martes, julio 08, 2025

A 25 años: Fox y las limitaciones de la alternancia democrática


Ha pasado un cuarto de siglo, 25 años. El 2 de julio de 2000, Vicente Fox, candidato del PAN y (no olvidemos) del PVEM a la Presidencia de la República, ganó las elecciones federales. Casi todos los mexicanos de aquel entonces no habían conocido, a nivel nacional, otro gobierno que no fuera el del PRI y sus antecesores directos. Muchos consideraron que esa elección, con campañas equitativas y en la que los votos contaron y se contaron, era la culminación de la transición democrática que, por etapas, México había vivido en las décadas anteriores.

Fox había hecho una campaña inteligente, presentándose como un hombre recio y decidido a sacar al PRI de Los Pinos. Como novedad, su campaña fue más de sensaciones y esperanzas que de propuestas. Mientras Francisco Labastida, el gris candidato priista, hablaba de polos de desarrollo y cosas por el estilo, Fox era identificado por el “¡Hoy, hoy, hoy!” y por el “México ya”, que pintaban un cambio inmediato, sobre todo en el ánimo de la población. Sus propuestas se asemejaban a las cuentas del Gran Capitán: crecimiento de 7 por ciento anual, paz inmediata en Chiapas y fin de la corrupción. Fueron suficientes, en parte por el hartazgo hacia el PRI y en parte como castigo al “error de diciembre”, que generó una crisis económica al inicio del gobierno de Ernesto Zedillo; pero también porque eran una nueva forma de comunicación política: cosechar sobre las esperanzas de cambio.

Antes de la toma de posesión, que sería en diciembre, Fox dio señales esperanzadoras. Por una parte, vendió la idea de que su equipo no iba a ser predominantemente partidista, sino que escogería a los mejores en cada ramo; por otra, sus colaboradores armaron una iniciativa de ley para garantizar la paz en Chiapas. También logró que dos de los candidatos presidenciales perdedores, Gilberto Rincón Gallardo y Porfirio Muñoz Ledo, aceptaran colaborar de alguna manera con su gobierno.

Pero si hemos de pensar, a posteriori, en señales reveladoras, tal vez habría que escoger la anécdota de unos días antes de la elección. La noche del 29 de junio, un grupo de panistas esparció en Periférico y Viaducto los "aromas del cambio", en referencia a las promesas de su candidato. Esos aromas venían en forma líquida: fragancias mezcladas con agua. Se hizo un batidero, 16 automóviles derraparon y chocaron, y se tuvo que cerrar el Periférico por cuatro horas para limpiar el asfalto.

El gobierno de Fox no se distinguió por ser represivo y buscó el diálogo con otras fuerzas políticas. Su principal problema fue aterrizar acuerdos parlamentarios duraderos sobre los temas principales, dado que la alianza PAN-Verde no tenía mayoría en ninguna de las dos cámaras. En eso, mucho tuvo que ver el hecho de que, tras su inopinada derrota, el PRI se dividió en dos mitades prácticamente iguales, y no era sencillo negociar con ellas: si una decía que sí, la otra decía que no. El PRD, en tanto, estaba instalado en la oposición dura y fueron pocos los acercamientos.

Más tarde, junto con presuntos aciertos, no capitalizados, como el de los videoescándalos, vendrían costosos errores. Uno fue la negociación por cuotas para la recomposición del Consejo General del IFE; el nuevo resultó de mucha menor calidad técnica y política que el anterior, especialmente en la presidencia. Otro, el manejo de los terrenos de Atenco para la construcción del nuevo aeropuerto, en el que se hicieron evidentes el poco conocimiento de la realidad social y del manejo político de los ejidos de parte del gobierno panista. Finalmente, el intento de desafuero a López Obrador que, sin estar bien atado en lo político, lo único que logró fue engrandecer a nivel nacional la figura del jefe de gobierno de la capital. En ese contexto, los dislates verbales de Fox en la última parte de su gobierno sólo son la cereza del pastel.

En mi opinión, el momento clave del sexenio foxista -y tal vez del primer cuarto del siglo XXI en México- fue cuando, por razones de equilibrio fiscal, a mediados de 2001 se decidió reducir el subsidio a la leche distribuida por Liconsa y, por lo tanto, aumentar su precio. El entonces jefe de gobierno capitalino, Andrés Manuel López Obrador, aprovechó la circunstancia para contrastar la política social: el gobierno de la ciudad cubriría lo que el gobierno federal dejó de subsidiar. El efecto fue que el político tabasqueño aumentó su popularidad y subió a la palestra nacional. Luego vendrían la pensión a los adultos mayores y todo el discurso que la acompaña.

Ese momento es parte integral de una visión del gobierno de Fox, en la que la política social se supeditó siempre a una política económica centrada en el mantenimiento de los equilibrios fiscales. Al mismo tiempo, se mantuvo un desprecio evidente a las políticas comunitarias de los programas sociales de los gobiernos priistas que lo antecedieron. En salud pública, el gobierno foxista tuvo el éxito de crear el Seguro Popular, que sería más desarrollado posteriormente; en educación, la escasez de recursos públicos para los niveles medio y superior se tradujo en la proliferación de preparatorias y universidades patito, de carácter privado, que a menudo dan un sucedáneo de formación y resultan en una simulación con altos costos sociales.

