miércoles, noviembre 01, 2006

2º Carrera de la Radio; 5 kilómetros


El domingo pasado corrí los 5 kilómetros en la Carrera de la Radio. Lo hice después de un poco más de un año de entrenamiento. En esa época, apenas me levantaba, me servía un café, prendía un cigarro y me conectaba a internet. Taide, mi esposa, me hizo ver que me estaba jodiendo la salud de esa manera. Así que fui al circuito Ghandi, que queda cerca de la casa. Y corrí. A los 300 metros me detuve jadeando. Caminé otros 200 y volví a la carrera: apenas otros 300 metros. Estaba yo muy mal.
Así, poco a poco le fui aumentando distancia. Cuando ya había llegado a trotar 5 mil metros, empecé a hacer repeticiones. Mi condición física mejoró notablemente y me sentí en condiciones de alcanzar uno de los objetivos que me había trazado: participar en una carrera de calle.
En la oficina, algunos cuates me dijeron de la Carrera de la Radio. Ellos competirían en 10 k. Me animé y me inscribí.
Salí a las 7 de la mañana de casa, con un frío terrible, y caminé al Angel de la Independencia. Me estiré un rato, me encontré a los del trabajo, y salimos a mitad de un enorme pelotón. Mi estrategia era sencilla: trotar los primeros dos kilómetros y medio, y soltarme en la segunda mitad de la competencia. Yendo por Mariano Escobedo, a la altura del kilómetro 2, me esperaban las Taides -esposa e hija-, junto con mi cuñada Hilda, que estaba de visita en México. Les mandé besos de corredor. A la altura del circuito Ghandi fui apretando un poco, pero sí estaba cansadón. Ya de regreso, cerca de la Diana veo que mi hija corre para tomarme una foto con su reciente celular; en el intento, me acompaña como un kilómetro. Mi idea era cerrar con un sprint, acelero pero las piernas no dan para mucho. Cruzo la meta y a los pocos metros me espera un güey con una paleta para medir el chip con el tiempo. Unos cuantos metros más, y veo la sonrisa de Taide la grande. Un beso satisfecho que me sabe riquísimo. Luego me dan media naranja, agua, bebida hidratante y medalla de participación. Regresamos a pie a casa (y ya el trecho me parece bastante más largo que de ida).
Aparecen los resultados en internet. El mío: 35:12, tiempo de balazo. Había hecho como 34 y medio entrenando. Hay que ver qué diferencia hay entre tiempo de balazo y tiempo real.
Al día siguiente, en el periódico, resolvemos el enigma. Por un lado, César Martinez midió su tiempo con su reloj-cronómetro. Tardamos 2 minutos y 1 segundo, desde el disparo, en cruzar la línea de salida. Por el otro, la foto que está en el sitio revela que crucé la meta en 35.00 (los 12 segundos fueron lo que se tardó el monito del chip en verme y yo en llegar a él). O sea que hice 32:59. No está mal, tomando en cuenta que sigo fumando demasiado y que no competía en los 5 mil metros planos desde el lejano 1971.
En la foto, los Crónicos: de izquierda a derecha, abajo: yo, Toño Dávila y Adrián Castillo; arriba: César Martínez. Falta en la foto Erika, la hija de César.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¡chingón! sr. del empedrado. Ese es un muy buen cambio de actitud. Lo de menos es el tiempo que tardaste en correr los 5 km. Espero que este en sus planes seguir corriendo.
Raras vees voy a correr, pero cada vez que voy me rebasan pacientes geriátricos. Ya llegará el momento que corramos juntos y yo terminé jadeando y ud. como sí nada.

Y pues sí tiene la foto de la llegada no estaría mal sí la subiera .

José dijo...

Felicidades, Sr.

Yo no aguanto los 5km.