Es difícil, para todo atleta, competir en cinco Juegos Olímpicos, como Edoardo Mangiarotti. Pero él es un caso especial: asistió por primera vez a los de Berlín 1936, luego se perdió dos ediciones, canceladas por la II Guerra Mundial, para regresar cuatro veces más. En el trayecto, superó a Paavo Nurmi como el deportista olímpico más laureado de la historia, con 6 oros, 5 platas y 2 bronces.
Todos los niños de la familia Mangiarotti fueron educados
en el amor al deporte. Su padre, quien fuera campeón europeo de espada y
compitió sin suerte en los Juegos Olímpicos de Londres 1908, los entrenaba en
varias disciplinas: box, natación, marcha y ciclismo, con el propósito de que,
con las habilidades y la fuerza adquiridas, se convirtieran en grandes
esgrimistas. Giuseppe Mangiarotti era dueño y director de una academia de
esgrima.
Los tres hermanos resultaron buenos tiradores, pero
el padre trabajó tiempo extra con Edoardo, a quien le cambió a la guardia
zurda. Ya de adolescentes, fueron entrenados por el mítico Nedo Nadi. A la hora
de seleccionar el equipo que representaría a Italia en los juegos de Berlín, la
sorpresa fue Edoardo, de 17 años. En 1936 debutó la espada eléctrica, y el
debut de Mangiarotti fue dorado: Italia se coronó por equipos.
Tras los juegos, Mangiarotti entró a estudiar
economía, ganó –por equipos- un campeonato mundial y un tercer lugar, hasta que
llegó la guerra. Edoardo fue enrolado como oficial, pero su compañía fue
enviada cerca de la frontera suiza. En marzo de 1944, el oficial Mangiarotti
decide, junto con sus hombres, cruzar la frontera, luego de inutilizar sus
armas. El grupo es enviado a un campo de refugiados militares en Berna.
Allí sucede algo inusual. Edoardo logra contactar
con el COI en Ginebra y los dirigentes deportivos le consiguieron la
posibilidad de entrenarse y competir los fines de semana. Encerrado en el campo
de internamiento de lunes a viernes; esgrimista, los sábados y domingos.
Tras la guerra, Mangiarotti califica para los juegos
de Londres 1948 en florete y espada, armas que requieren un muy diferente tipo
de destreza. En el equipo de florete consigue la plata; lo mismo sucede en
espada (en la escuadra está su hermano Dario) y se lleva el bronce individual
en la segunda arma.
En la olimpiada entre Londres y Helsinki,
Mangiarotti pierde a su esposa en una inundación, pero gana innumerables
títulos. En los juegos de 1952, Edoardo encontrará la gloria: en florete, se
llevará la plata individual y por equipos; en espada, encabezará al equipo
ganador y también subirá a lo más alto del podio en la competencia individual,
con el agregado de que la plata se la llevará su hermano Dario. Al mismo tiempo
que compite, el esgrimista escribe para La
Gazzetta dello Sport, cosa que hará en todas las olimpiadas hasta 1972.
Para Melbourne 56, los mejores años de Mangiarotti
habían pasado (su último oro en campeonato mundial fue en 1953). Sin embargo, en
Australia logró el ansiado objetivo de obtener un oro en florete (por equipos);
también encabezó el equipo ganador del metal dorado en espada y obtuvo la
medalla de bronce individual en esa arma.
Para Roma 1960, Edoardo Mangiarotti tenía 41 años.
Llevaba tres sin conquistar un título italiano y la federación de esgrima de su
país era un lío. Se decidió formar un triunvirato para encabezarla, que incluyó
al multipremiado esgrimista. Así, en aquellos Juegos Olímpicos, Mangiarotti fue
abanderado nacional, atleta y dirigente (ya se pueden imaginar la polémica).
El caso es que en la pista cumplió. Fue parte del
equipo de espada que se llevó el oro. Era la sexta para un hombre que había iniciado
su carrera 7 olimpiadas atrás, y que hubiera conseguido más laureles de no ser
por la guerra más terrible que ha conocido la humanidad.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario