miércoles, octubre 03, 2007

Ocasos y soles nacientes


Mexicanos en GL. 2007

2007 no fue un mal año para los mexicanos en las mayores. 20 peloteros aztecas vieron acción, y la lista histórica de connacionales en la Gran Carpa superó el centenar. Amanecieron dos grandes jóvenes prospectos: Joakim Soria y Yovani Gallardo, quienes compiten por el título de Novato del Año (que no ganarán). Un tercero, Luis Alonso Mendoza, puede seguir sus pasos. Hubo una consolidación importante, la de Adrián González como gran tolete. Y también hubo dos renacimientos: el de Oliver Pérez, quien parece haber encontrado la brújula perdida y el de Luis Ayala, que regresó por sus fueros tras una exitosa operación y una larga rehabilitación. Otros, como Alfredo Amézaga y Edgar González, se asentaron como ligamayoristas. En cambio, fue un año sufrido para Jorge Cantú y los veteranos Esteban Loaiza y Rodrigo López; los dos últimos ven cercano el ocaso. Ricardo Rincón fue contratado, pero nunca jugó y se despide de las Mayores.

Este fue su desempeño acumulado en la temporada.

Adrián González. El tijuanense se consolidó en 2007 como un bateador sólido y un guante de primera en la idem de San Diego. El Grand Slam que conectó el último día de la campaña –en el juego que eliminó a los Padres- sirvió al menos para darle redondez y triples dígitos a sus números en la campaña: 30 cuadrangulares, 100 carreras impulsadas, 101 anotadas, con .282 de porcentaje. Más relevante aún, tomando en cuenta que juega de local en el estadio que más favorece a los lanzadores. De hecho, Adrián encabezó las mayores en hits de dos o más bases como visitante. (Y si nos ponemos necios, y simplemente duplicamos sus estadísticas de visita, habría terminado con 64 dobletes, 40 jonrones y 128 producidas).

Joakim Soria. El coahuilense fue la primera gran novedad entre los peloteros mexicanos de grandes ligas. Su efectividad, guiada por una recta cortada extraordinaria, y su calma en el montículo, le hicieron adueñarse del puesto de cerrador de los Reales y, a pesar de lo débil del equipo, obtuvo 17 salvamentos, superando a Salomé Barojas en número de rescates por un pitcher novato mexicano. En octubre estuvo intratable, con 1.59 de carreras limpias. En el año, 2 ganados, 3 perdidos, 2.48 de PCL y 75 ponches (en promedio recetó más de un chocolate por inning lanzado). Una promesa hecha realidad.

Oliver Pérez. El de Oliver fue el regreso del año. Tras un terrible 2006, con 3 ganados y 13 perdidos, el culiacanense fue el mejor en la famosa rotación de los Mets. Cuando estaba controlado no hubo quien le hiciera sombra, y su personalidad ocurrente cayó muy bien entre la fanaticada. En septiembre tuvo marca de 3-1, pero el juego perdido resultó crucial en la debacle de los Metropolitanos. Terminó 2007 con 15 victorias, 10 derrotas, 3.56 de efectividad (el noveno en la liga) y 175 sopitas de pichón (de a una por inning). Un poco más de control y un poquito, sólo un poquito menos de temperamento, harán de este zurdo una estrella muy brillante.

Yovani Gallardo. Si alguien se pregunta por qué los Cerveceros de Milwaukee no pudieron mantenerse en la cima de su división, parte de la respuesta está en que no subieron antes a Yovani Gallardo. El novato michoacano demostró que es un estelar en ciernes, con un variado repertorio de lanzamientos, bastante estabilidad y hasta capacidad de bateo. En septiembre lanzó 21 entradas seguidas sin permitir anotación y tuvo una magnífica efectividad de 1.36. En su campaña de debut, 9 ganados con 5 perdidos, PCL de 3.67 (que hubiera sido de 2.84 de no ser por una apertura desastrosa) y 101 ponches.

Luis Ayala. Otro de los retornos amables del año. Sin grandes números, y llegando de sus lesiones a media temporada, la contribución de Luis Ignacio ayudó en mucho para que los Nacionales de Washington estuvieran lejos de hacer el ridículo que les habían previsto los analistas. Consistencia es el segundo apellido de Ayala, quien en septiembre se agenció 2 victorias y un rescate, para terminar con 2-2, 3.19 y un salvado.

Alfredo Amézaga. Durante buena parte de la temporada, el sonorense lució en distintas posiciones, con los Marlines. Más de 10 juegos en la segunda base, en el short y en la tercera; algunos en primera base y la mayoría en el jardín central. Amézaga ha superado su principal problema, que era el bajo porcentaje de bateo y se ha establecido en otro piso. Terminó el año con .263, 2 cuadrangulares, 30 producidas y 13 bases robadas.

Edgar González. El único mexicano en pasar a los playoffs, fue pieza importante para los Diamantes de Arizona. Como quinto abridor, cumplió a secas, supliendo a Randy Johnson. Como relevista largo, aunque menos efectivo, ganó varios juegos y –sobre todo- se comió muchos innings, lo que permitió que, a diferencia del año pasado, el bullpen de Arizona fuera funcional. En septiembre ganó 2 y perdió 2. Sus dos últimas salidas fueron fallidas, con lo que se le escapó la posibilidad de abrir en postemporada. Termina 2007 con récord de 8-4 y un poco agraciado 5.09 de limpias, debido en parte al problema de que admite demasiados palos de vuelta entera.

