jueves, noviembre 01, 2007

Biopics: Roma, Perugia, Módena

Llegamos a Roma un domingo por la noche, y por la crisis petrolera no se podían usar automóviles particulares. Una visión rara: junto al sitio de taxis en la estación Termini, había una carreta tirada por caballos.
Nos instalamos en el Hotel Sant’Anselmo, en el monte Aventino, cerca del Circo Máximo y de la sede de la FAO. Allí vivía Solares y decía que era barato. No para nosotros. Mapes, Carreto y yo compartimos un cuarto; Mártir lo hizo con Castañares, quien fungió en los primeros días como un Cicerón bastante despistado.
Pasamos esas primeras jornadas turisteando por una Roma caótica, ruidosa y con pátina de años en sus rojizos edificios. Lo hicimos siempre a pie (tomamos el camión, y fue una aventura, sólo para ir a San Pablo Extramuros), hasta que llegó el momento en que nos dimos cuenta de que era inabarcable.

Tengo en la memoria varias viñetas de esos paseos, que al principio eran grupales.
Un día nos lleva Casta a ver una puerta en el Aventino. Nos pide que nos asomemos por el cerrojo, lo hacemos y vemos, bajo un arco perfecto de flores, la resplandeciente cúpula de la Basílica de San Pedro.
Otra noche estamos rolando por la misma zona, y vemos que hay mucha gente en una iglesia. Nos asomamos, y es Paolo VI quien oficia la misa. Parecía un párroco más, pero con muchos feligreses. Eso se acabó con Woytila y su Iglesia carismática y espectacular.
Visito el Cementerio de los Ingleses, junto a la Pirámide de Caio Cestio. Es uno de los pocos camposantos en los que me ha gustado estar. Un lugar tranquilo, verde, con hermosas estatuas. Descubro una muchacha pálida, de amplias faldas largas, que pasea por ahí con una rosa en la mano. Es como una aparición. En determinado momento, la muchacha se inclina y deposita la rosa sobre una lápida. Es la de Keats, en donde dice “Aquí yace uno cuyo nombre está escrito en agua”.
Una tarde estoy a mitad de Plaza Venecia y veo que, desde el Coliseo se aproxima una manifestación. “¡Ah, la izquierda italiana!”, pienso en lo que se acercan. Para mi sorpresa, porque para mí manifestación era sinónimo de izquierda, la encabezan personas mayores que lanzan vivas al Duce. Una anciana se detiene y lanza besos al balcón desde donde Mussolini lanzaba sus discursos. “Viejitos nostálgicos”, pienso entonces. Pero se acerca otra parte de la marcha, con una gran manta que dice Fronte Della Gioventù. Miles de jóvenes universitarios que corean consignas de su partido, el Movimiento Social Italiano- Derecha Nacional. Son greñudos, van de jeans. No parecen distinguirse de los demás chavos del mundo, salvo por dos detalles: las chamarras negras y los zapatos puntiagudos, también negros. Una consigna me da escalofríos: “Pi-Pi-Pinochet siamo tutti con te!”.

Tuvimos una reunión con Flores, en su despacho en la zona de la EUR, quien nos dijo de entrada: “Ni crean que voy a ser su mamá, ustedes buscan su universidad y no se metan en pedos… me hablan y los saco sólo si los atrapan con droga… y si llegara a haber una gran crisis internacional, se van a Holanda, porque allí sí hay petróleo”. Nos acabaría protegiendo y ayudando más de lo que él mismo sospechaba. También nos advirtió que tendríamos un shock cultural, y que en seis meses estaríamos chillando por regresar a México: nos explicó que era una experiencia pasajera, y que, luego de superarla, todo nos sería más fácil.
Comimos varias veces con él y su gente en el comedor de la FAO (que no era taaaan caro) y solían ser comidas muy divertidas, impregnadas de frases sabias y cotorras. A través de él conocimos personajes interesantes, que incluían buena parte de la colonia mexicana en Roma, entre los cuales destaca María Luisa Puga, con quien hice buena química de inmediato.
Edmundo Flores tenía un equipo breve, pero muy eficiente. Alfonso Solares –quien merece capítulo aparte- era, con Flores, el encargado de la grilla; Rodulfo Figueroa hacía relaciones más institucionales e Irene Ruiz, super chambeadora y eficaz secretaria, era el pilar que los apoyaba. Ahí descubrí un secreto que no siempre he podido aplicar con entereza: la clave de un buen jefe es tener un equipo con cualidades diversas y saber explotar estas cualidades, tratando a cada quien como la persona diferente que es, sin pretender hacerlo todo pero siempre dejando claro quién manda.

Visitamos la Università La Sapienza de Roma, que era una opción de estudio, y el campus fue para nosotros un chasco monumental. Mucho concreto, poco espacio. ¿Dónde estaban las canchas? ¿Dónde, los jardines, los murales, o algo así como una fuente de Prometeo? ¿Dejar Ciudad Universitaria para venir a esto?
Creo que el chasco de La Sapienza, el costo del hotel -cuyo bidet no pude controlar cuando me puse a jugar con él- y la conciencia de que no podíamos intentar agotar una ciudad infinita como Roma, nos empujó a Carreto, a Mapes y a mí a un viaje relámpago a Perugia y a Módena.

