He comentado que he escrito algunos de mis sueños, desde que tenía 16 años.
Este es uno que corresponde a la época que he reseñado en los Biopics.
He respetado la redacción original.
Sueño 8.
En el Cine con Brehznev
23 de julio de 1973
Estoy esperando la entrada a un cine, la película tiene lugar en una especie de museo o convento, a unos 20 metros de distancia. Distingo en la entrada a Eduardo Mapes y Jonathan Davis. Janette me pide que le aparte lugar porque va a llegar al rato. Cuando llego adonde Jonathan, veo que no es Eduardo, sino una gringa con el pelo parecido al de él. Luego llegan Eduardo, el Pino y algunos grillos, acompañando a Leonid Brehznev. Pino, de mezclilla; Eduardo, sintiéndose importantísimo. Me les uno. Ahora sí parece cine normal. Pienso en no criticar al P.C. enfrente de Brehznev. Llegamos y nos sentamos en una iglesia. En el altar hay varios sacerdotes, y un barbón, quien dice:
-Aquí hay alguien muy famoso. Que levante la mano.
Y Brehznev se levanta feliz, agitándola lo más posible. Estoy sentado a su derecha –Pino a su izquierda-. Sonrío. Se apagan las luces y empieza la película (por dos o tres escenas, adivino que es inglesa, de suspense). Por angas o por mangas, Pino y los demás tienen que irse, dejándonos solos a Brehznev y a mí. Aparto sus lugares con discos, y por el resto de la película he de defenderlos contra gañanes medio nazis que buscan asiento.
Cuando termina la película recuerdo que había quedado de verme con Janette, salgo corriendo por ella. Cuando llego a una salida no muy definida veo a una muchacha parecida pero demasiado pintada; “no puede ser ella”, me digo. Recuerdo de repente a Brehznev, lo dejé solo, vuelvo disparado hacia donde él estaba, tengo que batallar contra la marea de gente que sale de la función que ha terminado.
Llego apenas a tiempo para hacer una valla y una caravana a Leonid. Bajamos conversando (Brezhnev habla español con marcadísimo acento ruso), lo dejo en la salida y le digo que tengo que regresar por los discos.
-Lo acompañaré, después de lo amable que ha sido conmigo no puedo sino hacerlo –dice Leonid.
Subimos con la gente de la segunda función. Por el otro lado de las escaleras baja Raúl Trejo, sudando a chorros. Brehnev lo saluda.
BREZHNEV: Hola Raúl.
TREJO (dirigiéndose a mí): Con quién te juntas, Pancho.
Brehnev espera en el pasillo, mientras intento recuperar mis discos de unos “nazis” que se quieren quedar con ellos. Los olvidan cuando descubren el morral de Eduardo, la mochila de Luis, un suéter y unos discos, al parecer de Chanoc.
-Mira, aquí hay otro botín.
Vuelvo a discutir y recupero morral, suéter y mochila. Uno de los cuates se sienta en los discos de Chanoc y se dispone a ver la película.
Al salir del cine, me encuentro con el librero de mi recámara. “Qué idiotez organizar una función de cine en mi cuarto”, pienso. En una de esas le vuelo los discos, sin que se dé cuenta, al nazi que estaba sentado sobre ellos. Medio cayéndoseme las cosas, salgo del cine y encuentro a Brehznev esperando pacientemente.
-Perdone que lo haya hecho esperar tanto –le digo.
-No es molestia –dice-. Además, he aprendido.
-¿Qué? –le pregunto.
-Que no hay que ser ambiciosos ni transas.
2 comentarios:
Pinche Paco, eres tan contemporaneo...
Adivina quién
(para que no adivines no puse el acento)
En los sueños vivimos los anhelos y lo que no nos atrevemos estando despiertos. En los sueños tenemos visitas tan agradables que al despertar muchas veces sentimos que es real. Vemos que no lo es, pero por lo menos la sonrisa se mantiene a lo largo del día. Gracias por las visitas.
Ziggymoon
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