viernes, diciembre 02, 2016

La muerte de Fidel... una noche en la redacción



Hay días por los que vive un periodista. Ratos de adrenalina, en los que hay que hacer muchas cosas, hacerlas rápido y hacerlas bien, mientras por tu cabeza van pasado muchas otras cosas. Y son momentos en los que en realidad no quieres que el tiempo pase más lentamente, porque estás gozando el trabajo a contrarreloj, porque es como una droga.
Uno de esos días fue el pasado viernes 25 de noviembre.

Eran poco más de las 10 y media de la noche. Yo estaba en casa, tenía poco de haber llegado y platicaba con mi mujer y mi hija. Terminado el café, me asomo a mi celular. Veo que en twitter alguien escribe que Fidel Castro ha muerto. Sin verificarlo siquiera, llamo de inmediato al periódico. Me contesta Geovanni De la Rosa, el auxiliar de redacción, la guardia. No sabe nada. Le pido que me pase a Carlos Patiño, quien está a cargo del cierre ese viernes. En lo que llega, reviso de nuevo mi TL: la BBC confirma la noticia. Cuando Patiño toma el auricular, le digo que ya está confirmado: ha muerto el líder histórico de la Revolución Cubana. En mi teléfono aparece un mensaje de Whatsapp; es Wendy Garrido, la coordinadora de la edición de Crónica en línea: "Se murió Fidel Castro", es el texto. Mientras leo, escucho a Patiño, que me dice:
-No hay paginadores. Ya se fueron todos. Jeovanni Nanni -el asistente de sistemas- está enviando las últimas planas.
-No importa -respondo-, ahorita rearmamos el diario.
Lo siguiente, hablarle a Rafael García Garza, subdirector y gerente general del periódico. Mi Rafa queda de llamar al taller para suspender el segundo tiro, a un horario indefinido (quedamos, en principio, que a la una de la mañana) en lo que se rehacían las páginas.
Una llamada fundamental: a Fran Ruiz, editor de la sección Mundo. Ellos tienen los archivos en los que estaba preparado el obituario de Fidel; un especial de seis páginas que empezamos a armar hace diez años y cuya última actualización (nos enteramos más tarde) era del 2010.
-¡Hostia! -reacciona Fran- Ahora mismo voy al periódico. Yo le llamo a Humberto (Flores, quien armó el paginado de ese especial).
Terminada la llamada, pienso: "Ojalá viviera mi madre para darle la noticia, ora sí de veras" (durante años la engañaba cada 28 de diciembre con que Fidel había muerto, y siempre cayó redondita).
Nuevo telefonazo: ahora es a Arturo Ramos, el Trosko, quien es mi mano derecha en varias cuestiones de trabajo. También él volverá a las instalaciones del diario.

Tomo el auto de regreso a la chamba. Me acompaña, solícita, mi hija Taide. En el camino, hablo de nuevo con Wendy. Me informa que Mariano Rojas, el que está de guardia nocturna para la edición web, ya subió una primera nota, con los datos de la muerte, el anuncio oficial, etcétera. Me dice que ella y Héctor Vieyra alimentarán la página y las redes sociales durante la noche.
Le comento a Taidita que, hace 20 años, en la redacción, me puse con los caricaturistas cubanos Carlucho y Boligán a hacerle a Fidel uno de esos tests que te dicen cuánto vas a vivir. Ellos conocían bastante bien la rutina y el estilo de vida del Caballo. El resultado fue que Fidel moriría a los 90 años, en 2016.
-¡Coño, faltan 20 años! -exclamó Carlucho.
Pues esos 20 años se habían cumplido.

