien juega a ser algo. Cree que es suficiente con cumplir mediocremente su ocupación, sin pensar más que en sí mismo.

Nacen diez niños por cada adulto que muere. Amontonamiento-miseria-desastre-hostilidad-discordia...
El mundo es horrible pero yo no tengo que vivir una vida horrible. El mundo es horrible pero... ¡tú eres la solución! ¡Asume tu responsabilidad!
El mundo es horrible pero yo no lo voy a destruir, voy a vivir en él.
Le dará lo mejor de mí, lo voy a cambiar, pensaré y construiré mi propia vida y no me dejaré abatir: lucharé, tendré fe. Si yo mejoro, la sociedad mejorará.

Alguien tiene que comenzar y voy a ser yo.
Ahora mismo.


“El que lance la primera piedra”

Pablo MedinaMora

“El que lance la primera piedra es que no ha pecado”.
Si no la lanzo, es que he sido un cobarde. Si la aviento, lo soy más.
Está dicho: soy cobarde: y es lo que más me duele decir.
No soy capaz de cerrar el puño y con todas mis fuerzas sujetar a la realidad.
No soy capaz de vivir ni sentir un ideal, y por eso vivo espantado.
No soy capaz de juzgarme, y por eso juzgo a los demás.
No soy capaz de inquietarme, prefiero estar tranquilo.
No soy capaz de comprender. Tengo miedo a verme reflejado.
No soy capaz de amar, prefiero ser cobarde, y no lo quiero aceptar, pero los hechos son los que hablan.
Sólo hay dos caminos: coraje o cobardía; inquietud o comodidad; valor o temor; búsqueda o castillos en el aire; virtud o pasión.
Pero me he atrevido a decir, me ha costado trabajo, ya no soy tan cobarde.


De la Juventud como Fuente de Actitud

Raúl González Rodarte

Partiendo de las últimas referencias, tales como el movimiento de mayo en París, el de octubre en México y otros movimientos de guerrillas urbanas y rurales, tomando en cuenta también los movimientos urbanos y el movimiento hippie politizado que cundió cuando se creo la semiutópica Woodstock, se concibe que la juventud ha partido de la crisis en que se encuentra el Establishment y ha querido destruirlo por completo.
Es así cómo, por ejemplo, los Panteras Negras en los EU quieren constituir una nación negra de tipo marxista. Se ha hablado de drogadicción y de promiscuidad sexual de los grupos que, paridos por una sociedad burgueso-decadente, se han unido por un ideal de verdadera innovación – o más bien de destrucción.
Pero ¿qué es lo que se merece una sociedad asesina y con la promiscuidad dentro de sus asquerosas alcobas blancas y olorosas a perfumes abortados por el tecnicismo mal llevado, así como multitud de objetos que sirven a los pequeños puercos que, deambulantes en las calles, creen que siempre será lo mismo: siempre será la oficina, la mujer, los hijos estudiosos que seguirán sus mismos pasos, la prostituta que satisfará sus desviaciones morales producidas por la publicidad sexual?
El sistema político abstracto, represivo, sucio; el sistema ahoga a sus individuos en un mar de porquería. Emergente de éste, la revolución en todos los campos, producida por la juventud que ya no cree en la década de los 50s. Esa juventud por lo menos trata y tratará de mejorar las cosas, y de ahí se desprende el sentido crítico que todo joven debe tener para desenajenar el medio. Ese es el caso, aunque quizás el engrane socio-político se los tragará para llevárselos al río pseudo-blanco y pseudo-verdadero.
La actitud es buscar en los escombros de una civilización en ruinas (o casi) para tratar de que el cambio surja por sí solo, casi imperceptible a los ojos de la historia. No vendarse los ojos y ver lo que conviene y no conviene –quizás la causa de la violencia sea la sobrepoblación-. “¿Serán las drogas, la sexualidad? ¿Cuál será la causa de la revolución juvenil?”, dijeron los enanos del sistema.
¿Cuántas veces has oído decir “Nixon me da lástima”? ¡Nunca llegaremos a la utopía sobre nuestra blancas nubes de la sociedad de consumo!
Piénsalo positivamente.

Poemas-con-los-Cuales-Resulta-Imposible-Preparar-Gelatina-de-Pollo
(fragmento)

Hermann Bellinghausen

Quién eres tú?

