lunes, septiembre 30, 2019

El taponero máximo


Mexicanos en GL.  2019

Terminó la temporada regular en Grandes Ligas. En ella se reconfirma el cambio generacional de los peloteros mexicanos. Ya no estuvieron los abridores conocidos, o pasaron sólo por un rato, y llegaron nuevos rostros. Algunos se consolidarán. La noticia más relevante ha sido que, por primera vez desde 2014, cuando Adrián González fue líder en carreras producidas en la Liga Nacional, un pelotero mexicano encabeza un departamento relevante en la estadística beisbolera. El sinaloense Roberto Osuna, de los Astros de Houston, fue el jugador de la Liga Americana con más salvamentos.

Aquí el balance del contingente nacional en el año, ordenado de acuerdo con el desempeño de cada uno en la temporada (como siempre, incluimos a los paisanos que han jugado con México en el Clásico Mundial) 

Roberto Osuna tuvo un excelente septiembre para cerrar una muy buena temporada. En el mes, ganó un juego, salvó 7 y su efectividad (carreras limpias admitidas por cada nueve entradas lanzadas) fue de 0.79. Difícilmente se puede pedir algo mejor. En el año tuvo un bachecito o dos, pero en general estuvo muy efectivo. Llegó a 150 salvamentos en su carrera ligamayorista; es el más joven en hacerlo (de hecho, 6 años más joven que Mariano Rivera cuando llegó a ese umbral). Su desempeño será clave en la postemporada de los Astros. En la campaña acumuló marca de 4 ganados contra 3 perdidos, los 38 juegos salvados con los que encabezó la Liga Americana (su récord personal es 39), 6 rescates desperdiciados y 73 ponches. En promedio, se le embasó por hit o pasaporte menos de un bateador por entrada: su WHIP fue de 0.88. Sin duda, el mexicano más destacado.

Giovanny Gallegos tuvo un gran año, aunque no lo cerró de la mejor manera, ya que en septiembre perdió un juego y desperdició tres salvamentos, a cambio de un rescate. En la temporada se consolidó como preparador de cierre de los Cardenales de San Luis, que lo necesitarán en postemporada. En el año, el obregonense tuvo  3-2, 2.31 de efectividad, 19 holds (ventajas sostenidas en situación de rescate) y 93 ponches.  Desperdició tres rescates –todos en septiembre- y se le embasan 0.81 bateadores por entrada.

Julio Urías pudo haber tenido una temporada histórica, pero un error personal le costó una suspensión por 15 partidos. El zurdo de los Dodgers abrió juegos, participó en relevo intermedio e incluso sirvió como cerrador en algunas ocasiones. Siempre mostró personalidad en el montículo. En septiembre vio menos acción de la que se esperaba. Su temporada regular: 4 ganados 3 perdidos, 2.49 de efectividad, cuatro salvamentos (un desperdicio), 5 holds  y 85 pasados por los strikes.

Sergio Romo tuvo algunos problemas para colocarse a principio de temporada. Recaló en los Marlines de Miami, donde acabó llevándose el puesto de cerrador; de ahí recaló a los sorprendentes Mellizos de Minnesota, donde fue, esencialmente, preparador de cierre, a veces llegando a cerrar juegos, cosa que ya no hizo el último mes. En el año, con Marlins y Twins, el Mechón acumuló marca de 2-1, 20 salvamentos (tres desperdicios), 17 holds,  3.43 de efectividad y 60 ponches. Su gran experiencia de postemporada será muy importante para Minnesota en octubre.

Joakim Soria estuvo irregular a lo largo del año, pero filoso en septiembre (con un PCL de 1.04 en el mes, en el que también ganó un juego). En la temporada: 2-4, un juego salvado (sigue siendo el máximo taponero mexicano de la historia), 21 holds, 5 rescates desperdiciados, 4.30 de limpias y 79 ponchados. A ver si ahora le va mejor en postemporada, con Oakland, al derecho de Monclova.

Oliver Pérez estuvo muy bien casi todo el año, pero en septiembre, junto con el resto de la tribu de Cleveland, se vino abajo. El especialista zurdo tuvo un mes bastante feo, con dos derrotas, un juego salvado y un horrible PCL de 11.12. Esto derivó en que sus números del año, que eran muy buenos, dieran un pasito hacia la mediocridad. En  2019: 2-3, 22 holds, 4 desperdicios, un salvado, 3.98 de efectividad y 48 ponches en 40 entradas lanzadas. El año próximo, Óliver puede convertirse en el pelotero mexicano con más temporadas jugadas en Grandes Ligas (por el momento está empatado en primer lugar con Fernando Valenzuela y Juan de Dios Castro, con 17 campañas).

Alex Verdugo se ganó, con el bate, el guante y el brazo, la titularidad en el jardín de los poderosos Dodgers de Los Ángeles, pero problemas en la pierna y en la espalda lo mandaron a la lista de lesionados por más de mes y medio. En el año de .294, 12 cuadrangulares, 44  impulsadas y 4 robos de base, además de varias muestras de un brazo poderoso y certero. Si se recupera, y los Dodgers pasan el primer escollo, tal vez juegue la Serie de Campeonato.