El corset presupuestal autoimpuesto también tuvo efectos en la inversión pública, que se redujo en proporción del PIB respecto a sexenios anteriores y que terminó por traducirse en un crecimiento económico muy inferior al pronosticado. Aumentó el desempleo y creció el empleo eventual, informal y precario. Los salarios contractuales reales crecieron 1 por ciento en todo el sexenio, y los salarios mínimos reales, partiendo de una base muy baja, aumentaron 2.5 por ciento. En otras palabras, el grueso de la población quedó al final como estaba al principio.

Al final del sexenio, y a pesar del nulo manejo político de parte de la presidencia del Consejo del IFE en las elecciones de 2006, la democracia en México parecía asentarse. Había cierta paz social, primaba el diálogo público y varias instituciones autónomas se fortalecían. Pero ya estaban sentadas las bases para el asalto populista destinado a desnaturalizarla. Basta con revisar los datos económicos y sociales. Metas ambiciosas, promesas incumplidas, resultados desilusionantes. Desde entonces hubo alguien que, tenaz, supo cosechar de esos errores: desgraciadamente, fue para guiar al país hacia atrás. Ahora México corre, acelerado, hacia una versión recargada del viejo sistema que se creía acabado hace 25 años.


lunes, julio 07, 2025

El incandescente bat de Jonathan Aranda

 

Mexicanos en GL.  Junio 2025

Ha pasado la mitad de la temporada de MLB, y tenemos dos peloteros titulares mexicanos que batean por encima de .300. A cambio de ello, en el mes no hubo una sola apertura de parte de un pitcher mexicano. La mejor noticia ha sido la consistencia que, en un nivel muy alto, ha logrado Jonathan Aranda en su campaña de consolidación como ligamayorista. Tanto Aranda, como Andrés Muñoz y Alejandro Kirk participarán en el Juego de Estrellas. 

Como de costumbre, va un resumen de la actuación de los peloteros nacionales, clasificada de acuerdo a su desempeño en la temporada.

Jonathan Aranda no ha bajado la guardia y su bat sigue siendo muy productivo. El zurdo tijuanense, inicialista de Tampa Bay, ya batea también contra lanzadores zurdos. Lo hace con porcentajes similares que contra derechos, aunque con menos poder. Su porcentaje en junio fue de .340, con tres jonrones, cinco dobles y 14 producidas. Ningún primera base de la Liga Americana batea mejor que él, tanto en average como en OPS. Ha sido la bujía que tiene a las Rayas peleando por el campeonato divisional. Sus números, al 6 de abril: .320 de bateo (tercero en las Mayores), .879 de OPS, 10 cuadrangulares, 17 dobletes y 47 carreras producidas.

Andrés Muñoz tuvo poca acción en junio, debido sobre todo a que su equipo, los Marineros de Seattle, a la hora de necesitar un cerrador o ganaba ampliamente o iba perdiendo. Sólo lanzó 6 entradas y un tercio: consiguió dos victorias y un rescate, a cambio de una derrota (en extrainnings y por el “corredor fantasma”). Iniciando julio, tuvo dos salvamentos consecutivos. La efectividad del Plebe mochiteco ahora es de 1.06, su WHIP de 0.82, los rivales le batean un mísero .133 y ha ponchado a 45. Su récord: 3-1, con 21 partidos salvados. Merecido, que lo veamos en el Juego de Estrellas.

Isaac Paredes ha manejado durante el año una consistencia relevante. En mayo tuvo una mejoría marginal respecto a los buenos números de los primeros dos meses de campaña. El enorme jalador de pelota ha sido un pilar en la ofensiva de los Astros de Houston, que ahora lideran su división. Números del hermosillense:.257 de promedio, 18 vuelacercas, 12 dobletes, un triple, 48 producidas y OPS es un más que saludable .823.

Alejandro Kirk continuó su buena racha de bateo en junio, mes en el que bateó para .338, con OPS de .967, porque se disparó 4 jonrones. Las métricas especializadas lo colocan, además, como el catcher que mejor encuadra (el famoso framing), uno de los mejores bloqueadores y el que hace los tiros más precisos a segunda base. Es parte de la razón por la que los Azulejos de Toronto se han colado a la lucha por la postemporada. Estará en el Juego de Estrellas, como sustituto de Cal Raleigh. Batea para .301, con 7 cuadrangulares, 41 producidas y OPS muy bueno: .772.

Randy Arozarena sigue en la ruta de la mejoría con la majagua. El jardinero de los Marineros mejoró en junio su porcentaje y su slugging. El último día del mes consiguió su cuadrangular número 100 en las Mayores, y para celebrarlo se despachó con otro vuelacercas al siguiente turno. Batea para .249, .801 de OPS, con 14 jonrones, 20 dobles, 42 impulsadas y 15 bases robadas, que no son pocas.

