jueves, junio 28, 2012

Leyendas olímpicas: Károly Takács


Károly Takács era un experto tirador del ejército húngaro. El más preciso. Se esperaba que hubiera formado parte de su equipo nacional en los Juegos Olímpicos de Berlín, en 1936, pero las reglas elitistas del ejército de su país lo impidieron: Karoly era sólo un sargento y al evento sólo irían oficiales. Aguantó su frustración y esperó sí poder asistir a los juegos de Tokio 1940.

Hay veces en las que la vida juega las peores pasadas. En un entrenamiento militar durante 1938, una granada defectuosa explotó en la mano derecha de Takács, volándosela. Takács era diestro. Su carrera parecía terminada.

Pero hay personas que se superan a la adversidad. Takács decidió que seguiría tirando, aunque fuera con la mano izquierda, y se entrenó en secreto. Apareció en un campeonato nacional: sus antiguos compañeros lo saludaron, creyendo que sería un espectador más. Károly les dijo que no había venido a verlos, sino a competir contra ellos. Se coronó campeón (uno de los 35 campeonatos de Hungría en su palmarés). Estaba listo para los siguientes Juegos Olímpicos, pero vino la Guerra Mundial.

Tuvieron que pasar 12 años de su primera oportunidad y 10 del accidente que lo baldó para que Takács pudiera competir en unos Juegos Olímpicos. Fue en Londres 1948. Allí el tirador manco sorprendió al mundo, llevándose la medalla de oro en pistola de fuego rápido a 25 metros, con facilidad e implantando récord mundial. Antes de la competencia, el campeón mundial de entonces, el argentino Carlos Díaz –a la postre medallista de plata- le preguntó a Takács por qué estaba en Londres: “Estoy aquí para aprender”, respondió el húngaro. Tras la ceremonia de premiación, Díaz contestó: “Aprendiste bastante”.

Volvió en Helsinki 1952. En la capital de Finlandia se hizo de nuevo del oro (algo particularmente difícil en el mundo del tiro deportivo) en la misma prueba, venciendo esta vez apretadamente a su compatriota Szilard Kun. Trató de lograr la hazaña de un tercer oro en Melbourne, pero terminó en octavo lugar. Se retiraría años después, para convertirse en exitoso entrenador.  

Efectivamente, Kóvacs “aprendió bastante” porque se rehusó a renunciar a su sueño. Por eso el Comité Olímpico Internacional lo calificó de “héroe olímpico”. Un justo reconocimiento a esta poco conocida leyenda del deporte.

martes, junio 26, 2012

La isla capitalina

  

 
Antes de iniciar las campañas electorales, en las cúpulas del PRI era lugar común decir que para ganar la Presidencia de la República era necesario recuperar el Distrito Federal. Luego acotaban que “recuperar el DF” no significaba necesariamente ganarlo, sino volver competitivo al tricolor en la capital, luego de cinco elecciones consecutivas en las que sufrió derrotas clamorosas.

Pues bien, si las diferentes encuestas públicas han medido correctamente el sentir del electorado, y si no pasa nada espectacular en los próximos días, el PRI ganará con relativa facilidad la Presidencia y seguirá siendo tan irrelevante en el DF como en los comicios anteriores. Es una paradoja que vale la pena analizar.

Las encuestas nacionales presentan una ventaja de entre 12 y 18 puntos porcentuales para Enrique Peña Nieto, y prevén que el PRI salga con ganancias en las elecciones para gobernadores que se realizarán de manera simultánea a las federales. Mientras tanto, en el Distrito Federal, el candidato del Movimiento Progresista, Miguel Mancera, lleva una delantera formidable, de 50 puntos porcentuales, sobre la abanderada del PRI, Beatriz Paredes.

No sólo eso. En las mediciones de intención de voto presidencial en el DF, Andrés Manuel López Obrador tiene una ventaja de cuando menos 30 puntos sobre Enrique Peña Nieto, que disminuye, pero es todavía de dos dígitos, si contamos el área metropolitana de la ciudad de México.

Aún hay más. Casi toda la caída de intenciones de voto por Peña Nieto durante la campaña y casi todo el aumento por López Obrador se concentran en el centro del país y, particularmente, en el Distrito Federal. No se han estudiado todavía las causas: si, contrario a lo que sucede normalmente, el candidato local –Mancera- jaló votos para el federal –AMLO- , o si se trata del efecto, no comprobado todavía, del movimiento #YoSoy132, que quedó circunscrito a la capital y alrededores.

