lunes, julio 04, 2016

La saga de la Eurocopa (una kenning islandesa)




Los hijos de Tyr cruzaron el prado de gaviotas
para la gran tormenta deportiva de espadas.
Taparon sus oídos ante lo que salía de la espada de la boca de Ratatorsk:
que habría lluvia de balones sobre la prole vikinga.

Ante los marineros del fado pusieron muralla,
rechazaron mundos con la piedra de brío en el asiento del halcón.
Al silbatazo del caudillo de negro,
siete rocíos de la pena rodaron de las joyas de la cara
del famoso Cristiano.

Fueron contra los jinetes de la llanura del este.
De nuevo una montaña ante la puerta.
Luna de piratas, pero también varas de ira.
Y es terremoto cuando cae Gunnarson. Once pasos.
Sygurdsson clava la espada vikinga en la telaraña magyar.
¡Gloria a los hijos de Thor!
Mas Loki jugaría en ese campo, convocó a las nornas,
se llevó a Saevarsson de paseo
y una daga se posó por un momento en el asiento de nuestras carcajadas.

¡Tormenta de balones contra los hermanos de Heidi!
Ser pasto de cuervos o compañeros de los Dioses, el dilema.
Cruza el sol de pentágonos el área y Bódvarsson,
con el asiento del corazón ante la luna, lo pone en el fondo.
Tormenta de balones alpinos, una pena máxima que Thor desvía,
pero un aguijonazo de halcón devuelve el alma al enemigo.
En el último suspiro de la tormenta deportiva,
a los vikingos los lleva el lobo de los cordajes:
el objeto del deseo llega a los pies de Traustasson,
(el rapsoda rompe su garganta y hasta su templo del casco)
que lo pone donde las arañas tejen su nido.
Un río azul de dientes y cantos tiñe el templo del juego.
¡La tierra del hielo se funde con el fuego del corazón de sus guerreros!
      
Lluvia de espadas sobre el mar verde
entre vikingos y guerreros del Imperio de la Perfidia.
La odiosa Albión recibe tempranero premio,
desde los once fatídicos el millonario clava su estilete,
pero la reacción es tempestad inmediata
y Sigurdsson hace al balón besar la cuerda del arpa del empate.
¡Se ensancha el tesoro del pecho!
Aluvión de vikingos, árboles de la espada
en pos del rocío enemigo.
Sigthorsson se revuelve en el terreno de los predestinados
y el cancerbero inglés es presa del juguetón Loki.
Humillan los hijos de Thor a los orgullosos hijos de la Rosa,
resisten sus débiles martillazos, destrozan sus tibias esperanzas.
¡El globo entero se les rinde tras esta batalla!
¡Loor a la prole del aniquilador de gigantes!

La incursión vikinga ha llegado al corazón de la grama verde.
Bajo el manto de Frey
se enfrentan a la estirpe de Asterix cuyo suelo han hollado.
Las gargantas son truenos en el templo de la guerra.
Pronto dos serpientes ponzoñosas caen en nuestra red,
mas los guerreros siguen dispuestos a ofrendar la cerveza de la batalla.
Una paloma blanca pasa por encima del madero
y dos cuervos graznantes se acomodan en nuestra cueva.
No llegaremos a Asgard.
El reino anhelado se disuelve, pero no la furia o el honor:
un estruendo sale de los pies de Sigthorsson para demostrarlo.
Pero del negro castillo sale otro tizón directo a nuestra piedra de brío.
Thor dará un martillazo final para mostrar la nobleza
pero la incursión ha encontrado el tejido de la espada.

Las velas del potro de las olas llevan al bosque de picas vikingo
a la tierra del hielo y el fuego.
No tienen la copa de la miel en el puesto del halcón,
pero se han plantado en la dura bellota del pensamiento de la humanidad.




(Hemos reseñado, partido por partido, mal imitando las kenningar islandesas, la actuación de la selección de Islandia en la Eurocopa 2016)

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