viernes, diciembre 13, 2019

"El Internet ha muerto"



Hace unos días comí con mi amigo Robert, quien vino a México representando a Costa Rica para un campeonato latinoamericano de manejo de drones (es una larga historia). En la plática, que versó en parte sobre el estado de la democracia en el mundo, soltó una frase lapidaria y preocupante: “el internet ha muerto”.

A Robert lo conocí en línea, hace casi 20 años, en un sitio que habían armado The New York Times y boston.com y que se llamaba Abuzz. La idea de Abuzz era crear un foro con alto grado de interacción, en el que la gente se involucrara en los temas que le interesaran y fuera calificada por los demás usuarios, de forma tal que fuera, por así decirlo, llamada a discutir los asuntos que dominara o a ofrecer información sobre los mismos. El sitio tenía herramientas muy avanzadas para la época, un grupo relativamente grande de moderadores y, cuando lo conocí, era verdaderamente interesante. Robert apareció como un tipo interesado en los idiomas y su enseñanza, aunque –como todo mundo- también interactuaba en otras partes del foro.
Sabíamos que era joven; en realidad, acababa de dejar la adolescencia.

Con el tiempo, Abuzz empezó a tener problemas. Al parecer, era muy caro de mantener, y los moderadores se fueron reduciendo. Eso significaba una cosa: que empezaron a aparecer troles de distinto signo. Un trol de internet, se sabe, es una persona que publica mensajes provocadores o groseros, a menudo fuera de tema, en una comunidad en línea. Si no se les controla, pueden llegar a reventarla. Con menos moderadores y más troles, el tráfico en Abuzz se estancó, lo que conllevó a nuevos recortes y el empeoramiento del foro.

Entonces Robert decidió hacer una escisión, creó un sitio-trampolín adonde recalamos varios veteranos de Abuzz y luego otro foro, que se llama able2know, o a2k para los cuates. El concepto era, de nuevo, el de una comunidad de discusión en línea, medianamente controlada, en la que hubiera expertos en diferentes áreas. Departamentalizó parcialmente la discusión. Además de los foros abiertos, había uno para liberales y otro para conservadores; uno de filosofía y otro de enfermería, uno para los geeks de unos aparatos nuevos que se llamaban android, etcétera.

En 2005 lo fui a visitar a San Diego, con la intención de hacer algo similar en español. También fuimos juntos al beisbol. Robert vivía entonces del sitio, pero me confesó que los temas de moderación le tomaban a él y a su mínimo equipo de colaboradores mucho tiempo y esfuerzo. En las largas pláticas que tuvimos me dijo que el futuro del internet estaba en foros más informales. Acababa de salir a la luz Facebook y él estaba buscando una plataforma para hacer algo parecido: su intención, generar una suerte de red de redes, en el que la información fluyera de manera horizontal, pero controlada. El proyecto que lanzó, sin embargo, no tuvo el éxito que esperaba, creo que porque la gente resultó demasiado juguetona y porque no le metió suficiente dinero.

Con a2k, después de algunos años de gloria, sucedió algo similar a lo de Abuzz. Darse una vuelta por ahí es ver a un cada vez más pequeño grupo de irreductibles pelear contra una banda enloquecida de troles. Yo ya lo visito poco y Robert me confesó que lo hace todavía menos. Ahora se dedica más a bolsas de trabajo especializado en línea. Y a volar drones, “porque el internet ha muerto”. No es casual que esté poblado con tantos zombis.

Explica: lo que antes eran mercados competitivos se volvieron mercados monopólicos, y esto ha derivado en un rebajamiento del nivel de discusión a niveles ínfimos. Facebook hace las veces del Wal-Mart. Allí te puedes encontrar de todo, pero de baja calidad, porque hasta lo que te quieren vender como delicatesen es estofa de segunda. En el camino, deshace prácticamente todo lo que era comercio minorista. También, eliminando o disminuyendo drásticamente las posibilidades de publicidad de nicho.

Sobre todo, porque las grandes redes sociales se están convirtiendo en la puerta automática de entrada a internet. Si antes una noticia no existía si no estaba en la televisión, ahora no existe si no te la recomendaron en alguna de las redes. El problema es que ahora te pueden pasar peor basura que en el canal de televisión más jodido, sin que exista el filtro para verificar ya no digamos la calidad, sino la veracidad de la información. Es la ausencia total del moderador, el que debería ayudarte a distinguir entre lo razonable y lo disparatado.

¿En qué se traduce todo eso? Ojalá sólo fuera en la proliferación de videos de gatitos y perritos. En primer lugar, hace más difícil la búsqueda de información relevante en la red; antes lo podía hacer cualquiera; ahora se requiere de cierta educación y cierta capacidad de raciocinio para escudriñar correctamente entre la paja. Esencialmente se traduce en la creación de fenómenos de estupidización masiva y en la capacidad de manipuladores para convertirse en figuras influyentes a partir de la compra indiscriminada de espacios o, a veces, del simple gusto de los ignorantes por seguir a otros iguales a ellos.

¿Y el resultado en términos políticos? Menor interés por las propuestas y las ideas, menos ganas de discutirlas y más de mentar madres, con el consiguiente resultado de que se cree que se está participando activamente en la sociedad cuando lo que han hecho los nuevos mercados digitales es pulverizar la participación real, lo que a su vez trae consigo decisiones masivas equivocadas.

Esa es la muerte del internet a la que se refiere el nostálgico de la generación Y.  Su muerte como espacio de discusión civilizada y como fuente de información no sólo rápida, sino sobre todo confiable.

Tal vez exagera. Pero no creo que demasiado.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Y desgraciadamente los algoritmos te llevan una y otra vez a la basura desinformativa y consumista que, lejos de beneficiar mayorías pensantes, las orillan a entrar al círculo vicioso que enferma y que demuestra, como siempre, que el que tiene más dinero compra más audiencias... ¿qué sigue? Necesitamos contrapesos y los libros son la mejor opción, está en nosotros heredar algo decente a nuestros hijos.
Saludos compadre y como siempre excelente historia.