El caso es que, de confirmarse las tendencias, habría un desfase muy notable entre la ciudad de México y el resto del país. Una isla perredista en medio de un mar tricolor con pequeños puntos azules y amarillos. Con el agregado de que la isla-Tenochtitlan se hizo todavía más perredista que en años anteriores.

Me parece que desde ahora habría que empezar a buscar explicaciones de este fenómeno. Creo que las hay de tres tipos: política, sociológica e histórica y que lo que están viendo en estos momentos las encuestas es una combinación de las tres.

La política tiene que ver, por un lado, con el alto grado de aceptación con que cuenta el jefe de gobierno capitalino, Marcelo Ebrard. Por el otro, por la correcta elección de candidato de parte del Movimiento Progresista, así como el error cometido por Acción Nacional, al nombrar a una persona a la que se reconocía por su valentía, pero que resultó muy mala candidata. Por un tercero, a la incapacidad del PRI capitalino para renovarse: mantiene la imagen de un partido lumpenizado, cuyos despojos son botín de grupos clientelares de la peor ralea. De nada le sirvió al tricolor agenciarse el apoyo de grupos provenientes de la izquierda, que terminaron como pegote, hicieron mucho ruido y cosecharán pocas nueces.

La explicación sociológica tiene muchas aristas. Una de ellas es que la ciudad de México, y el DF en particular, es una isla liberal y modernizante en el mar tradicionalista, cuando no conservador, de la mayor parte del resto del país. Desde la encuesta nacional sobre sexo, en el ya lejano 1990, los ciudadanos de la capital manejaban mucho más los valores denominados “postmodernos” frente a los tradicionales de otras urbes. Esto se ha acrecentado durante las administraciones perredistas.

Otro factor a tomar en cuenta es la escolaridad. El Distrito Federal es la entidad más escolarizada del país, y hay una correlación inversa entre índice de escolaridad e intención de voto por el PRI. Se puede argumentar que hay una correlación directa entre nivel de estudios y votación por el PAN, pero esta choca con el talante liberal de los chilangos. Adicionalmente, las políticas clientelares tejidas por las redes del PRD han hecho que los capitalinos menos escolarizados simplemente hayan cambiado el color político de su “benefactor”, y pasado a ser parte del voto duro perredista.

Se podría argumentar que, siendo el Distrito Federal la entidad más rica del país, su tendencia natural –en términos de defensa de los intereses de clase- sería el voto conservador. Efectivamente, hay una relación directa entre voto panista y clase social. En el caso del DF, salvo en las colonias más exclusivas –que fueron bastión del PRI hasta 1997 y probablemente lo vuelvan a ser en 2012-, uno puede encontrar que el porcentaje de votos por el PAN desciende en la medida en que uno va bajando en la escala sociodemográfica.  Lo curioso es que lo mismo sucede en muchas otras ciudades. Y si, llevadas las cosas al extremo, uno sobrepone gráficas por colonia en el DF y en León, verá que se mueven igual, pero encontrará que la clase media-alta capitalina es tan panista como la clase trabajadora leonesa.

Finalizo con la explicación histórica. Decía don Jesús Silva Herzog (el original, el padre del ex secretario de Hacienda y abuelo del analista político) que la ciudad de México era muy poco revolucionaria. Por supuesto, decía esto antes de la apertura democrática del país y en el contexto de sus investigaciones históricas.

La capital fue el centro del poder porfirista, nunca fue abiertamente antihuertista y nunca llevó buenas relaciones con el carrancismo y el obregonismo, que luego desembocarían en la revolución institucionalizada. Si acaso, sus ligas populares fueron con los zapatistas, idealizados por sus raíces indígenas. Jamás con los norteños.

En los años de partido “prácticamente único”, la ciudad de México siempre fue la menos priista de las entidades, aunque aquí estuviera la sede del poder central y centralista. El PRI no gozó de mayoría electoral absoluta en el DF ni en 1979, al inicio de la apertura, ni en 1991, durante el efímero romance nacional con Salinas de Gortari.       

Parte de la cultura de los capitalinos, enraizada en la historia de la ciudad, ha sido la desconfianza hacia la creación de Calles y a todo lo que huela a PRI-gobierno. Es casi como el ADN local.

Resulta paradójico que el fondo del discurso de su candidato favorito esté basado en la nostalgia por la política económica del viejo PRI, al cabo que lo que importa son las siglas y “pegarle al PRI donde le duele”.

