Terminaron los Juegos Centroamericanos y del Caribe, con los que los deportistas mexicanos inician su ciclo olímpico y las opiniones se dividen. Mientras que una parte de la opinión pública habla de “fracaso”, el titular de la Comisión Nacional del Deporte, Bernardo De la Garza, se declara satisfecho con los resultados. Ni lo uno, ni lo otro, y para eso están los números.
Como se sabe, México ganó los juegos de Mayagüez, al obtener 133 medallas de oro y encabezar el medallero general). Pero la meta era superar los 145 oros obtenidos hace ocho años en San Salvador, en los que –como ahora- la delegación cubana tomó la decisión política de no asistir, aduciendo razones de seguridad. La comparación de resultados nos permite tener una idea de la evolución del deporte mexicano por un periodo de ocho años.
En San Salvador 2002, México ganó el 32.6 % de las pruebas en las que participó. En Mayagüez 2010, se llevó la victoria en el 27.1 %. La relevante caída de cinco puntos porcentuales se puede explicar sólo parcialmente por el diferente nivel deportivo del anfitrión. En 2002, México superó a Venezuela por 35 medallas aúreas y a Colombia por 76. En 2010, las distancias se acortaron: superamos a los venezolanos por 19 y a los colombianos por 33.
El deporte femenino mexicano fue ampliamente superior al de sus rivales. No sucedió lo mismo con el masculino: los hombres venezolanos superaron a los mexicanos por dos oros. A diferencia de otros juegos, en esta ocasión todas las disciplinas dieron cuando menos una medalla a México.
En estos juegos, México llegó a mil medallas de oro y a 3 mil en total, superando a Cuba en la segunda cuenta (cosas de no asistir, mi socio).
En los JCC hay varios deportes que no son olímpicos y, dentro de los que sí lo son, hay algunos en los que las pruebas se multiplican a veces hasta el absurdo (por ejemplo, en el tiro con arco dan premio a cada distancia y en la halterofilia hay medallas por envión y arrancada, no nada más por el total). Tomando eso en cuenta, la diferencia entre México y Colombia aumenta (por ejemplo, ellos se llevaron las 20 medallas de oro en patinaje de velocidad), pero la que existe con Venezuela se achica.
Es necesario, entonces, ahondar, y ver dónde ha habido mejoras y donde ha habido caídas.
Empecemos por lo segundo, y llama la atención que las bajas más pronunciadas sean en los deportes olímpicos que más medallas reparten: atletismo, natación y ciclismo. Los tres tienen la característica de que el recambio de atletas de elite ha sido lento.
El bajón más grande fue en atletismo, México pasó de 17 oros, 10 platas y 6 bronces en 2002, a 7 oros, 6 platas y 11 bronces en 2010. Del 39.6 % de los oros, al 14.9 %; del 40.2 % de medallas posibles, al 26.7 %. Una revisión somera deja ver un desastre en el semifondo femenino, la práctica desaparición de la representación mexicana en las pruebas de velocidad y la consabida pobreza en las pruebas de campo. Los tres datos son preocupantes. Poco pudo hacer la Conade ante el caos de la Federación, sumida en grillas y favoritismos, y con varios atletas que se resisten a dejar su lugar a los más jóvenes.
Otra disciplina que quedó debajo de las expectativas fue la natación. No tanto por la cantidad de medallas –que incluso fue mayor que en San Salvador-, sino por el color de las mismas y porque en este deporte, en el que Cuba no pinta, México había ratificado su supremacía hace cuatro años, en Cartagena, Colombia. En 2002 se llevaron 15 oros, 13 platas y 7 bronces; repitieron el número de oros en 2006, pero ahora se quedaron con 6 medallas de oro, 19 de plata y 13 de bronce. Del 46.9 % de los oros, pasaron al 15 %; del 60.3 % del máximo teórico de medallas, bajamos al 51.3 %. Las mujeres obtuvieron el primer lugar, pero los hombres sólo ganaron una prueba y se fueron hasta un imperdonable quinto sitio.
El ciclismo sigue a la baja. De 5 oros obtenidos en 2002, México pasó a uno solo, en ciclismo de montaña. La pista fue una colección de bronces, lo que a nivel centroamericano deja mucho qué desear.
También cayeron la gimnasia artística (pasó del 57.1 % de los oros al 21.4 %), el karate, la gimnasia rítmica, la equitación, el judo, el boxeo y hasta el taekwondo, donde los triunfos –en estos dos últimos- correspondieron, casi exclusivamente, a las figuras consagradas a nivel mundial. En boliche fue un desastre de proporciones épicas.