Eres hielo
Eres agua
Eres deseo

Fuego voraz
Devoradora de mis entrañas
Trastorno nocturno.

Tu eres volcán
Y nube de montaña

Eso eres tú
Niña de hielo y agua,



Había Una Vez Una Coladera Tienda

Hermann Bellinghausen

Hace un tiempo hubo un tiempo. Claro que por supuesto no había tiempo. Pero en ese tiempo vivió un rey alto, rubio y barbado, luchador en las guerras y siempre triunfante. Tenía fama de ser invencible. Redegundo, se llamaba.
Redegunda era su esposa. Mujer noble y callada, de ojos verdes, mirada verde y jardines verdes. Le decían La Reina Verde, aunque a ella le gustaba más el rojo.
Redegundo a veces parecía niño. Jugaba a las canicas en las trincheras y saltaba a la cuerda en los jardines.
Una vez el rey salía a una guerra muy importante y fue a despedirse de su reina consorte:
-Amada señora, voy a la guerra a matar enemigos.
-¿Por qué a matarlos y no a darles de comer? –dijo ella, chupando una paleta roja.
-Qué los monjes les den comida; a mí que me den sangre,
Redegunda lloró como nunca porque su esposo iba por sangre. Qué pena, qué pena, qué pena.
-Pero si la sangre es roja –decía el rey para consolarla- y ti te gusta mucho el rojo.
“No seas tonto”, pensó ella, pero no le dijo nada y siguió llorando.
El rey se puso a cantar: “Melusina Melusina/ Reina de los caracoles/ Reina Crinolina” en el balcón para despedirse de su esposa, pero estaba tan emocionado que se hizo pipí en los calzones bordados que le hizo la reina para el día de su cumpleaños.
A Redegunda le dio tanta risa que se tragó la pelota y ya mero se ahoga. A Redegundo le dio mucha pena y ya no fue a la guerra.
Desde entonces ya no hay guerra, y todo el mundo juego a las canicas y salta la reata.


10 Mandamientos del Sistema Burgués

Luis Pío

1.- Amarás al sistema (gobierno, Estado, sociedad) más que a los hombres.
2.- Apoyarás a los líderes impuestos por el partido oficial.
3.- La Revolución será tu Dios, el partidazo y el presidente, los profetas.
4.- No pensarás, pues todo el que piensa es subversivo
5.- No criticarás, ya que la crítica es la madre de los cambios político-sociales.
6.- Oirás La Hora Nacional y creerás en los informes presidenciales.
7.- Adorarás, glorificarás y rendirás pleitesía a los pastores en turno.
8.- Te enajenarás al sistema y despreciarás la dignidad y libertad humanas,
9.- Aplicarás por lo menos tres veces al día la Ley del Talión y la de Herodes. Tus virtudes deberán ser: demagogia, monólogo, enajenación, servilismo, violencia, venalidad y felonía.
10.- Repetirás de noche, antes de acostarte, las máximas de nuestro gremio: “No pienso, luego no soy subversivo”, “Mejor un fin espantoso que un espanto sin fin”.


México 71

Luis Pío

Para calmar tu hambre
Te cortaron un brazo y los verdugos
Lo cocieron en tinta y en palabras
Y te lo dieron crudo.

Mordiste tu propia carne,
Tu propio hueso,
Tu propio nervio.
Al hambre se unió el dolor.

Probaste tu propia sangre
Servida en vaso-discurso
En vaso-cambio-presidencial
En vaso-todo-lo-anterior-es-malo...

Y sentiste que ni siquiera
Tenías el valor de restregar
Tu muñón ensangrentado
En el rostro cruel y perfumado
De quien cínicamente te prostituía.

Biopics: Palabra

Al regresar de Miami iniciaba un año que recuerdo como particularmente intenso, por la cantidad de actividades que tuve y de ideas y conocimientos nuevos que entraron en mi cabeza. Coincidió con el último de la preparatoria y la espera para entrar a la universidad.

