miércoles, junio 30, 2021

Leyendas olímpicas: Dick Fosbury

 


Cuando estaba en la preparatoria, Dick Fosbury era un buen saltador de altura, aunque no tan excepcional como para aspirar a las competencias de alto rendimiento. Pero tenía una característica que lo hacía extraordinario y lo llevaría muy alto: sabía pensar fuera del cuadro.

Un día de 1963 llegó a su escuela uno de los nuevos colchones de hule espuma que empezaban a sustituir a los montecitos de aserrín sobre los que caían saltadores de altura y de garrocha. Los estilos dominantes en el salto de altura de aquel entonces eran el rodado y el ventral, mucho más eficientes que el antiguo salto de tijera, pero que requerían de muchísima técnica. En ellos se abordaba la barra de manera que la cabeza y el torso pasaran por encima al mismo tiempo, y había que caer con los dos pies y una mano en la tierra. A Fosbury, quien apenas saltaba 1.5 metros con el método de tijeras y tenía dificultades para dominar el complejo método del rodado, se le ocurrió que ahora, con los colchones que amortiguaban el golpe, podía saltar de otra manera.

Durante los dos años siguientes fue modificando su técnica, y empezó a ir sobre la barra de espaldas, con la cabeza primero, curvando su cuerpo y haciendo una patada hacia arriba con las piernas al final del salto. Eso implicaba también caer de espaldas, por lo que los entrenadores le aconsejaron que no lo hiciera… hasta que vieron que mejoraba rápidamente sus marcas.

En la universidad, donde estudió ingeniería, Fosbury mejoró su técnica: ajustó el tipo de recorrido para hacer una parábola a la hora de saltar. Esto significaba, por un lado, que tenía que iniciar el salto más lejos de la barra, pero también que podía hacerlo a más velocidad. Sus resultados fueron suficientes para ganar un campeonato universitario y, más tarde, pasar a formar parte, por la mínima, del equipo olímpico de Estados Unidos que iría a los juegos de México 1968.

En la olimpiada mexicana, Fosbury sorprendió al mundo con el estilo de salto que llevaría su nombre -y que sólo era conocido en el cogollo del atletismo estadunidense-, y lo que era en apariencia una curiosidad novedosa, resultó en el ingrediente clave de una de las competencias más excitantes y divertidas de aquellos juegos inolvidables. Al final, el joven estudiante de ingeniería se llevó la medalla de oro, con un salto de 2.24 metros, rompiendo el récord olímpico.

Ese 2.24 sería lo máximo que saltaría Dick Fosbury en su carrera atlética. Pero, recordemos, su talento de excepción era más mental que físico. Para los siguientes Juegos, en Munich 1972, el 70% de los saltadores utilizaba la técnica que él inventó. Para la siguiente década, y desde entonces a la fecha, ha sido el estilo absolutamente dominante, por la sencilla razón de que es el más eficiente.

Fosbury revolucionó su disciplina. Hizo que el salto alcanzara nuevas alturas. Demostró la importancia de pensar fuera de los parámetros establecidos y de llevar ese pensamiento a la práctica. Eso lo convirtió en una de las leyendas olímpicas.


viernes, junio 25, 2021

Nostalgia por la aplanadora

 


Una de las características de la política es que todo mundo es más demócrata cuando está en la oposición que cuando está en el gobierno. Es algo que en México hemos llevado a extremos cada vez más evidentes.

Prueba de ello es que, aunque tenemos un sistema electoral de representación que, si bien premia a las mayorías, también deja espacio a las minorías, apenas se da la alternancia que el sistema permite, los nuevos ganadores quieren modificarlo para hacerla difícil, si no es que imposible.

El camino para intentarlo siempre ha sido el mismo: disminuir o eliminar las diputaciones o senadurías de representación proporcional: los coloquialmente llamados “plurinominales”.

Lo intentó Calderón -que incluso empezó a lanzar sondas desde el sexenio de Fox-; lo buscó Peña Nieto, un poco más tímidamente, porque quería bajar a la mitad los diputados de lista; ahora lo maneja López Obrador, de manera tajante, queriendo eliminarlos a todos.

No importa a qué partido pertenezcan. Lo que cuenta es que están en el poder y quieren que el partido se eternice en él, como el viejo PRI, por el que todos en su momento sienten una autoritaria nostalgia.

Y los argumentos siempre son los mismos. Por una parte, está la idea del ahorro, de lo mucho que se gasta con una cámara grande y dispendiosa. Por la otra, la idea -tomada estrictamente de la política priísta de hace más de medio siglo- de que los diputados de representación proporcional “no representan a nadie”, porque no ganaron ningún distrito.

