A lo largo de los años noventa, Daehlie dominó el esquí nórdico de una manera casi absoluta, con el agregado de hacerlo en prácticamente todas las distancias –lo que significa que el tiempo para reponerse entre una carrera y otra es mínimo.
En sus primeros juegos, en Albertville 1992, durante 13 días compitió en cinco eventos. El primero fueron los
La siguiente cita sería en su patria, y Dahlie fue profeta en Lillehammer 94. Participó en las mismas cinco pruebas. Esa vez ganó el oro en los
Volvería a Juegos Olímpicos en Nagano 1998. Allí inició mal, clasificándose en el lugar 20º en los
Hubiera roto más marcas, pero una lesión ocurrida mientras patinaba en ruedas lo retiró definitivamente de las competencias.
Daehlie fue definido como “una maravilla de la fisiología”: Su VO2 max –que mide la capacidad máxima de un individuo para transportar y utilizar oxígeno durante el ejercicio incremental- llegó a 96 ml/min/kg, superior en 25 por ciento al promedio de los atletas, ciclistas y esquiadores de alto rendimiento. Sin embargo, eso no basta para separarlo tan ampliamente del resto de la competencia de élite. Su técnica era excelente y siempre prestó gran atención a la calidad de los esquís. Pero, aún más allá, entrenaba a muerte. Corría con la caminadora, levantando cada vez más la pendiente, forzando el cuerpo hasta el final. Entrenar, para Daehlie era a menudo terminar exhausto, luego de haber extendido –aunque fuera un poquito- los límites de la naturaleza. Otra característica del noruego era que planificaba sus entrenamientos para llegar a su máximo en las pruebas grandes: juegos olímpicos o campeonatos mundiales. En el deporte de alto rendimiento hay que saber llegar a la cima en el momento exacto. Daehlie lo hizo, e hizo suya la gloria olímpica.
1 comentario:
Para mi, no solo el más laureado sino también el más grande.
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