José Urquidy es uno de los debutantes mexicanos. El mazatleco participó el 11 partidos, de los cuales 7 fueron salidas (3 aperturas de calidad: 6 entradas o más, y 3 carreras limpias recibidas o menos). En septiembre lanzó una pequeña joya, con una blanqueada en 6 entradas, y sólo admitió 3 carreras en 18 innings de labor. El bajo nivel de Wade Miley puede que le permita colarse al roster postemporada de los Astros. En el año: 2-1, 3.95 de limpias y 40 chocolates obsequiados.

Andrés Muñoz fue en septiembre el reverso de Urquidy. Tras debutar como ligamayorista y colocarse como relevista importante de  los Padres de San Diego, tuvo una baja de juego, ligada a un tirón en el hombro. El velocista de Los Mochis tuvo marca 1 ganado, 1 perdido, el primer salvamento de su carrera y 5 holds en un agosto muy activo. En la temporada: 1-1, 8 holds,  un salvado, un desperdicio y 3.91de PCL. Ponchó a 30 en 23 entradas.

Luis Cessa  tuvo en 2019 el mejor año de su corta carrera. A pesar de que los Yanquis lo usaron esencialmente para trapear innings (lanzar en situaciones con gran diferencia de carreraje), por lo general lo hizo muy bien. Sin embargo cerró el año aceptando 4 carreras de Texas sacando apenas un out. Eso le afeó unos numeritos que venían muy bien. En el año: 2-1, 4 holds, 75 sopas de pichón recetadas, un salvado y 4.11 de PCL. Ayudará a los Bombarderos del Bronx en la postemporada.

Luis Urías  ya fue titular de la segunda base de San Diego durante septiembre. Le costó trabajo adaptarse al pitcheo ligamayorista, pero al menos al final encontró ritmo. En septiembre bateó para .289, con dos cuadrangulares y 10 producidas. Eso le permitió terminar la temporada (apenas) por encima de la Línea Mendoza: .223, con 4 jonrones y 24 producidas.

Víctor Arano sólo pitcheó en abril antes de caer a la lista de lesionados. El prometedor veracruzano tuvo 1-0, PCL de 3.86 y 7 ponches.

Gerardo Reyes pasó por la típica puerta giratoria entre AAA y el equipo grande de los Padres. Sus actuaciones fueron de lo más disparejas. En términos de efectividad, septiembre fue el mejor mes de este relevista tamaulipeco, con 1.80 de limpias en 15 innings pichados, aunque no ganó ningún juego, como cuando lanzaba mal. Sus números: 4-0 en ganados y perdidos, un hold, un rescate echado a perder y 38 ponches, pero PCL de 7.62

Héctor Velázquez tuvo un año malo, como el resto del staff de pitcheo de los Medias Rojas de Boston. Estuvo a ratos en AAA. Su  récord: 1-4, 5.43 de limpias, 49 chocolates, un hold y un salvamento tirado.

Manny Bañuelos, o la historia de la estrella que no fue. Otrora la máxima promesa de las sucursales yanquis, ha jugado a cuentagotas en las Mayores, debido a las lesiones. Tras un flojo inicio y un tiempo en la lista de lesionados, el duranguense regresó al róster de los Medias Blancas en septiembre, con suerte desigual. Terminó con 3-4, 6.93 de efectividad y 44 ponches recetados.

Marco Estrada llevaba 0-2 con 6.85 de limpias y 8 ponches cuando fue enviado a la lista de lesionados por un problema lumbar. Los Atléticos consideraron que no les iba a servir en su lucha por la postemporada, así que le dieron las gracias. Como fue su tercer año a la baja, es posible que este haya sido su último año en Grandes Ligas. .


Fernando Salas. El veterano relevista sólo lanzó 2.2 entradas para los Phillies: 6.75 de PCL y 3 ponches.

viernes, septiembre 27, 2019

El equívoco juego de espejos

Salmerón y García Sada


Al día siguiente de la aprobación de la contrarreforma en materia educativa, las redes sociales se llenaron de críticas, pero no contra el retroceso político y social que conlleva lo aprobado por los diputados, sino contra un adjetivo en una publicación de la página personal de Pedro Salmerón, entonces director del INEHRM (Instituto Nacional de Estudios Históricos sobre las Revoluciones Mexicanas).

Comentando la efeméride del asesinato, en 1973, del empresario Eugenio Garza Sada, por parte de un comando de la Liga Comunista 23 de septiembre, Salmerón –tras hablar de las contribuciones de Garza Sada a la sociedad mexicana- tuvo el mal tino o el lapsus de llamar “valientes jóvenes” a los guerrilleros. El diario Reforma se agarró de ahí, se olvidó del contexto de la nota y acusó no tan veladamente a Salmerón de hacer apología de unos secuestradores y asesinos.

De manera significativa, ése y no el tema educativo, terminó siendo el asunto favorito que tocaron en Twitter y Facebook quienes pretender ser líderes de opinión de la oposición “liberal” al gobierno de López Obrador. Y en el camino elaboraron un menjurje ideológico e histórico, revolviéndolo todo.

La intención, crear un juego de espejos equívoco entre la situación de aquellos años y la actual. Jugar con la imagen distorsionada (por ellos) que se tiene de Luis Echeverría, acomunarlo con López Obrador. Jugar con la patraña de que los guerrilleros le hicieron el trabajo sucio a Echeverría. Jugar con el anticomunismo pedestre y con la idea de que un empresario de extrema derecha era la verdadera oposición a aquel gobierno priista. Jugar, sobre todo, con la idea de que la única oposición posible es la de corte estrictamente pro-empresarial.

