miércoles, octubre 12, 2016

Relevo generacional



Mexicanos en GL. 2016

Al terminar la campaña regular en Grandes Ligas, empieza a quedar claro que estamos asistiendo a un cambio de guardia, un relevo generacional entre los peloteros mexicanos que actúan en la gran carpa. Veteranos consagrados por años de buenas actuaciones dan señales de que sus mejores años han pasado. Al tiempo, aparecen jóvenes promesas y otros peloteros novicios se consolidan.

Aquí el balance del contingente nacional, ordenado de acuerdo con el desempeño de cada uno en la temporada (como siempre, incluimos a los paisanos que han jugado con México en el Clásico Mundial, lo que significa que habrá nuevos nombres para 2017) 

Roberto Osuna fue el mexicano más destacado en las Mayores. El cerrador de los Azulejos de Toronto fue factor clave para que el equipo canadiense llegara a postemporada. ¿Qué se puede subrayar del sinaloense? ¿La velocidad de sus lanzamientos, que supera a menudo las 95 millas por hora? ¿La correcta utilización de un repertorio creciente de pitcheos? Más bien su capacidad de combatir los nervios traicioneros: su mentalidad a toda prueba. Sus números en la campaña: 4 ganados, 3 perdidos, 2.48 carreras limpias admitidas por cada 9 entradas lanzadas, 82 ponches y 36 salvamentos (en 42 oportunidades). Los 56 rescates que lleva de por vida lo colocan, a penas en su segundo año, en tercer lugar de todos los tiempos entre los relevistas nacidos en México (sólo detrás de Joakim Soria y de Aurelio López, empatado con Sid Monge).

Marco Estrada demostró en 2016 que 2015 no fue una casualidad. Muchos esperaban una regresión notable, luego de la enorme campaña del año pasado. La regresión fue mínima: el gran jefe del cambio de velocidad sigue ahí, y Marco repitió como el lanzador más difícil de batear de la Liga Americana: el porcentaje de los toleteros rivales fue apenas de .203, exactamente el mismo que en la temporada anterior. 19 de sus 29 aperturas fueron de calidad (6 entradas o más, 3 carreras limpias o menos).En cuanto a ganados y perdidos, los números no son tan buenos por razones de poco bateo o fallas en el bullpen: 9-9, 3.48 de limpias, 165 chocolates recetados.

Adrián González, el pelotero mexicano de mayor trayectoria, sigue siendo referente fundamental en el lineup y el infield de los Dodgers de Los Ángeles, pero empieza a dar signos de declive, sobre todo en lo referente al bateo de poder. Es seguro que su lesión crónica en la espalda es la principal causante. En el año, .285 de promedio, 18 cuadrangulares, 90 carreras producidas (muchas de ellas, a la hora buena) y 69 anotadas.   

Sergio Romo estuvo un buen rato en la lista de lesionados, pero cuando lanzó lo hizó por lo general muy bien. Primero, como preparador de cierre de los Gigantes de San Francisco; al final, como cerrador, en medio de los intentos de Bruce Bochy por ordenar un bullpen que le dio cualquier cantidad de dolores de cabeza. Los números del californiano: sus números del año: 1-0, 2.64 de efectividad, 33 ponches recetados, 14 holds (ventajas sostenidas en situación de rescate), y 4 salvamentos en otras tantas oportunidades.

Julio Urías tiene ante sí la difícil –si no es que imposible- tarea de hacer frente a las inevitables comparaciones con Fernando Valenzuela. Zurdo, jovencísimo, enfundado en la franela de los Dodgers. Su debut estuvo lejos de ser maravilloso, pero conforme avanzó la campaña, el chamaco de Culiacán demostró que tiene pasta para ser un grande. Dave Roberts lo llevó con calma, sin hacerlo comer demasiados innings. Terminó con marca de 5-2, 3.39 de PCL y 84 ponchados.

Miguel González tuvo un año raro, en el que le pasó de todo. Horrible pretemporada, que causó que lo dejaran los Orioles; la oportunidad de reivindicación que le dieron los Medias Blancas; salidas en las que parecía perdido, un rato en el bullpen, otro en AAA, un viaje a la lista de lesionados… y cantidad respetable de salidas de calidad, que no se transformaron en victorias por poco apoyo ofensivo o pésimo relevo, pero que dan la idea de que los O’s hubieran preferido al (más barato) Mariachi que a Yovani Gallardo, se hubieran ahorrado la ronda de comodines en la que fueron eliminados. Sus numeritos: 5-8. 3.73 de efectividad, 95 ponches y, atención, 14 salidas de calidad (de un total de 22).  

