martes, julio 12, 2011

El gabinete Chava Flores


Ai  te dejo esos dos pesos. Pagas la renta, el teléfono y la luz”

Cuando, en febrero pasado, el secretario de Hacienda Ernesto Cordero, para justificar el supuesto efecto social de la deducibilidad fiscal de las colegiaturas particulares, declaró que había familias “muy luchadoras” que con seis mil pesos mensuales y “muchos esfuerzos” pagaban hipoteca, mensualidad del auto y colegiatura en escuela privada, inauguró la era Chava Flores del gabinete, caracterizada por imprecisiones declarativas que muestran una notable ignorancia sobre las condiciones reales de vida de la población.

El 20 de febrero, queriendo arreglar, el secretario Cordero declaró en televisión que el decil X de ingreso corriente de las familias (es decir, el 10 por ciento más rico) iniciaba en los 15 mil pesos mensuales. Al día siguiente bajó la cifra a 13 mil pesos, y dio como referencia los datos del INEGI.

Como la cifra me pareció muy baja, consulté la Encuesta Nacional de Ingreso Gasto de los Hogares más reciente disponible, la de 2008. Según ésta, las familias del decil X tuvieron en aquel año un ingreso mensual promedio de 45 mil 333 pesos, una cantidad suficientemente alejada de los 13 mil como para suponer que ahí no está el umbral.

Según la propia ENIGH, en 2008, había 8 millones 545 mil familias mexicanas que tenían ingresos corrientes superiores a 8 salarios mínimos generales. Esto equivale al 31.9 % de los hogares. ¿Y cuánto son 8 salarios mínimos generales en 2011? Tomando como base el más bajo, el de la zona C, que es de 1,701 pesos al mes, equivale a (¡ah caray!) 13,608 pesos.

En otras palabras, en 2008, un tercio de la población ganaba más de 13 mil pesos actuales al mes. Lo jodido es que dos terceras partes ganaban menos que eso.

En ese año, el gasto monetario promedio nacional trimestral por hogar fue de 21 mil 984 pesos (casi 13 por ciento menos que dos años antes). La familia promedio del decil VI gastaba 18 mil 945 pesos al trimestre. 40 por ciento de las familias mexicanas gastaban más que las del decil VI.

Eso es el gasto. Más de la mitad de las familias ingresaron un promedio superior a los 6 mil pesos al mes.

¿De dónde sacó Cordero el ingreso de 13 mil pesos para definir el decil más alto de la población? De que confundió el ingreso trimestral per cápita con el ingreso familiar. Error imperdonable. Recordemos que es el Secretario de Hacienda.

“Entré hasta la salita y había un televisor, allí, sobre carpetas, las fotos del señor… y luego de este lado, junto al aparador, está todo amolado su refrigerador”

La segunda intervención chavafloresca de Cordero fue en marzo, cuando declaró que México “hace mucho que dejó de ser un país pobre”, señalando que, de acuerdo con las mediciones internacionales  “ahora es de renta media que viene a consolidar las clases medias como hace tiempo no lo lograba”.

El presidente Calderón respaldó esta idea, dando como elementos de apoyo al crecimiento de la clase media, la cantidad de familias mexicanas que tienen televisión y refrigerador.

Aquí lo que hay es un problema de conceptos. Las mediciones internacionales no hacen referencia a clases sociales, sino a niveles relativos de desarrollo. Desde hace décadas se reconoce que hablar de “naciones proletarias” es un sinsentido. Y si bien es cierto que México se ubica ligeramente por encima de la media mundial en casi todas las mediciones, esto no significa, automáticamente, que se haya movido hacia una hipotética “clase media mundial” (entre otras cosas porque desde que la ONU hace mediciones hemos estado por encima del promedio internacional en casi todo).

El secretario se vio obligado a matizar, y reconocer que el país tiene la tarea de resolver el severo problema de la pobreza de millones de sus habitantes.

El Presidente, en cambio, se quedó muy orondo con su frase. Y allí hay otro problema. La posesión de televisión y refrigerador era, junto con la de otros electródomésticos, un indicador de pertenencia a las clases medias en la época del desarrollo estabilizador, cuando Calderón y Cordero eran niños. Hoy ya no lo es: se trata de productos de consumo casi generalizado. En estos días, los consumos que definirían la entrada a la clase media serían, más bien, la posesión de conexión doméstica a internet y de televisión de paga.

En otras palabras, es como si Ortiz Mena o López Mateos hubieran dicho que México era país de clase media en 1963 porque la mayoría de los habitantes tenían zapatos y luz eléctrica (que eran símbolos de status a principios de los años veinte del siglo pasado).

“Yo por eso no soy rico, por ser despilfarrador”.

Pasemos ahora Bruno Ferrari y el sentimiento de los bolsillos. El secretario de Economía hace un par de semanas, tomó literalmente la frase de que los mexicanos no ven la recuperación en sus bolsillos y encontró la solución a ese peliagudo problema. No la ven en sus bolsillos, porque se la gastaron, y dio como prueba el crecimiento de 4 por ciento real en las ventas de las tiendas de autoservicio afiliadas a la ANTAD.

Habría que decirle al señor Ferrari que eso de “ver la recuperación en los bolsillos” se llama metáfora, y se refiere al bienestar económico general que percibe la población.  Habría que explicarle que a la gente le suelen importar más sus posibilidades de gasto o inversión, que lo que tiene en sus bolsillos. Ahorro no es igual a bienestar.

Probablemente el señor secretario de Economía –una de cuyas tareas en las actuales circunstancias de escaso dinamismo económico, entendemos, debería ser la promoción de un mayor consumo- crea que no son los salarios e ingresos reales, sino la proporción de ahorro respecto al producto, lo que genera satisfacción económica a la población.  

“Guárdate algo pa’ mañana, que hay que ser conservador, ya verás como te ahorras pa’ un abrigo de visón”.
 
Ese precandidatazo que es Ernesto Cordero envió la semana pasada un mensaje a los jóvenes. Ahorren, porque si no, se convertirán en una carga para el Estado y para sus familias.

La verdad, el secretario de Hacienda se vio algo lúgubre. Lo que está diciendo es que en las próximas décadas va a haber poco dinero para las pensiones. Está pronosticando que nos dirigimos, inexorablemente, a otra crisis fiscal del Estado. Está admitiendo que ya nos quemamos el famoso bono demográfico.  El que no ahorre, será una carga onerosa. El joven previsor que sí lo haga durante las próximas décadas, podrá utilizar esos dineritos para su todavía lejana vejez. La cosa estará dura. 

¡Ahorren, jóvenes! Aunque los empleos sean escasos y mal pagados. No caigan en la tentación del consumo en la que cayeron sus despilfarradores padres (veáse Ferrari supra). Ahorren o el futuro los alcanzará.

Por otra parte, a los grupos alguna vez  beneficiarios del corporativismo, el gobierno federal “antes sacaba del mandado, les daba pa’ su helado, su cine y su futbol” y “ora con lo que les ha pasado, los tiene más enfriados que un hielo de jaibol”, por lo que recurren a las administraciones locales. 

En fin, ante la visión de otros políticos, que, -en los discursos de campaña, porque en la realidad jamás podrían- te regalan el sol, la luna, la estrella, el mar, el millón y Nueva York, el gabinete Chava Flores opone “puras habas”, “pa’ que no te pase nada”. Las habas, por cierto, tienen entre ellos el pomposo nombre de “estabilidad macroeconómica”.

No hay comentarios.: