Fue la
más espectacular patinadora artística en una de las épocas de oro de la
disciplina. La que la llevó a extremos atléticos y acrobáticos. Precisamente
por eso, nunca fue bienquerida por los jueces y por eso, también, se convirtió
en una leyenda.
Surya
Bonaly nació en Niza, y pasó sus primeros meses en el orfanato, hasta que fue
adoptada por una pareja formada por una exigente profesora de educación física
y un arquitecto. Años más tarde se enteró que sus padres biológicos eran de
Costa de Marfil y de la isla Reunión. Impulsada por su madre, la joven practicó
varios deportes, y en todos era buena. La esgrima, la gimnasia (donde pronto
destacó, fue campeona mundial juvenil de gimnasia acrobática) y, lo que más le
gustaba, el patinaje artístico.
Cuando
Surya apenas tenía diez años, fue a ver entrenar al equipo olímpico francés,
que hacía una escala en Niza. Su madre convenció al entrenador Didier Gallaghet
de que la dejara patinar con ellos una hora. La niña intentó hacer un doble
Axel, con todo y que tenía el tobillo fracturado. El entrenador quedó
impresionado con su determinación y la invitó a que se entrenara en París. Allí
se fue la familia, viviendo seis meses en su camioneta: padre, madre, hija y
cinco perros.
Pronto
empezaron los triunfos. Para 1992, ya había sido campeona mundial juvenil y
campeona europea. Venían los Juegos Olímpicos de Albertville,
con Francia de anfitriona. Bonaly iba en tercer lugar tras la rutina corta y,
antes de la final, tuvo un desacuerdo con el entrenador, que quería una rutina
menos arriesgada. Surya fue la primera mujer en intentar un cuádruple toe loop, pero lo terminó en
el hielo, y no en el aire, por lo que sólo le contaron triple. Aún así, fue
espectacular, pero la calificaron por debajo de Midori Ito y de Nancy Kerrigan,
que habían tenido fallas similares. Terminó en quinto lugar. Los jueces
consideraban que era demasiado veloz y que le faltaba flujo, elegancia. Tampoco
les gustaba su vestimenta. El público pensaba diferente.
Tras el rompimiento con Gallaghet, Bonaly tomó como
entrenadora a su madre, Suzanne. En los Mundiales de 1993 obtuvo la medalla de
plata, tras cerrada competencia con Oksana Baiul. El reacomodo de los olímpicos
invernales dio rápidamente otra oportunidad a la francesa, ahora en Lillehammer
94, en una competencia que generó gran expectativa mediática por la agresión
sufrida por Nancy Kerrigan a instancias de su rival Tonya Harding. En el hielo,
quienes más brillaron fueron la campeona Baiul y Bonaly, quien jugó con
combinaciones largas y difíciles, pero la francesa -tras estar en segundo lugar
luego del programa corto- cayó al cuarto lugar, porque su exhibición tuvo
algunas fallas.
Para el Campeonato Mundial de Chiba, Japón, Bonaly se había
cortado la cola de caballo, que no gustaba a los jueces, dejó de intentar
saltos cuádruples, trató de ser más grácil y menos atlética. Empató en puntos
con la local Yuka Sato, y los jueces votaron 5-4 para darle el oro a la local.
Bonaly se inconformó con su plata: “Hice todo lo que pude, menos pintarme de
blanca”, declaró.
Poco antes de los juegos de Nagano 98, Bonaly se rompió el
talón de Aquiles. Tenía pocas probabilidades de alcanzar medallas, porque no
podía terminar sus series de saltos triples, así que en la rutina final hizo lo
que nadie: un mortal hacia atrás en el que cayó en un solo patín. Una
maravilla. Pero, como ese salto está prohibido, le descontaron puntos. Se fue
hasta el lugar 10.
Pero sucedieron dos cosas: una, que el público se le rindió
con esa actuación valiente y deslumbrante. La otra, que, a su regreso a la villa
olímpica, Bonaly fue felicitada por otros atletas admirados: los de hockey
sobre hielo, los de esquí alpino, los de bobsled, luge y skeleton. Había hecho
una revolución: si los jueces querían música clásica, ella les brindaba el
mejor jazz, así patinara con Vivaldi.
De ahí se retiró del deporte amateur, pasó a exhibiciones
profesionales, y luego a ser entrenadora. Nunca ganó medalla, pero la espectacular
y legendaria huella que dejó hizo que muchos la amaran y que todo mundo la
extrañara en las siguientes ediciones olímpicas.
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