Por eso es importante conocer el contexto de aquellos hechos dramáticos de 1973, que significaron en su momento un macabro juego de poder entre el gobierno y un fuerte grupo de empresarios regiomontanos.
Después de la represión al movimiento estudiantil de 1968, algunos jóvenes radicalizados consideraron que era imposible el cambio pacífico en México, y optaron por la vía de las armas. Era una estupidez destinada al fracaso. Surgieron distintos grupos, rurales pero sobre todo urbanos, que armados de un marxismo de baja estofa y mucha audacia, realizaron distintas acciones ilegales, en el sueño guajiro de que generarían conciencia y levantarían al pueblo.

Algunos de esos grupos sentaron sus reales en Monterrey, por varias razones. Había una numerosa clase obrera, el sindicalismo dominante era blanco (ni siquiera de la CTM) y los principales industriales tenían una actitud política contraria a los gobiernos priistas, ya que estaban en contra de cualquier intervención del Estado en la economía.

Garza Sada era la cabeza visible del Grupo Monterrey. Además de gran emprendedor, fundó el ITESM, al que controlaba ideológicamente al grado que, en los años 70, decidió expulsar a los jesuitas que ahí enseñaban, por considerarlos demasiado progresistas. La prensa proclive a estos empresarios los acusó de ser “los nuevos Marcuse” y de querer convertir al Tec en un nuevo Berkeley.

En ese contexto se da el intento fallido de secuestro y el asesinato de parte de los exaltados.

Lo relevante viene después: los empresarios acusaron al presidente Echeverría de crear las condiciones para el ataque. El Presidente  fue objeto de escarnio, abucheos y reproches durante el funeral de Garza Sada. Su retórica tercermundista, le dijeron, había permitido el desarrollo de “ideologías negativas”, fomentado el odio y la división entre las clases sociales, y ayudado a la promoción del marxismo. (En otras palabras, no hay nada nuevo bajo el sol).

Lo cierto es que durante el gobierno de Echeverría, los grupos guerrilleros fueron constantemente reprimidos, normalmente de manera extralegal. La historia de la “guerra sucia” que se desarrolló en aquellos años todavía no termina de contarse, pero la tortura, las desapariciones forzadas y las ejecuciones eran moneda común.

A partir de ahí, los empresarios regiomontanos se volvieron muy activos en la política, y se convirtieron en la principal oposición a Echeverría. Lo acusaban de izquierdista, aunque el problema central era que favorecía a otros empresarios, del centro del país. Los puntos de vista extremos que tenían los regiomontanos en materia económica y social, y los rumores de la época, hicieron que algunos intelectuales tibios de entonces, encabezados por Fernando Benítez, dijeran que la opción era “O Echeverría o el fascismo”. Algo así como la Trampa 22.

Todo este contexto nos dice que las cosas no estaban en blanco y negro. Que el comando de la Liga 23-S tuvo a mal actuar en medio de una situación de tensión entre empresarios y gobierno, y que el resultado final fue, por un lado, la represión total para ellos y, por el otro, el desarrollo de un grupo activo de empresarios, dispuestos a entrar en una disputa por la nación, sobre todo en materia de conducción económica. De esta disputa, tras moderar algunos de sus puntos de vista, salieron ganando.

De ahí la importancia estratégica de inflar el asunto de Salmerón. El historiador, sin querer, pegó en un lugar muy sensible, dio pie a una contraofensiva que revela dónde están realmente corazones e intenciones, y al final fue obligado a renunciar.

Las cúpulas empresariales más militantes están de plácemes con la cabeza que rodó, a pesar de que se tratara de un funcionario menor. Se llevaron a una parte de la opinión pública de paseo. Eso nos dice, también, hacia donde quieren llevar a la oposición al lopezobradorismo. Por eso la educación pasó a segundo plano en el debate (ni modo, se amolaron los niños oaxaqueños y al cabo ahí están las escuelas privadas).

Jugando con los símiles entre las épocas, es momento de recordar a un hombre que, en los difíciles años 70, fue claro en llamar a la construcción de una oposición política de izquierda por la vía pacífica y en condenar abiertamente las intentonas guerrilleras. Al mismo tiempo no sucumbió al canto de sirenas de “Echeverría o el fascismo”. La posición de Heberto Castillo en esos tiempos fue su mayor contribución a la democracia mexicana, mucho más importante que lo que hizo en los años siguientes.

Algo así es lo que necesitamos, y no irnos con la finta del equívoco juego de espejos.