A Consuelo le habían dicho que el lugar ideal para estudiar italiano era Perugia, donde se encuentra la Universidad Italiana para Extranjeros. Nuestra amiga yugoslava Lada Muminagic confirmó el dicho. Y Módena era la tierra prometida por Adrián Lajous.
Perugia era una ciudad pequeña, situada sobre una colina o bastión, por la que parecía había pasado toda la historia europea, desde los lejanos tiempos de los etruscos. Blancuzca, llena de callejuelas empinadas, con pequeños castillos y plazas sorprendentes. Allí nos enteramos que los cursos de italiano eran trimestrales e iban de acuerdo a las estaciones. Se acercaba el de primavera. Vimos un poco la oferta de cuartos de estudiante: los que había estaban gachos, pero nos explicaron que muchos se liberarían terminado el curso invernal.
Módena, en comparación, era mucho más moderna, y de inmediato se notaba el bienestar económico. Allí pudimos quedarnos en casa de un cuate, Roberto Livi, que era amigo de una amiga de Irene Ruiz. Lo primero que me sorprendió de Módena fue la ópera. Hablamos con Livi por teléfono y le pedimos vernos “en el restaurante más barato de la ciudad”. Se llamaba La Lirica, y efectivamente era un localucho, cuyas paredes color verde moco estaban adornadas por retratos de boxeadores, tenores y sopranos: unos en guardia y con guantes; los otros, en traje de representación: Rigoletto, Aida, I Pagliacci. Esa noche, Livi invitó a cenar con nosotros a unos amigos de la izquierda extraparlamentaria. Tomamos vino y cantaron. De repente uno se suelta con Che Gelida Manina, reconozco que es de ópera, pero nos explican que la letra del aria está cambiada: la mano helada es la de Scelba, quien era Ministro del Interior en una breve época negra de la política italiana. Otro día fuimos a un bar a comernos un panino (durante un tiempo pensé que la fórmula pan-prosciutto-pan era sólo falta de imaginación) y un obrero, con su overol grasiento, pone una moneda en la rockola. Se escucha un aria operística y el hombre da una sabrosa mordida a su almuerzo.
Fuimos a la sede de la Facultad de Economía, que no estaba en el campus central, ni tampoco en el original del centro histórico, sino que ocupaba dos pisos de un rascacielos moderno. Allí platicamos con Sebastiano Brusco, profesor de economía política, quien nos explicó que el grupo de profesores de la Facultad seguía, en términos generales, las teorías neo-ricardianas, una suerte de post-keynesianismo influenciado por la escuela clásica inglesa, y en particular por Marx. Nos dijo que los planes de estudio eran flexibles y que podíamos diseñar uno a nuestro gusto y conveniencia. También nos recordó algo fundamental: se necesitaban, para la inscripción, nuestros documentos, traducidos y autentificados.
Al día siguiente tuvimos la conversación con Michele Salvati, el profesor que nos había recomendado Lajous, y que era el más respetado en la Facultad. Su primera reacción fue: “México, hmmm, un caso muy interesante de bonapartismo partidista”. El tipo hablaba nuestro mismo idioma. Nos dijo que la Facultad era relativamente reciente, ya que había nacido de un acuerdo entre la Confindustria –la confederación patronal- y la CGIL –el sindicato dominado por el Partido Comunista-, y nos dio a entender, como ya lo había hecho Brusco, que en esa Facultad se preparaba a los profesionales que iban a controlar la política económica cuando el Partido Comunista entrara al poder. Nos pareció maravilloso.
Algunos estudiantes de último año –Mario Noera, Mario Bonifatti- se acercaron a nosotros y nos invitaron a la sede de la organización política que hacía el diario Il Manifesto, cuya sede habíamos visitado en Roma (recuerdo cómo enviaban las notas en el edificio de ese periódico, cruzado por extrañas tuberías: las enrollaban, las metían en un tubito, movían una palanca y el tubo, empujado por válvulas de aire, cruzaba la tubería). Hablaron muy bien de la escuela, pero la conversación fue sobre todo de política. Noera dijo –muy despacio, para que entendiéramos- una frase muy cierta, que se me quedó grabada: “Aquí no será sólo escuela de economía. También de política, porque Italia es hoy el país del mundo en donde se vive más intensamente la lucha de clases”.
La cereza del pastel fue que una de las noches que nos quedamos en Módena –precisamente la del 11 de marzo de 1974- tocó Incredible String Band en el Teatro Storchi. Era un signo de los cielos: había que quedarnos allí. El concierto estuvo delicioso –Robin Williamson era alto y grácil y torpe, Mike Heron tocaba el órgano con un fervor casi religioso- y al final, mientras el público se retiraba, ellos seguían tocando una y otra vez los acordes finales de A Very Cellular Song: “May the long time sun shine upon you/ all love surround you/ and the pure light within you/ guide you all the way on”.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Sorry, but I can't speak Italian, hope you understand my English. I've just read in one of your posts about a concert of the Incredible String Band in Modena in 1974. Now my question is if you know other concert dates of the band in Italy? I have an ISB website and I'm very interested in such informations.
Thanks and regards
Wolfgang
The website is here:
http://www.wolfgangrostek.de/5000onions/

Anónimo dijo...

Perdone, I've just seen that the language is Spanish and not Italian. Probably that's the reason why I understood a bit of the post.
Recuerdos
Wolfgang