1968.
Los militares acordonaron la plaza. Desde un edificio salieron los primeros balazos: provenían del Batallón Olimpia. El Ejército avanzaba y no dejaba salir a los jóvenes atrapados, que intentaban agazaparse entre las ruinas. Unos pocos lograron huir. Centenares fueron detenidos. Otros fueron asesinados. Se llegó a hablar de 300 muertos, pero parece que fueron menos; 34 tienen nombre, se sabe de al menos otros diez.
Los policías cerraron las puertas, lanzaron gases lacrimógenos en el local, cubrieron las escaleras, no dejaron salir a los jóvenes atrapados; quienes lo intentaban eran batidos a toletazos. Unos pocos lograron escapar. Decenas fueron detenidos. Los cadáveres de nueve de ellos yacían en el suelo. También tres policías murieron, aplastados por la multitud.
Los de 1968 eran enemigos políticos, los mataron a propósito, “para escarmentarlos” y acabar con el movimiento.
Los del 2008 eran jóvenes y eso bastaba; querían nada más escarmentarlos, pero los mataron por la inepcia y la prepotencia policíacas.
Los jóvenes de 1968 pedían la desaparición del Cuerpo de Granaderos.
El Cuerpo de Granaderos participó en el operativo de 2008... al mando de un gobierno que se dice heredero de los jóvenes de 1968.
Los jóvenes del 2008 querían bailar.
Los jóvenes del 2008 son, casi todos, proletarios.
Aquellos no se olvidan, a pesar de que los medios quisieron tejer un velo de mentiras.
A éstos los olvidaremos pronto, gracias a la prensa “democrática y progresista” y también –como en 1968- al noticiero del Canal 2, convertido en vocero oficioso.
A éstos los olvidaremos pronto, gracias a la prensa “democrática y progresista” y también –como en 1968- al noticiero del Canal 2, convertido en vocero oficioso.
“¡Atención, que dentro estamos todos: es el poder que ofende!”
“Hay muertes que pesan más que el Monte Tao.
Y hay muertes que pesan menos que una pluma.”
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