A Zola Budd le gustaba correr como las gacelas de su natal Sudáfrica. Descalza, en la hierba de su granja o camino al pueblo. Tenía sólo 17 años cuando destrozó el récord mundial de los 5 mil metros planos, un portento. Pero esa marca nunca fue reconocida por una razón: en Sudáfrica se aplicaba el apartheid, y eso la excluía del resto del mundo deportivo.
Corría 1984, los juegos olímpicos de Los Angeles estaban por venir y el Daily Mail, un tabloide conservador inglés, decidió montar una campaña para nacionalizar a Zola Budd, con el argumento de que su abuelo había nacido en Londres. Era parte de una política editorial de acercamiento con el régimen sudafricano y también una manera de colgarse una segura medalla británica. El esfuerzo del periódico contó con la oposición militante de todos quienes se oponían a la política de segregación racial y dividió profundamente a los tories de Margaret Thatcher. La campaña de la derecha triunfó, las minucias legales fueron olímpicamente saltadas y a Zola se le concedió la nacionalidad británica en un tiempo récord de diez días.
Los juegos de Los Ángeles, en buena parte gracias al boicot de la gran mayoría de los países socialistas, se habían convertido en la borrachera nacionalista de unos Estados Unidos envueltos en la soberbia reaganiana. La favorita para la prueba de los 3 mil metros –el único auténtico semifondo femenil que se corrió en esos juegos- era Mary Decker, la típica rubia local, que además era poseedora de la mejor marca mundial en los 10 mil metros. La tercera en disputa era la rumana Maricica Puica. Esa competencia se inscribe entre las más polémicas leyendas olímpicas modernas.
Budd y Decker tenían estrategias opuestas. Para la sudafricana (perdón, británica), era necesario mantener un ritmo veloz durante toda la competencia, Decker tenía mucho mejor cierre y le convenía contener al grupo. Por eso, temprano en la carrera, la pequeña atleta descalza se puso adelante. Decker quería rebasar por adentro y con el muslo le golpeó la pierna izquierda. Budd perdió un poco el balance, pero continuó adelante, Decker insistió en su intento de rebase interno y le clavó el spike a Budd en la pantorrilla. En el encontronazo, la estadounidense tropezó y cayó fuera de la pista, con una horrible mueca de frustración, y también de dolor, porque se había lesionado la cadera. Budd siguió corriendo entre el abucheo ensordecedor del público angelino, que al final la derrotó. Quedó en séptimo lugar, el oro fue para Maricica Puica.
El jurado de la IAAF dictaminó que la responsable de la colisión fue Mary Decker (es responsabilidad del corredor que va detrás evitar el contacto con quien va adelante). Aún así, cuando Budd fue a consolar a Decker, se encontró con una respuesta grosera. La polémica continuó en los medios (cada quien con su campeona local), pero la medalla se había esfumado para ambas.
Zola volvió a romper el record mundial de los 5 mil, que esta vez sí fue homologado, pero en 1988 fue acusada de haber competido en Sudáfrica y suspendida por la federación internacional. Entonces decidió su muy precoz retiro. Sólo quería correr, como cuando niña en la granja, pero la política envolvió su carrera hasta asfixiarla.
En lo que respecta a Mary Decker, tuvo un par de años atléticos excepcionales, pero nunca ganó medalla olímpica. Tras haber calificado para Atlanta 96 salió positiva por testosterona en el antidoping, fue despojada de su reciente medalla de plata de los mundiales bajo techo y suspendida de por vida.
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