Llegamos a Roma un domingo por la noche, y por la crisis petrolera no se podían usar automóviles particulares. Una visión rara: junto al sitio de taxis en la estación Termini, había una carreta tirada por caballos.
Nos instalamos en el Hotel Sant’Anselmo, en el monte Aventino, cerca del Circo Máximo y de la sede de
Pasamos esas primeras jornadas turisteando por una Roma caótica, ruidosa y con pátina de años en sus rojizos edificios. Lo hicimos siempre a pie (tomamos el camión, y fue una aventura, sólo para ir a San Pablo Extramuros), hasta que llegó el momento en que nos dimos cuenta de que era inabarcable.
Un día nos lleva Casta a ver una puerta en el Aventino. Nos pide que nos asomemos por el cerrojo, lo hacemos y vemos, bajo un arco perfecto de flores, la resplandeciente cúpula de
Otra noche estamos rolando por la misma zona, y vemos que hay mucha gente en una iglesia. Nos asomamos, y es Paolo VI quien oficia la misa. Parecía un párroco más, pero con muchos feligreses. Eso se acabó con Woytila y su Iglesia carismática y espectacular.
Visito el Cementerio de los Ingleses, junto a
Una tarde estoy a mitad de Plaza Venecia y veo que, desde el Coliseo se aproxima una manifestación. “¡Ah, la izquierda italiana!”, pienso en lo que se acercan. Para mi sorpresa, porque para mí manifestación era sinónimo de izquierda, la encabezan personas mayores que lanzan vivas al Duce. Una anciana se detiene y lanza besos al balcón desde donde Mussolini lanzaba sus discursos. “Viejitos nostálgicos”, pienso entonces. Pero se acerca otra parte de la marcha, con una gran manta que dice Fronte Della Gioventù. Miles de jóvenes universitarios que corean consignas de su partido, el Movimiento Social Italiano- Derecha Nacional. Son greñudos, van de jeans. No parecen distinguirse de los demás chavos del mundo, salvo por dos detalles: las chamarras negras y los zapatos puntiagudos, también negros. Una consigna me da escalofríos: “Pi-Pi-Pinochet siamo tutti con te!”.
Comimos varias veces con él y su gente en el comedor de
Edmundo Flores tenía un equipo breve, pero muy eficiente. Alfonso Solares –quien merece capítulo aparte- era, con Flores, el encargado de la grilla; Rodulfo Figueroa hacía relaciones más institucionales e Irene Ruiz, super chambeadora y eficaz secretaria, era el pilar que los apoyaba. Ahí descubrí un secreto que no siempre he podido aplicar con entereza: la clave de un buen jefe es tener un equipo con cualidades diversas y saber explotar estas cualidades, tratando a cada quien como la persona diferente que es, sin pretender hacerlo todo pero siempre dejando claro quién manda.
Creo que el chasco de
A Consuelo le habían dicho que el lugar ideal para estudiar italiano era Perugia, donde se encuentra
Perugia era una ciudad pequeña, situada sobre una colina o bastión, por la que parecía había pasado toda la historia europea, desde los lejanos tiempos de los etruscos. Blancuzca, llena de callejuelas empinadas, con pequeños castillos y plazas sorprendentes. Allí nos enteramos que los cursos de italiano eran trimestrales e iban de acuerdo a las estaciones. Se acercaba el de primavera. Vimos un poco la oferta de cuartos de estudiante: los que había estaban gachos, pero nos explicaron que muchos se liberarían terminado el curso invernal.
Módena, en comparación, era mucho más moderna, y de inmediato se notaba el bienestar económico. Allí pudimos quedarnos en casa de un cuate, Roberto Livi, que era amigo de una amiga de Irene Ruiz. Lo primero que me sorprendió de Módena fue la ópera. Hablamos con Livi por teléfono y le pedimos vernos “en el restaurante más barato de la ciudad”. Se llamaba
Fuimos a la sede de
Al día siguiente tuvimos la conversación con Michele Salvati, el profesor que nos había recomendado Lajous, y que era el más respetado en
Algunos estudiantes de último año –Mario Noera, Mario Bonifatti- se acercaron a nosotros y nos invitaron a la sede de la organización política que hacía el diario Il Manifesto, cuya sede habíamos visitado en Roma (recuerdo cómo enviaban las notas en el edificio de ese periódico, cruzado por extrañas tuberías: las enrollaban, las metían en un tubito, movían una palanca y el tubo, empujado por válvulas de aire, cruzaba la tubería). Hablaron muy bien de la escuela, pero la conversación fue sobre todo de política. Noera dijo –muy despacio, para que entendiéramos- una frase muy cierta, que se me quedó grabada: “Aquí no será sólo escuela de economía. También de política, porque Italia es hoy el país del mundo en donde se vive más intensamente la lucha de clases”.
La cereza del pastel fue que una de las noches que nos quedamos en Módena –precisamente la del 11 de marzo de 1974- tocó Incredible String Band en el Teatro Storchi. Era un signo de los cielos: había que quedarnos allí. El concierto estuvo delicioso –Robin Williamson era alto y grácil y torpe, Mike Heron tocaba el órgano con un fervor casi religioso- y al final, mientras el público se retiraba, ellos seguían tocando una y otra vez los acordes finales de A Very Cellular Song: “May the long time sun shine upon you/ all love surround you/ and the pure light within you/ guide you all the way on”.
2 comentarios:
Sorry, but I can't speak Italian, hope you understand my English. I've just read in one of your posts about a concert of the Incredible String Band in Modena in 1974. Now my question is if you know other concert dates of the band in Italy? I have an ISB website and I'm very interested in such informations.
Thanks and regards
Wolfgang
The website is here:
http://www.wolfgangrostek.de/5000onions/
Perdone, I've just seen that the language is Spanish and not Italian. Probably that's the reason why I understood a bit of the post.
Recuerdos
Wolfgang
Publicar un comentario