Mexicanos
en GL. 2022
Aquí el balance del contingente nacional, ordenado de acuerdo con el desempeño de cada uno en toda la temporada (como siempre, incluimos a los paisanos que han jugado representando a México en el Clásico Mundial o en otro torneo de primer nivel).
Julio Urías. El zurdo de Culiacán ha repetido campañón. Si el año pasado fue el máximo ganador, en 2022 ha sido el rey de la efectividad. Además, lo hizo yendo de menos a más: su promedio de carreras limpias admitidas por cada nueve entradas lanzadas fue de 2.89 antes del Juego de Estrellas y de un minúsculo 1.26, a partir de esa fecha. En el último mes ganó 3 juegos, sin derrota, con un PCL de 1.53. Terminó con un WHIP (hits y bases por bolas por inning lanzado) de 0.96 y los bateadores rivales le pegaron apenas para .199 de porcentaje. Estamos hablando de ambientes enrarecidos. Urías tuvo 19 salidas de calidad en la temporada (6 o más entradas lanzadas, 3 o menos carreras limpias permitidas) y en sólo cuatro de sus 31 salidas a la lomita aceptó más de dos carreras limpias. Sus números. 17 ganados y 7 perdidos, PCL de 2.16 y 166 ponches. El principal abridor de los Dodgers es candidato serio para el Cy Young (pero no creo que lo gane). Es ya momento de compararlo con el Toro Valenzuela, cosa que haré en una próxima entrega.
Randy Arozarena, si bien el de los Rays no tuvo una temporada enorme en cuanto a porcentaje de bateo, estuvo fenomenal en muchísimos departamentos ofensivos. El cubano-mexicano no tuvo un septiembre tan candente como su agosto, pero igualmente fue productivo. Sus números al final de la campaña: porcentaje de bateo en .263, con 20 vuelacercas, 89 carreras producidas y 72 anotadas. Su OPS quedó en .773, cerca de la marca a perseguir de .800 y se confirmó como uno de los máximos robadores de bases de las mayores: estafó 32 colchonetas.
Alex Verdugo ha desarrollado la consistencia como su característica número uno. De nuevo, un año con buen fildeo, bateo de contacto y oportuno para todas partes del cuadrante. Es un jugador confiable y de primera, pero aún no da el estirón para el estrellato (y sabemos que Fenway Park no es precisamente un paraíso para los bateadores zurdos). Los números ofensivos de Alexander en el año: .280, 11 cuadrangulares, 74 carreras producidas y 75 anotadas, con una base robada y OPS de .732.
Alejandro
Kirk
inició flojo la temporada y terminó con un mini slump, pero estuvo
excelente en el núcleo duro de la campaña. El tijuanense de los Blue Jays ha
demostrado en el camino que no sólo es un buen bateador, sino también un
receptor bastante fino, con buen brazo. Tiene además esa cosa indefinible que
antes llamaban “el knack”: una simpatía especial. Durante un tiempo peleó el título de bateo,
pero se fue desinflando a finales de año (curiosamente, para que su porcentaje
estuviera de acuerdo con su BABIP, lo que me ha hecho empezar a confiar en esa
rara estadística). Kirk terminó bateando para .285, con 14 cuadrangulares, 63
producidas y 59 anotadas, con un .786 de OPS. Fue el 4° bateador más difícil de
ponchar en las Mayores: tuvo más contactos de poder que ponches, y eso dice
mucho.
Andrés Muñoz va viento en popa para convertirse en uno de los relevistas más temibles de la Gran Carpa. Su capacidad de ponchar enemigos pinta para legendaria. Fue utilizado más que nada como preparador de cierre de los Marineros, y ayudó a que los de Seattle por fin regresaran a postemporada. Fue curioso su patrón de lanzador intratable todos los días, menos alguno de fin de mes: le pegaron el 29 de septiembre, el 27 de agosto, el 28 de julio, el 22 de mayo. En la temporada, dejó marca de 2-5, un muy buen PCL de 2.49, con 4 salvamentos y 22 holds (ventajas sostenidas en situación de rescate). Pero la estadística más impresionante del mochiteco es que ponchó a 96 en 65 entradas de labor.
