miércoles, marzo 25, 2020

Glorias olímpicas: Bradley Wiggins


El ciclismo tiene varias especialidades, y lo normal es que quien destaca en unas, no puede hacerlo en las otras. Por eso se llaman especialidades. Sin embargo, Bradley Wiggins brilló en la pista, que suele exigir mucha velocidad y a veces velocidad pura, y también en la ruta, que es de mucha resistencia y capacidad de escalada. Como en el atletismo, suelen requerirse cuerpos distintos. Las bicicletas también son diferentes, y a menudo también lo es la táctica. Wiggins triunfó en las grandes carreras de ruta, en los campeonatos mundiales y en los Juegos Olímpicos, en ambas ramas.

Nacido en Bélgica, hijo de un ciclista profesional que abandonó a su familia, se crió con su madre inglesa y de niño, como buen inglés, se dedicó al futbol. A los 12 años, inspirado por las competencias olímpicas que vio en la tele, y conocedor de la historia de su padre, cambió al ciclismo. Lo primero que tuvo fue un accidente con un automóvil y se rompió la clavícula. Con una parte del dinero de la indemnización compró su primera bicicleta de carreras. Cuenta que le dijo, convencido, a uno de sus profesores: “voy a ser campeón olímpico y también voy a usar el maillot amarillo en el Tour de France”. Pero se dedicó fundamentalmente al ciclismo de pista.

Desde pequeño, Wiggins destacó, y se hizo campeón juvenil británico. A los 19 años ya era parte del equipo nacional y a los 20, en los juegos de Sydney 2000, obtuvo su primera medalla olímpica: un bronce en la persecución de 4 mil metros por equipos.  Luego los británicos se llevarían la plata mundial.

A partir de 2001, Wiggins se hizo profesional y empezó a competir en ruta, con resultados mixtos, porque extrañaba la pista, pero desde ese año –aunque tuvo un accidente en el que se fracturó la muñeca- ganó un par de carreras de segundo nivel. En 2003 ganó su primer oro en campeonato mundial, en persecución individual y se llevó una plata por equipos.  

En Atenas 2004 Wiggins compitió por el Reino Unido en el ciclismo de pista. Se llevó el oro en la persecución individual, la plata en la persecución por equipos y el bronce en el Madison (que es una prueba de relevos), a pesar de haber sufrido un aparatoso accidente a media carrera.

Tras esos juegos, se dedicó casi exclusivamente al ciclismo de ruta, pero también cosechó grandes éxitos en la pista. En 2007 se llevó dos oros en el mundial, en las especialidades de persecución; volvió a repetir la hazaña, en persecución y en Madison, al año siguiente, previo a la cita olímpica de Pekín.

En los Juegos Olímpicos de Pekín repitió como campeón en la persecución individual, rompiendo el récord olímpico. Por equipos, los británicos también se llevaron el oro, pero esta vez destrozando el récord mundial.

En 2009, por fin logra brillar en el Tour de France, con el equipo Garmin, y termina tercero en la clasificación general, luego de la descalificación por dopaje de Lance Armstrong.  En 2010 pasa a la gran máquina de las grandes vueltas que es el equipo Sky, pero se vuelve a romper la clavícula. En 2011 queda segundo en la Vuelta de España.

Vendrá 2012, y con él, la consagración. Al séptimo día del Tour de France logra el segundo de sus anhelos de niño: viste la casaca amarilla, que identifica al líder de la competencia. Lo hace tras una etapa de montaña. También gana la contrarreloj. Con dificultades, pero también con señorío –que incluye esperar a ciclistas rivales que habían ponchado porque un fanático arrojó tachuelas a la ruta- Wiggins se corona campeón del Tour. Es la cuarta vuelta que gana en la temporada. De ahí se va a los Olímpicos de Londres. Ahí no tiene suerte en la competencia de ruta, pero gana la contrarreloj. Es su séptima medalla. Y es el único ciclista en ganar un oro olímpico y el Tour de France el mismo año, una hazaña de difícil repetición. Recibe, en su país, la orden de Caballero de la Reina, “por sus servicios al ciclismo”.

Wiggins vuelve a la ruta, pero tiene problemas con la nueva estrella del Sky, Chris Froome, y decide hacer su propio equipo. Gana medalla de oro en el mundial de ruta. Pero en el desencanto decide regresar al ciclismo de pista. Lo primero que hace es romper el récord de la hora, con 54.526 kilómetros. Se prepara para lo que será su despedida: los Juegos Olímpicos de Río. Ahí logra su quinto oro, en la persecución por equipos. Es entonces cuando anuncia el retiro.

Sus totales son impresionantes. 5 participaciones olímpicas, 5 oros, 1 plata y 2 bronces. Y en campeonatos mundiales, un oro y una plata en ruta;  6 oros, 3 platas y 2 bronces en pista. Un grande. 

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