Soy de los que opinan que el periodismo debe ser imparcial. Con una excepción. Deportes. Yo compraría un periódico que fuera pumista, y de un antiamericanismo feroz.
Tal vez mis reseñas de los partidos de la liguilla (apertura 2004) sean un ejercicio sobre ese periodismo que debería ser, pero no es (pero todos los periodistas de deportes son parciales vergonzantes).
Pumas golea, Cuauhtémoc se arruga
UNAM, 3; Veracruz, 0
Estadio de CU. Frío (de los de aquí). Pumas y jarochos con bonitos uniformes de manga larga.
Inician las acciones y al minuto 5 un descuido del Joaco casi se convierte en autogol, su cabezazo pega en el marco y cae en los pies de Biscayzacú, quien remata a bocajarro pero ¡Bernaaal! está en plan grandísimo y rechaza el disparo.
Un minuto después Gonzalo Pineda se interna por el sector izquierdo (nótese que sí utilizo los artículos) y pone un pase larguísimo y preciso a Botero, quien baja el balón con el pecho, se desplaza hacia su izquierda y, entre dos contrarios, cruza al portero con un tiro potente. GOOOOOL de nuestros Pumas. 1-0.
Pumas ataca por unos minutos más, pero al final del primer tiempo ya ha retrasado sus líneas y juega, clarísimamente, al contragolpe. Cuauhtémoc Blanco reclama todo. Hay marca doble sobre él (normalmente Verón es el encargado) y no lo han dejado ni respirar. Cánticos constantes en el estadio, que está como al 95% de su capacidad. Fin de un muy entretenido primer tiempo.
En la segunda mitad, la estrategia de Hugo es clara: mantener el control del balón para desesperar al rival. Poco a poco, Veracruz va recuperando la iniciativa. Finalmente Cuau puede hacer una jugada: recibe el balón de espaldas al marco, se da la vuelta y da un pase preciso al Lorito Jiménez, quien estrella el balón en el larguero. UFF.
Pumas se maneja al contragolpe (Pineda y Leandro están dando un gran partido, junto con Verón). En un contrataque, Kikín le pone un bombón al Jerry Galindo, quien -solo frente al portero- chuta con su pierna mala y hace el osazo.
Un par de ataques incisivos del Veracruz son resueltos por la defensiva puma. En una ocasión, una barrida oportuna de Verón desarma a Biscayzacú. En otra, un cabezazo del Lorito Jiménez es resuelto con un atrapadón de ¡Berrnaaal!, quien queda detrás de la línea de meta, pero el balón no.
También Pumas ataca. El Archi Flores -quien, junto con el insufrible Terrazas se ha encargado de repartir leña- taponea un disparo de Lozano que iba a gol. En otra ocasión, el portero jarocho, también apellidado Bernal, tapa un tirazo del mismo Jimmy.
Los ánimos están cada vez más caldeados. Cuauhtémoc imita a Fernando Platas y el árbitro cae en el garlito el 80 por ciento de las veces. Amonestan a Galindo y a Pineda. El segundo sale, y entra David Toledo, quien tiene mayor retención de balón. En cambio, el nazareno ni se inmuta ante los patadones de los "duritos" del equipo de Herrerías. Hugo reclama. Se quita el saco. Se lo pone al revés. Lo avienta a la banca.
Contragolpe de los Pumas. Triangulación entre cuatro: Leandro, Lozano, Kikín y Toledo, quien se interna en el área y es zancadillado por Terrazas. Penalty clarísimo. Veracruz ni reclama. Lo ejecuta Lozano. El portero adivina, pero el tiro es fuerte, raso y colocado, como marcan los cánones. GOOOOOL de nuestros Pumas. 2-0. Hugo se vuelve a poner el saco. Es el minuto 73.
Veracruz juega ya desesperado. Las porras cantan algo de Cuauhtémoc Blanco que no alcanzo a descifrar, pero que no debe ser muy amable. También "¡Dale Pumas, dale dale oooo, daleee, daleee oooo!". Otro clavado de Cuauhtémoc y el árbitro marca tiro libre a favor del Veracruz. Hugo reclama y, para variar, lo expulsan. La Braulia envía el balón por encima del arco... unos cinco metros.
Un avance de la Universidad por la banda derecha termina en saque de banda. Se la dan a Castro, éste le pone un centro templado a Botero, quien se desmarca de Quattrocchi exactamente a tiempo y le gana el balón al espigado argentino. Un certero cabezazo al ángulo superior izquierdo de la portería del falso Bernal. GOOOOOL de nuestros Pumas. 3-0. ¡Botero! ¡Botero! ¡Botero! Botero ya se quitó la camiseta y lo amolestan. Es el minuto 83. CU es una fiesta.