Una de las cosas más representativas de ese año ferviente fue el periódico “Palabra”, órgano no oficial de los estudiantes del Instituto Patria. El año anterior, Palabra había estado de capa caída, porque todo lo hacía un solo alumno con vocación de periodista, Alfredo Domínguez Muro. Lo heredó una troika, formada por Raúl Trejo, Pablo Medina Mora y yo. Nuestro primer número fue una hojita de mimeógrafo, con un tiraje de 50 ejemplares. Llegamos a tirar números de doce páginas, con hojas de colores; mil 200 ejemplares, distribuidos en 13 escuelas. Fue muy divertido y formativo.

Pablo, Raúl y yo hicimos un buen equipo, en el que uno servía de equilibrio a los otros. Medina Mora era el clásico tipo popular, con amigos de todo tipo en todos los salones y en varias escuelas. Su principal tarea era la distribución. Los ejemplares se “encuadernaban” (palabra de Trejo, en realidad se engrapaban) en su casa. Pablo, además, hacía que el periodiquito fuera aceptado por todos, evitando pretensiones excesivas, ya que recordaba la necesidad de publicar algunas notas ñoñas. Trejo era el único que sabía medir los textos y su influencia era determinante para definir las prioridades, en la reunión de los martes después de clases, en la cual conveníamos el dummy de Palabra, que realizaba el propio Raúl. Era el más rígido adversario de los textos malos, que Pablo solía defender por razones “comerciales”. Yo me ponía del lado de Pablo, sobre todo si el texto lo firmaba alguna mujer. A mí me tocaba armar el periódico. Lo hacía en casa, tecleando, sin cinta, con mi máquina de escribir Olympia, sobre las hojas de stencil. Ahí hacía correcciones de ortografía (no siempre: una vez, por ejemplo se me chispó “emfermedad”), enmiendas de redacción, trabajo de edición (las mediciones de Trejo, sobre textos casi siempre escritos a mano eran buenas, pero no perfectas) y rellenado de espacios vacíos, cuando los había. También intentaba añadir un poco de humor. Invité a Víctor para que diseñara un logotipo y para que hiciera unas cuantas ilustraciones (como para las invitaciones a fiestas de paga, en las que no se nos ocurrió cobrar por la inserción).

Los martes por la tarde me la pasaba armando Palabra. Los miércoles en la mañana entregaba los stenciles a un señor que trabajaba en la escuela; recogía las hojas impresas a eso de las cinco de la tarde (pagábamos una pequeña cantidad por esa labor). De ahí me iba en camión, cargando en mi morral oaxaqueño los bonches de hojas, a casa de Pablo, en donde, en la medida en que fue creciendo el periódico, se fue armando una suerte de cadena de montaje para eliminar hojas mal impresas y para engraparlo. A menudo me quedaba a cenar ahí.

Si los Saddy representaban la familia “alternativa” de esa época, los Medina Mora eran como la familia tradicional perfecta para mis ojos. La formaban ocho hermanos (Pablo era el quinto) y sus padres católicos practicantes. Vivían en una casa grande, con muebles antiguos y cuadros oscuros con motivos religiosos. Pero había en esa casa una luminosidad alegre en los corazones. La unidad familiar y el cariño que se percibían podían más que las lógicas diferencias entre hermanos, las cuales eran tratadas de forma por demás civilizada. A menudo había amigos de visita, y las cenas en la gran mesa redonda (la comida se colocaba en un círculo giratorio en el centro) eran siempre amenas, así como los minicampeonatos de ping-pong. Pablo compartía su cuarto con un hermano mayor; en su escritorio siempre había una Coca familiar y, enfrente de su silla, un clavo solitario en el que Pablo “se clavaba” para meditar. Con su hermana, primero; y luego con una banda cada vez más grande, forjábamos los distintos paquetes de Palabra que, al día siguiente, llegarían al Patria y un par de escuelas más, y el viernes –a través de las ligas amistosas de los MedinaMora- a una decena de instituciones educativas.

Palabra tuvo un papel muy activo en la vida estudiantil de ese año. Con un cuestionario, organizamos los debates de los aspirantes a dirigir la Sociedad de Alumnos, a la que luego criticamos. Criticamos profesores y actitudes. Impulsamos la votación para elegir presidente de la generación saliente. Organizamos un concurso literario (Trejo ganó en ensayo; Hermann, en poesía y yo en cuento; lo digo con pena, pero fue con toda legalidad), otro de carteles, una feria del libro y una serie de conferencias. Salvo las pláticas, todo tuvo un gran éxito.

