Ahora que ha iniciado formalmente la discusión acerca de la legalización de las drogas, me permito hacer una modesta propuesta que no sólo contribuirá a disminuir el clima de violencia en el que se ha sumido el país, sino que también hará, en el mediano plazo, que –como reza la propaganda gubernamental- la droga no llegue a nuestros hijos.
La base de la propuesta es la legalización del cultivo, el consumo y la comercialización de la mariguana -droga que representa el 60 por ciento de los ingresos de los cárteles del crimen organizado-, pero bajo ciertas condiciones de control estatal e institucional.
La propuesta incluye la despenalización inmediata de la mariguana, pero con la obligación de parte de los productores de entregar todo excedente (es decir, la parte de la cosecha que no sea estrictamente de consumo personal) a un organismo estatal descentralizado, creado ad hoc, que bien podría llamarse Motamex, y tener instalaciones en Badiraguato, Sinaloa, Coyuca de Catalán, Guerrero y Ciudad Victoria, Tamaulipas. La planta de Guerrero se especializaría en producción “verde”, mientras que las del norte y noroeste podrían hacer uso de cultivos transgénicos.
Motamex fungiría como monopolio de Estado tanto en la compra de materia prima como en la comercialización. Fijaría precios de garantía, establecería controles estrictos de calidad, tendría a cargo la industrialización y sería la distribuidora exclusiva del producto (posiblemente a través de la creación de su propia cadena de tiendas, la Conaca, Comercializadora Nacional de Cannabis). Dado que la mariguana tendría una tasa altísima de impuestos, Motamex sería –al menos al principio de su vida- una importante fuente de ingresos públicos, lo que permitiría posponer, de nuevo y ojalá hasta las calendas griegas, la impopular reforma fiscal, que puede ser tan costosa electoralmente.
Ahora bien, como es de suponer que pocos o ninguno de los actuales barones de la droga se dedicarán al negocio que les era tan rentable cuando era clandestino (y se pasarán a otras actividades ilícitas, como hicieron los mafiosos en EU, al pasar del alcohol a los juegos de azar y la trata de blancas), también hay que imaginar que los productores dispuestos a entrar al negocio legal de la mariguana necesitarán apoyos. Para eso estará Fidedroga, un fideicomiso destinado a dotar de créditos blandos para insumos, fertilizantes y otros aperos a los productores nacionales.
El mecanismo es sencillo: Fidedroga presta a los productores, en función del tamaño y calidad de sus tierras, éstos entregan la cosecha a Motamex, bajo un precio de garantía –y se les descuenta el crédito de Fidedroga, a menos, claro, de que haya habido sequías, inundaciones, plagas u otros problemas, de los que suelen abundar-. Motamex produce, en bonitos empaques de diseño nacional, mariguana de la mejor calidad y la distribuye a través de las tiendas Conaca.
Para mayor éxito de la propuesta, se sugiere que al frente de Motamex, Fidedroga y Conaca, se coloque a funcionarios con nula experiencia en la agroindustria (que la única tierra que conozcan sea la que tienen debajo de las uñas, pues), de preferencia expertos en mercadotecnia egresados del Tec, al estilo del actual Director General de Aeronaútica Civil, que tan relevantes resultados ha dado a la nación. La "misiòn y visión" de estos funcionarios sería presentar vil guarhumo como si fuera mariguana D.O.C.
Y ya encarrerados, tomando en cuenta de que será necesario contratar algunos millares de obreros para la confección de la droga comercializable, el gobierno podría reconvertir a los trabajadores que todavía quedan en el SME para servir al monopolio estatal de la mariguana. La Secretaría del Trabajo le daría de inmediato la toma de nota a Martín Esparza.
Bastarán unos cuantos años de esta combinación para que: 1) tras un breve auge, la actividad agroindustrial en su conjunto sufra crónicamente de pérdidas severas; 2) se descubran una serie de fraudes en Fidedroga y Canaca, que las tienen al borde de la quiebra; 3) crezcan las tensiones entre los productores agrícolas y los miembros del sindicato porque los altos costos laborales inciden en una baja artificial en el precio de garantía; 3) Motamex pase de ser una fuente de recursos públicos a una carga para el erario; 4) la mariguana sea cada vez más escasa en las mal surtidas tiendas oficiales, y la poca que se consiga fuera de ellas sea de importación de California y tenga precio en dólares.
Para entonces, la todavía reciente y violenta guerra de los cárteles habrá pasado a la historia, los malosos se habrían dedicado a otra cosa –ilícita, pero sin tanta sangre-… y la mota no sólo escasearía, sino que habría pasado totalmente de moda.
Eso sí, los diputados tendrían que volver a discutir sobre una reforma fiscal estructural, con carácter de urgente.
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