martes, enero 05, 2010

Leyendas olímpicas invernales: Ross Rebagliati


A mediados de los años ochenta, cuando Ross Rebagliati era un adolescente en Canadá, los esquiadores expulsaban de las montañas al grupo de amigos con los que practicaba un deporte absurdo. En vez de deslizarse en apropiados esquís, los muchachos se lanzaban montaña abajo en una especie de patineta combinada con tabla de surf –versiones modificadas de un juguete inventado a fines de los sesenta-, en un juego que llamaban snowboarding.

El asunto no sólo era de lucha de espacios, sino también cultural. Estos jóvenes venían de la subcultura punk, surfera y patineta, y tenían un estilo de vestir, de hablar, de competir –y, sobre todo, de comportarse fuera de las pistas- muy distinto al más clásico de los esquiadores. Del descenso al reventón, y de vuelta.

Poco a poco se abren más zonas para el snowboard, y Rebagliati, nativo de Vancouver, se muda a una de ellas, en Whistler, Columbia Británica. Pronto empieza a destacar en las competencias y tiene una carrera fulgurante. En 1994 el snowboard obtiene carta de naturalización olímpica, y debuta cuatro años después, en los juegos de Nagano, con las competencias de slalom gigante y de media pipa. Rebagliati vence con relativa dificultad, apenas dos milésimas de segundo, en el slalom varonil: es el primer campeón olímpico de este deporte. Pero la carrera más difícil vendría después.

En los exámenes antidoping, Ross sale positivo en mariguana, confirmando todos los estereotipos acerca del snowboard, no importa que tuviera 17.8 nanogramos en la sangre (el consumo de un joint promedio daría como 400 nanogramos). El COI anuncia que le retirará la medalla y lo llama de inmediato a testificar. Rebagliati lleva su medalla en la bolsa de la chamarra. Declara que no fumaba mota desde hacía diez meses y que posiblemente salió positivo por el hornazo que se dio en la fiesta de despedida con los cuates, quince días atrás. El Comité Olímpico Canadiense hace mutis, pero la Federación Internacional de Snowboard sale en su defensa, señalando que la mariguana no es una droga que mejore el rendimiento en la competencia. Rebagliati no es despojado.

Sale contento: ha ganado dos veces. Y afirma que seguirá viendo a sus amigos.

La medalla, sin embargo, le trajo más amargura que beneficios. Perdió a sus pocos patrocinadores, nunca más fue seleccionado para representar a su país y es el único medallista cuya imagen nunca usó el Comité Olímpico Canadiense, Estados Unidos lo puso varios años en la lista de personas que no puede recibir por vía aérea, la televisión pública hizo una serie en la que el personaje basado en él es un perdedor total (Rebagliati la demandó judicialmente y obtuvo una cantidad de dinero). Sólo un pequeño escándalo mediático permitió que también él tenga el honor de llevar la antorcha olímpica para los próximos juegos de Vancouver. Tal vez haya influido el hecho de que ahora Rebagliati se dedica a la política: es candidato a diputado por el Partido Liberal.

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