El argumento del ahorro es, de plano, una vacilada, que se aprovecha del hecho de que somos una sociedad anumérica y la gente, por lo común, no tiene idea de las proporciones del gasto público. Al funcionamiento del Legislativo, con todo y sus excesos, se dedican poco más de 2 de cada mil pesos del presupuesto federal. Ahorrar en unos cuantos salarios es cosa muy menor, cuando se podría hacer mucho más -por ejemplo- en el financiamiento a los partidos políticos… por no hablar del dinero que se bota rescatando empresas irrescatables. El juego político va mucho más por el lado de atizar la envidia hacia el elevado nivel de vida de diputados y senadores, pero no se atreve a decirlo por su nombre.

El segundo argumento es todavía más endeble. Parte de un supuesto falso: que los únicos dignos de representar a la población son quienes ganan un distrito o un estado. Según esto, pueden representar porque ganaron, porque son por quienes votó la mayoría.

Así era en tiempos del ruizcortinismo. Cuando sólo existían, legalmente, el partido de la Revolución y el “partido de la reacción” (o sea, el PAN). Ya en los años cincuenta del siglo pasado, López Mateos se vio obligado a admitir cierto tipo de presencia opositora en la cámara baja, con los llamados “diputados de partido”.

Esa lógica ha trascendido por décadas, entre algunas personas con pulsiones autoritarias. No toma en cuenta que, para que el Poder Legislativo represente efectivamente a la sociedad, es necesario que refleje su composición plural, su diversidad.

De hecho, la composición ideal sería la de la proporcionalidad pura, como en algunos países europeos. Pero se sabe que esto suele provocar pulverización de los votos y dificultar la creación de coaliciones gobernantes. De ahí que en México se haya buscado un sistema mixto, con barreras a la entrada, en la idea de facilitar la gobernabilidad.

Con el avance de la democracia mexicana, además, nos encontramos con que, por un lado, el número de partidos ha crecido y, por el otro, que raros son ya los distritos, y no muchos los estados, en los que el ganador se lleva la mayoría absoluta de los votos. Lo común es haya ganado por mayoría relativa, con menos de la mitad, y ha habido casos de victorias con menos del 30% de los votos válidos. Eso hace que la idea de eliminar los “pluris” sea todavía más una jugarreta.

El resultado más común, cuando hay un sistema de representación estrictamente por mayoría relativa, es el bipartidismo igualmente estricto, acompañado a menudo por la polarización política y social. Es la creación de coaliciones en las que se ven forzados a convivir grupos sociales y formaciones ideológicas que lo principal que tienen en común su rechazo a la coalición rival.

La idea detrás de limitar o eliminar los llamados “pluris” tiene varias aristas. Por un lado, permite a la minoría más grande hacerse de una tajada de poder desproporcionada. Por otro, impulsa la formación de un bipartidismo espurio, que deja poco espacio a la negociación y al acuerdo, porque el chiste es tener la mayoría legislativa. Por un tercero, pone candados gravosísimos para cualquier nueva opción política. Finalmente, deja sin representación efectiva a una buena parte de la sociedad: crea ciudadanos de primera y de segunda clase, en ese sentido.

Lo paradójico de todo este asunto es que todas las veces que en México algún partido ha propuesto la regresión en contra de la proporcionalidad, perdió duramente en la elección sucesiva. Son cosas que pasan cuando quienes están en el poder piensan que hay una inercia que los mantendrá ahí, y no es cierto.

Esa nostalgia por la aplanadora priista de tiempos idos debe extirparse. Más nos vale asumir una pluralidad nacional que, les guste o no a quienes están en los gobiernos, llegó para quedarse.

miércoles, junio 23, 2021

Glorias olímpicas: Kaori Ichō

 


Los campeones que han ganado la misma prueba en cuatro olimpiadas consecutivas se cuentan con los dedos de una mano. Y tal vez nadie las ha ganado con tan alto grado de dominio como Kaori Ichō, la primera -y hasta ahora única- mujer en hacerlo. Sin embargo, esta enorme luchadora, aun como campeona tuvo que enfrentarse al acoso laboral que sufría por el simple hecho de ser mujer.

Japón es la gran potencia mundial en lucha femenina, y alcanzar el boleto olímpico a menudo resulta tanto o más difícil que subir al podio en los Juegos. La joven Kaori logró asistir a su primera olimpiada en Atenas 2004, no perdió un solo combate y se llevó la medalla de oro. Repitió el éxito, igualmente invicta, en Pekín 2008. Se distinguía por dos cosas: lo que un experto calificó “de manipulación del tiempo y el espacio” para encontrar las técnicas necesarias para ganar y por su enorme defensa: era casi imposible marcarle un punto en contra.