Los nuevos ataques del Veracruz son desordenados. Hay varios conatos de bronca. La más fuerte entre Lozano y el falso Bernal (hay que decir que, en una, el Jimmy le dio un buen codazo y le sacó el aire y, en otra, le arrebató el balón de las manos de fea manera). Blanco se ha peleado con Beltrán, con Verón, con Leandro y, antes, con Pineda. "¡Cuauhtémoc quiere llorar! ¡Cuauhtémoc quiere llorar!", se escucha desde las tribunas.
Cambio de último minuto de los Pumas. Sale Botero y entra Parejita. Pero el boliviano se tarda en salir y el árbitro lo amonesta. Llega Terrazas y le dice al pendejo de negro, el inefable Germán Arredondo: "Ya lo amolestastes antes". Arredondo se da cuenta y le enseña la tarjeta roja a Botero. Se arma de nuevo la bronca, pero no llega a mayores. Ni pedo. Diego Alonso meterá los goles en el "Pirata Fuente".
Sale Galindo y entra Del Olmo, a enfriar el balón. Las porras, felices, están inspiradas: "Galilea, Galilea, Galilea te dejó, por pinche feo, jorobado y maricón", "Veracruz, Veraaacruz, tierra de sol y palmeras donde Cuauhtémoc es puto y Galilea, ramera", "Cuauhtémoc quiere a la Braulia, Cuauhtémoc quiere a la Braulia, Cuauhtémoc quiere a la Braulia: jorobado y maricón". El árbitro da tres minutos de reposición, que se resuelven con tranquilidad.
Marcador final: Pumas 3, Veracruz 0. Se oye el Himno de los Pumas de la Universidad Nacional Autónoma de México. Cuauhtémoc, ya fuera de sí, quiere ir a reclamarle al árbitro. Braulio lo abraza para calmarlo. Cuau le dice, según las crónicas, "Quítate, idiota. No te metas". La Braulia se retira al vestidor a llorar. Los granaderos impiden el paso a Blanco, quien ya va con la mano en posición de saludo. Entre un mar de gente, se dan la mano.
Con medio boleto de la semifinal en la mano, Pumas viaja al puerto jarocho. "Estoy seguro de que seremos campeones...", sentencia Hugo, "...si nos dejan los árbitros".
Bye Bye, "Superlíder"
Veracruz, 1; UNAM, 1
Veracruz recibe a los Pumas en el estadio Luis Pirata Fuente, que está a reventar de jarochos vestidos de rojo, pero con 2 mil valientes aficionados de nuestro equipo.
Comienza el partido y Veracruz se va con todo al ataque, apoyado por su público. La defensiva felina se revuelve y, al grito de "¡Arriba Imperio!" manda todo balón de peligro hasta media cancha. La marea roja es asfixiante, pero Pumas no cede. Otra vez la clave es mantener bien cuidado a su creativo: Blanco tiene marca especial y no pesa en el terreno de juego.
La primer gran jugada es un centro que remata Biscayzacú de cabeza y !Berrnaaal! rechaza, el balón llega a los pies de Cuauhtémoc, que dispara y se encuentra con... ¡Bernaaal!.
En la medida en que avanza el juego, los Tiburones son cada vez menos incisivos. Siguen atacando casi todo el tiempo, pero sus avances ya no terminan en despejes desesperados de Verón, Beltrán o Castro. Ya son prácticamente inoperantes en la banda izquierda, donde la Braulia ha sido secado por ¡Kikín!, quien está jugando el mejor partido defensivo de su vida.
Avanza Veracruz por el sector derecho. El Archi Flores da un pase filtrado a Jiménez, dentro del área. El Lorito enfila a gol, pero ¡Berrnaaal! lo deja sin ángulo y manda a corner su disparo.
Termina por fin el primer tiempo, donde lo más que hizo Pumas al ataque fue un tiro sin potencia de Leandro Augusto.
La segunda mitad tiene un inicio parecido. Al primer minuto Bizcayzacú estrella un cabezazo en el larguero. Los minutos corren con una lentitud exasperante para nosotros. Hasta da la impresión de que están manipulando los relojes. Pero a los de Veracruz seguro les pasa lo contrario porque Graneolati hace un cambio; saca a su medio de contención y mete a Kleber. Necesita 3 goles y hay que echar la carne al asador.
El cambio le sale pésimo. Pumas toma el control de la media cancha y, por ende, del partido. Había pasado casi 60 minutos sin llegadas de peligro y ahora se suceden una tras otra. En la más peligrosa de ellas, el árbitro perdona a los tiburones un penal cometido en contra de Pineda (imagina, empezamos con !Arriba Imperio! y ahora Pineda está en el área). El estadio se apaga. Pasa el tiempo, no meten gol y Pumas tiene el balón. Graneolati se da cuenta de que la cagó y saca a la muy inútil Braulia (gracias a Kikín) para meter a otro medio de contención. Luna hace berrinche al salir.
