Hace tiempo había un noticiero de radio que
terminaba diciendo: “ahora usted está perfectamente bien informado”. Más allá
del pleonasmo, la frase encierra una gran mentira: nadie puede estar
perfectamente informado. Seríamos unos ingenuos si creyéramos que viendo y
escuchando los noticieros y leyendo los periódicos estamos perfectamente
informados, porque la cantidad de información existente no la puede procesar
nadie, ni la más poderosa de las supercomputadoras.
Es cierto que, a través de los medios –y,
crecientemente, a través de internet- podemos enterarnos de cosas que suceden
en Ucrania, Siria o Guerrero, de algunos intríngulis de la política nacional e
internacional y de la vida y milagros de las estrellas del espectáculo y del
deporte. Pero lo que todo medio hace es una selección de las noticias y
comentarios que despliega ante su público. De eso se trata, en buena medida, el
periodismo. El famoso lema del New York
Times es “todas la noticias que cabe publicar”, no “todas las noticias publicables”.
Si nos damos cuenta, en el escenario de los medios
suelen estar las reuniones y decisiones de políticos, las guerras y actos
terroristas, el deporte de alto rendimiento, las opiniones y protestas de grupos
activos de la sociedad civil, algunos eventos criminales que ameritan la nota
roja y, normalmente, hechos extraños y novedosos: el tipo devorado por una boa,
el pingüino que viaja todos los años a Brasil, etcétera. Pero detrás de ese
escenario están las vidas de miles de millones de seres humanos, de cuyo
conocimiento apenas tenemos una vaga idea. En verdad vemos un pedazo
microscópico de la realidad humana; procesamos una proporción minúscula de la
información.
Para darnos una idea un poco menos vaga de lo que
hay a nuestro alrededor, vale la pena hacer un ejercicio –intentado
especulativamente por primera vez por el escritor polaco Stanislaw Lem- acerca
de qué es lo que sucede con la humanidad en un minuto. En este minuto.
Demos una probadita de una parte pequeña de ese (de
este) minuto promedio, a partir de los datos estadísticos existentes.
En este minuto hay 2 mil 400 millones de personas
que duermen. De ellos, aproximadamente 150 millones están soñando. De entre
ellos, 7 y medio millones de personas recordarán el sueño que están soñando en
este minuto. Dentro de unos minutos o unas horas, les contarán el sueño a sus
amigos y familiares; cientos de miles de los soñadores escribirán lo que
soñaron. Cada minuto hay un mundo onírico. Ese mundo cambia cada hora y cada
día de manera más radical que el mundo de la vigilia.
En este minuto nacieron 250 niños en el mundo. Y hay
30 mil mujeres en el difícil trabajo de parto.
En este minuto murieron 105 personas. Y hay 900 mil
que agonizan. Un millón vive su última semana.
De esas 105 personas que murieron en este minuto, 12
lo hicieron por un ataque al corazón; otras tantas, por cáncer; 9, por un
infarto cerebral; 21, por enfermedades gastrointestinales; 11, por enfermedades
respiratorias.
En este minuto una persona se suicidó (y otra falló
en el intento); hubo dos muertos por accidentes de tránsito, una persona murió
por caída (lo más probable, un trabajador de la construcción) y otra se ahogó
(en el próximo minuto el muerto será por envenenamiento).
En este minuto una persona fue asesinada (y un ser
humano asesinó a un semejante).
En este minuto, murieron 4 infantes que habían
nacido hace poco tiempo, y una madre, por causas relativas al parto. Murieron
al menos tres personas por enfermedades relacionadas con la desnutrición; dos
de ellas eran niños.
Mientras eso sucedía en este mismo minuto, hay poco
más de 5 millones de personas teniendo actividad sexual (excluyendo
masturbación). Aproximadamente 400 mil de ellas tienen actividad homosexual.
En este minuto 423 mujeres están siendo violadas, y
denunciarán el hecho ante autoridades u organizaciones de la sociedad civil. No
tenemos datos sobre las que no lo denuncian.
Pero también en este minuto 70 mil personas están
devolviendo a otra la cartera o bolsa que se encontraron.
En este minuto, 7.1 millones de personas están
fumando un cigarrillo. Y al menos 800 mil están fumando mariguana o hashish (si
son varios que comparten el porro hay que multiplicar). Un millón y medio de
personas destaparon una Coca-Cola en este minuto.
En este minuto hay personas que se están comunicando
en 6 mil 900 idiomas diferentes (tal vez un poco menos, si todos los hablantes de
un idioma poco usado están dormidos, pero ellos sueñan en ese idioma).
En este minuto se pescaron o sacrificaron 175 mil
animales marinos, 90 mil pollos, 2 mil 300 cerdos y 600 vacas para alimento
humano (también 22 perros).
En este minuto se produjeron armas por un valor de
751 mil 522 dólares. Y se produjeron medicamentos por un valor de 2.1 millones
de dólares.
En este minuto se crearon 300 perfiles nuevos en
Facebook, 293 mil personas cambiaron su status en esa red social, los usuarios
subieron 316 mil fotografías y dieron 2.1 millones de likes.
En este minuto, 110 millones de personas están
practicando algún deporte. La mayoría de ellos son niños y adolescentes (y el
deporte que más juegan es el futbol).
También en este minuto, 510 millones de personas
están viendo la televisión; casi todos, con un programa de entretenimiento;
menos de 30 millones ven en este minuto un programa cultural o informativo.
Como se puede deducir, si bajáramos a detalle estos
datos estadísticos –y otros que el lector probablemente ya imaginó- no
acabaríamos nunca. Y es sólo un minuto, y sin contar la experiencia personal de
cada minuto, que no se puede medir. Por eso, entre otras cosas, son necesarios
los medios. Son el filtro necesario para procesar una información de la vida
humana que nos aplasta por su cantidad.
La lectura de esta columna toma aproximadamente tres minutos. Multiplique los datos por tres y se dará una idea de la vorágine en la que vive.
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