La delegación mexicana a los Juegos Centroamericanos y del Caribe San Salvador 2023 se alzó en la parte más alta del medallero, con 145 oros, 108 platas y 100 bronces. Le llevó amplísima ventaja al segundo lugar, Colombia, que tuvo 87 medallas de oro, con Cuba relegada al tercer lugar. Eso sí, los cubanos se llevaron el primer lugar en cuanto a pronósticos de los metodólogos. Dijeron que Cuba ganaría "entre 70 y 80 medallas de oro" y pelearía con Colombia el segundo lugar, bien atrás de Mëxico. Los cubanos ganaron 74 preseas doradas. Aunque la isla sigue a la baja, producto de la falta de recursos y de la deserción de atletas de elite, me sigue pareciendo una hazaña que gane tanto cuando el país está en una situación de quiebra económica y social.
En México, los pronósticos de los metodólogos, si los hubo, se quedaron dentro del cajón. A lo más que llegó Marijose Alcalá, presidenta del Comité Olímpico Mexicano, fue asegurar que México repetiría en la cima del medallero. Ana Guevara, directora de la CONADE, ni eso, quesque para evitar críticas posteriores. Así su confianza.
Hay que decir que esta victoria de México se da en un momento de poco apoyo gubernamental al deporte. En lo económico y en lo político. Ana Guevara ha preferido centrar su gestión en apoyar federaciones deportivas amigas y golpear a las que considera "enemigas". Muy al estilo 4T. Y de estos juegos, declaró que "algunos piensan que son de relleno". En otras palabras, no se le pueden adjudicar los éxitos.
México pasó de ganar el 29% de las medallas de oro en disputa en la edición de Barranquilla, al 33% en San Salvador; Cuba, del 24% al 17%; Colombia, del 18% al 20%. En otras palabras, casi toda la baja cubana se repartió entre la delegación tricolor y la cafetera, con el agregado de que los colombianos subieron a pesar de ya no ser sede. Podríamos complementar diciendo que Puerto Rico se llevó lo retrocedido por Venezuela y los locales salvadoreños, lo perdido por Guatemala, con cambios marginales en las demás delegaciones (salvo Jamaica, que pagó por no llevar atletas de primer nivel).
Como siempre, hay que evitar echar las campanas al vuelo. Por un lado se trata de una justa regional, y la región es débil en varios deportes. Por otro, en ella no siempre repiten las mismas disciplinas (esta vez, por ejemplo, no hubo squash, pero sí futbol-playa y ajedrez) y algunas competencias dentro de las disciplinas clásicas aparecen y desaparecen. Finalmente, y más importante, el resultado general rara vez es producto de que todo salga bien: en algunos deportes se avanza y en otros se retrocede.
Revisemos las cosas por deporte y empecemos, como de costumbre, con los más importantes dentro del ciclo olímpico.
En el atletismo, hubo 7 oros, lo que significa que otras delegaciones fueron las beneficiarias de la (relativa) debacle cubana. Junto con a gratas sorpresas, como el salto con garrocha varonil y el hecho increible de que Juan Luis Barrios, con un bronce, sea nombrado por cuarta vez en la serie de JCC de este blog, hubo decepciones, en los 400 metros femeninos y los 800 masculinos. Paola Morán y Tonatiu López siguen siendo grandes promesas, pero fallaron esta vez.
En la natación, con un equipo financiado a través de fideicomisos privados, a falta de apoyo de la CONADE, se tuvo un avance respecto a Barranquilla: dos oros más. Mantuvo la recuperación lograda tras un bache importante. Miguel De Lara dio la marca para París 2024. En lo referente al nado sincronizado, también en abierta pelea con Guevara, se repitieron los 5 oros (pero ahora hubo más pruebas). Nuria Diosdado es la atleta más ganadora de los Juegos.
Otro deporte en donde hubo consolidación fue el ciclismo de pista. México derrotó ampliamente a Colombia, llevándose 9 de los 12 oros en disputa. Al parecer, los problemas dentro de la federación van en rumbo de desaparecer, pero no cantemos victoria. En ciclismo de montaña hubo un oro, pero en ruta nos fuimos en blanco. En BMX, nada que hace ante Colombia.
