viernes, julio 31, 2015

México en los Panamericanos Toronto 2015. Balance deportivo.


La actuación de la delegación mexicana en los Juegos Panamericanos de Toronto no puede calificarse como buena, a pesar de que superó, tanto en oros como en número de medallas, los resultados obtenidos en Río 2007, la última ocasión en que la justa se había desarrollado fuera del país.
 
¿Por qué decimos esto? Porque significa un alto en un proceso de crecimiento del deporte olímpico mexicano y porque, en el contexto del continente, han sido otras las naciones que han aprovechado el paulatino descenso del deporte cubano de alto rendimiento.

Ya en el análisis de los Juegos Centroamericanos y del Caribe 2014, realizados en Veracruz, habíamos hecho notar que, tendencialmente, las ganadoras netas de la baja cubana (o de la normalización deportiva en curso) habían sido Colombia y Venezuela. En Toronto 2015, las ganadoras netas de esta caída fueron Colombia y Canadá. De hecho Brasil superó a Cuba en el medallero de Toronto, pero obteniendo menos oros que en Guadalajara 2011: simplemente la isla cayó más... y México quedó por primera vez detrás de Colombia, un país que sí le ha invertido al deporte olímpico (a través de un impuesto al uso de celulares).
Al hacer la evaluación por deporte, aparecen los claroscuros de costumbre, con el agregado de que, en casi todas las disciplinas en las que ha habido mejoría, ésta se refiere a algún atleta en particular, no a una nueva camada o generación que dé impulso al deporte en cuestión.

Así, por ejemplo, se lograron buenos resultados en aquellos deportes que nos dieron medalla en Londres. En clavados, México no repitió la hazaña chinesca de llevarse todos los oros, pero mostró que es el gigante de la región. 5 oros, una plata y 3 bronces que no parecieron, en días posteriores, reflejarse en el Mundial de Natación (donde, en vez del equipo México, compitieron bien diferenciados los equipos Ma Jin e Iván Bautista). En tiro con arco, gran actuación de los hombres y buena de las mujeres: 2 oros, una plata y un bronce, mejorando lo obtenido en Guadalajara (y otra vez, cayó el nivel en el Mundial inmediato posterior). En taekwondo, también México tuvo una mejor actuación que cuando fue local: 2 oros, 4 platas y un bronce (y nos había ido mal en el Mundial inmediato anterior). En futbol masculino trocamos el oro por la plata (en una reedición contra Uruguay, con los mismos muchachos en ambos bandos, de la final del Mundial sub-17 de 2011) y en el femenino mantuvimos el bronce.

Fuera de las disciplinas olímpicas, en racquetbol México volvió a ser ampliamente dominante, guiado por Paola Longoria, quien no perdió un set y se llevó tres aúreas. Los hombres también cumplieron, con todo y la lesión de Alberto Beltrán.

En los cuatro deportes olímpicos de más peso, como habíamos señalado anteriormente, las cosas pintan entre gris y negro. Gris en ciclismo, donde tuvimos sólo tres medallas, una menos que en los dos Panamericanos anteriores. Es encomiable la actuación del muchacho Ignacio Prado, que ganó plata tanto en pista como en ruta, y prometedor que por fin se haya obtenido metal en una competencia por equipos (persecución femenil). No queda claro cómo se puede definir la mejor ciclista para el Omnium (dicen que Sofía Arreola estaba baja de forma, aunque ella sí ganó su bronce en persecución). Gris oscuro en atletismo, donde la cosecha de medallas sigue a la baja: como siempre, es el semifondo –y una riñonuda actuación de la marchista Guadalupe González- el que saca la cara por el deporte central de esta competencia continental, y se ve que no hay un solo atleta de nivel mundial más que el veterano José Luis Barrios. Velocistas simplemente no hay y las pruebas de campo son un desierto (más, si Luis Rivera compite lesionado). En total fueron 3 oros, 1 plata y 2 bronces. El mismo color en gimnasia, pero con el añadido de que el retroceso es más notable: un bronce para Daniel Corral (que anda en periodo de vacas flacas), otro para Rut Castillo en gimnasia rítmica, y una plata en trampolín. Negro profundo en natación: ni una triste medallita, y muy pocas finales. Eso sí, bastantes participantes, como si de verdad fuéramos competitivos. La federación esconde este ridículo con los clavados. No se vale.

En los deportes de combate, más allá del TKD, quizá la palabra más precisa sería estancamiento, aunque hay matices. Avanzamos relativamente en esgrima, confirmando los avances de Veracruz 2014, y en lucha, donde aún hay un trecho grande para ser competitivos a nivel mundial, seguimos donde estábamos en judo –pero la Zambotti se va-, bajamos un poquito respecto a Guadalajara, pero estuvimos mejor que en Río en boxeo (otra vez Joselito Velázquez derrotó al cubano) y donde se acabó la magia fue en karate.