Otro que hace berrinche es Cuauhtémoc, quien ya imitó a Girón, a Sautin, a Louganis, a Tan-Liang De y hasta a Marijose Alcalá. En su berrinche más grande, le mienta la madre al árbitro porque no marcó penal cuando Beltrán lo despojó limpiamente del balón (y hasta los locutores de Azteca, más antipumas ahora que los de Televisa, admiten que no hubo falta).
En la enésima provocación, Cuau se enfrenta con Fonseca. El árbitro Alcalá amolesta a los dos. Blanco le hace un corte de manga y el silbante ni se inmuta. El tiempo sigue corriendo despacio. Antes Veracruz tenía que meter un gol cada diez minutos para llevarse la eliminatoria. Luego cada 9 minutos. Luego cada 8... Hugo, fiel a su estilo, saca al Kikín y mete a Parejita.
El Pirata Fuente vuelve a ser ruidoso. Pero ya no son los aficionados jarochos, sino los chilangos. Pumas controla el partido y se oyen los "ole". En una ocasión, son 18 toques de nuestros Pumas, para terminar cerca del banderín de corner del Veracruz. Desde el palco de honor, Herrerías y el gobernador Alemán (quien por cierto tiene una cara de pedo que no puede con ella) no ocultan su tristeza.
Oro avance del Veracruz, la bola cae en los pies de Kleber, cerca del área grande. Kleber centra y Biscayzacú le gana el movimiento a Beltrán. Gol del Veracruz. El estadio se vuelve a prender. Con el de la honrilla, los jarochos sienten que están vivos. ¿Lo están? Tendrían que meter un gol cada dos minutos, si el árbitro compensa.
La defensa jarocha está todavía festejando cuando Parejita se interna por su banda derecha. Pone un centro perfecto a la cabeza de Diego Alonso, quien cabecea sin marca al ángulo del falso Bernal. GOOOOOL de nuestros Pumas. 1-1. Veracruz se tardó 177 minutos en marcarle a los Pumas. Nosotros, algo así como 57 segundos en devolverles el gesto.
Así que Diego Alonso cumplió con la predicción de que anotaría en el Pirata Fuente. Y le dio una alegría a los bravos seguidores de Pumas que asistieron. También le dio a Hugo la oportunidad de darse el lujo de meter a su tronquísimo hijo al terreno de juego, en sustitución de Verón. Sánchez Portugal entra sonriente, en medio de las mentadas de la afición jarocha, que se siente burlada. No llega a tocar el balón. Dos minutos después, Alcalá decreta el fin del partido y el pase de nuestros Pumas de la Universidad Nacional Autónoma de México a la semifinal :).
Un partidazo ganado con los güevos
UNAM, 4; Atlas, 3
Partido de ida de la semifinal del Torneo de Apertura Comex 2004. Los Pumas de la Universidad Nacional Autónoma de México contra el Atlas. CU está a reventar, salvo unos pequeños espacios para la porra visitante (tuvieron miedo).
Inician las acciones con dominio alterno. El juego es de mucha dinámica: son los dos equipos más jóvenes y más veloces de la liga. La primera jugada de peligro, al minuto 5, es sobre la portería puma. Un tiro de esquina es rechazado por los centrales y el balón cae a los pies del Loco García, quien medraba desde afuera del área. García dispara un cañonazo, que se estrella contra el larguero.
El siguiente susto es también para Pumas. Corre el minuto 9 y Leandro rebana un centro en el área chica. Bernal se tiene que recostar para evitar el gol. El portero puma la toma, se la da al brasileño, éste la mueve hacia Lozano, quien avanza por el sector izquierdo. De ahí da un centro preciso al Kikín Fonseca, quien está casi en línea con la defensa. Kikín la baja con la derecha (en jugada de gran técnica, mira) se la pone en el botín izquierdo y cruza con un potente tiro a la salida dell Poeta Pérez. GOOOOOL de nuestros Pumas. ¡Goooya! ¡Goooya! Cachún Cachún ra-ra. ¡Goooya! ¡Universidad! Pumas 1, Atlas 0.
Los jóvenes atlistas parecen espantados con el rugir del Estadio Olímpico México 68. Los Pumas van al abordaje. Han pasado apenas tres minutos cuando otra jugada cae en los pies del Jimmy. Lozano da un perfecto pase filtrado a Botero, entre tres defensores atlistas. Botero tiene poquísimo ángulo, pero Pérez sale de manera precipitada. El boliviano la bombea por encima de la cabeza del Poeta. GOOOOOL de nuestros Pumas. ¡Botero! Se desgranan más goyas. Huele a goleada. Pumas 2, Atlas 0.
El equipo universitario, con dos goles de ventaja, retrasa líneas. Jugará al contragolpe, obligando a los rojinegros -que suelen tener un estilo similar al de los Pumas- a irse al ataque. El primer contragolpe de la UNAM casi termina en el tercer gol, cuando Kikín lanza un disparo que pasa rozando el poste de la portería que defiende Pérez. Hubiera sido la puntilla, pero los hubieran no existen en el futbol (ni en otras áreas de la vida).