Giovanny Gallegos culminó el año renovando contrato multianual con los Cardenales de San Luis. Hizo con Ryan Helsley una mancuerna infernal para los bateadores rivales (pero pasó de ser el cerrador principal al preparador principal). En el año 3-6, 3.05 de efectividad, 14 juegos salvados, 12 holds, 6 rescates desperdiciados y 73 chocolates. La campaña 2023 será un nuevo reto para Giovanny, por el reloj que obligará a los pitchers a no tomar demasiado tiempo entre lanzamientos. Gallegos es el que más segundos se tarda en todas las Grandes Ligas.
José Urquidy, a semejanza de Alejandro Kirk, tuvo un núcleo central de la temporada en el que estuvo excelente. Pero, a diferencia del otro, en su principio y su final, el mazatleco estuvo menos que mediocre. En septiembre, tras una apertura magnífica, ligó tres derrotas consecutivas y tuvo 5.01 de PCL en el mes. Esto llevó a los Astros a enviarlo al relevo para la postemporada. Finaliza la campaña con marca de 13-8, efectividad de 3.94, y 134 rivales pasados por los strikes, frente a sólo 38 bases por bolas. De sus 28 aperturas, 15 califican como de calidad.
Joey Meneses tiene una de las historias más bonitas de la temporada: novato de 30 años de edad, sube a las Mayores para el último tercio de la campaña, tras una espera añosa, digna de Job. Y cuando lo hace, su desempeño es totalmente estelar. Con el bat, con el guante y hasta corriendo las bases. Fueron dos meses de gloria y los pitchers rivales nunca le encontraron un lado flaco. El culiacanense terminó con .324 de porcentaje, 13 jonrones, 34 producidas, 33 anotadas y un robo. Su OPS, de 930, es el quinto mejor de toda MLB para bateadores con más de 200 turnos. Si vemos los nombres de los cuatro primeros, encontramos puro MVP. De ese tamaño, Cabajoey. Los Nationals de seguro lo tomarán en cuenta para el 2023.
Ramón Urías. Aunque quedó partida por dos lesiones -una, al final de la campaña- el de Magdalena de Kino gozó de su mejor temporada en las Mayores. El infielder de los Orioles fue parte de la construcción del sueño de ese equipo chico que fue eliminado sólo hasta la última semana. Estuvo bien con el bate y, si hemos de creerle a los que calcular el WAR, estuvo fenomenal a la defensiva. Ramón terminó con estos números: .248 de porcentaje, 16 cuadrangulares, 51 producidas, 50 anotadas, un robo de base y OPS de .720.
Luis Urías terminó la temporada con números muy parecidos a los de su hermano mayor, pero la expectativa sobre él era superior. Su problema principal estuvo en el contacto, en el porcentaje. Tanto que, desde finales de septiembre, fue relegado por los Cerveceros a la parte corta del platoon (jugar contra lanzadores zurdos). En la campaña: .239 de porcentaje, 16 vuelacercas, 47 producidas, 54 anotadas, un robo y un OPS de .728.
Isaac Paredes finalmente logró jugar una temporada completa. Impresionó su poder, pero le faltó mucho el contacto, tanto así que quedó por debajo de la Línea Mendoza, ayudado por un mal cierre de campaña. Fue lo suficientemente dúctil para jugar tres posiciones distintas en el cuadro. Estos son los números finales del hermosillense de los Rays .205 de porcentaje, 20 palos de vuelta entera, 45 carreras impulsadas y 48 anotadas. Su OPS se desplomó hacia el final: .739
Luis González tuvo un inicio muy prometedor con los Gigantes, luego vinieron una lesión en la espalda, un regreso sin tan buenos resultados y un regreso a la lista de lesionados. En la defensiva, aceptable como jardinero y con un muy buen brazo. El zurdo de Hermosillo terminó 2022 con .254 de porcentaje, 4 jonrones, 36 remolcadas, 31 anotadas y, notablemente, una decena de colchonetas robadas.
Manuel Rodríguez, fácil es decirlo, es el mejor relevista que tuvieron los Cachorros hacia el final de la temporada, El Bolón estuvo largo rato en la lista de lesionados, pero regresó en buena forma, al grado que acabó cerrando algunos juegos. Marca de 2-0, 4 salvamentos, dos holds y 3.29 de efectividad. Le batearon apenas para .208, pero dio demasiados pasaportes.
