martes, marzo 17, 2009

Una clásica eliminación


El equipo superior suele derrotar al equipo inferior. Esta vez se cumplió la regla y México está fuera del Clásico Mundial. Cuba 7, México 4. 
 Conforme a las previsiones, Cuba -que no puede darse el lujo de quedar fuera en la segunda ronda- eliminó a México -que sí puede darse ese lujo- en un partido que pudo estar mucho más cerrado, pero que se decidió relativamente pronto a favor de los antillanos. Bastó que Jorge Campillo repitiera un lanzamiento adentro a Frederich Cepeda (más tarde haré una entrada sobre la nueva onomástica cubana) para que el jardinero rojo lo leyera perfectamente, depositara la bola en el fondo del outfield y vaciara las bases. Así, desde la quinta entrada, Cuba escribió el destino de un juego crucial. 
México tuvo una aceptable actuación en la caja de bateo (aunque Scott Hairston se ponchó con las bases llenas por segundo día consecutivo) y su pitcheo no estuvo tan mal como en otras ocasiones, pero Cuba jugó de manera más inteligente y le salieron bien las cosas pequeñas que a México le salieron mal (pero eso no se llama casualidad, sino manejo y coacheo). Vinicio, tan pródigo en cambiar lanzadores en el juego inaugural, esta vez estuvo avaro -como si hubiera mañana- y sacó a sus pitchers exactamente un bateador después de lo justo. Un toque de sorpresa bien dado y una jugada de bateo y corrido que le salió de lujo al equipo cubano fueron, a la postre, la clave. 
Me detendré un instante en la jugada de bateo y corrido. El relevista mexicano, Pablo Ortega, esta ocasión sí está funcionando. Séptima entrada, 5-2 favor Cuba, dos outs y hombre en primera. Al lanzamiento, el corredor sale rumbo a segunda; el shortstop se mueve para cubrir la almohadilla y exactamente por donde él estaba pasa la rolita, que hubiera sido un out sencillisimo, pero se convierte en hit. Carajo, deciden hit and run con dos outs, el campocorto se va con la finta y lo que era dominio de la situación se convierte en desventaja definitiva. 
Decía el clásico que "esto no se acaba hasta que se acaba", pero cuando México esbozaba una respuesta en la última entrada, Vinny tiró la toalla dejando batear a Miguel Ojeda, mientras Javier Vásquez, Rod Barajas, Jerry Hairston y hasta Édgar González languidecían en el dogout. Al parecer siempre le importó más mantener buen ambiente que ganar los partidos, aunque hayamos muchos que creamos que el Clásico Mundial es algo distinto que la Liga de la Toronja. 
En resumen, el equipo mexicano no hizo el papelón pero sí tuvo una actuación inferior a la del 2006. Con un mejor line-up, bien construido y decentemente remendado, fue peligroso al bat aunque fallo a la hora buena. La lógica tradicional de bateador derecho contra lanzador zurdo dejó dos veces fuera de la alineación inicial a quien resultó el mejor toletero, Karim García. Los lanzadores, que habían sido la fuerza de la selección del 2006, fueron ahora su debilidad. Durante tres jornadas el staff de relevo mexicano hizo el ridículo. 
Hay que señalar que, a diferencia de los jugadores de campo, en el cuerpo de lanzadores hubo ausencias notables (Yovani Gallardo, Jorge De la Rosa, Alfredo Aceves, Luis Mendoza), y dudo que todas se hayan debido a prohibiciones y negativas. Se escogió mal. Varios de los que participaron eran cartuchos quemados y, desgraciadamente, lo demostraron. Sólo nos queda, como en otros deportes, soñar para dentro de cuatro años.

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