martes, mayo 10, 2016

Glorias olímpicas: Babe Didrikson



Fue la atleta más destacada en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 1932. Fue un personaje polémico para sus tiempos. Sin embargo, el deporte que le dio más fama fue el golf.

Mildred Didrikson ha de haber sido una niña hiperactiva. La hija de inmigrantes noruegos en Texas era mala estudiante, pero practicaba todos los deportes posibles, bailaba, componía, tocaba la armónica… Desde pequeña jugaba beisbol, basquetbol, boxeo, boliche y billar (sólo para hablar de deportes que empiezan con la letra B). Le encantaba patinar y tirarse clavados. Y, por supuesto, se convirtió una apasionada de todas las disciplinas del atletismo.

Entró a trabajar como secretaria en una compañía de seguros, pero en realidad lo hizo como miembro del equipo de basquetbol de la empresa. Su excelencia en pista y campo era tal que en los campeonatos nacionales de atletismo participó en ocho competencias en 3 horas: ganó 5 de los eventos y en el salto de altura empató en primer lugar. Llamó tanto la atención que a los 21 años fue llamada al equipo olímpico de atletismo de su país.

En Los Ángeles compitió sólo en tres pruebas, tan variadas que dan muestra de su notable dominio. Lanzamiento de jabalina, donde obtuvo el oro y rompió el récord mundial; 80 metros con obstáculos, también oro y récord mundial y salto de altura, donde empató en el primer lugar con nuevo récord del mundo (y le dieron la medalla de plata por razones estéticas –la técnica de su salto-).

Era competitiva y fiera. Se comportaba como primadonna del deporte. La prensa estaba dividida: “lo de ella es armonía muscular sin falla, la más completa coordinación mental y física que el mundo del deporte haya visto”, decía uno. “Sería mucho mejor que ella y las de su clase estuvieran en casa, embelleciéndose y esperando la llamada del teléfono”, escribía otro, molesto porque Babe le parecía poco femenina. Didrikson fue sin duda la deportista más memorable de aquellos Juegos de 1932.

El hambre de fama llevó a Babe al mundo del espectáculo. Encabezaba un equipo de basquetbol que hacía giras de vodevil (donde se mezclaban espectáculos musicales, circenses y deportivos) y también se dedicó al billar profesional.

Luego descubrió el golf, deporte en el que destacaría como nadie. Ganó 82 torneos y fue la primera mujer en calificar a torneos de la PGA (tuvieron que pasar seis décadas para que otra lo hiciera). En el que no compitió a pesar de haber calificado, fue en el US Open: no se lo permitieron por ser mujer.

Estaba en la plenitud de su carrera golfística cuando supo que tenía un cáncer que se había extendido. Ganó un par de torneos más, hasta que la venció el dolor: murió a los 45 años.  

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