Llegamos a Crónica al mismo tiempo que Humberto, que tiene fiebre. Fran Ruiz, que vive muy cerca ya está ahí. También ha llegado el ingeniero Fernando Paz.
Hay que hacer una labor de ajuste, porque hay que liberar planas de la sección Nacional, para que lo de Fidel vaya hasta adelante (además, un par de páginas de Mundo se fueron ya en el primer tiro). Fran necesita tres planas, por lo menos, para meter aunque sea la parte más inmediata del especial preparado hace años. Nos enfrentamos con un robaplanas de publicidad, pagado, en la página 5. Patiño ya decidió tirar la plana en la que venía un trabajo sobre las escuelas normales, pero hay que tirar por lo menos otras dos. Decido eliminar la última página de opinión, que tenía un largo artículo de Patiño y hacer que lo comprima en otro lado, sacando información menor. En la restante, habrá que hacer un trabajo de edición para que quepa en una plana lo que antes estaba en dos, sin que se vea mal. Así quedan libres las tres planas mínimas que requiere Fran. Surge otro problema: el especial, titulado "¿De verdad la historia lo absolverá?" está diseñado para ser desplegado en dos planas, y no podrá ser así, porque hay que abrir con la noticia.
En tanto, Geovanni -apenado por no haber capturado a tiempo la información, como guardia- ya hizo una nota más amplia, que es subida a la red. Mi hija Taide y Hugo Trejo, de scanner, buscan fotos del líder fallecido. Me presentan un titipuchal: escojo una en la que se ve a un Fidel no muy viejo, pero no joven, pensativo, con mirada triste, enfundado en su traje verdeolivo. Atrás se adivina la bandera cubana.
Ya llegó Arturo, está rehaciendo -porque entre sus gracias también está la de paginar- las páginas de interiores que han sido cambiadas.
Rehago con rapidez las partes periféricas de la portada: lo que estaba en el centro, lo paso a avisos superiores; uno de los avisos se convierte en la cachucha (la nota avisada hasta arriba); los avisos de abajo desparecerán por el peso de Fidel.
Ahora lo duro: qué titular darle a esta noticia. Ni modo que "Murió Fidel". Es el último del Siglo XX, lo tengo claro. ¿Pero el último qué? Peloteo con Fran, quien dice:
-Lo que es Fidel, es un mito.
Era la palabra perfecta, porque a Fidel lo rodeó un aura mítica toda su vida; y porque lo mítico tiene algo de fábula, de alteración de la realidad: "Murió el último mito del Siglo XX".
El espacio que queda, a como diseñé la plana, da apenas para algunos balazos que definan al líder: su muerte, la construcción de un socialismo con cerrazón política, su triple carácter de revolucionario, dictador y leyenda y, sobre todo, su doble condición de generador de grandes esperanzas y profundas decepciones. Por el mismo lado se fue la "esquina" editorial... y Taide me recordó que hay leyendas que no perduran. Así que incluí un "a veces".
Fran, en tanto, hacía a todo vapor una nota que fuera más que estrictamente informativa; y cambiaba sumarios y detalles del especial que habíamos armado cuando aún imprimíamos todo en blanco y negro. Para entonces, Taide lo auxiliaba con las reacciones a favor y en contra que encontraba en la red. Humberto, duro y dale a la paginación.
Entonces regresé a mi oficina. Y tuiteé: "¡Estos ratos frenéticos, con el tiempo encima, son maravillos en las redacciones!". Así, frenéticamente, por eso puse "maravillos".
Arturo Ramos, el Trosko, paginó la portada, con Patiño muy atento a que se fueran bien los pases (no fue el caso de todos). Trejo limpió la foto, para que luciera espléndida.
En lo que salían las páginas, verifiqué que el Granma todavía no había cambiado su portada en línea, (esperaban disciplinados, la línea oficial), posteé una foto en la que yo estaba en Varadero con mi mamá (yo tenía cinco años y un salvavidas con dibujos de Fidel, Camilo, Ché y la Sierra Maestra) y vi reacciones diversas a la noticia.

La más precisa de esas reacciones, fue un tuit de Viétnika Batres -quien trabajó en Crónica en los primeros años del diario-: "Eliseo Alberto decía que Fidel moriría un viernes x la noche para cortar la borrachera a la prensa y joder hasta el último momento al enemigo".
No cortó la borrachera -que no la había-, nos jodió la noche del viernes. Pero nos la jodió rico. En eso pensaba, a la una de mañana, cuando regresábamos a casa Taide y yo.
  

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