Tras su doble oro, Ichō tomó la decisión de entrenarse un tiempo en Canadá, en donde encontró una diferencia notable con Japón: la buena comunicación entre los atletas y sus entrenadores. Entonces concluyó que lo mejor sería entrenarse con los luchadores hombres, bajo la dirección de Chikara Tanabe. No sabía que le esperaba una lucha sin cuartel, contra los de pantalón largo.

Un federativo japonés, Kazuhito Sakae, consideró que la campeona estaba minando su autoridad al decidir el cambio de coach, y que no estaba bien que una mujer entrenara con hombres. Ordenó a Tanabe que la dejara de entrenar, y amenazó a ambos con correrlos. Logró impedir que Icho participara en los Juegos Asiáticos e intentó que no llegara a Londres 2012. Pero la luchadora se ganó su lugar y en Londres deshizo a todas sus rivales. Su tercera medalla de oro olímpica.

A pesar de los laureles, el hostigamiento siguió, al grado que Icho no pudo utilizar las instalaciones de la policía, donde entrenaban los hombres, previo a los Juegos de Río 2016, a pesar de que ya estaba calificada. En Río de Janeiro volvió a mostrar su superioridad, y sólo por una vez, un rato, estuvo abajo en el marcador. Fue en la final que a la postre ganaría para hacer historia olímpica.

Tras la cuarta medalla, y la conversión de Icho en un ícono del deporte japonés, apareció una carta de los luchadores hombres, dirigida al Ministerio del Deporte, para denunciar el acoso y hostigamiento de Sakae. El federativo, cobarde, al principio lo negó todo, pero las acusaciones se comprobaron. Fue despedido y -lo peor para el honor de un japonés- humillado: tuvo que pedir disculpas públicamente por la televisión.  Kaori había ganado una de las luchas más difíciles.

Ichō buscó llegar a sus quintos juegos olímpicos, en Tokio 2020, y lograr lo que nadie ha conseguido: el quinto oro consecutivo. Sin embargo, los años pesan y fue derrotada en el selectivo nacional por una compatriota. Quedan, sin embargo, un récord difícil de igualar y la satisfacción de ser la más grande luchadora olímpica de todos los tiempos.


viernes, junio 18, 2021

CDMX: la nueva geografía electoral (II)

 

Mapa de Baruch Sanginés. Mide diferencias Morena-PAN. Toma de pantalla

Mucho se habla y mucho se hablará acerca de los resultados electorales en la Ciudad de México en 2021, porque han significado la pérdida de la capital de la República como bastión del lopezobradorismo. Sin embargo, la mayor parte de las lecturas, empezando por la del Presidente y la jefa de gobierno, pero siguiendo también por las de los partidos opositores, pecan de simplismo e inmediatez.

La información electoral capitalina es tan rica que se pueden sacar conclusiones interesantes tan sólo rascándole un poco más a los datos.

Lo primero que ha salido a colación, a partir de la definición de las elecciones para alcalde, es la división entre el oriente morenista de la ciudad y el occidente aliancista. De ahí han salido memes clasistas y reconvenciones presidenciales contra la clase media que tiene universidad y no viaja en Metro.

En primer lugar, hay que decir que el voto de clase (o de estrato social) en la Ciudad de México no es ninguna novedad. Existe, al menos, desde 1988. Los porcentajes del PAN siempre se han correlacionado positivamente con el nivel de ingresos y los del FDN y PRD, negativamente. Hubo un breve interregno, en 2015, en el que el voto por Morena era prevalentemente de clase media-baja y trabajadora, pero las zonas marginadas todavía estaban en manos del PRD. Desde 2018, la correlación entre voto morenista y nivel de ingresos es negativa en todos los sectores sociales.

Dicho esto, hay que agregar que, salvo los extremos sociales, el voto no suele acercarse a la unanimidad. Hay muchos votos por Morena, aunque no la mayoría, en colonias de clase media y hay muchos votos por la oposición en colonias populares. Imaginar divisiones tajantes es negar la pluralidad de pensamiento político y equivale a suponer que hay determinismo social en el sentido del voto. La ciudad es plural en (casi) todos lados.

Pero una cosa es ver la distribución de los votos como fotografía y otra es verla a través del tiempo. De hecho, el cambio en general entre los dos bloques de partidos fue apenas de 6 puntos porcentuales. No hay un gran giro generalizado. Pero fue suficiente para cambiar, por unas décimas (46.4% vs. 46.2%) de fuerza dominante.

Mapa de @alvarommdeo. Mide subida y caída de las Alianzas respecto a 2018.

