miércoles, diciembre 04, 2013

Glorias olímpicas invernales: Raisa Smetanina


Cuando uno nace en Siberia, el clima obliga a hacerte fuerte. Cuando el invierno es crudo y dura nueve meses, hay que tener un espíritu enérgico, y mucho de estoicismo, para poder domar a la naturaleza y a la vida. Allí, en un pueblito olvidado junto a los montes Urales, dedicado a la ganadería de renos, nació y creció Raisa Smetanina.

A la soledad de la taiga y la tundra, añádasele la de ser hija única. Raisa Smetanina fue una atleta solitaria, una mujer enfocada solamente a una cosa: el esquí nórdico. A entrenarse durante largas horas en climas hostiles. A superarse a sí misma.

Empezó a competir en 1967, y en 1972, a los veinte años, entró a formar parte del equipo nacional soviético, pero no concurrió a Juegos Olímpicos hasta la cita siguiente, en Innsbruck 1976. Sería la primera de cinco participaciones olímpicas, y en todas ganaría medalla.

En 1976, Raisa –quien dos años había ganado su primer campeonato mundial- se llevó dos medallas de oro y una de plata. Oros en los 10 kilómetros y el relevo 4 por 5 km; plata en los 5 kilómetros. Para 1980, en Lake Placid, estaba apenas superando una lesión, pero igualmente pudo llevarse un título olímpico y una plata. Ganó los 5 kilómetros y la URSS quedó segunda en el relevo.

Para 1984, en la cita de Sarajevo, la técnica del esquí nórdico había cambiado al llamado “paso patinado”. Smetanina, especialista en la técnica clásica, se rehusó a adaptarse a los nuevos tiempos. Aún así se llevó dos medallas de plata, en las competencias de 10 y 20 kilómetros. Para Calgary 1988, obtuvo una plata –en los 10- y un bronce –en los 20 kilómetros-. Para entonces había sido campeona mundial en cinco ocasiones. Se le concedió el título de Maestra Emérita del Deporte Soviético.

Todo indicaba que era la hora del retiro. Las nuevas generaciones pisaban con fuerza y Smetanina rondaba los 40 años. Además, la URSS estaba ya en fase de desintegración. Pero Raisa era tenaz, por no decir terca, y logró formar parte del Equipo Unificado (la entonces CEI) que compitió en Albertville 1992. Quedó en cuarto lugar en la competencia de 15 kilómetros estilo clásico, pero fue, de lejos, la pieza fundamental para que las ex soviéticas ganaran el relevo de 4 por 5 kilómetros. Un último oro.

Con ese triunfo, Raisa Smetanina no sólo se convirtió en la atleta más longeva en ganar el oro olímpico, sino que acumuló algo que ninguna competidora en juegos invernales había logrado: 10 medallas en la máxima competencia internacional: 4 oros, 5 platas y un bronce.




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