miércoles, octubre 06, 2010

Biopics: Las elecciones de 1979


El problema de la falta de línea en el PMT era tan grande, que ni siquiera había una política clara respecto a las elecciones federales, las primeras después de la reforma de López Portillo. Había quienes consideraban que, ya que Heberto decía que el registro condicionado a las nuevas organizaciones de oposición era un chantaje político del gobierno, lo lógico era abstenerse. Otros afirmaban que, como el partido no había dicho nada oficial al respecto, en realidad estaba dejando en libertad a sus militantes a hacer lo que quisieran, de acuerdo con sus convicciones personales.

Pero nosotros, en el Comité Estatal, teníamos un problema adicional. Miembros del partido, de distintos niveles, sobre todo campesinos, nos preguntaban por quién votar. Debíamos tener una posición única, que no existía entre nosotros. Al final quedamos en que, respecto a las elecciones federales, diríamos lo mismo que con las de dirigente de la CNC: voten por quien quieran, si quieren… y entonces nos preguntaban: “Y usted, compañero, ¿por quién va a votar?”. Obtenían respuestas disímbolas.

A los del Partido Comunista sí les interesaba que los apoyáramos. Sabían de nuestra fuerza. Un día nos llama Chivas Farber, militante del PMT y figura popular en Culiacán, para avisarnos que el PCM le ha propuesto ser candidato suplente a diputado en el distrito 9, de la capital sinaloense, y nos pide consejo al respecto. Poco después lo hace Audómar Ahumada, líder y candidato titular del PC. Tenemos reunión con Chivas, le decimos que acepte, si quiere. Lo hace. En otra reunión, Audómar propone que los compañeros que encabezan el PMT en Higuera de Zaragoza sean los candidatos de la Coalición de Izquierda en aquel distrito. Guevara se niega, argumentando que es muy conocida la filiación pemetista de estos compañeros, y que no quiere crear confusiones (supongo que, sobre todo, en el Comité Nacional).

En el fondo, la participación electoral del PCM y la Coalición de Izquierda, más que otra cosa, nos daba envidia. Recuerdo que Guevara fue a la casa a ver el primer programa de los partidos políticos que se transmitía de acuerdo con la nueva legislación. Aparecía una animación con unos campesinos que recogían trigo con una hoz, se difuminaba, luego aparecía un herrero dando martillazos a un yunque, posaba el martillo en el yunque y ahí estaba la hoz, nueva difuminación y aparecía el símbolo del Partido Comunista. No pasaría mucho tiempo para que los programas de los partidos políticos hartaran a toda la población, pero ese momento fue emocionante. Indicaba que el país estaba cambiando y que su ruta era hacia la democracia.

En otra ocasión, casi por casualidad, recalamos en un mitin del Partido Comunista. Aproximadamente dos mil personas, en su mayoría jornaleros agrícolas. Al término, felicité por la capacidad de convocatoria a un amigo del PC –omito su nombre, porque en realidad es un buen tipo- y me respondió, con un tono de resignación:
-Pues sí, pero son puros oaxaquitas.

El día de la elección, algunos de los del PMT fuimos a votar; otros no. Yo fui solo, y me encontré que a mi casilla la habían movido de lugar una cincuentena de metros, a causa del calor. Habían puesto la mesa de registro bajo un árbol de mango y las mamparas se quedaron lejísimos. Así que crucé el símbolo de la hoz y el martillo de la Coalición de Izquierda apoyándome en el cofre del auto (finalmente reparado hacía unos meses). Mi primer voto verdadero.

Los resultados oficiales de esas elecciones sorprendieron a muchos. A quienes creían que los partidos nuevos iban a ser aplastados. A quienes habían medido posibilidades de los nuevos con base en el tamaño de las manifestaciones (y pensaban que el PST iba a quedar bien posicionado). A los propios comunistas. El PRI, como siempre, había arrasado con 72.8 %; el PAN, segundo, con 11.8; el PCM, tercero, con 5.4; y más atrás, en ese orden, PPS, PST, PARM y PDM.

A mí el porcentaje obtenido por los comunistas no me sorprendió en lo absoluto. Sí me sorprendió que el bastión rojo hubiera sido el Distrito Federal, donde obtuvieron más del 13 % (uno estaba obnubilado con la visión de la capital huertista, pero aquello era historia antigua). En Sinaloa, el PC estuvo en línea con la media nacional (y los amigos pescados estaban genuinamente asombrados de constatar que el PRI sí tenía mayoría de votos reales). La Coalición de Izquierda colocó a 18 diputados en la Cámara.

Aquellas elecciones –en las que, sin duda, el PRI infló su votación- dejaron varias conclusiones. El camino de las urnas empezaba a ser transitable y con rumbo al futuro. El gobierno no iba a abrir el escenario electoral nada más para cerrarlo: habría partidos de oposición para mucho rato. El prejuicio contra la izquierda socialista en México no era tan grande como muchos creían. Heberto estaba equivocado y posiblemente había medido mal su potencial, subestimándolo.
Guevara resumió nuestro sentimiento: “Si el PMT hubiera competido aquí en Sinaloa, nos llevábamos el 10 por ciento”.

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