Hay alcaldías en las que bastaba un pequeño movimiento del electorado para que cambiaran de mano. A veces fue pequeño y suficiente, como Azcapotzalco. En otras fue más notable, como Miguel Hidalgo. Y hay alcaldías en las que la ventaja de Morena era tan grande en 2018 que no bastó un cambio importante en el sentido de los electores para que se diera la alternancia. Ejemplos de ello son la GAM y Tláhuac.

Hago un paréntesis en Tláhuac porque López Obrador cree que los habitantes de esa demarcación no castigaron la tragedia del Metro, porque “esas cosas pasan”. En Tláhuac, la coalición de Morena perdió 9.6% respecto a 2018: el triple que el promedio de la ciudad. Hace tres años Morena ganó la alcaldía por 30 puntos; ahora por poco más de 10.

Entonces, lo que hay qué ver es dónde se dieron las grandes ganancias aliancistas, y dónde pudo aguantar Morena. Y ahí juega sólo parcialmente el tema de los estratos sociales. La debacle morenista se da en todos lados, con dos excepciones notables: una es Iztapalapa y la otra, Venustiano Carranza, donde hubo un traspaso importante de exvotantes del PRD.

Y aún en las alcaldías donde Morena perdió influencia hay diferencias importantes. Su caída en Iztacalco y Azcapotzalco fue marginal. Tampoco la hubo, de manera relevante, en Cuajimalpa, que tenía perdida de antemano. Fue muy dura en Xochimilco, Tláhuac y Tlalpan. Y tremenda en Benito Juárez (que se hizo todavía más panista), Álvaro Obregón y Cuauhtémoc.

Ahí uno se va a topar con muchas colonias populares que defeccionaron en masa de Morena (doy un ejemplo: la colonia Bellavista, en Álvaro Obregón) pero, sobre todo, con colonias de una clase media que se había ilusionado en 2018 y ahora cambió radicalmente de bando: el caso típico sería la Roma, pero hay otras de composición social similar.

En otras palabras, el cambio en el sentido del voto fue desigual y combinado, el mapa no siempre se movió en el mismo sentido y las modificaciones en el comportamiento de los electores chilangos no están del todo dictadas por la clase social de pertenencia.

Hay, por lo tanto, que analizar otros factores. Además del elemento plebiscitario acerca del gobierno de López Obrador ¿qué tanto influyeron las candidaturas? ¿Qué tanto lo hizo la evaluación de las gestiones salientes? ¿Sirvieron de algo las campañas?

Digo esto porque el voto para diputaciones locales, en términos porcentuales absolutos, castigó a Morena mucho más que el de alcaldías. Sólo que lo hizo de manera menos diferenciada. Eso, acompañado por el hecho de que los distritos electorales no corresponden exactamente a las alcaldías, permitió que, a pesar de perder la mayoría de votos, la coalición de Morena lograra más diputaciones que la Alianza PAN-PRI-PRD. En ese sentido, la conservación de la mayoría en Donceles tiene su buena parte de espejismo.

Tal vez llevados por la inercia de la polarización que propiciaron (o asumieron), tanto los partidos aliancistas como Morena y sus gobiernos han cerrado los ojos ante la complejidad del voto capitalino y levantado muros imaginarios que les van a impedir avanzar, El primero que sea capaz de derruirlos -no debería ser tan complicado- va a ser el que pueda diseñar una mejor estrategia rumbo a 2024.

 

 

jueves, junio 17, 2021

Leyendas olímpicas: Vanderlei de Lima


Vanderlei Cordeiro de Lima pudo haber sido el primer brasileño en ganar la carrera de maratón en Juegos Olímpicos. Pero el destino quiso otra cosa. Quiso que fuera recordado más allá de su país, más allá de las medallas y por algo más que su capacidad atlética.

De Lima, como todo brasileño, quería ser futbolista, pero resultó que era mucho mejor corriendo que como lateral derecho. Ganó el primer maratón en el que compitió, donde supuestamente trabajaría de liebre para otro atleta. Pronto fue haciendo carrera y prestigio como fondista. Ganó dos veces la maratón de Tokio y fue dos veces campeón panamericano, de la mano del entrenador que lo descubrió. Participó en las olimpiadas de Atlanta y de Sydney, pero con resultados muy desilusionantes: fue 47° en 1996, agobiado por las colinas de Georgia, y en Australia le fue peor, porque se le hincharon los pies: quedó en el lugar 75.

Sin embargo, para Atenas 2004, el recorrido más clásico, sus esperanzas eran muchas. Se acababa de coronar en los Panamericanos de Santo Domingo bajo un calor infernal y había derrotado en el medio maratón al favorito, el keniano Paul Tergat. Tenía clara la estrategia de despegarse relativamente temprano, aguantar la subida del kilómetro 30 y luego lanzarse con fuerza hacia el final.

