A la mitad del segundo semestre, una huelga de trabajadores (el STEUNAM, en ese entonces) paralizó
Los cómplices fueron los mismos. Raúl, quien para entonces había instalado con un par de cuates de Políticas una agencia informativa sobre los asuntos y las grillas de
Mi intención era hacer algo más serio que nuestros esfuerzos anteriores, y tenía 300 pesotes para invertir. Esta vez venderíamos el producto al doble de su costo, e iríamos mejorando la impresión, número por número. El mimeógrafo de Inforuni era mejor que el personal de Raúl Trejo, pero soltaba demasiada tinta, lo que dio como resultado un número grande de hojas perdidas. Imprimimos varios cientos de ejemplares –no recuerdo cuántos-, pero muchos de ellos tenían hojas casi ilegibles.
El número uno de Lapsus tenía –entre otras cosas- una reseña de Trejo sobre “El Padrino”, yo escribí sobre “Simpatía por el Diablo”, la película de Godard y los Stones, y sobre “Ginecomaquia”, una obra de teatro de Hugo Hiriart (manejé la crítica como desentrañando una telaraña de contradicciones, siguiendo lo aprendido en Metodología de las Ciencias Sociales); una crónica de Hermann de dos conciertos de Mercedes Sosa: en el Auditorio Che Guevara y en Bellas Artes (donde “se equivocó de choza”, según Bellinghausen) y la primera parte de un ensayo de García Agraz sobre el nuevo cine latinoamericano. Ilustraba un cuate de Hermann, de sobrenombre Curt.
Nuestro principal centro de venta fue
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