Al terminar la primavera del 79 yo ya había por fin terminado la tesis. Parboni me había aprobado dos capítulos y le había enviado otro par por correo, pero quería aprovechar la sesión de exámenes de verano (sólo había tres al año) para presentarla y defenderla. Así que en aquellas vacaciones, viajamos Patricia y yo a Italia, en buena medida gracias a la ayuda del Doctor Edmundo Flores, entonces director del Conacyt, quien consiguió el segundo boleto de avión.
Llegamos a Módena el 12 de julio y nos quedamos en casa de Claudio Francia y sus papás, siempre tan amables y comunistas. El primer problema surgió porque el profesor Parboni de entrada no estaba dispuesto a discutir una tesis “a caballo”. Le dije por teléfono que iría a Roma, donde él vivía, a discutirla, a ver qué le parecía. Aceptó.
Parboni vivía muy cerca del Vaticano, en un departamento de clase media alta venida a menos, que había sido de su familia. Era un lugar amplio, abarrotado de libros, casi todos de economía. Aunque era verano, el lugar me pareció frío por la ausencia de adornos y pinturas. Era como una amplísima celda de un monje enclaustrado. Uno de los problemas vitales de Parbus era su soledad.
Allí comimos los tres una ensalada de sottaceti que él había preparado (y nos pasó la receta) y él y yo discutimos, entre un par de botellas de vino, la tesis. En lo esencial, me pidió corregir un par de detallitos. En la forma, me comentó que el estilo era muy diferente al de los scholars italianos, que siempre querían ser neutros y casi nunca usaban metáforas o utilizaban el sarcasmo, pero la aprobó. Iría a Módena la fecha fijada para los exámenes, que resultó ser el emblemático 26 de julio. El profesor Salvati, quien se había ofrecido a pasar como relator de la tesis, en caso de que Parboni se mostrara demasiado mamón, quedó como contrarrelator.
En Italia, los exámenes para acceder al grado de Dottore son presididos por un jurado de once profesores, de los cuales sólo dos han leído la tesis: el relator, que es el asesor, y defenderá la tesis junto con el sustentante, y el contrarrelator, cuya tarea es encontrarle defectos y contradicciones y acorralar al sustentante. Los otros nueve pueden preguntar sobre la tesis –o sobre cualquier tema-, pero se entiende que lo hacen sin haber leído el trabajo del estudiante. El examen se solicita al estilo medieval: en una carta escrita a mano en papel sellado, dirigida al Magnífico Rector, en la que se señala quién es el Clarísimo Profesor que funge como relator y quién, el Clarísimo Profesor que hace el papel de contrarrelator.
El argumento central de la tesis (que se puede encontrar en el artículo “La Composición de Cartera de la Banca Mexicana Privada y Mixta (1970-1976)”, en Investigación Económica 167, enero-marzo de 1984, pp 135-150) es que en el periodo se aceleraron las tendencias concentradoras en el sector financiero privado y se prepararon las condiciones para un cambio cualitativo en el sistema bancario en el país (que pasaría del sistema de banca especializada –bancos comerciales, financieras e hipotecarias- a la llamada “banca múltiple”).
Analicé los cambios en el tiempo de la a relación entre diversas categorías del balance contable de las instituciones respecto al total de activos y pasivos, y la de las utilidades respecto al valor neto, y dividí el análisis según el tamaño de las instituciones. Concluí que la mayor rentabilidad económica obtenida por los grandes bancos indicaba que fueron eficientes al procurarse mejores ventajas en su financiamiento al sector privado y al gobierno, mientras que mantuvieron un costo relativamente superior en el lado de los pasivos, que el comportamiento de la liquidez de activos y pasivos no fue parejo (los bancos siguieron prestando cada vez más a largo plazo, pero no varió mucho la temporalidad de los depósitos) y que el sistema de intermediación terminó sobrecalentado por el exceso de liquidez de los depósitos.
