Continúo
con mi lista de filias y fobias deportivas. Voy ahora a otros dos deportes de
conjunto: beisbol y futbol americano.
Beisbol
No
es secreto mío que el beisbol es mi deporte favorito. Lo amo como tal, por su
estética, su ritmo, su inteligencia. Por lo tanto, son muchas las filias y en
verdad pocas las fobias.
Por
equipos.
En
Ligas Mayores no tengo una filia particular, pero hay equipos que me caen
particularmente bien, normalmente ligados a un momento de su historia, de la
mía, o a la presencia de algún pelotero que me encante. Creo que al pasar a las
filias y fobias de jugadores será más claro.
En
la Liga Nacional el equipo que históricamente me ha caído mejor son los Mets de
Nueva York. Será la tendencia a irle a los equipos débiles, será el logo o los
milagrosos Mets de 1969, pero ese equipo. También me caen bien los Gigantes de
San Francisco y los Rockies de Colorado. Con los Dodgers he tenido tres épocas:
la de los pitchers dominantes de los años 60, la de la Fernandomanía y la
reciente, cuando estaba Adrián González.
En
la Liga Americana, tendencialmente mi favorito han sido los Medias Rojas, pero
no siempre. Hubo un tiempo en el que me simpatizaban mucho los Twins (mi
conocido regusto por los apodos incongruentes: son 25 y les dicen mellizos); en
otro, los Tigres de Detroit, sobre todo
en tiempos de Aurelio López y, en distintas etapas, los Atléticos de Oakland.
Sobre
quién es mi favorito entres Mets y Medias Rojas, hay un precedente claro: en la
Serie Mundial de 1986 me decanté con los primeros, y gocé el famoso error de
Bill Buckner como si hubiera sido aficionado de los Yankees.
En
lo referente a fobias, creo que el equipo que más mal me cae en la Liga
Nacional son los Rojos de Cincinatti. Nunca simpaticé con la Gran Máquina Roja,
ni con sus cabellos bien peinados ni con su dueña republicana. Otros que me
caen mal son los Diamondbacks de Arizona y, a ratos, aunque no ahora, los Filis
de Filadelfia.
En
la Americana, por supuesto que detesto a los Yankees. Por megapoderosos y
porque tienen demasiada lana. Al mismo tiempo, es el equipo con más historial y
prosapia, fundamental para el beisbol grande, al que respeto mucho. Prefiero
que luchen por el banderín y lo pierdan, a que se hundan de media tabla para
abajo. Otras escuadras que me caen mal son las Rayas de Tampa y los Rangers de
Texas, que, para colmo, fueron propiedad de Bush Jr.
Entre
Rojos y Yankees, creo que me caen peor los Reds.
Más filias y fobias:
En
la Liga Mexicana de Beisbol, de niño le iba a los Tigres Capitalinos, y el
Parque del Seguro Social era el Campo de los Sueños. Con los Diablos me pasaba
algo parecido que con los Yankees: al mismo tiempo que quería verlos
derrotados, también los respetaba muchísimo.
Pasaron
los años y los Tigres me hicieron dos traiciones. Una fue que el equipo se
mantuviera luego de la huelga de peloteros que culminó con la creación de la
Anabe. La otra, que se fueran de la Ciudad de México. Fui, sin exagerar,
cientos de veces al Parque del Seguro Social, casi ninguna al Foro Sol.
Finalmente, fueron precisamente los Diablos quienes me hicieron el favor de invitarme a lanzar una primera bola (junio de 1999, contra los Cafeteros de Córdoba). No los puedo detestar. Pero tampoco puedo amarlos, así sean el único equipo de la ciudad: infancia es destino. En la ex guerra civil, todavía voy Tigres.
En
la Liga Mexicana del Pacífico mi favorito son los Tomateros de Culiacán (viví
poco más de dos años en la capital sinaloense). Empero, en la LMP me sucede
algo parecido que con la Liga Mexicana. Como el campeón del Pacífico es el
representante de México en la Serie del Caribe, me resulta difícil odiar a
gusto a otro equipo. En cualquier caso, con quien siento que existe la
rivalidad tomatera no es con Hermosillo, sino con los Venados de Mazatlán. La
suficiente como para que yo no me compre gorra.
Falta
comentar acerca de equipos nacionales. Mi filia, obvia, es por México, aunque
los únicos placeres que en realidad me ha dado esa selección han sido las dos
pírricas victorias contra Estados Unidos en los Clásicos Mundiales.
La
fobia es más interesante, porque suelo simpatizar con los deportistas cubanos.
