Un día, poco antes de mi ingreso a la UNAM, me vino a visitar Jorge Bush con un cuate suyo, León Ronay, un gordito muy agradable que sabía mucho de rock. Platicamos un rato, León me hizo notar un tremendo jam que se escuchaba muy debajo de unos efectitos de sonido al final de una de las rolas de Their Satanic Majesties Request. De la plática salió que Ronay colaboraba en una revista especializada, "La Edad del Rock", que le pasara algún material escrito por mí y que él lo haría llegar a la redacción. Me adelantó que pagaban en especie: discos importados de la afamada tienda Hip 70.
Era una oferta que no podía rehusar. En ese momento le entregué un número de Análisis, en el que aparecía un ensayito mío, "El Rock influye y se deja influir por la onda política y social". Pocas semanas después me avisaron que el texto había sido aceptado.
Así pues, cuando llevaba menos de dos meses en la universidad, un día voy caminando de la zona rosa a mi casa, por Río Tíber. En sentido contrario viene un chavo greñudo y barbón, vestido completamente de mezclilla. Camina absorto leyendo un periódico impreso en amarillo y negro. Es "La Edad del Rock". ¡Cámara, está leyendo mi artículo! Emocionado, me dirijo al estanquillo más cercano (es la esquina de Tíber y Pánuco) y compro la revistilla. Atesoro el momento: estoy comprando en el kiosko una revista que tiene un artículo con mi firma y por el cual me van a pagar con un disco importado. Camino a casa me leo y releo. Me siento a toda madre.
Un par de días después tomé el pesero para San Angel. Llego a Hip 70, les muestro el artículo publicado y mi credencial. "Orale, pues escoge el disco que quieras". Tomo uno de portada muy loca, con unos elefantes-mariposas, de un grupo africano que se llama Osibisa. Resultó magnífico, de esos que no pierden con el tiempo. Todavía lo tengo.
Quedé con los de Hip 70 que les entregaría otro texto. Hice uno larguísimo: "Rock y Comercialismo", inspirado por alguna burla inteligente del señor Saddy (imitaba a Jimmy Page cargando maletas llenas de dinero). Tuve la mala idea de pedirles que no me lo editaran. Que, si acaso, lo cortaran. Lo cortaron. Aún así me alcanzó para otros dos discazos importados.
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