Poco a poco, el Atlas se ordena, y sus ataques son más incisivos. Verón y Beltrán se multiplican. Nuevo tiro de esquina. Verón cabecea hacia afuera del área y, como calca de la jugada del minuto 5, ahí se encuentra el Loco García. Botero llega como quince minutos tarde a la marca. García lanza un cañonazo imparable. Gol rojinegro. Pumas 2, Atlas 1. Corre el minuto 33.
El partido se sigue jugando con una intensidad poco común. Cada balón se pelea a muerte y todo trámite en el medio campo es rapidísimo: se juega más en los linderos de las áreas que en la eufemísticamente llamada "zona de recuperación". Fin de un primer tiempo vibrante, que termina con tres amonestados. Uno del Atlas; Verón y Galindo, de los Pumas. La última jugada de la primera mitad concluye con un pisotón de Pineda al Loco García, quien no regresa a la cancha tras el descanso.
Apenas reinicia el partido y hay una gran jugada de pared entre Lozano y Kikín. De hecho, Kikín es el que le da los tiempos perfectos. El Jimmy entra al área y centra, el central atlista, Durán, abanica el balón, que cae en los pies de un Botero siempre atento a la jugada. Pérez se ve obligado a salir de nuevo. De nuevo Botero la bombea por encima de su cabezota. GOOOOOL de nuestros Pumas. Pumas 3, Atlas 1. Recuperamos la ventaja de dos goles, muy útil para el juego de vuelta.
Los Zorros no avientan la toalla y continúa el partido de vaivenes. Corre el minuto 9 del segundo tiempo y hay un tiro de esquina en contra nuestra. Se arma una meleé y el balón queda en los pies de un atlista que dispara desde fuera del área, la pelota rebota en el Kikín y cae en los botines del extremo izquierdo de los rojinegros, Daniel Osorno. Osorno la toma como va y dispara un auténtico misil cruzado, que se incrusta en la esquina izquierda de la cabaña defendida por Bernal. Gol del Atlas. Pumas 3, Atlas 2.
El juego sigue a un ritmo endemoniado. Un par de faltas atlistas y Hugo ya se puso el saco al revés, como si fuera una camisa de fuerza, en protesta por la ausencia de cartones amarillos. Los tapatíos adelantan líneas y tienen más posesión del balón. Hay una pared en el área de los Pumas, Bernal sale a achicar y Carlos María Morales cae al suelo. Penalty. Aunque la primera vez parecía faul, la repetición deja ver que el uruguayo engañó al silbante Gilberto Alcalá. Bernal no lo tocó y él cayó de manera muy creíble. Cobra Robert de Pinho (parece la primera vez que el brasileño toca el balón, de lo bien marcado que estaba). De Pinho dispara con mucha fuerza. Es el gol del empate, al minuto 62 de tiempo corrido. Pumas 3, Atlas 3.
Las porras cambian en el estadio. Ahora es, típicamente, la de "¡Pongan güeeevos, pongan güeeevos!". Los Pumas le ponen güevos, y muchos, pero no logran horadar la portería de Pérez. En el Atlas, por su parte, ya despertó De Pinho, quien lanza un cabezazo apenas arriba del larguero. La media cancha parece haber desaparecido: los ataques van de un área a otra.
Hugo -quien, contra su costumbre, no había cambiado a los amonestados- en el minuto 78 saca a Galindo y mete a Diego Alonso. Sergio Bueno responde al instante, sacando a Nicolás Ramírez, también amonestado, a cambio del Pollo Salazar. Quiere reforzar su defensa. A los quince segundos, Salazar comete su primera falta, sobre Iñiguez. Tres minutos después comete otra y se lleva un cartón preventivo. Pasan otros dos minutos, e Israel Castro recibe un pase por la banda derecha. Lanza un centro templado, Diego Alonso salta por encima del Pollo Salazar y le gana facilito el balón, sacándole tranquilamente 20 centímetros de ventaja. El testarazo del uruguayo es impresionante por su fuerza y su colocación. GOOOOOOL de nuestros Pumas. El estadio es un manicomio. Pumas 4, Atlas 3.
Ahí no terminan las emociones. Atlas se lanza con todo en busca del empate. En una de esas, Osorno avanza peligrosamente por el costado izquierdo y tira un trallazo alucinante, pero ¡Berrrnaaal!, en una maravillosa atajada a contramano (una de las mejores de su carrera) lanza el balón a tiro de esquina.
Será la diferencia, pues aunque nuestros Pumas recuperaron la posesión y tuvieron las últimas jugadas de peligro, el marcador ya no se movió.
Ahora, a viajar al Jalisco para mantener la ventaja y llegar a la final (probablemente contra el Monterrey, que derrotó 4-2 al Aclante en el Azteca). El partido se prevé extraordinario.
