Muy pronto tuve la oportunidad de aplicar algunos conocimientos adquiridos en Asamblea I, la grilla de la Facultad..
Sucede que en el Patria, donde yo había hecho la prepa, cada año se celebraban elecciones democráticas para la Sociedad de Alumnos. Tradicionalmente, se presentaban dos planillas, ambas de riquillos en un colegio predominantemente de clase media: una de las planillas, normalmente era encabezada por chavos de Polanco y Las Lomas, nuevos ricos y buenos para el reventón, quienes daban regalitos y hacían un sinfín de promesas; la otra, normalmente era encabezada por chavos de San Ángel, de alcurnia y estudiosos, quienes proponían cambiar el concepto de la Sociedad de Alumnos. Siempre había un debate en el auditorio. El debate siempre lo ganaban los de alcurnia, pero las elecciones siempre las ganaban los nuevos ricos, y su gestión solía limitarse a organizar unas cuantas fiestas y tal vez algún rally enigmático o una corrida de vaquillas.
Sucede, también, que en la generación siguiente a la mía, los de San Ángel –y sus cuates de otras colonias con pretensiones intelectuales- se cansaron de ser la oposición leal, y no presentaron planilla. Los de Las Lomas, entonces, decidieron crear una planilla patito. Vamos, los de Las Lomas eran el PRI; los de San Ángel, el PAN y la planilla pato era el PARM o el PPS.
Sucede, finalmente, que un día voy a visitar a Pablo Medina Mora y me encuentro a varios del Patria en su casa, discutiendo qué hacer, porque querían cambiar la escuela, en el poco rato que le quedaba de vida. De esa reunión salió el Movimiento Estensista.
La estrategia consistía en reventar la asamblea del debate pre-electoral, convertirla en una insurrección, deslegitimar las elecciones y crear un contrapoder estudiantil. Para hacerlo, utilizamos a Estens, un cuate que jalaba con Pablo y el grupo, pero que era conocido por ser muy tímido. Convertiríamos al rechazado social en líder.
El método se planteó con detalle. El día del debate, los compañeros se apostaron en lugares estratégicos del auditorio, que siempre estaba a reventar. Empezó a echarse su rollo Jaime Carreto, el líder de la planilla “oficial”, y a la mitad de su discurso, otros cuates hicieron entrar a Estens. Los que estaban apostados en distintas partes del auditorio empezaron a gritar “¡Estens! ¡Estens!”, y entonces Estens se puso a saludar, en una tímida imitación del saludo de Echeverría. Los compañeros gritaron consignas en contra de “la farsa” que estaban presenciando, levantaron a Estens en hombros y salieron al patio, seguidos de una multitud divertida (porque el desmadre en una prepa siempre puede más que un debate de Sociedad de Alumnos). Pablo y otros se quedaron en el auditorio, y echaron rollo desconociendo a la Sociedad de Alumnos y promoviendo la creación de un CGR, un Consejo General de Representantes, que velara democráticamente por los intereses del estudiantado.
El siguiente paso fue nombrar una comisión que negociara con las autoridades de la escuela. Los curas, por supuesto, querían una Sociedad de Alumnos tradicional, pero toda la Compañía de Jesús había entrado en crisis ideológica, política y de vocación. Accedieron a que en las elecciones se incluyera un espacio destinado al Movimiento Estensista. Si éste ganaba, no habría sociedad de alumnos, sino CGR.
Sobra decir que el estensismo resultó triunfante, se creó un CGR –amablemente, el Movimiento cedió a Jaime Carreto un lugar de minoría entre los miembros del comité- y se obtuvieron logros tan grandes y relevantes como que se permitiera fumar en clase y en el patio. Tuve que seguir las acciones a través de las reuniones vespertinas en casa de Pablo, pero fue para mí una gran diversión, y fue como obtener una MB en la primera optativa (sin créditos) de la Escuela Nacional de Economía.
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