Todo iba funcionando bien. De Lima sintió que los demás competidores se habían equivocado, creyendo que su fuga tempranera, en el kilómetro 20, estaba destinada al fracaso. Llegó a llevarle 50 segundos a sus perseguidores, ventaja destinada a disminuir un poco tras la subida. Iba concentrado y cómodo en el kilómetro 36 cuando un loco, un exsacerdote irlandés que quería llamar la atención y anunciar el fin del mundo se interpuso en su camino, lo empujó y lo sacó del camino. De Lima hizo una mueca de dolor y profunda frustración. Uno de los momentos más dramáticos y absurdos en la historia del atletismo olímpico.

Afortunadamente, uno de los aficionados griegos que presenciaba la carrera golpeó al agresor delirante y liberó a De Lima. Pero todo había cambiado. Hubo una explosión de adrenalina en el desesperado atleta, que tuvo que superar el shock nervioso. Continuó su paso, pero ya no tenía la misma velocidad, la misma concentración. Fue superado por un italiano y un representante de Estados Unidos. Con trabajos terminó en tercer lugar, pero lo hizo mostrando una gran sonrisa de satisfacción en la recta final. Había tomado con donaire la desgraciada circunstancia y estaría en el podio.

Al final de los Juegos, el COI le otorgó a De Lima la medalla Pierre de Coubertin por su espíritu deportivo. El maratonista regresó a Brasil como héroe, como campeón sin corona. Al año siguiente, en un programa de televisión, el volibolista de playa Emanuel Rego quiso regalarle su propia medalla de oro ateniense a De Lima, pero éste se negó. “Estoy contento con la mía”, contestó, “es de bronce, pero para mí significa oro”.

Efectivamente, la medalla fue de bronce, pero esa carrera y esa actitud colocaron a Vanderlei Cordeiro de Lima entre las leyendas de los Juegos Olímpicos Modernos.  

jueves, junio 10, 2021

La nueva geografía electoral (I)


 

Los mexicanos acudieron a votar. Los votos contaron y se contaron. Una nueva geografía política emerge en el país, dando cuenta de la voluntad ciudadana.

Hay que entender que la voluntad ciudadana es un resultado colectivo, diferente al de cada persona en particular y distinta, incluso, de la suma de las voluntades individuales. Este 6 de junio esa voluntad colectiva se expresó y dijo, fundamentalmente, dos cosas: el cambio debe continuar, pero debe ser acotado: requiere de riendas.

La expresión es muy clara a la hora de ver la conformación de la Cámara de Diputados para la próxima legislatura. Morena requerirá de sus dos aliados para obtener la mayoría simple -y uno imagina a los parásitos verdes cobrando caro- y necesitará negociar con la oposición para cualquier decisión que tenga qué ver con cambios a la Constitución. La carta magna queda protegida de cualquier posibilidad de transformación a partir de la mera consigna desde Palacio.

Una cosa es la expresión general y otra, que llama la atención, es cómo ésta tiene una nueva subdivisión por regiones y por estratos sociales. Queda claro que Morena pierde terreno en las ciudades grandes y medias, y avanza en las pequeñas y en el campo. Al mismo tiempo, se ha creado una suerte de corredor de oposición que va desde el occidente de la Ciudad de México hasta Chihuahua y Nuevo León, pasando por el Bajío y el centro-occidente del país. En tanto, se confirma el arrastre de Morena en el noroeste, el Golfo y el sur-suroeste, que incluye el oriente de la Zona Metropolitana del Valle de México.

Precisamente en la ZMVM es donde se expresa de manera más nítida el otro elemento que llama la atención de estas elecciones. Sectores medios y de trabajadores del sector formal abandonan a Morena, desilusionados por la retórica de confrontación, los recortes al gasto y el nulo apoyo durante la pandemia. Mientras tanto, grupos sociales marginados, que antes eran clientela de otros partidos -básicamente, del PRI- ahora abrazan al partido en el poder. Tal vez el caso más emblemático sea Chimalhuacán, otrora feudo de Antorcha Campesina.

El cambio en la metrópolis capitalina no puede verse en blanco y negro. Por un lado, muchas alcaldías y municipios pasaron de los guindas a la alianza multipartidista; por el otro, Morena mantiene la mayoría en el legislativo de Ciudad de México y consolida lo que antes fue conocido como el “corredor amarillo” de la periferia mexiquense de la ciudad.

