lunes, julio 19, 2021

Glorias olímpicas: Haile Gebrselassie

 

De niño, se iba corriendo de su casa a la escuela, distante una decena de kilómetros, con los libros bajo el brazo izquierdo. Ese estilo se le quedó cuando se convirtió en el mejor fondista del mundo y uno de los más grandes de la historia. A lo largo de su carrera, conquistaría cuatro títulos mundiales y dos medallas olímpicas de oro.

Primero corría porque tenía prisa, después le gustó, supo que era veloz y decidió ser corredor. Pero su padre quería que él trabajara en la granja familiar, así que Haile huyó a Addis Abeba, la capital de su Etiopía natal, para entrenarse.

Haile Gebrselassie empezó a demostrar quién era en los Campeonatos Mundiales de Stuttgart, 1993, cuando obtuvo el oro en los 10 mil metros planos y la plata en los 5 mil. Ahí ganó un Mercedes Benz y su padre al fin se convenció de que su hijo había escogido bien. En Gotemburgo 1995 repitió el oro en los 10 mil, estableciendo récord mundial y era el favorito para coronarse en los Juegos Olímpicos de Atlanta 96.

Esa carrera en Atlanta se volvió muy rápidamente una competencia africana, con seis atletas despegados del resto; tres de ellos, kenianos que trabajaban en equipo, para beneficiar al rival más fuerte de Gebrselassie, Paul Tergat, el rey indiscutible de las carreras de campo traviesa. En el último kilómetro, Tergat se despegó y el único que le mantuvo el ritmo fue el etíope, que lo rebasó en la última vuelta y se llevó el oro, destrozando por 20 segundos el anterior récord olímpico.

Al año siguiente, Haile obtendría su tercera victoria consecutiva en los 10 mil metros mundialistas, en Atenas. Para entonces ya era una figura internacional, y hasta hizo una película biográfica, protagonizada por él mismo, poco antes de competir en el Campeonato Mundial de Sevilla, donde logró un inédito cuarto oro. Vendría después la cita olímpica de Sydney 2000.

Gebrselassie tuvo la fortuna de tener un gran rival en Tergat, quien había roto temporalmente su récord en la distancia. La final en Australia fue mucho más cerrada que la de cuatro años atrás. Cinco atletas cruzaron prácticamente juntos la línea, antes de la última vuelta: dos etíopes y tres kenianos. Tergat y Gebrselassie llegaron codo con codo a la recta final, en un sprint enloquecido. La llegada fue de alarido, y Gebselassie venció por menos de una décima de segundo.

Sería la última vez que Haile subía a lo más alto del podio. En los Mundiales siguientes, Edmonton 2001, se tuvo que conformar con el tercer lugar. Dos años después, en París 2003, protagonizaría, junto con su compatriota Kenenisa Bekele, una carrera memorable. Tanto, que ambos corrieron los segundos 5 mil metros de la competencia a velocidad de récord mundial de la distancia más corta. Al final, ganó Bekele y Gebrselassie se quedó con la plata.

Haile intentaría en Pekín 2008 algo que nadie ha logrado: la triple corona olímpica de los 10 mil metros planos. Una molestia en el tendón de Aquiles le impidió llegar al podio. Quedó en sexto lugar de la final que ganó Bekele. A partir de ahí, Gebrselassie pasó al maratón, ganó muchos (4 veces el de Berlín) e impuso récord mundial en la distancia, pero ya no volvería a unos Juegos Olímpicos.

Con el dinero ganado a lo largo de su prolongada carrera deportiva, Gebrselassie invirtió en varios negocios exitosos: es empresario -entre otras cosas- del café y de la hostelería, además de presidente de la Federación de Atletismo de su país. Desde 1998, trabaja con el Programa de Desarrollo de Naciones Unidas, contra el HIV/SIDA y por la democracia. Promovió la Gran Carrera de Etiopía, cuyos fondos se destinan a programas contra el hambre. También ha construido un par de escuelas. Pero no todo ha sido miel sobre hojuelas en sus negocios: en 2020, por disturbios étnicos, dos de sus hoteles fueron quemados a ras de suelo. Ahora, por su fama nacional, el corredor se ha visto obligado a intervenir para buscar pacificar los ánimos en el conflicto de la zona de Tigray, que quiere independizarse de Etiopía. El destino de este gran olímpico parece estar en la política. 

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