Javier Assad fungió dos meses como pitcher abridor de los Cachorros, y lo hizo lo suficientemente bien como para que le vuelvan a dar la oportunidad. Se las arregló muy bien para recibir pocas carreras (tuvo efectividad de 3.11), pero se le embasaba gente al por mayor (un WHIP de 1.46). La muestra es muy pequeña como para saber de qué lado masca realmente la iguana. Su récord 2-2, con 30 ponches (pero 20 bases)
Luis Cessa, a pesar de haber estado un rato en la lista de lesionados, lanzó en 2022 más entradas que nunca antes en su carrera ligamayorista. Buena parte de la campaña lo hizo como relevista, pero desde agosto lo hizo como abridor. Se vio mucho mejor abriendo los juegos (6.68 de PCL antes del Juego de Estrellas; 3.26, después del juego) y es probable que los Rojos utilicen al de Córdoba como abridor el año próximo. Tuvo 4-4, 4.57 de efectividad, 5 holds y 59 ponches
Manny Bañuelos, tras una breve estancia con los Yankees, se estableció con Pittsburgh, y con ambos funcionó razonablemente. El zurdo de Gómez Palacio tuvo marca de 2.1, 4.39 de limpias, un salvamento, 6 holds y 34 ponches.
Víctor Arano tuvo una campaña desigual, pero es en la que más ha participado desde 2018. El relevista de Cosamaloapan (y los Nacionales de Washington) terminó precozmente su temporada, por un tirón en el hombro de lanzar: 1-1, un juego salvado, un rescate desperdiciado, PCL de 4.50, 7 holds y 44 chocolates.
Alfonso Rivas, novato criado en Tijuana, jugó de manera intermitente la primera base para los Cachorros de Chicago. Números no malos, pero tampoco para presumir: 241, con 3 palos de vuelta entera, 25 remolcadas, 27 anotadas y OPS de .653. Lo mejor, 6 bases robadas.
Alejo López por fin tomó bastante más que unas tacitas de café en las Mayores. En 59 partidos, el infielder chilango de los Rojos de Cincinnati, bateó para .262, 15 remolcadas, 10 anotadas y tres robos de base. Y sí, la maquinita de hits sencillos bateó en 2022 ya su primer jonrón ligamayorista.
Humberto Castellanos, lesionado del codo, se sometió a la cirugía Tommy John, por lo que no regresará a las Mayores en un buen rato. Lanzó decentemente para Arizona antes de lesionarse (y cuando tiró lesionado empeoró sus números): 3-2, 5.68 de limpias y 32 ponches.
Adrián Martínez estuvo casi toda la campaña como abridor esporádico de los Atléticos, con resultados mixtos. En septiembre se convirtió en abridor regular, con resultados de plano malos. Los números del cachanilla: 4-6, 6.24 de efectividad y 53 ponchados.
Jonathan Aranda, infielder tijuanense, compañero de ligas pequeñas de Kirk, tuvo en septiembre la oportunidad de tomarse algo más que los dos buchitos de café de los meses anteriores (en los que había dejado buen sabor de boca). Empezó bien, pero los pitchers rivales le tomaron la medida, al grado que acabó la temporada con un mega slump, yéndose sin hit en sus últimos 24 turnos al bat. Los números: .192, 2 jonrones, 6 impulsadas, 7 anotadas.
Esteban Quiroz, el Pony, es otro que esperó hasta los 30 años para debutar en las Mayores. El menudo y pimentoso infielder sonorense fue 40 veces al bat por los Cachorros, bateó para .275, con 3 anotadas, 3 producidas y un robo. Se vio bien con el guante en varias jugadas.
Sergio Romo con Seattle y Toronto, tuvo una temporada breve y malita: 0-1, 7.50 de carreras limpias, 4 holds y 14 ponches.
Brennan Bernardino lanzó en dos momentos para los Marineros, antes de regresar a sucursales: su marca 0-1 y 3.86 de PCL.
Gerardo Reyes estuvo activo un fin de semana con los Angels. Lanzó 2 entradas y aceptó una carrera.
Jesús Cruz. El potosino lanzó para los Bravos de Atlanta 8 entradas y 2/3, con PCL de 6.23.
Daniel Duarte no tuvo decisión, 10.13 de PCL y 2 chocolates recetados. Se pasó lesionado casi toda la temporada. Regresó a AAA las últimas semanas, pero no le alcanzó para hacerlo en el equipo grande de Cincinnati.
Óliver Pérez logró llegar a 20 temporadas en MLB, pero para la última el histórico zurdo dejo marca de 1-1 y un impresentable 15.75 de carreras limpias.
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