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Post scriptum (tras la publicación en Crónica, el 24 de septiembre de 2019):
1. Raúl Trejo me hizo ver que la frase-consigna de los intelectuales echeverriístas "O Echeverría o el Fascismo" es anterior al asesinato de Garza Sada.
2. Él y varios otros compañeros subrayaron que no sólo Heberto Castillo estaba, desde la izquierda, en contra de la vía armada. Desde el PCM en proceso de reforma interna, hasta Punto Crítico, e incluso las organizaciones trotskistas condenaron el aventurerismo de los guerrilleros, y varios sufrieron amenazas de muerte de parte de los exaltados de la Liga 23-S. Mi intención es poner a Heberto de ejemplo visible (y en esos años era la figura más visible); sin duda no era el único.
3. Con la escritura de este texto me di cuenta de por qué ingresé al PMT en 1978. En este blog se puede leer esa parte de mi historia (en "Biopics", sobre todo la parte de mi estancia en Sinaloa), que acabó en un desencuentro total con el ingeniero Castillo.
4. La derecha se envalentonó con la defenestración de Salmerón. La ocurrencia estúpida del congreso de Nuevo León de declararlo persona non grata (junto con Gerardo Fernández Noroña) y el despropósito de otorgar post-mortem la medalla Belisario Domínguez a Eugenio Garza Sada son sólo síntomas.
5. Ese envalentonamiento y su avance en la pretensión de hegemonizar a la oposición mexicana me parece que pesan más que el otro hecho, el que la caída de Salmerón haya debilitado al grupo más ultra dentro de Morena. El saldo neto es negativo.
6. Brincos diera el Tec por ser Berkeley. De acuerdo con el Center for World University Rankings, la Universidad de California en Berkeley ocupa el número 6 entre las mejores del mundo; el Tec de Monterrey no aparece entre las primeras mil. En la medición más amable que encontré para el ITESM, la de QS University Rankings, Berkeley ocupa el lugar 15 y el Tec de Monterrey, el 178.

miércoles, septiembre 25, 2019

AMLO y los nuevos símbolos



Hay algunas cosas que, cuando se repiten, revelan de manera descarnada su carácter de farsa. Hace años, en ocasión de las fiestas patrias, no faltaba el fanático lopezobradorista que colgaba una bandera mexicana pintada de negro en sus redes sociales y proclamaba que “no hay nada qué celebrar”.  Ahora, algunos de quienes se proclaman “liberales” hicieron exactamente lo mismo y se vieron francamente ridículos. Es como si el país se construyera o se destruyera de un plumazo, dependiendo del color del gobierno en turno.

México es mucho más grande que cualquiera de sus gobiernos. Lo ha demostrado una y otra vez a lo largo de su historia. Lo que celebramos en estas fechas es la realidad de una nación que se hizo independiente, que tiene una gran fuerza cultural, que se ha modernizado y democratizado. Es el lugar de un pasado común, y también de un futuro común, y esa continuidad es lo que se celebra.

Cuando López Obrador anunció que daría 20 vivas, no faltó la especulación sobre los destinatarios de al menos la docena de ellas que no han sido parte de la arenga en los últimos años. Y nos dijo más acerca de los especuladores que acerca del propio AMLO.

Nos dijo que hay quienes han decidido luchar, no contra los excesos y errores del gobierno de López Obrador, sino contra la caricatura de López Obrador que ellos mismos han dibujado. Ya era estirar las cosas imaginar que lanzaría un “Viva Juárez”, pero no parecía imposible por eso de su autoidentificación con el Benemérito, pero muchos se imaginaron que lanzaría vivas a la 4T (es decir, a sí mismo), a Pemex y otras ocurrencias. Como ellos dicen que el Presidente está perdiendo el piso, entonces iba a perderlo de verdad. Y dicen que está perdiendo el piso porque se mueve con una lógica distinta a la de ellos.

Es fácil inventar un monigote para pegarle. Es más útil intentar comprender al personaje, entender sus fortalezas y debilidades, y entonces sí analizar lo positivo y lo negativo.

Señalábamos, al analizar la toma de posesión de López Obrador, que “la proliferación de nuevos símbolos es parte integral de la transformación del país que pretende el nuevo gobierno”, y que “tenemos un Presidente que sabe utilizar los símbolos para consolidar su poder… puede parecer una obvia manipulación de sentimientos y emociones, pero vale recordar que precisamente fueron sentimientos y emociones los que lo llevaron a ganar las elecciones, no un frío análisis racional de diagnósticos y propuestas”.

La ceremonia del Grito fue parte de esos nuevos símbolos. E inició desde el paso de la escolta, que ya no con invitados emperifollados a los lados, sino en la magna sobriedad del pasillo de Palacio Nacional que conduce al balcón.

¿Qué le decían esos invitados a la gente? Que había clases sociales, que unos estaban en Palacio y otros en la calle, a menudo empapándose. Y cuando el tipo de invitados se hizo más vulgar, tanto peor. Llegamos al extremo de que, en alguna ocasión, la nota del día siguiente fueron los trancazos que se dieron una estrellita de Televisa y su marido mientras pasaba la escolta, y no el Grito mismo.

Por supuesto, en la ceremonia de este año hubo también invitados emperifollados. Por ejemplo, estaba, como siempre, el cuerpo diplomático en pleno. Pero los colocaron en el patio, lejos de las cámaras y del piso de parquet. El mensaje a enviar a la población, los símbolos que importaban, eran las imágenes de la transmisión oficial. Y esos eran: la escolta, la bandera y el Presidente acompañado por su esposa.

No era un acto familiar. No de amigos y aliados. Era la figura presidencial ejerciendo poderes plenos. Y ese es otro simbolismo importante. El Presidente y el Pueblo, sin acompañamiento. Presidencialismo extremo, si se quiere.

De las vivas, hay dos que a mí me resultan destacables. La de los héroes anónimos, que tiene mucho de incluyente (tal vez porque soy de la idea de los heroicos son los pueblos, más que los individuos). Y la de la fraternidad universal, que me pareció tener un toque místico, muy acorde con la imagen que López Obrador maneja, y de paso con la política exterior de no engancharse (timorata, dirían algunos).