L@s Zorr@s tiran la toalla
Atlas, 1; UNAM, 2
El Estadio Jalisco luce un lleno completo para el partido de vuelta de la semifinal. Los rojinegros reciben a los Pumas, a quienes basta un empate para llegar al duelo final contra Monterrey.
Inicia el juego y los Zorros parecen decididos a la victoria. Se lanzan de inmediato al ataque. Es apenas el minuto 1 y Osorno ya sacó tremendo zurdazo de volea, pero ¡Berrnaaal! le responde con una gran atajada. Los rojinegros hilvanan ataques variados sobre el área puma. Otra vez la consigna es "!Arriba Imperio!". Beltrán, Verón, Galindo, Leandro y hasta el Kikín despejan las amenazas con balones a tierra de nadie.
Osorno es el más peligroso, apenas van poco más de diez minutos e Israel Castro ya lo ha fauleado dos veces. El segundo faul deviene en un tiro libre en nuestra contra, por la izquierda. El centro de Osorno es bueno, le queda perfecto a Nicolás Ramírez, quien remata muy fuerte de cabeza en el área chica, pero -para nuestra fortuna- a las manos de un bien colocado Bernal.
Pumas poco a poco adelanta líneas y va emparejando el juego. No ha llegado la media hora de la contienda cuando un centro de Medina, desde el sector derecho, rebasa a todos, da un mal bote en la horrible cancha del Jalisco y se dirige a las redes pumas, pero ¡Berrnaaal!, con reflejos felinos, da un manotazo y manda el balón a tiro de esquina.
En la medida en que pasa el tiempo, Atlas ya no recupera a media cancha. Empieza la leña rojinegra. Amonestan a Carlos María Morales y a Nico Ramírez. Poco tiempo después, Morales quiere repetir la trampa del primer juego y se echa un clavado en el área. Su tocayo de apellido, el árbitro Mauricio Morales, no cae en el engaño, pero tampoco concede la segunda amarilla, que reclamaba Bernal.
Hugo decide no esperar al medio tiempo para hacer su primer cambio. Saca al amolestado Castro y lo sustituye por Parejita. Esto implicó un cambio táctico. Tras resistir el oleaje rojinegro de los primeros minutos, Pumas se dispone a atacar.
El cambio significa el fin del vértigo atlista y el inicio del dominio auriazul, con tiempos más pausados. También se traduce en un precioso centro de Parejita y una muy vistosa palomita del Jimmy Lozano, al ángulo inferior derecho de la puerta del Atlás, que Pérez, elástico, apenas puede detener. Es un paradón, como decían los clásicos.
El ataque del Atlas sigue siendo variado, pero la anticipación de la defensiva puma es cada vez más clara. Ahora Universidad sale siempre jugando, armando ofensivas, controlando el balón.
El primer tiempo está por terminar y el Loco García le da un horrible planchazo a Pineda (tal vez en venganza por el pisotón recibido en CU). El árbitro lo amonesta, perdonándole la roja directa. Pumas mueve el balón, lo recibe Lozano por la entreala izquierda. Solo, sin marcador en tres metros a la redonda, envía un centro que peina Botero para que Kikín Fonseca le gane el salto a Durán y remate con un cabezazo mortal al ángulo derecho de la portería del Poeta. ¡GOOOOOL! de nuestros Pumas. Pumas 1, Atlas 0. Y en el mejor momento. Nos vamos al descanso con ventaja en goles, y también psicológica.
Inician las acciones en la segunda mitad. Apenas se está acomodándo el Atlas e Iñiguez, en una jugada vertiginosa, dribla a tres contrarios en área y se interna por la izquierda hasta perder el ángulo de tiro; lanza entonces un centro que remata Botero. El arquero Pérez rechaza el tiro del boliviano, pero el balón llega a los pies del Parejita, quien cierra por el lado derecho, dispara y anota. ¡GOOOOOOOL! de nuestros Pumas. Hugo ondea su saco en son de victoria. Pumas 2, Atlas 0. El segundo gol es también muy oportuno. Un balde de agua helada para jugadores y aficionados del Atlas.
Los Zorros pierden toda compostura. Están desordenadísimos. Más que rojinegros, se ve que están verdes como uvas ácidas. Los cantos de sus porras callan, y en cambio se escucha: "¡¿Coómo no te voy a quereeeer? ¿Cómo no te voy a quereeeer? Si mi corazón azul es, y mi piel doraaada!". Son la Rebel (sobre todo), la Plus y la Ultra, que han hecho el viaje a Guadalajara.
El dominio de Pumas se vuelve abrumador. Las porras auriazules corean los "¡olés!" del baile. De la llamada Porra Roja surge un cartel "No es por las copas, es por la pasión que provocas". En otras palabras, también los seguidores atlistas han tirado la toalla.