Luis Cessa tuvo paciencia y, en su primer año en las mayores, terminó en la rotación abridora de los Yanquis de Nueva York. El derecho veracruzano inició en el bullpen de los Bombarderos, para luego estar por unos meses en las puertas giratorias que pasan a los peloteros de las mayores a las menores y de regreso. Al final, logró quedarse, sin números espectaculares, pero con una consistencia que lo llevará lejos, porque embasa a muy pocos rivales (WHIP de sólo 1.11). Su marca: 4-4, 4.45 de limpias, 46 ponchados y 5 aperturas de calidad, de un total de 10.

Fernando Salas, siempre discreto, se desempeñó en el relevo de los Angels de Los Ángeles, hasta llegar, casi de rebote, al puesto de cerrador (que ya conocía de años atrás). Hacia el fin de la campaña fue cambiado a los Mets de Nueva York, con quienes estuvo impasable y ayudó a llegar a postemporada. Sus números en 2016: 3-7, 6 rescates, 20 holds, 3.91 de efectividad y 64 ponchados.

Joakim Soria vivió un año notablemente a la baja, en su regreso a los Reales de Kansas City. Cuando parecía que regresaba el Joakim histórico, venían un par de malas actuaciones. En el año, 5-8, 4.05 de limpias, 21 ventajas sostenidas, un salvamento y 68 sopitas de pichón.

Jaime García fue del día a la noche. Sus primeras actuaciones fueron brillantes, hacia el final, fueron lamentables, al grado que el zurdo fue relegado por un par de semanas al bullpen de los Cardenales de San Luis (lo hizo tan bien, que regresó a la rotación… para ser vapuleado): en la campaña, 10 ganados, 13 perdidos, 4.67 de PCL y 150 ponches.

Yovani Gallardo tuvo una campaña que puede calificarse sin chistar como mediocre. Tanto, que deja dudas sobre su futuro de mediano plazo (su contrato con los Orioles está vigente hasta 2017): cada vez poncha a menos rivales y dura menos en el terreno de juego. Sus números: 6-8, un feo 5.42 de PCL y 85 sopas de pichón. 8 de sus 23 salidas fueron de calidad. Eso sí, llegó a 108 victorias de por vida, colocándose en el tercer lugar entre los mexicanos.

Jorge De la Rosa está en situación similar a la de Gallardo: velocidad y resistencia a la baja; lo salva sólo su experiencia. Dejó de ser el as de la rotación de los Rockies, luego de muchos años de ser el punto de referencia. El zurdo regiomontano tuvo récord de 8-9, efectividad de 5.51 y 108 ponches. 10 de sus 24 aperturas fueron de calidad. También superó este año el centenar de triunfos en MLB.

Oliver Pérez termina nuestra serie de lanzadores veteranos a la baja. El especialista zurdo de los Nacionales de Washington no se destacó este año por ser confiable. Su marca: 2 victorias, 3 derrotas; 4.95 de limpias, 16 holds y 40 ponches.

Ramiro Peña estuvo un rato con los Gigantes de San Francisco, pasó a AAA, volvió a los Giants y de regreso a las menores. En general, el utility regiomontano no lo hizo mal, ni con el guante ni con el bate: .299, un vuelacercas y 10 impulsadas.

César Ramos estuvo tres meses en las Mayores, con los Rangers de Texas y fue de más a menos: su marca: 3-3, un horrendo 6.04 de efectividad y un salvado.

César Vargas dio de qué hablar a principios de año, cuando se lució en varios partidos –que no ganó- para los Padres de San Diego. El poblano tenía 0-3, 5.03 de PCL y 28 pasados por los tres strikes cuando pasó a la lista de lesionados.

Daniel Castro empezó en el roster de los Bravos de Atlanta, se ganó la titularidad en el infield, la perdió y pasó buen rato del año en AAA. El de Guaymas volvió al final, para subir su porcentaje de bateo a .200, con 7 impulsadas y un robo de base.

Arnold León se tomó una tacita de café en las mayores (0-0, 7.71, un rescate desperdiciado y dos ponches) antes de ir al beisbol de Corea.

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