Luego hubo dos momentos que parece nos dan buena idea de cómo se comporta el grupo dominante dentro de la 4T. La intervención musical de Eugenia León, muy acorde con el gusto estético del gobierno en turno, y –a diferencia de la arenga de López Obrador- con su carga ideológica excluyente. Y el hecho de que, a diferencia de otras ceremonias, que durante décadas fueron espacio para la catarsis social, haya habido un grupo activo de ciudadanos que vitoreaban al Presidente (y conmovían visiblemente a su esposa).

Si agregamos que el tradicional desfile militar fue verdaderamente variopinto, dando una imagen de cambio, a partir sobre todo de la incorporación de la Guardia Nacional (que son los mismos, pero con otros uniformes) y que en el balcón principal sólo estuvieron representantes del Ejecutivo, podemos concluir que lo que vivimos en estas fiestas patrias fueron cambios de forma. Pero ya sabemos que, en política mexicana, la forma es fondo.

Las formas de la política varían. El profundo orgullo nacional permanece intacto, más allá de las veleidades políticas. Y eso lo debemos celebrar todos.

martes, septiembre 24, 2019

Top 20 de Lucio Dalla


Conociendo mi gusto por las listas, y por el grandísimo Lucio Dalla, va una con las 20 canciones que más me gustan de la discografía del cantautor italiano.
En busca de números más o menos redondos, fue fácil escoger las primeras tres, luego no eran 5 grandísimas, sino 6, 7, 8... Y tampoco podían ser 10. Con la veintena todavía quedan fuera enormes rolas.

1. Caruso
2. L'anno che verrà
3. Futura
4. Anna e Marco
5. Come è profondo il mare
6. Le parole incrociate
7. Telefonami tra vent'anni
8. L'ultima luna
9. Ulisse coperto di sale
10. Cara
11. Il motore del duemilla
12. Nuvolari
13. Meri Luis
14. Mambo
15. Disperato erotico stomp
16. Balla balla ballerino
17. Itaca
18. La sera dei miracoli
19. Il cucciolo Alfredo
20. Cosa sarà

jueves, septiembre 19, 2019

Esclavos del neoliberalismo


Decía Keynes que los hombres prácticos usualmente son esclavos de un economista muerto. El presupuesto 2020, que se pretende parte de una transformación histórica del país, es esclavo de las ideas neoliberales que tanto critica el presidente López Obrador.

“Conservador”, lo han definido sus autores. Prudente, austero, con ajustes. La meta principal es mantener la estabilidad macroeconómica. Y, claro está, diferenciarse de los populismos generadores de déficit y desequilibrios. Con ello, se piensa, se generarán condiciones de certidumbre para que haya algo más de inversión privada.

El primer dato clave es el superávit primario, equivalente a 0.7 por ciento del Producto Interno Bruto. Es decir, el gobierno ahorra: gasta menos de lo que recibe, como sugirieron las odiosas calificadoras y como suele sugerir el Fondo Monetario Internacional a los países en crisis (no importa que México no lo esté).

El segundo, es que espera recibir menos ingresos reales que el año en curso, debido –sobre todo- a la baja prevista en el precio internacional del petróleo, ligada a la desaceleración económica mundial.

Esa baja de ingresos petroleros no es compensada por nuevos impuestos. Esa fue una promesa de campaña –muy neoliberal, por cierto- del hoy presidente López Obrador. La está cumpliendo. Si acaso hay algunos ajustes necesarios: alzas en el IEPS a bebidas azucaradas y tabaco, inclusión en el IVA de las actividades de la economía digital y un intento tímido de aumentar el número de contribuyentes en una economía donde una parte muy grande de la población trabaja en la informalidad.

Sí se abre, en caso de que las cuentas hayan sido demasiado optimistas, la posibilidad de un endeudamiento externo neto del gobierno federal, de Pemex y de la CFE, en cantidades bajas, al tiempo que se reitera que se buscará aumentar plazos del servicio de la deuda.

El crecimiento del gasto programable es menor al 1 por ciento real, con nuevos ajustes en algunos sectores y con el énfasis constante en dos cuestiones caras a López Obrador: el mayor apoyo a Pemex y la asignación de ayudas sociales en efectivo.

En esas circunstancias, se antoja difícil relanzar el crecimiento económico. La previsión de 2 por ciento para el año próximo podrá darse sólo si, a diferencia de 2019, el gasto público corre desde el principio del año y hay un concurso efectivo de la inversión privada.

En cualquier caso, la tasa de crecimiento será de proporciones similares a las de los años horribles del neoliberalismo, y se prevé que, de seguir las mismas políticas, no alcanzará el 3 por ciento anual en todo el sexenio.

Ya sabemos que crecimiento no equivale a desarrollo; pero también, que no hay desarrollo sin crecimiento. No lo digo yo; lo dice la propia SHCP al presentar el proyecto.

“Más de lo mismo”, se decía en tiempos de Miguel De la Madrid cuando se presentaban presupuestos austeros y se acumulaban recortes. Apenas van dos presupuestos con AMLO, pero ya se ve la tendencia: más de lo mismo.

En realidad no ha habido un cambio de eje en la política económica. La apuesta de reducir las desigualdades a través de programas de entrega monetaria directa –el Presidente dice que la mitad de las familias mexicanas ya reciben algún apoyo- no está quitándole ninguna atribución a los mercados oligopólicos del país: al contrario, está monetizando las transferencias sociales. Con los recortes a sectores como el de salud, puede convertirse en el equivalente a lo que quería hacer Calderón con la educación: bonos para pagar escuelas privadas.