Hay que entender, aquí, que el electorado chilango es reconocido internacionalmente, como uno de los más sofisticados. Campeones del voto cruzado. Así, el duro castigo territorial -que algunas malas gestiones y otras peores candidaturas ayudaron a consolidar- fue acompañado de un castigo menor para el manejo de la ciudad, sólo parcialmente explicable por la diferente distribución territorial de distritos locales y alcaldías.

El problema es que hay resistencias a leer estos resultados, que hablan también de que el electorado distingue entre las partes de Morena, y todos preferirán verlo, a la fácil, como un supuesto corrimiento de los ciudadanos a la derecha o como resultado de un complot de los medios poco afines a López Obrador. El corrimiento, si acaso lo hay, es mínimo, porque se quiso hacer una suerte de elección plebiscitaria. Y el complot, inexistente.

Típicamente, el PAN y el PRI también están empezando a leer mal los resultados. Emocionados porque Morena no llegó a algo que era improbable desde el principio -que es la mayoría calificada- y por la pérdida para Morena del bastión capitalino, nublan la vista hacia la fila de descalabros en casi todos los estados donde hubo elecciones para gobernador (el PAN al menos cuenta con la victoria arrasadora de Kuri en Querétaro y la de Campos en Chihuahua, a pesar de su gobernador; el PRI se quedó sin nada). La nublan, también, hacia la pérdida de influencia en el noroeste del país y el hecho de que Nuevo León se les haya vuelto a escapar. Más importante aún: sus porcentajes en la elección de diputados federales son apenas 1.1% superiores a las de 2018, a pesar de todos los tropiezos de AMLO y Morena.  

En particular, es pensable que la lectura predominante del PAN sea similar a la de 2006, pensando que sus victorias son propias, y no resultado -más bien- del rechazo a López Obrador. Los resultados de ese mal análisis de 2006 los vimos en 2012, cuando perdieron la Presidencia. De igual forma, el PRI puede creer que está volviendo a nacer, como el ave fénix: tendrá que analizar de dónde vienen sus fortalezas, que son muy pocas. Igualmente, está apenas 1.8% arriba que hace tres años, con el agregado de que, ahí donde hubo un candidato a la gubernatura apoyado por el PRI, perdió, sin excepción.

La apuesta de Movimiento Ciudadano de ir en solitario le salvó la vida. Pensemos que el PRD con trabajos mantuvo el registro y unas cuantas posiciones. El partido naranja como socio menor probablemente lo hubiera perdido. Pero, aunque fue el partido que más creció respecto a 2018, tampoco MC tuvo los resultados esperados. Avanzó en la capital, pero no pudo superar al partido del sol azteca, con todo y su declive. En Jalisco tuvo victorias, sobre todo a nivel local, pero también pagó facturas por el desgaste natural del gobierno estatal. Creció en un par de estados chicos. Y se llevó la perla de la corona con el estado de Nuevo León y la ciudad de Monterrey. Ahora gobierna en las dos ciudades más grandes, fuera de la capital. Lo curioso es que en Nuevo León no ganó un solo distrito de mayoría, y Samuel García tendrá que negociar con un congreso donde su partido casi no pinta.

A los reacomodos regionales y sociales, corresponderán otros en el terreno político. Tanto dentro de cada partido, como en la relación entre unos y otros. Y eso redefinirá el rumbo a 2024. Lo importante ahora es que, a final de cuentas, lo que gane sea la política colectiva, por encima de la voluntad individual.   

   


viernes, junio 04, 2021

Glorias olímpicas: László Papp

 


Tuvo largos años de imbatibilidad en la época clásica del boxeo, fue el primer triple campeón olímpico en la especialidad, brincó una barrera políticamente improbable y su vida se enlazó con la de su país, Hungría, del cual terminó por convertirse en un símbolo nacional. De no haber sido contemporáneo de Sugar Ray Robinson, pocos dudarían que, en su momento, fue el mejor libra por libra, tanto entre amateurs como entre profesionales.  Es László Papp.

Papp era empleado en una oficina de ferrocarriles en Budapest, aunque dedicaba gran tiempo a la práctica del boxeo. Como pugilista, el zurdo poseía un estilo particular y, sobre todo, un gran punch. Dicen las crónicas que sus movimientos en el ring eran excelentes y que el gancho era su golpe más letal. En los viejos videos se aprecian unos volados demoledores.

Sus primeros Juegos Olímpicos fueron los de Londres 1948, donde compitió en peso medio. En ellos, noqueó a sus primeros tres rivales, para ganar por decisión unánime la semifinal y la final. En Helsinki 1952, ya como medio-ligero, noqueó a la esperanza estadunidense en su primer combate, luego al canadiense, y venció ampliamente en sus otros tres duelos.