Más paradójico todavía será –si las previsiones son correctas y el PRD se desfonda a nivel nacional mientras crece en la ciudad capital- que el segundo gran ganador de la contienda del 2012 haya sido un señor que no está en ninguna boleta y despacha frente al Zócalo.

miércoles, junio 20, 2012

Glorias olímpicas: Larisa Latynina


Un día, a finales de los años cuarenta, el maestro de ballet del pueblo de Kherson, en la Ucrania soviética, se vio obligado a dejar el lugar y dejó sin clases a sus chicas. Sin saberlo, influyó con esa decisión en la historia olímpica. Una de sus alumnas se vio obligada a pasar de la danza clásica a la gimnasia. Años después, esa muchacha trazaba con su cuerpo figuras expresivas en los ejercicios en el suelo, escenificaba un ballet deportivo en la viga de 10 centímetros de ancho, aterrizaba ligera tras el salto de caballo y sus movimientos veloces y precisos en las barras asimétricas parecían desafiar las leyes de gravedad. Era Larisa Latynina, la mujer que más medallas olímpicas ha conquistado en la historia.

De su pueblo natal, Latynina pasó a Kiev y a los 19 años hizo su debut en la escuadra soviética, obteniendo oro en los Mundiales de gimnasia de 1954. Sus primeros Juegos Olímpicos fueron en Melbourne 1956, donde su rival fue la húngara Âgnes Keleti. Latynina se llevó el all-around, ganó el oro por equipos, en piso y en salto de caballo, obtuvo plata en las barras asimétricas y bronce por equipos en aparatos combinados (prueba ya descontinuada).

Era sólo el principio. Latynina usaba a Prokofiev y otros compositores rusos para sus pruebas, música imbuida de nacionalismo de la URSS que quería mostrar la superioridad de su sistema a través de las victorias deportivas.  Larisa era la muestra máxima: brillaba particularmente cuando era acompañada por música, herencia de su paso por el ballet. Lo comprobó en los mundiales de Moscú, donde se llevó 5 de los 6 posibles oros y, de nuevo, en los Juegos Olímpicos de Roma 1960. En la capital italiana, la Unión Soviética repitió el oro por equipos, Latynina defendió con éxito sus títulos all-around y de ejercicios a manos libres, se llevó la plata en barras asimétricas y viga de equilibrio y quedó con bronce en salto de caballo.

En los Mundiales de Praga inició su rivalidad con la checa Vera Čáslavská, ante quien perdió en salto de caballo, pero se hizo con los oros all-around, por equipos y, por supuesto, en ejercicios de piso. De ahí al gran encuentro olímpico en Tokio 1964: Allí fue derrotada por Čáslavská en la prueba general, pero igualmente guió al equipo soviético al oro por equipos y obtuvo, por tercera ocasión, el título en los ejercicios de piso. Latynina se llevó plata en el all-around y el salto de caballo, y bronce en viga y barras asimétricas.

El palmarés olímpico de Latynina es impresionante. Obtuvo 9 medallas de oro, 5 de plata y 4 de bronce en tres ciclos olímpicos exitosísimos. Difícilmente alguien podrá superarla como la mujer más laureada en la historia de los Juegos.

lunes, junio 18, 2012

Biopics: Las elecciones del 82 y la discusión sobre el fraude


Finalmente llegó el día de las elecciones. Estábamos en pleno Mundial de futbol y el gobierno prohibió la transmisión en vivo de los partidos del día (Francia-Irlanda del Norte y Polonia-URSS), para estimular a la gente a salir a votar. Así se las gastaban. Patricia era representante del partido en una casilla (el candidato de nuestro distrito era Toño Gershenson), así que hicimos todo un rollo logístico para cuidar al Rayito. Yo lo hice temprano. Luego llegó de votar Susana Duprat y se quedó con el niño mientras yo iba a la casilla. Regresé, escuché un rato el fut y a media tarde me lancé a la sede del partido, donde habíamos instalado el centro de cómputo. Recuerdo que una de las primeras personas que vi en aquel viejo edificio de la calle Monterrey fue a Manuel Stephens, que venía del PPM y tenía en su despacho las obras completas de Stalin. Estaba viendo diferido el partido Polonia-URSS (“empate a cero, pero socialista”, dijo).