También jugamos un papel importante cuando, en 1971, la Sociedad de Jesús decidió cerrar el Instituto Patria, con el argumento de que estaban faltando a su misión con los pobres (en corto, los jesuitas decían que era porque estaban reproduciendo la ideología burguesa). En esa circunstancia, fuimos la principal vía de información para estudiantes y padres de familia. También para los curas, porque levantamos una encuesta (censo, más bien) sobre las opiniones de los alumnos y sus padres acerca del programado cierre de la escuela.

En el camino que recorrió el periodiquito, aprendimos a negociar con los jesuitas, que eran bastante abiertos y de entrada no nos censuraban, pero que vivían con cierto miedo a los políticos y a sus superiores.

Como en aquel entonces, yo tengo una opinión más positiva que Raúl acerca del papel que jugó Palabra, a pesar de sus grandes limitaciones técnicas y de nuestra débil formación. Él siempre dijo que nos faltó ser más críticos y que, en ese sentido, no cumplimos cabalmente nuestra misión. Me queda la satisfacción de que, cuando al final de cursos, nos dieron un premio especial, el aplauso de los compañeros fue unánime, espontáneo y entusiasta.

miércoles, noviembre 16, 2005

Piggies

H0y escuché por radio la batalla campal de lodo entre Elba Esther Gordillo y Roberto Madrazo. Mientras más mierda se echaban, más animados se les notaba. Esto me recordó un aforismo:

"Hace mucho que aprendí a no pelear con un cerdo. Te ensucias. Y, además, al cerdo le gusta."
Cyrus Ching.

martes, noviembre 08, 2005

Diario de un Votante Indeciso I

Faltan ocho meses para las elecciones presidenciales y no sé por quien votaré. Utilizaré este espacio para algunas reflexiones.

Roberto Madrazo. En algún momento del sexenio me penetró una duda. ¿Votaría por el PRI? Al menos los priistas saben lo que quieren, están más preparados que los panistas y perredistas; además, tienen experiencia: saben tomar decisiones. Confieso que ver, desde adentro, la ineficiencia de los panuchos ("confunden nuestra pendejez con mala fe", frase histórica -a sabiendas de que "nuestra" no nos incluía- de mi compañero de trabajo, Arturo Ramos) me hizo titubear. Un priísta no se culea tanto, un priísta conoce el país, un priísta sabe escuchar a los expertos. A cambio, suele ser un campeón para el robo, la transa y mañas afines. Pensé entonces: tal vez sea un mal menor.
Luego de ver a Madrax y a Montiel en acción, las ñánaras me ganan. El mexiquense tenía a su favor una gestión exitosa en el Edomex, y -ya resignados- una gran proclividad al gasto publicitario, que heredó a su sucesor Peña Nieto. Que robara, todos lo sabíamos. Pero ver sus propiedades (o, típico, las propiedades a nombre de su familia), las megatransas superobvias (el Santuario de Valle de Bravo, propiedad en buena parte de la señora de Montiel, es uno de los lugares con mayor plusvalía en esta era de Acuario, luego de que el Dalai Lama afirmara que es una gran fuente de energía), sus nervios al responder al escándalo (¿qué más esconde?) y la facilidad con la que renunció (a cambio de la omertá siciliana), regresó en mi la sensación de asco.
¿Y quién le puso el cuatro? Roberto Madrazo, but of course. El que hizo un golpe de Estado dentro de su propio partido, para asegurar la candidatura. Si hizo un putsch interno, valiéndose de todas las mañas, para ser juez y parte, ahora que es dirigente de un partido en bancarrota, ¿qué no haría este supertransa de llegar a Los Pinos?

