jueves, octubre 04, 2012

Estrellas consistentes y novatos que irrumpen duro





















Mexicanos en GL. 2012

2012 fue un año desigual para los mexicanos en las Ligas Mayores. Hubo de todo. Lo más rescatable: la consistencia estelar de Adrián González y Yovani Gallardo (quien implantó record de 4 temporadas seguidas superando la barrera de los 200 ponches), la irrupción de Miguel González y Cochito Cruz y el redescubrimiento de Óliver Pérez, ahora en la faceta de especialista zurdo. Lo más triste, la ausencia de Joakim Soria, por lesión, y que probablemente haya sido la última temporada en que hayamos visto a Rodrigo López como big leaguer.   

Aquí, el desempeño del contingente nacional, de acuerdo con lo realizado en la temporada (como siempre, se incluyen los mexico-americanos que estuvieron en el equipo de México en el Clásico Mundial).

Adrián González termina la temporada con número más que aceptables, sobre todo tomando en cuenta los sainetes ocurridos en Boston. Tras mejorar en los últimos días su actuación con los Dodgers (lleva una seguidilla de 15 juegos consecutivos conectando de hit), acabó con .299 de porcentaje, 18 cuadrangulares, 107 producidas y 2 robos. A su favor, además del fildeo extraordinario, la consistencia en porcentaje y llegar a 5 años produciendo 100 o más carreras. En su contra, que es el cuarto año seguido en que disminuye la producción de jonrones. Sigue siendo un pelotero de elite, pero el último dato lo aleja de los mega-estrellas.

Yovani Gallardo es ejemplo de consistencia. Una máquina de ponches y de salidas de calidad, ocasionalmente salpicado de aperturas horrorosas que afectan su porcentaje de carreras limpias admitidas, pero no su efectividad real. Encabezó las mayores en salidas de 6 entradas o más en las que admitió 3 carreras limpias o menos, con 25. Se convirtió este año en el lanzador con más temporadas ponchando a 200 adversarios o más, al llegar a cuatro seguidas (Fernando Valenzuela tuvo tres, pero hubieran sido cuatro de no ser por la huelga de 1981). Fue el puntal de la rotación de los Brewers y los ayudó a mantenerse en liza hasta la última semana. Su marca: 16-9, con 3.66 de PCL y 204 chocolates.

Miguel González ha sido la sorpresa agradable del beisbol mexicano en Grandes Ligas. Tras demasiados años en las menores, subió a Baltimore a finales de mayo y se hizo de un lugar en la rotación. 10 de las 15 aperturas del originario de Guadalajara fueron de calidad y dieron profundidad al pitcheo oriol. Terminó la temporada regular con 9 ganados, 4 perdidos, 3.25 de limpias y 77 ponches.

Marco Estrada, si sólo vemos su récord de ganados y perdidos (5-7), diríamos que el sonorense tuvo un mal año con los Cerveceros. No fue así. Poco apoyo ofensivo echó al traste varias de sus 11 salidas de calidad. Se ganó a pulso un lugar en la rotación de Milwaukee, en este año y también el próximo. Su PCL fue 3.64 y recetó 143 ponches.

Scott Hairston. El menor de los Hairston Arellano tuvo el año más activo de su carrera, jugando los jardines para los Mets. Bateó para .263 con 20 cuadrangulares, 57 impulsadas y 8 bases robadas, con la producción más alta de su carrera. Espera para el año próximo la posibilidad de jugar todos los días.

Luis Ayala comprobó que está de regreso como uno de los relevistas más confiables de las Mayores. Ayudó a Baltimore a llegar a postemporada. Su marca en el año, de 5-5, 1 salvamento, 11 ventajas sostenidas (holds) y 2.64 carreras limpias admitidas por cada 9 entradas lanzadas.

Luis Cruz tiene una de las historias más bonitas del año. El de Navojoa estaba por tirar la toalla, desesperado porque no lo llamaban a las Grandes Ligas cuando por fin se le hizo. Dicen que a la oportunidad la pintan calva y el Cochito la agarró por el único pelo, para establecerse en la titularidad de la tercera base de los Dodgers. Bateó para .297, con 6 jonrones, 40 impulsadas, dos robos y un guante preciso.