La tercera cita olímpica del bicampeón fue especial. Apenas un mes antes de la inauguración de los juegos de Melbourne 1956, las tropas soviéticas habían aplastado a sangre y fuego una rebelión popular en contra del autoritarismo del gobierno y la injerencia de la URSS. En sus peleas, Papp siempre tuvo consigo una enorme porra de refugiados húngaros en Australia: en ese torneo, como siempre, el húngaro noqueó a sus primeros rivales, para ganar ampliamente la final al estadunidense José Torres, quien posteriormente sería campeón mundial.

Mientras algunos de los atletas de la delegación magyar en Melbourne, decidieron no regresar a su país, Papp lo hizo en calidad de ídolo. Al llegar, hizo una declaración inusual: quería convertirse en profesional, a los 31 años de edad. Esa fue su forma de decir que había que cambiar las cosas. Más inusual fue que el gobierno húngaro se lo permitiera.

Tras entrenarse duramente para acoplarse a la diferencia que hay entre pelear tres rounds y 10 o 15, Papp debutó en Alemania. Su carrera profesional fue tan fulgurante como la olímpica: victoria tras victoria, nocaut tras nocaut. Se convirtió en campeón de Europa y defendió con éxito su título en seis ocasiones. A los 38 años se declaró listo para enfrentar al campeón mundial, coronarse y entonces retirarse del boxeo.

El campeón mundial de entonces era el estadunidense Joey Giardello, y se especulaba que sería presa fácil del húngaro. Pero en Budapest les dio miedo la posibilidad de que Papp perdiera lo invicto ante el enemigo ideológico y decidieron retirarle el pasaporte a su peleador, truncándole su carrera. Se volvió entrenador del equipo olímpico de Hungría.

Salvo en sus primerísimos inicios László Papp no admitió derrota en su paso de más de 300 peleas como boxeador amateur, se llevó tres laureles olímpicos; tampoco perdió como profesional. La única fuerza que pudo cortar su marcha triunfal fue la de la gris burocracia de Europa del Este. Fue un púgil irrepetible con una historia irrepetible.

martes, junio 01, 2021

La gorra de Gallegos y el control de Urías

 


Mexicanos en GL.  Mayo 2021 

Empieza a tomar forma la temporada 2021 en Grandes Ligas. Como siempre, con sorpresas y decepciones. También con algunas anécdotas, como cuando el umpire Joe West, tal vez para festejar que rompió el récord de más partidos en el oficio, le confiscó la gorra al lanzador mexicano Giovanny Gallegos. El argumento: que tenía una sustancia extraña. Gallegos alegó que era bloqueador solar, pero la cachucha fue enviada para un análisis químico. A partir del incidente, los más nerds dentro de la sabermetría hicieron una investigación sobre el índice de rotación de los lanzamientos de Gallegos, antes y después de la gorra. Resultó que la diferencia es marginal…  equivalente a la que sucede cuando se le unta bloqueador solar (que no es una sustancia prohibida) a la pelota. Y la efectividad del mexicano ha sido la misma con y sin la famosa cachucha.

El otro dato del mes fue la seguidilla de salidas de calidad (6 innings lanzados o más, 3 carreras limpias o menos) de parte de Julio Urías, en donde lo más impresionante fue el control de sus pitcheos. Hacia el final de mayo, Urías estaba sólo detrás del superestrella Jacob deGrom en bases por bolas otorgadas por cada 9 entradas lanzadas y en la relación entre ponches recetados y pasaportes regalados. A pesar de una pésima salida al final del mes, está en tercero y cuarto lugar respectivamente, entre todos los lanzadores de Grandes Ligas.  

Aquí el balance del contingente nacional en el mes, ordenado de acuerdo con el desempeño de cada uno en la temporada (como siempre, incluimos a los paisanos que han jugado representando a México en el Clásico Mundial o en otro torneo de primer nivel) 

Julio Urías, hasta antes de su última salida en mayo, había tenido un mes magnífico, con cuatro aperturas de calidad, en las que había hecho a sus rivales abanicar la brisa como ningún otro lanzador en la Gran Carpa. En 33 entradas sólo había entregado una base por bolas. Ganó esas cuatro aperturas, y perdió otra, que no fue tan buena. Luego tuvo la peor actuación de su carrera, en la que los Gigantes le distribuyeron 11 hits, la mayoría de ellos cuando estaban en cuenta de dos strikes. En el año lleva: 6 aperturas de calidad, 7-2 en ganados y perdidos, 3.61 carreras limpias admitidas por cada 9 entradas lanzadas y 75 ponches.