Hay que recordar que una cosa es el dinero directo, otra, la disponibilidad y calidad de los servicios que garanticen el ejercicio de los derechos, y otra, muy distinta, la igualdad de oportunidades con estrategias de inclusión social. De otra forma, tendremos un grupo social de necesitados que reproduce su condición año con año.

Y resulta preocupante que proyectos como el de Jóvenes Construyendo el Futuro que por lo menos tienen un componente de innovación y de entrada, así sea lateral, a los mercados de trabajo formales, pierdan fuelle ante los pagos directos.

Con el método actual, el presupuesto no va a servir ni para jalar la economía, ni para definir nuevas vías de desarrollo, ni para hacer justicia social. Meramente paliará algunas de las desigualdades más extremas y mantendrá una economía con crecimiento escaso y atada a mercados poco funcionales.

Lo que tenemos, de fondo, no es ningún cambio de rumbo histórico, sino un presupuesto pragmático, hecho en circunstancias fiscales difíciles, que en realidad rinde pleitesía a los economistas muertos que cantaron las loas del libre mercado, de la baja tasación y el superávit fiscal, del extractivismo de los recursos naturales y de los apoyos sociales meramente paliativos.

No está del todo mal. No comparte, para nada, delirios populistas. Es responsable y razonable, según la ortodoxia vigente. Pero no vengan a decir, por favor, que es propio de un gobierno de izquierda.

martes, septiembre 17, 2019

Biopics: La Lanterna

La Lanterna

El 5 de mayo de 1989, el día antes del cumpleaños de Taide y mío, quedamos de vernos enfrente del Museo Tamayo. Paseamos un rato, platicamos, nos abrazamos, nos besamos y luego la invité a comer a un restaurante italiano cercano, La Lanterna.

Ahí estábamos, sumergidos en la compañía del otro, cuando sonó una canción bellísima, del maestro Lucio Dalla. “Caruso”.

Mientras la escuchábamos, yo le traducía algunas partes. Sobre todo el coro.

Te voglio bene assai
Ma tanto tanto bene, sai
È una catena ormai
Che sciolgie il sangue dint'e vene, sai

Pero te quiero tanto tanto, sabes
Que es ahora para siempre una cadena
Que disuelve la sangre desde dentro de las venas, sabes

Exactamente eso es lo que yo sentía. Y sé que también ella. Le tocaba la mano y veía sus venas. Quise explicarle la palabra ormai. No significa sólo “ya”, implica algo definitivo, algo para siempre. “De ahora a jamás”. Algo que no termina. Y yo sentía que eso pasaría entre nosotros. Los ríos subterráneos salían a la superficie.

En esos días de transición, en los que iba naciendo en mí una necesidad imperiosa de cambiar de vida, y de hacer de Taide mi pareja, escribí dos artículos de opinión en La Jornada en los que, aprovechándome de la tipografía de ese periódico, le envíe dos acrósticos a partir de la primera letra de cada párrafo. Uno decía “LA LANTERNA”. El otro, más atrevido: “TAIDE TE AMO”.

Yo no lo sabía a plenitud, pero estaba cruzando mi Rubicón. Y la canción “Caruso”, que es la más romántica que conozco, nos ha seguido en distintos momentos.



martes, septiembre 03, 2019

El año de Giovanny Gallegos



Mexicanos en GL.  Agosto 2019

Pasó agosto, sin mayor pena ni gloria para los peloteros mexicanos en Grandes Ligas. Dos fueron las noticias más relevantes. Una de arena: Julio Urías tuvo que cumplir 15 días más de suspensión por el altercado en que se vio involucrado a principios de temporada. Una de cal: queda claro que este ha sido el mejor año para Giovanny Gallegos en la Gran Carpa: el año de consolidación como ligamayorista para el nativo de Ciudad Obregón.

Aquí el balance del contingente nacional en el año, ordenado de acuerdo con el desempeño de cada uno en la temporada (como siempre, incluimos a los paisanos que han jugado con México en el Clásico Mundial) 

Roberto Osuna tuvo un mes bastante por debajo de lo que acostumbra, con efectividad de 5.00 (carreras limpias admitidas por cada nueve entradas lanzadas); aunque obtuvo 7 salvamentos, perdió un partido y desperdició dos rescates. Sin embargo la suerte le ayudó a ganar un juego que había echado a perder. En la campaña, el estelar cerrador de los Astros  lleva 4 ganados 3 perdidos, un todavía buen porcentaje de carreras limpias de 3.13. 31 salvados, 6 rescates desperdiciados y 58 ponches. En promedio, se le embasa menos de un bateador por entrada.

Giovanny Gallegos no estuvo perfecto en agosto con los Cardenales de San Luis: tuvieron la osadía de anotarle dos carreras en 11 entradas lanzadas. Ha tenido un año espectacular, realmente diferente a los sufridos con los Yanquis neoyorquinos, y ahora se ha estabilizado como preparador de cierre de los Pájaros Rojos. En el año, 3-1, 2.19 de efectividad, la friolera de 16 holds (ventajas sostenidas en situación de rescate) y 81 ponches en sólo 61 entradas lanzadas. Otras dos estadísticas relevantes: no ha desperdiciado un solo salvamento y se le embasan 0.76 bateadores por entrada.