Felipe Calderón derrotó en las primarias panistas a Santiago Creel. Tras cuatro años y medio de trabajar para Creel en la Secretaría de Gobernación, el resultado me parece entendible. Creel es un convencido de la democracia, un hombre trabajador y una buena persona, pero esos valores no son suficientes para ganar una campaña (tampoco para gobernar). Bombón trabajó demasiado en función de sus aspiraciones a futuro, pero sin conocer a fondo a su partido (dicen que el amor es ciego, y creo que Creel ama al PAN), sin conocer a fondo sus propias debilidades personales (frivolidad, amiguismo, desconocimiento de la economía, vanidad, inteligencia limitada) y sin conocer en lo absoluto la realidad nacional. Calderón, en cambio, sí conoce a su partido y sabe lo que piden. Está dispuesto a cumplirlo, a mentir y a aliarse con el diablo en persona con tal de ganar la presidencia. Lo que pide su partido está muy a la derecha de lo que ha sido Fox (que ya es decir).
Aquí hay una contradicción: quiere aliarse con sectores menos conservadores, pero blandiendo los puntos de vista retrógados del panismo clásico. Además, Calderón carece de la cultura y de la gran inteligencia de su mentor Carlos Castillo Peraza.
En lo personal, me he topado dos veces con Calderón. En ambas me ha atacado personalmente, por razones facciosas, por mi relación con Crónica. Eso no me ha sucedido ni siquiera con los perredistas más recalcitrantes.
Más allá de lo personal, esa actitud revela una personalidad poco liberal. La que supone que quien no está de acuerdo con ella, es porque tiene una agenda en su contra. No me gusta imaginar una personalidad así en la Presidencia de la República.

Andrés Manuel López Obrador, lo saben hasta sus partidarios más cercanos, es un tipo peligroso. Poco respetuoso de la ley, a la que se ha pasado por el arco del triunfo (el típico que dice que la ley está bien mientras me convenga), autoritario (o "decisionista", según se le quiera ver), ha coqueteado con el chavismo y se ha aliado, entre otros, con lo peor del PRD y sus alrededores (Bejaranistas y Camachistas). Es moralino, no tiene sentido del humor y, en su libro, dedica apenas unas cuantas páginas superficiales al que debería ser un tema toral para un mandatario de izquierda: la relación con Estados Unidos.
Su autoritarismo y su suficiencia preocupan, porque da la impresión de ser una persona que difícilmente acepta sus errores.
A cambio, ha sido un hombre de obras, interesado -a su manera interesada- en el bienestar de la gente. Un tipo que, aunque sea siempre buscando agua para su molino político, sabe escuchar. Es hábil, es listo y le gusta el beisbol. Parecen virtudes insuficientes.
No creo que AMLO, si gana, vaya a incendiar la pradera. Me preocupa más si pierde.

Bernardo de la Garza. Dicen los que lo conocen que es de las personas pensantes del PVEM, si no es que la única. Eso, por supuesto, no basta para pensar en serio en él: de seguro catafixiará su candidatura para que sus amigos del Verde sigan teniendo huesos.

Jorge Castañeda es un tipo listo y ambicioso como Andrés Manuel, sólo que más culto y con una visión más realista del papel de México en el mundo. Ahí se acaban sus gracias. Desde su amistad con Elba Esther, hasta sus caprichos y veleidades, pasando por la obsesión de quedar bien con los gringos, El Güero tiene características que hacen dudar a cualquiera. Además, no tiene partido. Bajo las condiciones del sistema mexicano, eso es garantía de que no podría gobernar.

Patricia Mercado ha abanderado causas con las que simpatizo. Coincido en la necesidad de formar en el país una alternativa socialdemócrata. Coincido en la necesidad de reformas económicas estructurales, en el cuidado de las libertades individuales y la cultura de respeto a la diversidad. Sin embargo, en su partido hay un tufo a vieja, muy vieja izquierda minoritaria. Y además, está el chisme de que anduvo con Marcelo Ebrard (yuck!).

Dicen los franceses que el sistema de segunda vuelta es muy bueno, porque en la primera votas por el candidato que quieres; y en la segunda, votas en contra del candidato que no quieres. Desgraciadamente, en México sólo hay una vuelta. Así las cosas, decidiré mi voto dependiendo de cómo se realicen las campañas y se muevan las encuestas.
En este momento López Obrador va tranquilo a la cabeza con 39% de la intención de voto, a diez puntos porcentuales del competidor más cercano. Estoy seguro de que las cosas se moverán (algún candidato se desplomará y será competencia de dos). Mientras tanto, si llega un encuestador y me pregunta: "¿Por quién votarías si las elecciones fueran hoy", respondería, sin convicción, que por Patricia Mercado.
Ya veremos después qué pienso.