Alex Verdugo pasó por un mini slump de bateo a mediados de mes, pero lo logró superar. Sigue siendo pieza clave en la sorprendente campaña de los Medias Rojas, tanto con el bate como con el guante. En mayo bateó para .275 con 4 jonrones y 11 carreras impulsadas. Sus números del año: .287 de porcentaje, 7 jonrones, 24 carreras producidas, 32 anotadas y 3 robos de base.

Giovanny Gallegos, más allá del lío de la gorra, estuvo en mayo todavía mejor de lo que había demostrado en abril. El preparador de cierre de los Cardenales de San Luis tiene en el año 2-1, 2.03 de limpias, un juego salvado, 11 holds (ventajas sostenidas en situación de salvamento), y 37 ponches.  

José Urquidy apuntaba a tener un mayo todavía mejor que el de Julio Urías. El mazatleco de los Astros tuvo sendas salidas de calidad con sus respectivas victorias para empezar el mes. Iba viento en popa en la tercera, cuando notaron que la velocidad de sus lanzamientos disminuyó notablemente y lo sacaron del juego para revisarlo: una inflamación del hombro que lo tuvo inactivo por un par de semanas. A fin de mes regresó, y lo hizo por sus fueros, con una excelente actuación. En lo que va de la temporada tiene 5 aperturas de calidad, marca de 4-2 en ganados y perdidos, 3.02 de carreras limpias y 42 rivales pasados por los strikes.

Víctor González está bien consolidado como uno de los preparadores de cierre de los Dodgers de Los Ángeles. El zurdo nayarita tuvo un muy buen mayo, en el que trabajó en bastantes juegos, de los cuales ganó dos (uno en realidad fue rapiñado, porque fue la única vez que le pegaron duro, pero los Dodgers le dieron la vuelta al juego inmediatamente después). González encabeza las Mayores con 13 holds, tiene efectividad de 2.41, un juego salvado y 18 chocolates recetados.

Luis Urías recibió una noticia preocupante a mediados de mes. Los Cerveceros se hicieron de los servicios de Willy Adames, hasta entonces parador en corto de Tampa. Eso significaba que su titularidad y hasta su lugar en el róster estaban en juego. Pero el de Magdalena de Kino ha respondido, sobre todo con el madero. Ahora se turna entre el short, la tercera y la segunda, pero juega casi todos los días. Si se adapta a la tercera base, quien deberá preocuparse es Travis Shaw. Los números a la ofensiva de Urías en mayo fueron menos despreciables que en abril. En la campaña lleva .221, 5 cuadrangulares, 23 producidas y dos robos de base.

Luis Cessa no brilló en mayo, en su tarea de relevista largo en situaciones no comprometidas, para los Yanquis de Nueva York. En el mes le anotaron 6.14 carreras limpias por cada 9 entradas lanzadas y dio más bases por bolas que ponches. Los numeritos del veracruzano:  0-0, 3.15 de ERA y 21 sopas de pichón.

Joakim Soria salió de la lista de lesionados en la que estuvo casi todo abril y tardó un ratito en volver a agarrar ritmo. Lo malo es que lo hizo en medio de una racha horrible de los Diamondbacks de Arizona. Apunta a ser el cerrador del equipo, porque todo el bullpen es un desastre. En el año: 0-0. 4.00 de efectividad, 2 holds y 6 ponchados.,

Oliver Pérez, tras ser dejado en libertad por los Indios de Cleveland, se contrató en la Liga Mexicana de Beisbol. El veterano sinaloense deja marca, en la que posiblemente sea su última temporada en MLB, de 0-1, 0.00 de carreras limpias y 4 ponches, habiendo lanzado menos de 4 entradas.

Alejandro Kirk estaba enrachadísimo con el bat cuando, persiguiendo un faul, se lesionó la cadera. Desde los primeros días de mayo está en la lista de lesionados. El robusto receptor tijuanense de los Azulejos lleva en el año 3 cuadrangulares, 8 producidas, 6 anotadas y .225 de porcentaje

Sergio Romo ha estado inconsistente en el bullpen de los Atléticos de Oakland, pero le fue mucho mejor en mayo que en abril. El Mechón tiene 4 holds, 6.50 de PCL y 17 ponches.

Ramón Urías perdió la carrera por la titularidad en las paradas cortas y, a los pocos días, los tristes Orioles de Baltimore lo enviaron a sucursal AAA, para traerse a otro relevista a ser apaleado. El hermano mayor de Luis había mejorado sus números de abril, pero la suma no da para presumir: .226 de promedio, con un palo de vuelta entera y 6 carreras impulsadas. Es previsible que le toque pasar varias veces por la puerta giratoria entre las Mayores y AAA a lo largo del año.