Paulatinamente, el Atlas se recompone. En uno de sus ataques, De Pinho se cuela por el área, y cuando está a punto de fusilar a Bernal, aparece el Loquito García, prácticamente le quita el balón al brasileño y lo mete en las redes. García está en evidente fuera de lugar y el gol es anulado.
Para seguir haciendo honor a su mote, dos minutos después el Loco le da un patadón de tae-kwon-do a Beltrán, a la altura del círculo central (en términos de cancha; a la altura de la nuca, en términos anatómicos). Era su segunda roja directa, pero Morales es benigno y le saca la segunda amarilla. De todos modos García se va del campo y deja que Atlas agonice con diez hombres.
El partido está por terminar -y miles de seguidores rojinegros han abandonado el estadio, no sin antes haber provocado, los de la Porra 51, a los aficionados Pumas- cuando un avance atlista, termina en un centro a De Pinho, quien anota ante la marca displicente de nuestra defensiva. Es el gol de la honrilla. Pumas 2, Atlas 1, al minuto 88.
Todavía Hugo se da tiempo para su lujito -mete al Tin Delgado en vez del Jimmy- y el Atlas se da tiempo de tener otra oportunidad de gol. Pero García Zavala la vuela. La historia está escrita. Pumas otra vez a la final (la vuelta se jugará en el estadio del Tec, esa institución que tanto daño le ha hecho a México). La fanaticada puma que hizo el viaje festeja en la Minerva. Los atlistas, que llevan 53 años sin el trofeo de liga, se quedan como el chinito, nomás milando, y tendrán que esperar más. Mucho más, porque el Pentapichichi dice que seremos pentacampeones.
La noche que los monterreyenos desaparecieron
Monterrey, 1; UNAM, 2
(Dicen que cuando hay carne, es viernes de vigilia. Obtuve un boleto para la final, pero no puedo ir. Camilo fue el ganón)
Gran Final del torneo de apertura Comex 2004. Partido de ida. El Olímpico Universitario está a tope, salvo pequeños huecos en la zona destinada a la porra visitante (la directiva, responsable, deja de ganar dinero, pero mantiene la seguridad ya característica de nuestro estadio).
Los Rayados salen al campo de juego con una manta absurda. Piden la liberación de Sergio Montealegre, un policía auxiliar que trabaja para la empresa del dueño del equipo, preso por ser uno de los instigadores del linchamiento de tres miembros de la Policía Federal Preventiva en Tláhuac, que culminó en el asesinato de dos de ellos. Son abucheados.
Inician las acciones, y ninguno de los dos equipos parece traer las armas afiladas. Dominio alterno, mucha recuperación en media cancha (Leandro es una auténtica barredora), pero pocas llegadas de peligro. Normalmente, los Rayados terminan enviando centros que rechazan nuestros centrales. Los ataques pumas se ahogan ante la doble marcación de los monterreyenos (porque de regios, nada). Lo único a nuestro favor es el nerviosismo del portero novato del Monterrey, Ibarra, quien regala tiros de esquina, despeja de puños al centro balones que puede tomar y se nota apanicado.
Las primeras jugadas de peligro son un centro de Guille Franco que el Cabrito Arellano remata afuera y otro centro a Lozano, en el que al Jimmy lo trompican -o se trompica, según el árbitro Mauricio Morales-. En la medida en que avanza el tiempo, el Monterrey parece más compacto que Pumas. Los balones que recupera Leandro, los pierde Pineda. El Cabrito y Franco le imponen dinámica a la ofensiva rayada.
Falta fuera del área de Verón sobre Franco (quien se ha pasado el partido provocando al paraguayo). Cobra Cabrito. Guille Franco se quita la marca de Verón y le gana la salida a Bernal. Certero cabezazo del máximo anotador del torneo. Gol del Monterrey. Corre el minuto 21. Pumas 0, Monterrey 1.
Continúa el juego y los ataques de nuestros Pumas se topan constantemente con la doble marca del Monterrey. Los que no son de Regiomonte (y por tanto no son regiomontanos) ceden cualquier cantidad de tiros de esquina. Invariablemente, los corners terminan en rechaces defensivos. Por un rato se escucha la porra de "Poongan Güeevos", pero hacia el final del primer tiempo -en el que no ha pasado nada más- ya ni eso. Un extraño silencio se apodera de Ciudad Universitaria. Los optimistas recordamos que Pumas suele brindar magníficos segundos tiempos.
(empieza mi reunión y lo demás proviene de crónicas familiares y periodísticas)
Hugo se decide por un cambio táctico. Saca a Pineda, que ha tenido una mala noche, y lo sustituye por David Toledo. De seguro hace un llamado a jugar "con un par de narices", a ponerle "amígdalas", a jugar "macho", a echarle velocidad y coco.