La excepción durante muchos años fue el beisbol. ¿La razón? La obsesión de
Fidel Castro con la pelota caliente, que era del tamaño de molestarse porque un
cubano había sido puesto out fuera de
base en un juego de trámite contra Sudáfrica. Cada derrota de la selección
cubana ponía a la prensa oficialista (porque no hay de otra) fuera de sí. Mi
gusto era imaginar el berrinche de Fidel.
Filias
y fobias de peloteros (y aquí habrá más tela de donde cortar).
Filias
de Grandes Ligas:
1. Fernando Valenzuela. Tuve la suerte de verlo lanzar, por tele, desde finales de la campaña de 1980, así que al año siguiente, cuando inició la Fernandomanía (sobre la que escribíaquí) estaba yo preparadísimo para la inmersión total. Valenzuela, además de gran lanzador, es un hombre carismático, bueno, decente.
2.
Sandy Koufax. Otro zurdo de los Dodgers. Con él, me enamoré del pitcheo, en la
primera Serie Mundial que vi por TV. 1963.
3.
Willie Mays. Me tocó verlo ya en el final de su carrera. Era una maravilla con
el guante y con el bat. Además cumple años el mismo día que yo.
4.
Aurelio López. Desde que estaba con los Diablos era admirable. Disfruté mucho
sus grandes temporadas y Serie Mundial con los Tigres de Detroit.
5.
David Ortiz. Vale repetir la palabra, porque Big Papi es un personaje carismático dentro y fuera del diamante. Uno
de los bates más poderosos que jamás he visto.
6.
Rollie Fingers, el más significativo de los simpáticos bigotones, los Atléticos
de Oakland de inicios de los 70.
Tremendísimo relevista.
7.
Miguel Cabrera. Siempre me ha intrigado el contraste entre su cara de niño y el
enorme poder de su majagua. Un buen tipo, además.
8.
Luis Tiant. Gran lanzador cubano, desde que estaba con los Tigres capitalinos.
Una injusticia, que no esté en el Salón de la Fama de Cooperstown.
9.
Bob Gibson. Después de Koufax, el pitcher más dominador que me ha tocado ver.
10.
Ozzie Smith, sencillamente el mejor shortstop defensivo de todos los tiempos.
Una delicia, ver sus jugadas.
Fobias:
1,
Pete Rose. Me cayó muy mal desde siempre. Al mismo tiempo que era un enorme
jugador había en él algo de exceso, como que tenía demasiada pimienta y eso lo
hacía indigerible. Ya después se supo lo de su prohibida afición por las apuestas.
2.
Mark McGwire. Me dolió cuando rompió el récord de jonrones que había impuesto
Roger Maris cuando yo apenas empezaba a entender el beisbol. Me dolió más que
lo hiciera dopad, el muy tramposo.
3.
Alex Rodríguez. Narcisista, mal compañero, también metido en líos de doping.
Todo en él me parece falsedad.
4.
Joe Morgan. Tremendo jugador, clave en la Gran Máquina Roja, pero también
engreído. Como narrador y comentarista resultó peor, por sus continuos errores
y su visión obsoleta del beisbol.
5.
Kelly Johnson, utility mediocre, se me hizo particularmente detestable por
sucio. Con sus agresiones cubría su mediocridad. Y cuando le clavó un spike a
Yovani Gallardo en 2008, dejándolo fuera por un año, me pareció increíble que
no le dieran una largo suspensión.
6.
David Concepción. ¿Ya he dicho que odiaba a la Gran Máquina Roja? Concepción
era pieza clave. En mi lista estarían todos aquellos Reds, menos Johnny Bench,
porque decían entonces que nos parecíamos físicamente.
7.
A.J. Pierzynski. Todos lo ubican como un tipo odioso, un mal compañero. Uno de
mis mejores momentos fue en Fenway Park, cuando Pierzynski dejó caer un foul y,
a la pichada siguiente, Dustin Pedroia conectó cuadrangular.
8.
Gary Sheffield. Un mercenario que se quejaba de que a los hispanos del beisbol
les daban más chance que a los negros, porque eran “dóciles”.
9.
Sammy Sosa. Era más tramposo que
McGuire. Al dopaje habría que añadirle que usaba bates trucados.
10.
Mariano Rivera. ¿Por qué está el grandísimo Mariano en esta lista? Porque era
el cerrador de los Yankees y era tan efectivo que su llegada al montículo
quería decir que ya habían ganado. Gocé mucho las pocas veces que le pegaron y
le dieron la vuelta al marcador.
En
la LMB, casi puras filias, y todas de la época de oro de la liga.
