miércoles, mayo 02, 2012

Leyendas olímpicas: Alexander Popov


El más grande exponente de la escuela soviética de natación jamás ganó una medalla olímpica para la URSS. Su máximo logro, sin embargo, fue reponerse a una trastada que le jugó el destino, disfrazado de vendedor ambulante de sandías.

Popov fue el discípulo predilecto del famoso entrenador Gennadi Touretski, quien lo convirtió en crolista y con el que desarrolló un estilo de brazada que lo hizo famoso, porque no crea olas. Un nadador explosivo, se hizo del oro en los 50 y en los 100 metros en los Juegos Olímpicos de Barcelona, 1992, compitiendo para el Equipo Unificado, que aglutinaba a todas la ex repúblicas soviéticas, salvo los países bálticos. En esos juegos también obtuvo dos medallas de plata, en el relevo libre 4 x 100 y en el relevo combinado, en la misma distancia.

En Atlanta 1996, ya compitiendo para Rusia, Popov repitió la hazaña, frente a rivales diferentes. Doblete de oro individual en las distancias cortas por dos olimpiadas consecutivas: algo nunca visto desde los tiempos de Weissmuller, años veinte. Doblete de plata en los relevos.

En agosto del 96, tres semanas después de su triunfo en Atlanta, llegó para Popov su cita dramática con el destino. Salía de una fiesta de cumpleaños con unos amigos en Moscú y uno de ellos se puso a discutir con unos vendedores ambulantes de origen azerí. Estos hieren al amigo y molestan a la muchacha que los acompañaba, una nadadora, Daria "Dasha" Shmeleva. Popov sale en defensa de sus compañeros y un vendedor le clava en el abdomen la navaja con la que cortaba las sandías. La cuchilla rasgó una de sus arterias, rozó el riñón y dañó la pleura, la membrana que protege los pulmones. El multicampeón olímpico pasó 17 días en el hospital y estuvo “grave e inestable” los primeros. Salió pesando siete kilos menos, con 15 centímetros de cicatriz, desde el esternón hasta donde inicia el traje de baño. Su vida no sería la misma.

Meses después, y no sin miedo –según confesó- Popov volvió a las albercas. Sólo pudo entrenar hasta abril del año siguiente. Lo hizo después de hacerse bautizar en la iglesia ortodoxa rusa y después de casarse con Dasha. Dio un nuevo giro a su estilo: “He experimentado con fuerzas muy interesantes en el agua, que desconocía; ahora es diferente la manera en la que el agua pasa por mi cuerpo, la forma en que me deslizo”.
Así, llegó a los campeonatos europeos de Sevilla del 97. Ganó sus dos acostumbrados. En el mundial de Perth 98, se llevó un oro, una plata y un bronce.

Popov estaba de vuelta. Lo demostró en los juegos de Sydney 2000: Se tuvo que conformar con el sexto lugar en los 50 metros libres, pero se colgó la medalla de plata en los 100, la más apreciada de su trayectoria. Los pulmones le dieron todavía para dos oros mundiales en Barcelona 2003. Llegó, a los 33 años, a los juegos de Atenas 2004. Pero no calificó a la final, y entonces anunció su retiro.  

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