Apenas cerradas las casillas empezó a llegar la información de aquellas previstas para el conteo rápido. En el Distrito Federal íbamos un poco debajo de lo obtenido por el Partido Comunista tres años antes (a causa, sobre todo, de la presencia del PRT, partido troskista, y su candidata Rosario Ibarra de Piedra). En algunas otras partes de la república nos iba mejor. Fue el caso de Sinaloa, donde pasamos del 5% con el PCM-Coalición de Izquierda al 16%, gracias a la presencia de mis amigos los expemetistas que habían entrado al partido vía MAP (en otras palabras, nuestro cálculo de 10% cuando estábamos en el PMT sinaloense no estaba nada desencaminado). También habíamos crecido en Zacatecas y algunas partes de Veracruz. Llegaron los resultados de Guerrero y eran excelentes. También los de Oaxaca, con todo y que en la casilla muestra de Pinotepa Nacional habían expulsado a nuestro representante y el cartelón salió con 400 votos para el PRI y ninguno para los partidos de oposición. En Chiapas también avanzamos muchísimo. Pero faltaban muchos estados, muchos distritos, muchas casillas rurales. En la medida en que avanzaba la noche quedaba cada vez más claro que no completaríamos la muestra jamás (de hecho, Roger Bartra, con un grupo de chavitos armados de calculadoras, sacó una muestra del DF cuyos datos resultaron tan exactos como la gigantesca que se había armado en el centro de cómputo).

Los periódicos de la mañana dieron a conocer resultados parciales de la Comisión Federal Electoral (que organizaba las elecciones y presidía el Secretario de Gobernación). Ubicaba a Arnoldo con 1.1 millones de votos, cerca del 5% de l total. Nos parecía razonable: de acuerdo a nuestros datos –proyectando los muchos estados con información insuficiente-, rozaríamos el 6%, con millón y medio de sufragios. Pero ese lunes la información ya caía a cuentagotas y no alcanzábamos ni 600 de las 1100 casillas para conteo rápido. Sin proyecciones, necesariamente inseguras, sería imposible definir resultados. Propusimos que el partido reconociera que De la Madrid (candidato del PRI, PPS y PARM) había obtenido la mayoría de los votos, pero no los porcentajes que el gobierno manejaba. Aún suponiendo que el PRI tuviera 90% en las casillas-muestra que faltaban, su candidato llegaba al 58%, no a la grosería que nos estaban vendiendo.

Quién sabe si como respuesta, los nuevos datos de la CFE daban a nuestro candidato menos votos de los que tenía en el primer corte. Inexplicablemente, había caído a 800 mil. Hubo una gran discusión en el partido respecto a qué hacer. Yo era de la idea de que era necesario denunciar el fraude en gran escala que había sufrido la izquierda. Como estaba encargado del centro de cómputo, tenía un argumento fuerte. Quien estaba en contra de esa denuncia era Jorge Alcocer. Decía que si nos habían robado medio millón de votos había que explicitar en dónde. Nos dimos a la tarea de buscarlo, y encontramos tres focos rojos: Guerrero, Oaxaca y Chiapas.
Al principio, todo checaba: el gobierno se había cebado en el fraude en los estados más pobres. Pero luego el argumento se nos cayó. Pablo Sandoval, de Guerrero, confesó que los datos que había enviado no eran siempre de las casillas-muestra: sustituyó algunas “porque nos había ido muy mal”. Caso similar fue Oaxaca, con Héctor Sánchez (un cuate que se ha pasado décadas ofreciendo votos de mentiras). Donde hubo una distorsión gigantesca de los votos de nuestro partido fue en Chiapas.
Al final, se decidió no impugnar la elección más que verbalmente. Según los números oficiales, De la Madrid alcanzó más de 16 millones de votos, el 68% del total, y Arnoldo tuvo 822 mil votos, 3.5%. La elección para diputados nos alcanzó para una veintena, entre ellos tres que provenían del MAP: Rolando Cordera, Arnaldo Córdova y Antonio Gershenson.

Estoy convencido de que los datos finales de las elecciones de 1982 fueron falseados. Por supuesto que De la Madrid ganó con mayoría absoluta, pero el PRI y el gobierno truquearon la votación para que tuviera un número total de votos superior al obtenido seis años atrás por José López Portillo, quien había competido en solitario. Al hacer el ajuste, aplanaron la votación de todos los demás. También me queda claro que nosotros no teníamos argumentos suficientes para impugnar la elección, y hubiera sido contraproducente hacerlo. Nunca se sabrá si tuvimos más o menos de un millón de votos.