Sale Pumas atacando y al poco tiempo consigue el enésimo tiro de esquina a favor. Cobra Leandro al estilo clásico de la temporada anterior: a primer palo. Ahí está el capitán Beltrán, la peina perfecto con la cabeza y anida el balón en la red recia (digo "regia"). GOOOOOOL de nuestros Pumas. El Monstruo de 65 mil cabezas despierta y ruge al minuto 4 del segundo tiempo. ¡Goooya! Pumas 1, Monterrey 1.
El partido toma otro cariz. Luis Pérez ya no tiene libertad por las bandas; el Cabrito, que en el primer tiempo hacía su juego típico, que sólo falla al final, ahora falla desde el principio; Guille Franco ya no recibe balones "a modo", ni a "no modo": no recibe balones. Punto.
De nuestra parte, Toledo desborda a la mediacancha rayada, Leandro sigue recuperando todo y ahora también lo hace Galindo, Verón -que no anda de vena- hace el faul en el momento justo, Fonseca roba cada balón dividido, sirve y ataca, Iñiguez hace sus coladas. La defensa del Monterrey, que casi había tenido un día de campo en el primer tiempo, ahora tiene una jornada de pesadilla. Entre sus muchas preocupaciones, el portero recio tiene problemas para desviar a corner un trallazo de Leandro.
Hugo hace un nuevo cambio. Saca a Botero y mete a Diego Alonso. Suena lógico, porque Monterrey ya está replegado y hay que buscar el cabezazo del gane. Rotchen y compañía cuidan al grandote uruguayo.
Viene un centro de Israel Castro desde la banda derecha. Los defensores monterreyenos se agolpan sobre Beltrán -que ha subido-, Lozano, Fonseca y, sobre todo, Diego Alonso. Quien brinca, sin marca y con un gran resorte, es el jugador más bajito en el terreno de juego, David Toledo. Su testarazo se incrusta en la cabaña de Ibarra. GOOOOOOL de nuestros Pumas. Justo premio al gran desempeño de Toledo. Pumas 2, Monterrey 1, a 10 minutos del final.
Los Rayados terminan por desaparecer de la cancha. El dominio de la UNAM es total. Dicen las crónicas que "Sergio Bernal se hubiera podido ir a comprar una torta y un refresco y nadie se hubiera dado cuenta".
Avanza Israel Castro, dribla a varios rivales, Kikín y Diego Alonso se llevan pocamadre a sus marcas y dejan a Isreal sólo frente al portero. Tiene en sus pies la posibilidad de matar a los norteños. La falla con un tirititito a las manos. Le sale barata la visita a los monterreyeno. La afición desaloja el estadio con el cántico "¿¡Cómo no te voy a quereeer...?!". Los rayados se van cabizbajos, con una multa de la Federación por su manta defiende-linchadores y con la balandronada de que fueron el mejor local en el torneo regular (sí, güey, ganaron todos menos uno, porque a Pumas apenas le empataron a uno, con gol agónico).
La final-final, el sábado a las 19:00 hrs, en el estadio del Tec (esa institución que tanto daño le ha hecho a México). Llevamos un zarpazo de ventaja.
"¿Y dónde están y dónde están esos rayados que nos iban a ganar?"
Monterrey, 0; UNAM 1
PUMAS BICAMPEON
La final-final es en Monterrey, en el estadio del Tecnológico de Monterrey (esa institución que tanto daño le ha hecho a México). Los Pumas llegan con ventaja, pero los norteños están seguros de remontarla.
Inician las hostilidades y los Pumas empiezan siendo más peligrosos. La defensiva rayada se apendeja e Iñiguez le roba el balón a Serafín y al portero Cristian Martínez, tira casi sin ángulo y el balón se estrella en el marco, mientras Botero cerraba.
Es el minuto 4 y ya los dizque regios demuestran lo recios. Planchazo del chamaco Serrato a Botero. El árbitro Armando Archundia ni se inmuta.
El equipo de Herrera esperaba unos pumas echaditos para atrás ("metiendo el camión"), pero se topa con un equipo que propone y que dispone. Una escuadra que se defiende bien, que suele salir tocando y que impide que los rayados se lancen al abordaje.
En la medida en que pasa el tiempo, se define la tónica del encuentro. Monterrey ataca, con mucha voluntad y desorden extremo, Pumas presiona desde tres cuartos de cancha, gana balones y lanza ataques prudentes. Verón tiene seco al Guille Franco. Beltrán saca todo lo que se acerque a su zona (a veces, con extraordinarias y oportunas barridas, como una en la que entre él y Bernal, que cierra el ángulo, ahogan a Franco). Galindo, Pineda y Leandro han hecho que la media monterreyena sea inoperante (Luis Pérez y Cabrito, típicos jugadores "chicos", "gambeteros" y "talentosos" a quienes se les arruga el asterisco a la hora buena). Lo más que logra el Monterrey en todo el primer tiempo es un cabezazo de Franco que se va afuera y un tiro del Cabrito, en buena posición, que sale ligeramente desviado. Por los Pumas, Verón tiene la oportunidad del gol, pero se tarda en acomodar el balón, lo presiona la defensa y lanza su disparo apenas afuera del marco local.
