miércoles, julio 30, 2008

Alejandro Aura: una siquiera banderita verde

Ha muerto Alejandro Aura. Tengo varias imágenes de él en mi mente: el joven poeta desgarbado que se sentaba horas enteras en la cafetería El Jet, el “logoteta del arcano” que me enseñó efímeramente a leer las cartas, el conductor de televisión que recitaba Agujetas de Color de Rosa siguiendo la pauta del Buen Declamador, el actor que la hizo gratis de burocratita de una de las películas que dirigió Víctor Monjarás en su breve paso por el CUEC, el subastador a sus cuates de varias pinturas remanentes de la exposición sobre su libro de naturalezas muertas (“Sobre la mesa café…”), el coordinador de un taller en la Casa del Lago que se quedaba ensimismado mirándole las nalgas a una alumna, el cuate que –tras años de no verte- te encuentra y te saluda con un afecto grande y no afectado, el promotor cultural de la ciudad. Pero en primer lugar tengo al poeta, a uno de los grandes poetas pinchepiedreros que ha dado este país.

“Alguien dejó una flor de papel sobre mi mesa, es linda y morada y verde, gracias. Esperé una flor toda la vida, y hoy, martes raspado de melancolía, no sé de dónde, me ha llegado. Pinche florecita de papel, te quiero“.

Y así, con palabras sencillas, nos dejó una siquiera banderita verde bien plantada en el corazón.



4 comentarios:

Raul Trejo Delarbre dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Raul Trejo Delarbre dijo...

¿Y qué decir, doctor Báez, de este fragmento?

"No tú dijiste nada
sino tu pelo y tus uñas y tus besos.

Por eso, pequeñita,
platito de arroz,
mientras mi corazón estaba seco
me levanté contento
a quererte con los pies y con las manos,
me levanté otra vez sonando mis tambores.

Dirás que no
pero hoy me levanté a quererte
y a que tú me quieras".

Qué bueno que recordaste aquellos encuentros con Aura en la cafetería de Mariano Escobedo.

FBR dijo...

Por tu comentario, querido Raúl, redescubro que titulé mi primera colección de cuentos, los de la adolescencia, "El platito de arroz" en alusión a ese poema.

Y eso de "quererte con los pies y con las manos" quién sabe cuántas veces lo repetí, con otra clave, en fallidos intentos poéticos.

Raul Trejo Delarbre dijo...

Me acuerdo del cuento y la frase siempre me pareció de una sencillez y, valga decirlo, una ternura muy logradas. Abrazo, Pancho.