Buena parte de la mejora mexicana estuvo en la gimnasia. En la gimnasia artística (el equipo femenino, en la foto). Superó el enorme tropezón que tuvo hace cinco años y en Veracruz 2014. Ahora se llevó 8 de los 14 oros en disputa, y los otros seis se repartieron entre cinco países. La figura fue la abanderada Alexa Moreno. En gimnasia rítmica, el equipo mexicano simplemente barrió: está en otro nivel. Y tuvimos dos oros en trampolín.
Pero siempre tiene que haber un negrito en el arroz. En el boxeo, Cuba cayó de manera precipitosa, y México no sólo no aprovechó, sino que pasó de dos preseas doradas a una sola. Quien recogió el bolo fue principalmente Colombia. Hay un claro problema de atraso técnico, que la federación no ha querido resolver.
El turno de análisis es para los deportes en donde México se considera contendiente mundial. En clavados, en medio de la disputa con la CONADE, se mandó a un equipo B, que tuvo resultados B. Sólo 4 oros y arriba de Colombia exclusivamente por las medallas de plata. En el equipo vimos al veterano Germán Sánchez, Duva, quien obviamente está apenas en plan de rehabilitación física, y a dos jovencitos con cualidades. En tiro con arco, el equipo mexicano demostró que es el mandón de la región: cumplió con creces. Donde cayó la actuación decepcionante fue en taekwondo, que había tenido una actuación buena en el reciente mundial, y ahora obtuvo sólo un oro en las disciplinas de combate individual.
El balance es mixto en otras disciplinas olímpicas: en remo, repetimos la amplia victoria sobre Cuba de los juegos pasados; en tiro hubo menos competencias, pero México ganó casi la misma cantidad de oros (y Cuba se vino abajo); en halterofilia hubo un claro retroceso, tal vez porque no se mandó a todos los mejores, lo que permitió a Colombia arrasar; en lucha, estancamiento; en judo, un paso atrás. A cambio, en triatlón México sigue siendo rey absoluto de la región y en pentatlón moderno lo volvió a ser. En badminton, México ahora casi barre (supongo que porque el guatemalteco Kevin Cordon, el único de la elite mundial, se retiró).
Hay otros deportes en donde, con altas y bajas, la delegación mexicana estuvo dentro de las expectativas: equitación, canotaje, tenis, vela, tenis de mesa. surf, golf, esgrima (que es en realidad una mejoría relativa a Barranquilla, a pesar de una posible medalla de oro perdida por el berrinche de un coach).
En lo referente a los deportes olímpicos de conjunto, la diferencia respecto a Barranquilla es positiva. Entonces fue un desastre, ahora hubo oros en ambos sexos del futbol y, meritoriamente, del hockey sobre pasto. Las mujeres en el basquetbol 3x3 ganaron oro a base de riñones, y también lo hizo la pareja varonil de volibol de playa. En el basquet varonil, actuación decente, y plata. Medallas en rugby, balonmano y waterpolo. El único deporte de este bloque que quedó a deber fue el volibol de sala (en parte por lo disparejo de los grupos).
Pasando a los deportes no olímpicos, un breve resumen: barrida en racquetbol, de la mano de la imprescindible Paola Longoria, oro merecido en beisbol, bronce en softbol (con un equipo muy diferente del que fue a Tokio), un muy buen repunte en boliche, actuación discreta en karate y más aún en patinaje de velocidad. Ridículo en el futbol-playa. ¡Ah, y dos oritos en ajedrez, el deporte-ciencia!
Podemos ver que, a nivel regional, la inercia positiva general del deporte mexicano se mantuvo, a pesar de los problemas en la conducción deportiva del país. Faltan por ver dos cosas. Veremos pronto la primera; si hay de verdad esa inercia a nivel panamericano, en los próximos juegos en Santiago de Chile, o si nos engañan las apariencias por una baja general centro-caribeña. La segunda tardará más en mostrarse, y ojalá no lo haga: cuáles serán los efectos de mediano plazo de la desastrosa conducción de Ana Guevara sobre nuestro deporte. Por lo pronto, México ya no mandará delegación a la Universiada.
Aquí el balance de Barranquilla 2018
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