Jaime García tuvo un año complicado por las lesiones, pero lo finalizó a tambor batiente. El zurdo empezó irregular, se lesionó, estuvo fuera dos meses, y terminó muy bien. Su marca del año: 7-7, con 3.92 de limpias y 98 ponches. 12 de sus 20 aperturas fueron de calidad.

Alfredo Aceves pasó la campaña 2012 en la montaña rusa. Tras unos primeros juegos de pesadilla, se estableció como cerrador de los Medias Rojas de Boston y acumuló salvamentos y prestigio. Después, el ambiente tóxico del equipo cobró su cuota y el Patón fue uno de los más afectados. Terminó la temporada trapeando (mal) innings en juegos prematuramente decididos. Su marca en el año, 2-10 con 5.36 de PCL, 25 salvamentos y 8 rescates desperdiciados.

Óliver Pérez logró reinventarse. De irregular abridor pasó a especialista zurdo de los Marineros de Seattle. Lo relevante es que, desde esa posición modesta, estuvo más controlado y dominador que nunca. Sólo en su temporada de ensueño de 2004 aceptó menos hits y dio menos bases por inning lanzado que en 2012. Su récord del año: 1-3, con un hold y un rescate desperdiciado, un muy buen PCL de 2.12.

Luis Mendoza finalmente tuvo una temporada completa en Grandes Ligas, y ya fueron menos las ocasiones en las que los nervios al tener embasados dieron al traste con salidas que pintaban bien. Lanzó para unos Reales de Kansas City sumamente inconsistentes y deberá regresar a la rotación el próximo año. Terminó con marca de 8-10, 4.23 de PCL y 104 ponches recetados, 13 de sus 25 salidas fueron de calidad.

Fernando Salas tuvo una temporada muy distinta de la del año pasado, en que brilló. Ahora fue  pitcher del montón en el bullpen de los Cardenales de San Luis. El relevista acabó con 1-4, con efectividad de 4.30, 7 ventajas sostenidas (holds) y tres rescates desperdiciados.

Édgar González pudo regresar en los últimos meses de la campaña. Lo hizo como abridor de Houston y terminó con marca de 3.-1 y 5.04 de limpias. En ninguna de sus aperturas alcanzó a terminar la sexta entrada. Luchará por un puesto en la rotación de los alicaídos Astros el año próximo.

Jerry Hairston Jr. El veterano utility de los Dodgers inició bien la temporada, pero se lesionó. Está en los últimos años de su carrera, pero sigue siendo útil. Terminó el año con .273, con 4 vuelacercas, 23 remolcadas y un solitario robo de base.  

Rod Barajas empieza a pagar tantos años detrás del plato. El receptor de Pittsburgh bateó poco, aunque –como siempre- con poder: .206, 11 jonrones y 31 impulsadas. Tampoco estuvo muy hábil en sacar corredores: seis de cada siete adversarios que lo intentaron, se robaron la base. El problema es que era el único que podía hacer funcionar el pitcheo de los Piratas. Sin él en la guía como receptor, lo común era que tuvieran problemas.

Rodrigo López. El mexiquense estuvo un rato con los Cubs. No los convenció. Su marca: 0-1, 5.68 de PCL.

Jorge De la Rosa regresó a los Rockies al final de la temporada, tras su operación Tommy John. Lo hizo fuera de forma: perdió 2 de sus 3 salidas (la otra se fue sin decisión) y acabó con un horrible 9.28 de efectividad.  

Ramiro Peña. Un jueguito con los Yanquis y ya. Bateó de 4-1 y se regresó a Ligas Menores.

Alí Solís. Lo trajeron los Padres en septiembre, pero casi nada más a calentar banca. Participó parcialmente en 5 juegos. Dos como receptor y tres como bateador emergente. Todavía no pega su primer hit en las mayores. 

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