Julio Urías estuvo un rato largo en la congeladora por suspensión: del 17 de agosto al 2 de septiembre. El zurdo de los Dodgers en esa primera quincena se apuntó un salvado y una derrota. Es de suponerse que en la recta final le darán rienda suelta al número de entradas lanzadas, para que entre en ritmo a la postemporada. Lleva 4 ganados 3 perdidos, 2.53 de efectividad, cuatro salvamentos (un desperdicio), dos holds  y 67 pasados por los strikes.

Sergio Romo, desde que está con los Mellizos de Minnesota, ha compartido con Taylor Rogers tareas de cerrador y preparador. Estuvo muy activo en agosto, con dos salvamentos, 7 holds y un partido perdido. Lleva en el año, con Marlins y Twins, marca de 2-1, 20 salvamentos (dos desperdicios), 10 holds,  3.44 de efectividad y 49 ponches.

Oliver Pérez estuvo eficiente en agosto. El especialista zurdo de los Indios de Cleveland entró muchas veces para sacar uno o dos outs, casi siempre con éxito. Sus números de 2019: 2-2, 19 holds, 3 rescates desperdiciados, 2.78 de efectividad y, como siempre, hartos ponches respecto a las entradas lanzadas.

Andrés Muñoz muy rápidamente se posicionó como uno de los relevistas principales de los Padres de San Diego. El velocista mochiteco acumuló 1 ganado, 1 perdido, el primer salvamento de su carrera y 5 holds en un agosto muy activo. En la temporada: 1-1, 7 holds,  un salvado y un limpio 1.77 de PCL. Ha ponchado a 27 en 20 entradas.

Alex Verdugo casi no vio acción en agosto, pues un problema en el abductor lo envió a la lista de lesionados. El jardinero de los Dodgers tiene marca en el año de .294, 12 cuadrangulares, 44  impulsadas y 4 robos de base.

Joakim Soria siguió en agosto tan irregular como en casi todos los meses del año. El preparador de cierre de los contendientes Atléticos de Oakland el 22 de agosto aumentó a 221 la marca histórica de juegos salvados por un mexicano, pero le anotaron en cuatro de sus diez apariciones en el mes. En lo que va de la temporada: 1-4, un juego salvado, 17 holds, 4 rescates desperdiciados, 4.84 de limpias y 71 ponchados.

Luis Cessa, contínúa trabajando entradas intermedias –esencialmente, trapeando innings- para los Yanquis de Nueva York. En agosto se apuntó un salvamento, el tercero de su carrera, con un relevo largo. En el año: 1-1, 2 holds, 67 sopas de pichón recetadas, un salvado y 3.99 de PCL.

José Urquidy pasó todo el mes en AAA, tras la adquisición del estelar Zach Greinke de parte de los Astros. Con el aumento del róster en septiembre, el mazatleco ha vuelto a vestir la franela del equipo grande.  1-1, 5.87 de limpias y 24 chocolates obsequiados.

Luis Urías jugó de manera regular durante agosto, con los Padres de San Diego. A veces ha ocupado la segunda base, a veces ha sido parador en corto (brilla con el guante en la intermedia, no tanto como shortstop). El pitcheo ligamayorista se le sigue complicando, pero ya no es out seguro: en agosto bateó para .238. En el año, sigue debajo de la Línea Mendoza: 181, 2 jonrones y 14 producidas.

Víctor Arano,  sigue fuera de acción, y puede casi asegurarse que su temporada terminó de manera precoz. Sólo pitcheó en abril: 1-0, PCL de 3.86 y 7 ponches.

Héctor Velázquez estuvo casi todo agosto en AAA; regresó a fines de mes con los Medias Rojas de Boston. En 2019 su actuación ha sido muy inferior a la de la temporada anterior, como el resto del staff de pitcheo de los patirrojos. Su  récord es 1-4, 5.69 de limpias, 46 chocolates y un salvamento tirado.

Gerardo Reyes fue traído para lanzar una entrada en agosto, y luego regresado a AAA. Inicia septiembre con el equipo grande de los Padres. Sus números son engañosos: 4-0 en ganados y perdidos, un hold, un rescate echado a perder y 23 ponches, pero PCL de 11.25.

Manny Bañuelos, tras varios meses en la lista de lesionados, regresò en septiembre a la rotación de los Medias Blancas, sólo para que le llovieran palos y uno le pegara en la pierna. El duranguense, otrora gran prospecto de los Yanquis, tiene marca de 3-4, 7.52 de carreras limpias y 42 ponches, con los Medias Blancas.

Marco Estrada llevaba 0-2 con 6.85 de limpias y 8 ponches cuando fue enviado a la lista de lesionados por un problema lumbar. Los Atléticos consideraron que no les iba a servir en su lucha por la postemporada, así que le dieron las gracias. Como fue su tercer año a la baja, es posible que no lo veamos más en Grandes Ligas.

Fernando Salas no ha vuelto a ver acción. El relevista de Topolobampo sólo ha lanzado 2.2 entradas para los Phillies: 6.75 de PCL y 3 ponches.

lunes, septiembre 02, 2019

Poder chicano en el deporte mexicano


Una de las desgracias que tiene México ha sido su nacionalismo trasnochado, que durante décadas fue parte integral de la formación ideológica mexicana, a través de la influencia que sobre la educación y los medios tuvieron el PRI y sus antecesores directos. El nacionalismo revolucionario era, entre otras cosas, un mecanismo para justificar las peculiaridades del sistema político mexicano, para inocular a la población de “ideologías exóticas, extrañas a nuestra idiosincrasia” y para difuminar la línea entre la unidad nacional y el unanimismo.