Jarren Durán ha estado un poco a la baja, sobre todo en materia de poder. El jardinero de los Patirrojos bajo su porcentaje a .255. Lo acompaña con 6 cuadrangulares, 9 triples (con los que lidera las mayores), 44 carreras producidas y OPS de .727, con 15 bases robadas. En el fildeo, sigue haciendo grandes cosas.

Manuel Rodríguez la discreta joya en el relevo de Tampa Bay, se lesionó del antebrazo en junio, mes en el que vio acción en cuatro juegos sin permitir carrera. El Bolón tiene marca de 1-2, su PCL es un muy buen 2.05, se le embasa menos de un corredor por entrada, tiene 11 holds (ventajas sostenidas en situación de rescate) y ha pasado por los strikes a 25 rivales.

Ramón Urías jugó casi todo junio como titular en la antesala de los Orioles, un poquitín a la baja en materia ofensiva (porque en la defensa es un fuera de serie); desde finales de mes comparte la posición, Los números del sonorense en la temporada: .256, 6 jonrones, 29 empujadas y OPS de .690 

Jojo Romero es parte importante del relevo intermedio de los Cardenales. Estuvo casi intratable en junio, cuando ganó dos juegos. El zurdo trae 3-3, con .270 de limpias, 12 holds y 21 ponches.

Alek Thomas juega la mayoría de los partidos de los Diamondbacks en el jardín central. Mostró algo de poder en junio. Batea para .244, 5 jonrones, 23 remolcadas y 5 robos de base. Su OPS es de .658.

Luis Urías, fue segunda base titular de los Atléticos todo junio, y siguió su racha a la baja con el bat. A principios de julio se lesionó de la corva y fue al taller de reparaciones. En lo que va de la campaña batea para .239, con 7 jonrones, 18 producidas; su OPS cayó a .683 y tiene dos robos de base.

Rowdy Téllez fue dejado en libertad por los Marineros, con quienes cubría la primera base. Números de slugger de poco contacto: .208 de promedio, pero con 11 vuelacercas y 27 carreras producidas. Su OPS: .683. Lo poncharon 49 veces. Un titipuchal.

Alex Verdugo, tras un buen inicio ofensivo en la temporada, tuvo un par de meses cada vez más a la baja. Eso fue suficiente para que los Bravos de Atlanta le dieran las gracias. Buscará un contrato de ligas menores para regresar. Sus numeritos: .239, 12 producidas y un famélico OPS de .585.

Valente Bellozo, relevo largo de los Marlines de Miami tuvo una mala actuación en un juego contra Washington; fuera de eso lo ha hecho bien. Lleva 1 ganado, 3 perdidos, su efectividad empeoró a 3.59, pero sigue siendo decente. Tiene 34 pasados por los strikes y su WHIP ya es normal: 1.26.

Taijuan Walker no abrió juegos en junio, dedicado al bullpen. Ganó uno y perdió otro en el relevo; también tuvo un salvamento, el primero de su carrera. Su marca: 3-5, un aceptable 3.64 de efectividad, con WHIP de 1.33, un hold y 46 ponches.

Marcelo Meyer, infielder de los Medias Rojas, está demostrando tamaños con el guante y poder con el bat (pero sin mucho contacto, y menos ante los zurdos). El novato lleva estos números: 219 de promedio, .679 de OPS  4 jonrones y 8 carreras producidas.

Brennan Bernardino, relevo intermedio de Boston, tuvo un mal mes, aunque ganó un juego. Sus números: 3 ganados,2 perdidos; aumentó estrepitosamente su PCL a 3.82, subió su WHIP a 1.33. Ha recetado 29 chocolates y cuenta con dos holds.

Alan Rangel se tomó dos tacitas de café con Filadelfia durante junio. La primera, debut del hermosillense en Grandes Ligas, le supo muy amarga: desperdició un rescate, al aceptar dos carreras en tres entradas. La segunda fue todo lo contrario: un relevo largo en el que se llevó el salvamento. Inició julio en AAA. Sus numeritos: 0-0, 2.25 de efectividad, 5 ponches.

Alejandro Osuna, cubriendo suplencias en el jardín de los Rangers de Texas, ha tenido dificultades para acoplarse al pitcheo ligamayorista. .180 de promedio, un cuadrangular, 4 producidas, tres robos y OPS de .547

Omar Cruz no ha regresado de AAA. El tijuanense tiene los mismos números de abril: 4.91 de limpias y 5 ponches.

Austin Barnes firmó contrato de ligas menores con San Francisco, luego de haber sido dejado libre por los Dodgers. Números: .214, con 2 producidas y .519 de OPS.

Alan Trejo, ahora con contrato de ligas menores con Texas, en la Gran Carpa bateó para .175, con los Rockies de Colorado; una carrera producida y 2 anotadas.

César Salazar sigue calentando la madera en Houston. Ya pegó su primer hit del año, en 7 turnos oficiales. Lo curioso es que el receptor sonorense tiene una entrada lanzada sin permitir hit o carrera (en un juego de los que estaban ya decididos por paliza).   

Tirso Ornelas sigue en AAA. En su ratito en San Diego, .071, con una producida.