Luis Mendoza. El joven veracruzano, conocido como el Harry Potter del montículo, subió al equipo grande de Texas, en un salto desde AA, y lució bastante en su breve periplo, que fue mucho más que una tacita de café. Abrió dos juegos, que dejó ganados, sacó varios lanzamientos de la chistera y terminó con marca de 1-0 con un muy bueno 2.25 de efectividad. Deberá estar en el roster inicial de los Rangers en 2008.

Oscar Villarreal. 2007 fue un año más bien gris para el regiomontano. Se mantuvo en el bullpen de Atlanta, pero sin pena ni gloria, con actuaciones excelentes, regulares y malas. La estadística de 2-2, con un salvado y 4.24 de limpias nos dice que Óscar fue útil, pero no brillante.

Rodrigo López. Empezó muy bien y ayudó a los Rockies a pelear por el campeonato. Se lesionó, volvió sin ser el mismo y eso sólo sirvió para que empeorara y lo tuvieran que operar del tendón flexor de su brazo de lanzar. Se perderá 2008 y esperamos en 2009 su regreso. Podrá ser como el de Luis Ayala, sin perder su efectividad, o como el de Erubiel Durazo, a la Liga Mexicana. Terminó el año con 5-4, y 4.42.

Dennis Reyes. El zurdo de Sinaloa empezó muy mal el año y luego se compuso para ser el que había dominado a los bateadores en 2006. Una inflamación en su codo izquierdo lo dejó fuera de acción. Terminó con 2-1 y efectividad de 3.99.

Jorge de la Rosa. El Señor Inconsistencia lanzó varias joyas de pitcheo, con 8 salidas de calidad, con las que tuvo marca de 7-1. Juega en un equipo –los Reales- que no apoya mucho con el bat y casi todas sus otras salidas fueron de plano malas, por lo que sus números en la campaña fueron de 8 ganados y 12 perdidos. Estuvo un rato en la lista de lesionados. Su gran problema son las bases por bolas.

Esteban Loaiza. A una larguísima espera en la lista de lesionados siguieron dos magníficas salidas con los Atléticos de Oakland y una muy buena con los Dodgers. Después vino la debacle: cuatro derrotas seguidas en las que se vio a Loaiza descontrolado y poniendo la pelota para que se la fongueran. Revisaron su mecánica, vieron que ahí no estaba el problema y diagnosticaron “brazo muerto”. Ojalá reviva en 2008, pero por lo pronto, chapeau para Billy Bean, que lo vendió y demostró que nunca hace malos negocios, aún cuando lo parezcan. Los números del tijuanense en 2007: 2-4, 5.79 de limpias y tantos pasaportes (20) como chocolates.

Jorge Cantú. Quién iba a decir que el tamaulipeco iba a considerar que compartir la primera base de los Rojos era ya un avance. Tampa lo dejó en la banca durante buena parte de la campaña, lo bajó a menores y le llenó el hígado de piedritas. Regresó a la gran carpa vía Cincinnati, y sus números mejoraron. En el mismo número de turnos, Cantú bateó 12 hits con un doble y 4 impulsadas para las Mantarrayas… y 17 hits, 8 dobles, un cuadrangular y 9 impulsadas para los Rojos. Lo mejor de su retorno fue su paciencia en la caja, que le dio el mejor OBP de su carrera. Finalizó con .252, 1 y 13, y con la esperanza de adueñarse de un puesto titular el próximo año.

Elmer Dessens. Trapeó innings con Milwaukee hasta que se lesionó, primero, y lo corrieron, después. Los Rockies lo redimieron y allí también trapeó innings, con una salida de calidad y alguna paliza. Su desempeño no fue suficiente para quedarse en el roster estrecho de postemporada. Sus números: 2-2 y un nada agradable 7.15 de limpias.

Juan Castro. El sonorense, como siempre, brilló con el guante. Y, como de costumbre, estuvo oscuro con la majagua: .180, 0 cuadrangulares y 5 producidas. No acabó la temporada porque terminó lesionado.

Jorge Campillo. El pitcher ganador del partido clave de México en los Juegos Panamericanos fue subido, de nuevo a fin de año, al equipo grande de los Marineros de Seattle. Lo más relevante de su actuación fue la gran bronca que provocó al tirarle pelotazos a la cabeza a Vladimir Guerrero. Seattle perdió en todos los juegos en que participó el de Tijuana. En el año: 0-0 con 6.75 de limpias, una expulsión y una suspensión.

Humberto Cota (.286, 0, 3) perdió no sólo la titularidad, sino también la suplencia en la receptoría de los Piratas; Oscar Robles (.231, 0, 2), estuvo un rato con los Padres, bajó a AAA y regresó sólo para bajar aún más su porcentaje de bateo; Gerónimo Gil jugó un ratito en Colorado, bateó para un microscópico .071.

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