Escribe mi hermano sobre el léxico familiar, con otras aportaciones:
Para mi mamá si [en alguna repartición] no te tocaba nada era "ni piña, mamey ni zapote"; cuando te cortabas o te dabas un golpe te hacias una Yaya; si te rascabas se volvía una miasma que, al continuar rascándote se convertiria en un cáncer, según ella.
Para mi mamá si [en alguna repartición] no te tocaba nada era "ni piña, mamey ni zapote"; cuando te cortabas o te dabas un golpe te hacias una Yaya; si te rascabas se volvía una miasma que, al continuar rascándote se convertiria en un cáncer, según ella.
No era el talón del calcetín sino el carcañal. Ah!!! y mi mamá no dormia... "se embelesaba", o "estaba con embelesos".
Tampoco había trastes, había "cacharros" o "cacharritas".
Tampoco había trastes, había "cacharros" o "cacharritas".
Pero hay más. Algunas importantes. Como los zangandongos.
Zangandongo es una palabra de origen bantú. Pero yo digo que es más bien el muy español "zángano" combinado son el muy cubano "borondongo". Un zangandongo es un niño grande tratado como niño chiquito o actuando como chiquito. Zangandongo es el niño de nueve años que meten dentro del carrito de super o el adolescente de 16 que juega con sus cuates en el cachumbambé (es decir, en el subeybaja).
Otro ejemplo del barroquismo cubano que mamé es que mis padres decían: "...y soltó una catilinaria...". En México, lejanos a la popularización de los discursos de Cicerón, diríamos que soltó un rollo, o un choro.
Los aparatos no se descomponían, sino que se desconchiflaban. Y si uno estaba cansado, medio madreadón, también la persona estaba "toa desconchiflada". Si un automovilista iba muy lento, mi padre decía: "ese va fríendo maiz". Y para él, un equipo deportivo o un jugador no eran malos, ni maletas: eran mapeangos.
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