En ese contexto se da un proceso de concentración financiera que provocó, por una parte, que las empresas menores –que competían en la periferia del sector- se encontraran frente a una situación de más incertidumbre y, por la otra, que las empresas mayores hubieran rebasado su tamaño óptimo.
En ese sentido, la instauración de la Banca Múltiple brindaba ventajas institucionales y reforzaba el principio de las reservas concentradas (“las reservas financieras cumplen mejor su función anticoyuntural mientras están concentradas”) y esto era claramente favorable a la estabilidad financiera de cada banco. Sin embargo, argumentaba, una mayor estabilidad de cada empresa financiera no significa automáticamente una mayor estabilidad del sistema en su conjunto. La tasa de endeudamiento neto de las empresas financieras no se reduce y, aunque su liga con el riesgo empresarial es menos directa que en el caso de la tasa de endeudamiento bruto, sigue siendo un factor de riesgo. Más aún en un sistema con problemas de diferencial de liquidez.
La experiencia del examen fue bastante peculiar. Ese día lo presentamos unos doce, y yo estaba entre los últimos. Iniciaba con el aula llenísima, que era vaciada cada vez que el jurado se reunía a deliberar, y a cada vuelta había un poco menos gente. A Jorge Carreto le tocó como cuatro turnos antes que yo. Al terminar cada quien, se iba con sus invitados al bar de Hermes, debajo de la Facultad, y el buen barista le regalaba champaña a todos, en pago por tantos años de clientela, que ahora terminaban.
Mi examen iba en caballo de hacienda hasta que Salvati –haciendo a la perfección el papel de villano que le toca al contrarrelator- hizo la pregunta del millón:
-En la tesis dices que la inflación del periodo fue empujada sobre todo por el alza en las tasas reales de interés, pero también que hubo una mejora en la distribución del ingreso. Si mejoró la distribución del ingreso ¿no deberíamos pensar entonces en una inflación empujada por el alza en los salarios reales?
Me tenía contra la pared. Pero recordé que todos mis sinodales tenían más lagunas que yo respecto a la economía mexicana, así que me saqué de la manga una respuesta que tenía elementos de verdad, pero parciales. Y sí, en cambio, mucho rollo.
-Escribí que había mejorado la distribución del ingreso; no los salarios reales. Sucede que a fines de 1972 se descongelaron los precios de garantía de los productos agrícolas, porque ya no se podía seguir relegando ese sector respecto a la industria. Esto significó mayores ingresos para los campesinos, y es a ellos a quienes me refiero cuando hablo de distribución del ingreso. Por supuesto, esto empujó los salarios nominales de los obreros al alza, pero no los reales. Sostengo que el aumento del diferencial entre tasas activas y pasivas de interés significó un aumento real de costos para las empresas, de tanta o más importancia que el aumento nominal de salarios, incapaz de explicar por sí solo una inflación que ya no es reptante, sino de dos dígitos.
-Luego de esa exhaustiva respuesta –concluyó Salvati- el jurado se reúne a deliberar. Por favor desalojen el aula. Y se quedaron los once profes.
La votación fue 110 sobre 110, y mención honorífica, lo que también acabó con el mito de que las lode, la mención, estaban proscritas para meridionales y mexicanos. Ya era yo Dottore in Economia e Commercio y podía irme a echar un par de copas de champaña con Hermes y con los cuates.
Pasados los años me sucederían dos cosas con la tesis. Una fue descubrir que uno de los rasgos que presumía yo en el análisis que significaban “inversiones a largo plazo”, y que era la acumulación de acciones entre los activos bancarios, a menudo resultaba no de una estrategia específica de integrar finanzas y producción o de pensar en el largo plazo, sino de una política de cobranza “a lo chino”. No tienes liquidez para pagarme, págame con acciones. La otra fue lamentarme de que no existieran en esa época las computadoras personales. ¡Lo que pude haber hecho simplemente con un programa dbase III!
Y por supuesto, tengo todavía menos claras que en aquel entonces las causas radicales de la inflación de los años del echeverrísmo.
Pero por supuesto, hubo mucho más que un examen durante ese viaje.
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