Otra lección fue sobre el diseño muestral. No era un asunto para andar haciendo concesiones por razones de “unidad partidaria”. Para las siguientes elecciones armaríamos un proyecto mucho más sólido.

miércoles, junio 13, 2012

Leyendas olímpicas: Jesse Owens



Se le conoce como el hombre que hizo rabiar a Hitler, pero se quejaba más del racismo de Estados Unidos. Brilló como nadie en los Juegos Olímpicos de Berlín 1936, un fulgor, pero su carrera deportiva se vio prematuramente cortada por las trabas que le pusieron en su propio país, aún antes del estallido de la II Guerra Mundial.

Jesse Owens nació en Alabama, pero sus padres se cambiaron a Cleveland cuando él era niño. Buscaban trabajo, pero sobre todo escapar de la sociedad segregada del sur de Estados Unidos. Desde muy joven, Jesse destacó en los deportes: en la preparatoria igualó el récord mundial de las 100 yardas. Fue la estrella atlética de la Universidad de Ohio (donde no tenía beca y tenía que comer separado de sus compañeros blancos). En una competencia intercolegial, en 1935, rompió 3 marcas mundiales en sólo 45 minutos: salto de longitud y dos carreras con vallas medidas en yardas.

Antes de los juegos de Berlín hubo un fuerte movimiento en Estados Unidos que pedía boicotearlos. Owens se sumó y afirmó que su país no debía mandar una delegación. El clamor fue tan fuerte que obligaron al presidente del Comité Olímpico de EU, Avery Brundage, a visitar Alemania y dar un veredicto. Brundage era simpatizante nazi y, tras el viaje, acusó de mentirosos a quienes afirmaban que el III Reich negaba derechos elementales a las minorías.

En los Juegos de 1936, que supuestamente mostrarían la superioridad de la “raza aria”, Owens ganó el oro en los 100 metros planos, superando a su compatriota, también negro, Ralph Metcalfe. Se llevó también la victoria en el salto de longitud, luego de estar a punto de ser descalificado en las eliminatorias (un tip de su rival alemán, Luz Long, a la postre medallista de plata, le sirvió para superar la fase). También obtuvo el oro en los 200 metros planos y completó la cuarteta en el relevo de 4 x 100.

Es famoso el hecho de que Hitler, tras la primera victoria de Owens, abandonó el estadio sin saludar al ganador. Al día siguiente, el COI le dijo al Führer que o saludaba a todos los ganadores o no saludaba a ninguno, por lo que Hitler ya no asistió a otras ceremonias de premiación. Menos conocida, la actitud de Luz Long, quien abrazó a Owens tras la competencia y dieron un paseo por el estadio, tomados del brazo. Aún menos, que la participación de Owens en el relevo de Estados Unidos se debió a una petición alemana para que dos velocistas de origen judío fueran sustituidos (los negros eran una opción menos mala, según los nazis, a quienes Brundage obedeció).

Tras la victoria berlinesa, el Comité Olímpico de Estados Unidos obligó a sus atletas a una gira por Europa, cansada y con malos servicios, que a muchos molestó. Owens decidió regresar a su país y fue recibido por una multitud delirante en Cleveland. El velocista había hablado de hacer contratos con varios patrocinadores y ese sólo hecho bastó para que el organismo encabezado por Brundage lo declarara profesional y acabara con su carrera deportiva formal. Obviamente, los patrocinadores desaparecieron.

Sin ingresos, el tetracampeón olímpico tuvo que hacer cosas raras para sobrevivir, como competir en carreras contra caballos purasangre (que Owens ganaba, porque le daban algo de ventaja y el disparo muy cerca del animal lo asustaba y hacía lento su arranque). Ante las críticas de que aquello era humillante, respondió que no se podía comer sus medallas. Y ante los comentarios de que Hitler no lo quiso saludar, respondió que el presidente Roosevelt ni siquiera le envió un telegrama de felicitación.

Owens fue dueño de una tintorería, cayó en bancarrota y terminó de empleado en una gasolinera. De ahí fue recuperado por el gobierno estadunidense, que lo nombró embajador de buena voluntad, para recorrer el mundo y defender los valores de EU en plena guerra fría. También lo contrataron varias empresas privadas para el mismo efecto. De esa forma, la leyenda olímpica, el primer hombre que derrotó a Adolf Hitler pudo vivir con cierta dignidad económica sus últimos años.