1,
Fernando Remes. El Pulpo de las manos
maravillosas, pieza clave del Infield del Millón de Pesos de los Tigres
sesenteros
2.
Héctor Espino. Un jugador mítico. Le vi jonrones descomunales. Y siempre tuvo
una actitud digna. Prefirió su dignidad al dinero. Eso no todos lo hacen.
3.
Vicente Huevo Romo. El abridor
estelar de aquellos mis Tigres. Luego él y su hermano Enrique descollarían en
Grandes Ligas.
4.
Roberto Musulungo Herrera. Tremenda
pimienta le ponía a los juegos el receptor y slugger cubano. Luego fue competente umpire.
5.
Enrique Castillo. El cerrador de la bola submarina que siempre quise imitar y
nunca pude.
Si
hay una fobia, esa sería Ossie
Álvarez, porque se rehusó a firmarme un autógrafo, siendo yo niño.
Futbol
Americano
Equipos
Filias:
En
la Conferencia Americana, y en la NFL, mi equipo favorito son los Green Bay
Packers. Los vi por televisión en EU, en un juego en el que le dieron la vuelta
a los Rams, por allá de 1967, y desde entonces.
Mi
gusto por los Empacadores de la Bahía Verde –como me gusta decirles- es tal que
para mí la temporada de americano comienza en noviembre, después de la Serie
Mundial y termina el día en que los Cabezas de Queso son eliminados.
En
la Conferencia Nacional, mis simpatías están con los Jets de Nueva York. Me cautivé
con ellos en 1969, y desde entonces casi puras vergüenzas, pero igual me caen bien.
Fobias:
Conferencia
Americana. Patriotas de Nueva Inglaterra. Se trata de una fobia reciente,
ligada a su cadena de triunfos, trampas como la del balón desinflado y su
posición política.
Conferencia Nacional. Vaqueros de Dallas. Para saber qué tanto me cagan los Cowboys, haré un símil que suelo platicar de bulto con los cuates. Digamos que los Yankees están por debajo de las rodillas en mis gustos. La Juventus, Lazio y Real Madrid, “a la altura del betún”, es decir, de los zapatos. El América de plano está en el suelo. Bueno, pues para saber donde tengo a los Vaqueros hay que hacer un hoyo profuuundo, lanzar una moneda, esperar un minuto a que caiga y cuando suena, ya llegó a donde los tengo.
Los
detesto porque Televisa los endiosó, porque son all-American y republicanos, por
Jerry Jones, por sus fanáticos insufribles y porque son tan mala onda que J.R. Ewing,
el villano de la serie Dallas, tenía
abono para toda la temporada.
Jugadores.
Filias:
1,
Joe Namath. Broadway Joe, el
quarterback de los Jets campeones se convirtió en mi ídolo durante la
adolescencia. ¿La razón? Declaró que tenía sexo antes de cada partido para
relajarse. Hice lo mismo por aquel entonces y quedé en tercer lugar en una
carrera de fondo.
2.
Clay Matthews. Extraordinario y greñudo linebacker de los Empacadores. A mi
gusto de villamelón, el mejor liniero defensivo que he visto. Siento mal que
los años estén empezando a cobrarle factura.
3.
Walter Payton. Sweetness. Un tipo
excelente, dentro y fuera del terreno de juego. Además, somos prácticamente de
la misma edad.
4.
Troy Polamalu. Otro defensivo espectacular. Tremendo safety. Creo que esta
filia es también por envidia capilar.
5.
David Whitehurst. Era el mariscal de campo de los Packers en años de vacas
flacas. Quería con pasión que tuviera éxito. No tuvo mucho.
Fobias.
1,
Roger Staubach. Lo sé. Era buenísimo. Pero era el quarterback de Dallas en su
época más odiosa.
2.
Tom Brady. Otra estrellota triunfadora. Me cae mal por trumpista, más que por
transota.
3.
Deion Sanders, buen cornerback, deportista completo. Pero miren qué combinación;
jugó futbol americano para los Cowboys; beisbol, para Yankees y Reds. Y mamón,
para más inri.
4.
Tim Tebow. Por fortuna es un tipo que no la hizo ni en el americano ni en el
beis, lo detestable en él es la mezcla de religión y deporte.
5.
Peyton Manning. Aquí si no tengo explicación. Su papá Archie me caía muy bien
cuando estaba con los Saints, y su hermano Eli no me es antipático. Pero nunca
lo tragué.
De pilón, para documentar mi antivaquerismo, les regalo una bonita foto de Staubach con Trump.
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