A cambio de esto, hay otros deportes cuyo desempeño va notablemente al alza, y son indicadores de progreso real. En clavados estamos instalados en un nivel muy superior al del resto de la región: hace ocho años nos llevamos la mitad de los oros; ahora todos fueron para México. Tiro con arco fue la disciplina que más aportó a la delegación y ahora fueron los especialistas en arco recurvo –el que se utiliza en los juegos olímpicos- y no los de arco compuesto quienes se llevaron la victoria en casi todas las pruebas en que participaron (15 de 16). Juan René Serrano y Aída Román fueron los máximos ganadores de los Juegos. También se afianza la supremacía mexicana en tiro deportivo, que ya había dado avisos en Cartagena. Fueron 13 oros, frente a sólo 6 en 2002.
En varias disciplinas, siguió un amplio dominio mexicano en la región, como nado sincronizado –con Nuria Diosdado-, remo, canotaje, raquetbol, squash, triatlón y pentatlón moderno. En otras, sin grandes triunfos, hubo avances respecto al pasado: vela (pero con los mismos personajes), badminton, esgrima (donde se arrancó un oro a Venezuela, que es potencia continental), lucha y tenis de mesa. En volibol de playa seguimos igual: bien las mujeres; regular, los hombres. En la debutante gimnasia de trampolín, México ganó los dos oros.
La halterofilia merece párrafo aparte. Por una parte, aunque las pesistas mexicanas (aquí nuestros representantes varoniles no dan una) mejoraron los resultados de San Salvador, sus cuatro medallas de oro fueron dos menos que en Cartagena 2006 y, encima, la halterista Cynthia Domínguez perdió sus medallas al dar positivo en el dopaje. Ya perdimos una plaza olímpica por doping; se requiere de más y mejor vigilancia.
Termino la revisión general con los deportes de conjunto. Lo mejor fue el oro en hockey masculino y la plata en el femenino (siempre he dicho que es un deporte que se nos da… si lo practicáramos). La plata en básquetbol masculino no es un milagro, sino la muestra de que en el país hay muy buenos baloncestistas, a pesar de los directivos (creo que hay como cuatro federaciones). También hubo plata en beisbol. Estrenamos rugby con un bronce, repetimos bronces en balonmano y en volibol y waterpolo seguimos como los cangrejos, ahora con tres bronces.
No parece casual que en aquellos deportes donde el fogueo a nivel internacional es constante, los mexicanos hayan sido claramente superiores; que allí donde ese roce mundial se ha adelgazado, hayamos perdido escalones y que en las disciplinas donde la región “no pinta”, estemos en la misma posición relativa (pero, probablemente, atrasándonos respecto al resto del mundo).
En términos numéricos, las disciplinas que mejoraron respecto al 2002 fueron: Tiro (+7 oros), clavados (+5), arquería (+5), nado sincronizado (+4, pero todas eran pruebas nuevas), pesas (+4, pero -2 respecto a Cartagena), badminton (+3), gimnasia de trampolín (+2, pruebas nuevas) esgrima (+1 y +6 platas), vela (+1 y +3 platas) hockey sobre pasto (+1 y +1 plata), tenis de mesa (+1 y +1 plata), lucha (+1 y +2 bronces), triatlón (+1, prueba nueva), patinaje artístico (+1), béisbol (+1 plata), ski (plata en el debut), rugby (bronce al debutar), softbol (+1 bronce).
Las que quedaron aproximadamente igual fueron: Remo (hubo 10 oros, bajo el número de platas, pero también bajó el número de pruebas: el rendimiento promedio mejoró), canotaje (6 oros en total, un oro se hizo bronce, pero eso se debe en parte a la mala programación de las pruebas: a la final de C-1 seguía inmediatamente la de C-2), raquetbol (6 oros, quedó idéntico), squash (5 oros, una plata se hizo bronce), volibol de playa (idénticos oro femenil y plata varonil), pentatlón moderno (un oro se hizo plata, pero porque México compitió por equipos con la pareja “B”), patinaje de velocidad (una plata más, pero menos medallas totales), balonmano. En judo hubo dos platas más, pero también se repartieron dos medallas más.
Las que bajaron: Atletismo (-10 oros), natación (-9), boliche (-5, y ahora no hubo una sola victoria), gimnasia artística (-5), taekwondo (-5), ciclismo (-4), ecuestres (-3), karate (-2), gimnasia rítmica (-2), tenis (-1), waterpolo (-1), box (-2 platas), volibol (-1 plata).
En resumen, el típico claroscuro. Por lo tanto, el típico espejo de nuestra situación nacional: mejoras en algunas cosas, empeoramiento en otras, con el estancamiento como resultado final.
2 comentarios:
Excelente balance, saludos!
Juan Manuel Rotter
Ahora, para colmo, también pierden sus medallas, por doping, Nuria Diosdado de nado sincronizado(6 oros)y Zudikey Rodríguez, la única velocista de interés (una plata y un bronce).
Ambas afectan además a sus compañeras de equipo (Diosdado) y de relevo (Rodríguez).
Con los seis oros menos, ahora la proporción de títulos para México baja a 25,9%; tanto peor para el balance.
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