Estancamiento, en términos generales, también lo observamos –a un buen nivel- en pentatlón moderno, donde hubo dos bronces y una plata; a un nivel inferior, en el remo, donde Alan Armenta es bicampeón panamericano (ahora con un compañero juvenil en el par de remos cortos) y obtuvimos un bronce; en la vela, donde Demita Vega y el joven veterano Mier y Terán son los de siempre (dos platas); en el tenis, con una buena actuación de Victoria Rodríguez (dos platas) en un torneo de bajo perfil; en el bádminton, con el broncito de costumbre. ¡Ah! Y repetimos un bronce es esquí acuático.

En algunas disciplinas hubo avances qué celebrar. Una de ellas es el tiro deportivo: fueron tres medallas de distinto color, todas obtenidas por mujeres. Si el oro de Goretti Zumaya fue una sorpresa, la plata de Alejandra Zavala en pistola de 10 metros, la confirmación de que se trata de una tiradora consistente. Y eso es lo que se requiere. Lo mismo debe decirse del triatlón, con la victoria de Crisanto Grajales y otras dos medallas: poco a poco, México escala a nivel mundial. Mejoría notable en nado sincronizado, donde México no sólo se posicionó como segundo lugar del continente, sino que lo corroboró en los Mundiales, en los que llegó a las finales. También hubo mejoría en un deporte no olímpico, el patinaje, en donde no solíamos pintar: un oro y dos bronces de parte de nuestros velocistas.

Para atrás, en cambio, fuimos en levantamiento de pesas –con el escándalo de doping de todos los Panamericanos-, donde México obtuvo una plata masculina y dos bronces femeninos; en canotaje, que ha ido en tobogán desde los años de gloria de Juan Cristóbal Quirino: 5 oros en Brasil, uno solo en Guadalajara, dos bronces en Toronto (uno de ellos del michoacano); en squash, donde fuimos potencia media en Río, arrasamos en Guadalajara y en Canadá nos llevamos una colección de bronces; en tenis de mesa y equitación, donde ahora nos quedamos en blanco; en boliche, donde pasó lo mismo.

En los deportes de conjunto, lo más destacable es la actuación del balonmano femenino, que estuvo cerca del bronce y ha acortado distancias. En basquetbol, el equipo de Valdeolmillos llegó con lesionados y recién rearmado, y –paradójicamente- perdió su chance de pasar a la semifinal en el único partido que ganó. Le llevaba 20 puntos a Argentina, se dejó empatar y superó a los sudamericanos apretadamente en tiempo extra: el grupo se decidió por diferencia de puntos. Al menos, sirvió como entrenamiento para el Preolímpico. En Waterpolo y Hockey sobre Pasto, la actuación fue discreta, los quinto o sexto lugar esperados. En volibol de sala y softbol, fue mala de plano. En rugby, mejor reir. No llevamos beisbolistas y eso es una desgracia.

Termino la ronda de los deportes con el volibol playero, que fue de lo más contrastante. A las mujeres les tocó el grupo de la muerte, con las escuadras que resultaron campeona y subcampeona, pero es injustificable la derrota ante Costa Rica en el repechaje. Confieso que no me gusta Revuelta como compañera de Candelas, por la razón subjetiva de que siento que, desde cuando jugaba volibol de sala, se presiona y presiona a las compañeras. La dupla varonil, en cambio, resultó lo más disfrutable de todos los Panamericanos: Ontiveros y Virgen combinaron calidad, inteligencia y coraje para tener un torneo redondo, derrotar a los brasileños en una final tremebunda y dar a México una alegría inesperada.

¿Conclusiones? Que México no aprovechó los éxitos deportivos de Guadalajara para el despegue de una nueva generación de deportistas; que la cosa se pone más complicada ahora que, con el famoso presupuesto cero, han decidido fusionar el área dedicada al deporte de alto rendimiento con la de acondicionamiento físico general y que, como se evidencia con la designación del nuevo titular de la Conade, el deporte es la última prioridad del actual gobierno.

¿Expectativas para Río? No muchas y, por lo general, en los mismos deportes. Algo caerá en clavados, algo más en taekwondo y, con un poco de suerte, repetiremos con algún metal en tiro con arco. Fuera de eso, sólo Alejandra Zavala genera altas expectativas y hay algunas disciplinas –boxeo, remo, triatlón, atletismo- donde cabría alguna sorpresa. Dudo que se repita el milagro del volibol de playa. Y me lamento, interesadamente, de que el racquetbol no sea olímpico, porque ahí sí que la hacíamos. 

Ver también:
México en los JCC de Veracruz 
Londres 2012: sin milagros, una delegación digna
México en los Panamericanos de Guadalajara

  



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