miércoles, enero 17, 2018

Leyendas olímpicas invernales: Armin Zoeggeler



Podría decirse que Armin Zoeggeler fue un predestinado para el luge. Nació en una zona rural del Alto Adigio, en los Alpes italianos. Para ir a la escuela en invierno, se deslizaba en su pequeño trineo, cuesta abajo, los tres kilómetros que separaban a su casa de la escuela, por el camino congelado.

Así, a los once años conquistó su primera competencia internacional. Lo hizo en pista natural. De inmediato se pasó a las pistas artificiales, que son las olímpicas. Desde los doce se metió en esas tripas de hielo en las que unos locos se desplazan a velocidades alucinantes. A los dieciséis, era campeón mundial juvenil. A los 18 empezó a participar en la Copa del Mundo, que ganó diez veces (59 victorias de etapa, en total), así como seis campeonatos mundiales.

Zoeggeler participó nada menos que en seis Juegos Olímpicos Invernales. Ese solo hecho es relevante. Lo extraordinario es que subió al podio en cada uno de ellos. Obtuvo dos oros (Salt Lake City 2002 y Turín 2006), una plata (Nagano 1998) y tres bronces (Lillehammer 1994, Vancouver 2010, Sochi 2014). Casi siempre mejoraba sus tiempos a cada manga, y lo hacía más rápido que sus contrincantes. Solía colarse a las medallas o cambiarlas de color en la última oportunidad, la más veloz. Es el primer deportista en obtener medalla en la misma competencia individual en seis ediciones olímpicas consecutivas, sean de invierno o de verano.

Dice Zoeggeler: “Al principio, en los primeros descensos, levantas un poco la cabeza para ver, pero si quieres de verdad ir rápido y explotar al máximo la aerodinámica, la pista la debes sentir bajo los patines del luge, moviéndolos con las piernas, con las manos y los hombros”. En otras palabras, debes ir a ciegas.

Zoeggeler afirma que nunca calculaba, en este deporte que se gana por centésimas de segundo: “si razonas, terminas por equivocarte”. Por lo mismo, cuando le preguntaban si alguna vez tenía miedo de ir a ciegas, a esas velocidades de loco, respondía: “¿Miedo? Es una palabra equivocada”. Y también por eso pudo convertirse en leyenda olímpica.

No hay comentarios.: