Dos palabras quemantes: Pavel y Nedved
Publicado el 13 de junio
Debo confesar que padezco de checofilia futbolística. Me encanta ver a la escuadra del viejo Bruckner, con sus caras de malos, su fuerza, su capacidad técnica y táctica, su estilo y su contundencia.
Debo confesar también que, después de algunos años de congratularme porque Estados Unidos se había convertido en un equipo competitivo, desde hace casi exactamente cuatro años deseo que le vaya mal al equipo de las barras y las estrellas. En ello, hay dos personajes que han contribuido de manera destacada: el presumido entrenador Bruce Arena, con su eterna cara de huelepedos y el no menos vanidoso estrellita de la MLS, Landon Donovan, con sus declaraciones de pequeño minuteman futbolístico.
Por eso, el partido entre la República Checa y Estados Unidos tenía un atractivo especial. El duelo entre un trabuco que a veces se autosabotea y un equipo disciplinado, de buenos jugadores escasos de talento, pero con una mentalidad ganadora aparentemente inquebrantable. El duelo, también, entre el futbol que más disfruto y el fut mecanizado con el que Arena y sus asesores pretenden imitar a la Gran Maquinaria Teutona.
Siete horas antes del partido, Lord Ellpus, conocedor inglés del deporte que ellos inventaron, declaró: “Hay dos palabras que quemarán la memoria de cada miembro del equipo estadunidense tras el juego de hoy: Pavel y Nedved”. El lord pronosticó un 3 a 1 bajo la siguiente lógica: “los checos acabarán el juego con dos o tres en la primera mitad, para llevársela suave en el segundo tiempo”. Le falló como por los tres centímetros que separaron el poste de la red en un cañonazo de Claudio Reyna.
Un gol tempranero del gigante Koller abrió a los americanos, que siempre lucharon, que siempre obedecieron a su coach, que mostraron pundonor, pero que se vieron arrollados por una orquesta que conoce la partitura, pero sabe improvisar y que tiene como virtuoso al maestro Pavel Nedved. Dos palabras que queman. Para más inri, Nedved parece, efectivamente, un ejecutante de música clásica.
El marcador refleja justamente lo sucedido en la cancha. Nedved y Rosicky se pasearon a sus anchas por el mediocampo y por las bandas; el primero hizo filigrana y creó muchas jugadas de peligro, el segundo anotó dos goles –uno de ellos de bandera- y estrelló un balón en el larguero. La defensa checa no tuvo mayores problemas, para desesperación del entrenador de EU.
Arena, fiel a su costumbre, criticó a sus jugadores: a Donovan, por no ser agresivo “en lo absoluto”, a Lewis por deshacerse de cualquier manera del balón, a Beasley por “no dar nada”, a Keller por “despejar al medio campo, donde no hay nadie”.
¿Cuántas veces en el partido dispararon los delanteros titulares de EU, Donovan y McBride? No digo a puerta, sino sumándole las desviadas: 0, cero, zip, nada. Cero, 0, zip, nada, es el número de puntos conseguidos por EU jugando en mundiales europeos. Ocho es el número de derrotas. 4, el número de goles anotados; 24 el de goles recibidos. Y se creían con merecimientos de cabeza de serie.
Lo siento mucho por los fanáticos gringos del fut, que quieren ser ciudadanos del mundo en una cultura egocentrista. Merecen mucho más. Pero me da gusto por otros: sufran, Arena y Donovan, revuélquense en el polvo pica-pica de una derrota que los devuelve a su nivel.
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