viernes, diciembre 11, 2020

Biopics: La encuesta de los franceses

 

En el verano del 89 me cayó otro trabajo de encuestas. Fue una propuesta de Josyanne, una francesa quien había sido roomie de Mi René y la Pastusa cuando vivían en la Condesa y les puse el sobrenombre de los Osos de Amsterdam.

La idea de Josyanne era realizar una investigación acerca de las condiciones de vida de los franceses que vivían ilegalmente en México y había convencido a la embajada de que le financiara una encuesta en la que se vieran también las diferencias con respecto a los residentes legales.

Era evidente, por el tema, que quienes hicieran el trabajo de campo tuvieran que ser ciudadanos franceses. Lo que me tocaba era hacer la muestra, cosa que no es sencilla si no tienes una base de datos de la cual sacarla, y ni siquiera tienes idea del tamaño del universo muestral. Una característica de quienes residen ilegalmente en un país es que no se dejan ver fácilmente (aunque, claro, no es lo mismo un francés en México que un salvadoreño en Estados Unidos, un magrebí en España o un camerunés en Francia), así que había que tener creatividad para intentar tener una buena muestra.

Mi premisa, pensando un poco en cómo se mueven los mexicanos en EU, fue que había dos círculos separados: el de los franceses registrados y el de los que no lo estaban, pero que necesariamente tendría que haber algunos vasos comunicantes. Había que trabajar en la lógica de que esa comunidad era un conjunto de clusters diferenciados, pero con puntos de contacto.

Lo que hice fue, primero, hacer una muestra aleatoria de los franceses que residían legalmente en el país, que proporcionó el consulado; luego de esa muestra los entrevistadores -cuatro chavos franceses amigos de Josyanne- preguntarían al entrevistado si conocía algún francés de cuyo estatus migratorio no estuviera seguro. De esa lista, cotejada contra la oficial, saldría otra muestra, que se peinaba de manera más apretada. A éstos, a su vez, les preguntábamos si conocían a otros, y se generaba una tercera muestra, peinada casi a ras, y así sucesivamente (digamos que de los registrados entrevistábamos a uno de cada 25, de los no registrados, a uno de cada 10 y de la siguiente vuelta, 1 de cada 5). Era un método de bola de nieve.

Los franceses son muy serios y vino una señora de París, con quien tuvimos una charla amena en un café, para cerciorarse de que Datavox era una empresa registrada y escuchar la explicación del método, como parte del protocolo para dar el visto bueno. Por su parte, Chuy Pérez Cota le hizo a Josyanne un programa para bajar los resultados y hacer los cálculos con base en su cuestionario, y luego los contactos fueron escasos, porque nosotros nos comprometimos a no tener acceso a los resultados.

De las pláticas con Josyanne, resultó que el método resultó bastante efectivo. A la muestra original le salieron varios pequeños chipotes de franceses que habían venido de turistas, se habían quedado a vivir en México y no habían regularizado su situación. Cada uno de esos chipotes tenía a su vez otro chipotito menor, o varios. Como ella y sus amigos hicieron casi todo el trabajo, se quedaron con casi todo el dinero. A mí me quedó el gusto de saber que el método de la bola de nieve funcionaba.

El asunto, por cierto, viene a cuento en tiempos de pandemia por coronavirus, porque el método se parece a los que varios países han usado para la detección de contagios, a través de la cadena de contactos de quienes dan positivo en las pruebas. El de los clusters es un tema que da para mucho en estadística, y también en comprensión del comportamiento humano.

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