Anuncia Andrés Manuel López Obrador que encabezará "la purificación de la vida política nacional". Ya no es sólo el "voto por voto" (si en realidad alguna vez lo fue). Es la transformación inmediata de las instituciones.
"¡Se acabó! El cambio se va a dar de una manera u otra", afirma (y consigna La Jornada).
"¡Purificación total!", reza el letrero que trae AMLO en el cartón de Magú (próximo sospechoso de ser peón de la derecha).
Yo cuando pienso en purificación, pienso en fuego. Pienso en Deutsches Requiem, de Borges. Pienso en el armagedón. Pienso en el purgatorio.
Dice una página católica:
"La purificación en el Purgatorio es "dolorosa". La Biblia nos habla también de "fuego" al referirse a esta etapa de purificación. "La obra de cada uno vendrá a descubrirse. El día del Juicio la dará a conocer ... El fuego probará la obra de cada cual ... se salvará, pero como quien pasa por fuego" (1a. Cor. 2, 13-15). El paso por la purificación del Purgatorio ha sido obviado por algunos. Los Santos son ejemplos de esta posibilidad de purificación en nuestra vida terrena: ninguno ha llegado a la santidad sin purificarse a través del sufrimiento, la oblación, la entrega absoluta a los planes de Dios ... y algunos, hasta el martirio."
Y en una página protestante:
Su purificación llegará para salvarlos de las puertas del infierno. Yo descenderé sobre ustedes como el Relámpago y los renovaré con Mi Fuego. Mi Espíritu de Amor los redimirá, atrayéndolos al Amor y los consumirá en una llama viva de Amor. Derramaré Mi Espíritu, desde el Cielo, y purificaré sus almas manchadas, haciéndolas santas e inmaculadas, purificándolas como se purifica el oro con el fuego. Reconocerán el Tiempo de Salvación y cuando descenderá Mi Espíritu de Amor. A menos que esto suceda, ustedes no verán los Nuevos Cielos, ni la Nueva Tierra que les he anunciado.
Este es un aspecto mucho más viejo que la religión cristiana. Para los druidas, el agua y el fuego se adueñarían del mundo. De ahí los rituales europeos de purificación en el solsticio de verano: se arma una gigantesca hoguera y las ramas quemadas se arrojan a los campos, junto con las cenizas. La tierra quedará purificada para un nuevo ciclo. La gente, en tanto, danza alrededor de las hogueras -el vivac primigenio- y, gracias al fuego, huía del pecado.
Regresemos a México. Los reporteros le preguntan a López Obrador:
Francisco Rubio, Radio 13: Habla de purificación...
AMLO: Sí, ¿por qué no? Es que hay que purificar la vida pública. Hace falta una renovación tajante, precisamente por lo que vimos ayer y por lo que se ve todos los días. Se requiere una nueva economía, ni modo que vamos a seguir con la misma política económica que ha significado cero crecimiento y aumento del desempleo. Ni modo que no se va a requerir una nueva legalidad si estamos viendo que la ley se utiliza para proteger privilegios. Ni modo que no vamos a necesitar una nueva política si estamos viendo que hay un doble discurso, que impera la hipocresía. Ni modo que no vamos a necesitar una nueva convivencia social si vivimos en México en un océano de desigualdad. En todo donde cada vez hay más pobreza y sólo un grupo minoritario saca beneficios y han desaparecido prácticamente a la clase media. Entonces, sí hace falta una verdadera transformación...
Alejandra Bordón, Reforma: Pero habla usted de tajante...
AMLO: ¡Tajante!
Alejandra Bordón, Reforma: ¿Un cambio absoluto y completo?
AMLO: Absoluto, o sea, sí, que no nos pase...
Alejandra Bordón, Reforma: ¿De equipos, de personas?
AMLO: ¡De todo! Que no nos pase lo que sucedió en el 2000.
López Obrador es El Purificador. Y esa imagen me retrotrae a Robespierre, el Incorruptible. Al del Comité de Salud Pública que ajustició por igual a monárquicos, girondinos y jacobinos moderados.
Hay varios perredistas inconformes con lo que están pasando pero tienen miedo de hablar en público. "Ya vendrá el momento", dicen. Me recuerdan a Kámenev susurrándole al oído a Bujarin, para que la Ojrana de Stalin no escuchara: "¡Es un nuevo Gengis Khan!".
Vuelve a mi mente Deutsches Requiem, de Borges, y pienso que esos perredistas de buena fe son "comparables al hechicero que teje un laberinto y que se ve forzado a errar en él hasta el fin de sus días".
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