Pasan los primeros 45 minutos, con más pena que gloria futbolística. Monterrey se va al descanso desesperado, con un amonestado (Serrato, quien se ganó una amarilla -que debió de haber sido la segunda- en un planchazo horrendo sobre el Jimmy Lozano). Pumas, con la ventaja obtenida el CU y también la anímica.
Hugo hace un cambio táctico para la segunda mitad. Intercambia los papeles de Iñiguez y de Kikín Fonseca, ya amolestado por Archundia. Hay una mano del Monterrey a unos cinco metros del borde derecho del área rayada (izquierdo del ataque puma). Leandro cobra, le pasa la bola a Lozano, Jimmy dispara, la pelota rebota en la defensa, la agarra Kikín de aire y lanza un disparo potente, que toma al arquero mal colocado. GOOOOOOOL de nuestros Pumas. ¡Kikín! ¡Kikín! ¡Kikín! Kikín sale disparado hacia la banca, haciendo su bailecito y agradeciendo a Dios. Ya es costumbre: otra vez anotamos al inicio del segundo tiempo. Monterrey está enterrado hasta el cuello. Pumas 1, Monterrey 0.
Los monterreyenos salen con todo en pos del empate. Pero con más desorden que nunca. También la afición norteña se ve desesperada. "¿Y dónde estaaaaán y dónde estaaaaán esos rayados que nos iban a ganar?" corea la hinchada auriazul. Bombazos del Cabrito cinco metros por encima de la cabaña de Bernal. Tiros de Luis Pérez cinco metros a la izquierda de los palos. Soledad extrema de Franco. Los contrataques pumas se ven más peligrosos (en uno Botero la tiene, pero está cansado del sprint y no logra hacerle el sombrerito a Martínez).
Enésimo centro del Monterrey al área puma, el rechace le queda al Cabrito, Arellano se la pone al Alvin. Pérez está solito frente al arco desguarnecido. Pero el huerco baboso le pega al poste, el balón se pasea frente a la portería puma, hasta que llega Beltrán, dice "!Arriba Imperio!" y la despeja a la banda. Es evidente. Monterrey no va a anotar.
Van apenas 30 minutos del tiempo complementario y los aficionados locales empiezan a abandonar el estadio. Tan convencidos están de su contundente derrota. La cámara enfoca a otros, que siguen gritando, pero entre llantos. Salieron chillonsísimos, además de feos (no que la base Rebel esté muy guapa, pero hay niveles). Herrera saca todo lo que huela a defensa y llena la cancha de delanteros, que se estorban los unos a los otros.
Cuando el partido está por finalizar, Hugo hace sus cambios de rigor. Entre ellos, saca a Fonseca y mete al Jaibo Del Olmo, en el que tal vez sea su último partido. Sólo fue campeón con Pumas. Archundia pita el final. PUMAS BICAMPEON. Felicidad cronopia de jugadores y seguidores. Los que más contentos se ven son los Piculines, que ni jugaron. Imágenes del Guille Franco como María Magdalena, envuelto en lágrimas. Herrera, ya convertido en liendre minúscula, está encabronadísimo. Entre los goyas, la afición puma canta: "¿En donde estaaaán? ¿En dónde estaaaaán esos piojos que nos iban a ganar?" La liendre minúscula declara que perdió el futbol, que el Monterrey fue el que propuso, como si atacar a lo pendejo fuera "proponer". Con la copa en manos de Beltrán, nuestros Pumas van a festejar con la porra. Se desgranan más goyas. Avisan que nada más se bañan y van a México, a festejar al Angel de la Independencia.
En las calles de la Colonia Cuauhtémoc hay un frío de la chingada (para nuestro standard), pero están llenas de seguidores de los Pumas universitarios, que le hacen la competencia a la Guadalupana en la madrugada del 12 de diciembre. Claxonazos de medianoche. Ambiente festivo. Los Pumas llegan al Angel a las dos de la mañana, los reciben cerca de 12 mil aficionados (habría llegado a haber entre 30 y 40 mil a media noche). La masa felicita a todos, le muestra cariño especial al Kikín y le pide al Pentapichichi que sea Presidente de la República. Hugo se deja querar y no la hace de Presidente, sino de director del coro multitudinario que canta "¿Cómo no te voy a querer?" hasta desgañitarse. Fin de fiesta.
[He de decir que este campeonato no tuvo la emoción de la espera que había tenido el anterior. Aquel fue como besar de nuevo, después de meses sin hacerlo. Sin embargo, éste tuvo el gusto de lo inesperado -¿cuándo vendría la reseña negra?- y ha sido acompañado de un extraño fenómeno, la pumanía, que consiste, esencialmente, en que una bola de oportunistas y de villamelones ahora se ponen playeras y se dicen Pumas de corazón].
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