martes, marzo 20, 2007

Biopics: Lapsus

A la mitad del segundo semestre, una huelga de trabajadores (el STEUNAM, en ese entonces) paralizó la Universidad unas cuantas semanas, situación que aproveché para echarme otra escapadita a Nueva York, de donde regresé decidido a lanzar otro proyecto editorial marginal: un periódico de crítica cultural y reseña de espectáculos, una versión proletaria (por no decir tercermundista) de la revista Cue.

Los cómplices fueron los mismos. Raúl, quien para entonces había instalado con un par de cuates de Políticas una agencia informativa sobre los asuntos y las grillas de la UNAM, que se llamaba Inforuni –y que ya tenía oficinas, en el edificio de Insurgentes 300- y Hermann, siempre dispuesto a soltar la pluma. A ellos se agregó un cuate mío de Economía, muy cinéfilo, José Luís García Agraz.

Mi intención era hacer algo más serio que nuestros esfuerzos anteriores, y tenía 300 pesotes para invertir. Esta vez venderíamos el producto al doble de su costo, e iríamos mejorando la impresión, número por número. El mimeógrafo de Inforuni era mejor que el personal de Raúl Trejo, pero soltaba demasiada tinta, lo que dio como resultado un número grande de hojas perdidas. Imprimimos varios cientos de ejemplares –no recuerdo cuántos-, pero muchos de ellos tenían hojas casi ilegibles.

El número uno de Lapsus tenía –entre otras cosas- una reseña de Trejo sobre “El Padrino”, yo escribí sobre “Simpatía por el Diablo”, la película de Godard y los Stones, y sobre “Ginecomaquia”, una obra de teatro de Hugo Hiriart (manejé la crítica como desentrañando una telaraña de contradicciones, siguiendo lo aprendido en Metodología de las Ciencias Sociales); una crónica de Hermann de dos conciertos de Mercedes Sosa: en el Auditorio Che Guevara y en Bellas Artes (donde “se equivocó de choza”, según Bellinghausen) y la primera parte de un ensayo de García Agraz sobre el nuevo cine latinoamericano. Ilustraba un cuate de Hermann, de sobrenombre Curt.

Nuestro principal centro de venta fue la Casa del Lago, en Chapultepec. Nos fue más o menos bien, pero resultó demasiada chinga: casi una semana de trabajo y un día entero de distribución para salir a mano, si acaso. Nuestra vocación de promotores alternativos de la cultura no daba para tanto. El número uno de Lapsus fue el único.

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