Pasaron los tiempos del unanimismo, aquellos en los que México se parecía a la “isla intocada” con la que soñó Díaz Ordaz, pero algunos de los elementos de ese nacionalismo nocivo se mantienen, a partir de un concepto cerrado y excluyente de lo mexicano, aunque hayan ido diluyéndose en las últimas décadas.


Gerardo Mascareño

Un ejemplo de nacionalismo revolucionario aplicado al deporte son las Chivas Rayadas del Guadalajara, equipo de futbol que se precia de jugar solamente con mexicanos (aunque a menudo quien los dirige ha sido un extranjero). Juguetonamente, con mis amigos chivas, lo llamo “Nacionalismo de la Virgen de Zapopan”, porque tiene algo de fanatismo religioso y mucho de atraso cultural. 

Pasados los años 60, tiempos del Campeonísimo, el Rebaño Sagrado (ojo a los postulados religiosos de ese apodo) dejó de ser un equipo poderoso. En 1998, se les ocurrió contratar a Gerardo Mascareño, exdelantero del Atlas. Se armó un borlote: Mascareño nació en Maryland, Estados Unidos, de padres mexicanos, y tenía la doble nacionalidad. No importó que hubiera decidido jugar con la selección mexicana y no con la gringa: para una parte de la prensa y de la afición chiva, no era lo suficientemente mexicano como para ser parte del equipo. Apenas jugó diez partidos, en medio de la polémica, y fue transferido.

Sin embargo, su caso, como en su momento y en menor medida el de Roberto Masciarelli, nacido en Argentina pero que vino de niño a México, sirvió para empezar a crear consciencia sobre el trato diferencial que se le da, no sólo en el ámbito del deporte, a quienes nacen en el extranjero pero son mexicanos con los mismos derechos y obligaciones que cualquier otro ciudadano.

Más tarde vino la aparición, también absurdamente envuelta en polémica, de mexicanos por naturalización en la selección mexicana de futbol. Guillermo Caballero, Antonio Naelson Sinha, Guille Franco, Matías Vuoso (sin cuyo gol México no hubiera calificado a Sudáfrica) y Leandro Augusto, que yo recuerde. Poco a poco la afición y la prensa se han ido acostumbrando a esa nueva realidad, pero la distinción siempre se hace y el pernicioso nacionalismo excluyente no desaparece del todo.

Otro ejemplo de ello, es la actitud hacia ciertos beisbolistas mexicanos que nacieron del otro lado de la frontera. Hay quienes se resisten a considerar mexicanos, no digamos a los hijos de mexicanos que vivieron y crecieron en Estados Unidos, sino hasta a peloteros como Adrián González –un ícono del beisbol mexicano- y Jorge Cantú, que se formaron como personas del lado mexicano de la frontera, pero cuyas madres fueron a parir a hospitales cruzando la línea.

En este año, varias de las más bonitas historias deportivas de México las han escrito atletas que, o nacieron en Estados Unidos, o han desarrollado sus vidas allá. Mexicanos que hablan el español con acento chicano y que han escogido representar a nuestro país, que es algo que deberíamos agradecer, en vez de mirar con suspicacia.

Está el caso de Andy Ruiz, campeón mundial de los pesos pesados. Cuando ganó su pelea de campeonato, muchos en México se hicieron la pregunta de si era de verdad mexicano, porque había nacido en Arizona. El propio pugilista tuvo que postear fotos en las que defendía los colores de Baja California, y recordar que había sido parte de la selección preolímpica de México rumbo a Pekín 2008. Andy dijo que “ni madres” que hubiera ido a ver a Trump y estaba emocionado de haber sido invitado por López Obrador.

En los Juegos Panamericanos se hizo viral la foto del corredor José Carlos Villarreal, quien sonreía al ganar los 1500 metros planos, mientras detrás de él los competidores de Estados Unidos y Canadá tenían una tremenda mueca de dolor antes de pasar la meta. Villarreal nació en Sonora, pero desde bebé vive en Arizona, está becado por una universidad de allá y rechazó el apoyo del gobierno federal (para no perder su beca gringa).

Finalmente está el caso del equipo mexicano femenil de softbol, que hizo la hazaña de calificar a los Juegos Olímpicos (ese deporte tiene un cupo de sólo seis naciones). Casi todas las jugadoras nacieron en Estados Unidos, se desarrollaron en el deporte universitario allá y se comunican entre sí en inglés, aunque se echan porras en español. Son bilingües, biculturales y juegan precioso a la pelota. Ya hubo el idiota que dijo que en realidad son el equipo B de Estados Unidos. Pero no. Son mexicanas como cualquier otra.


Por lo pronto, López Obrador ha tenido el tino de no hacer distingos entre deportistas a la hora de los apoyos y los apapachos. Pero hay que ir más allá. Hay que aprovechar la infraestructura y la cultura deportiva de Estados Unidos para que más deportistas, en todas las ramas, se integren a los representativos nacionales. Debería ser parte de una estrategia de corto, mediano y largo plazo. Eso nos servirá también de lección político-cultural: ayudará a recordar que tanto los inmigrantes como los mexicanos en el extranjero enriquecen al país en absolutamente todos los sentidos y que, Chavela Vargas dixit, un mexicano nace donde se le da la chingada gana.