miércoles, enero 06, 2016

Ucronías, las historias que no fueron





 En vez de hacer un balance del año terminado o, peor todavía, una perspectiva del que apenas empieza, podremos ponernos a pensar en lo que no fue y, por lo tanto, no será. Puede ser una buena vacuna contra la malhadada costumbre de simplemente proyectar lo de hoy para un mañana inercial. El futuro no suele ser inercial.

¿Qué mejor manera de especular que a través de la ucronía? La ucronía es una suerte de historia contrafactual llevada a los extremos. La historia contrafactual es el análisis de lo que hubiera sucedido a partir de un cambio en algún momento histórico. Hay varios ejemplos de ella: ¿Qué hubiera sucedido con el PIB de Estados Unidos si se hubiera retrasado la invención del ferrocarril? ¿Cuáles hubieran sido los cambios en la política de haber sobrevivido Kennedy al atentado que acabó con su vida?

Mientras que la primera pregunta puede contestarse a través de corridas estadísticas (y el resultado es apenas un retraso de un par de años), en la segunda cabe más la especulación (y hay libros que suponen su reelección sin problemas y otros que hacen hincapié a una serie de escándalos con los que tiene que lidiar).
La ucronía tiene más de ejercicio literario de ficción y termina con la creación de mundos paralelos, que pueden ser muy diferentes del actual, pero –si la ucronía está bien hecha- resultan inquietantemente posibles. Van algunos ejemplos.

En 2008 la revista Letras Libres pidió a distintos escritores hacer algún ejercicio de ucronía. El más memorable resultó el de José Emilio Pacheco, Desde las mesas de fondo de La Bombilla, dos comensales disparan a José de León Toral y el candidato Álvaro Obregón no es asesinado. “El Caudillo Inmortal, el Padre de la Patria, el Rayo de la Guerra, el Héroe de la Paz que, como Presidente Vitalicio, Secretario del PRO y Jefe Máximo de las fuerzas armadas, condujo a México a lo largo de casi todo el Siglo XX”, hasta su muerte, un 2 de octubre de 1968, y hay una matanza contra quienes festejan el fin de la tiranía.

Hay varias historias que imaginan un triunfo de la Confederación en la Guerra de Secesión americana. Una es Bring the Jubilee (Lo que el Tiempo se Llevo, en la edición española), de Ward Moore; en ella, los sureños conquistaron América Latina y su capital es Leesburgh –antes llamada Ciudad de México-; un historiador nacido en el derrotado y empobrecido EU, viaja al pasado con el fin de estudiar la guerra, pero accidentalmente causa la muerte del oficial que ocuparía una posición clave en la batalla de Gettysburg, y le da vuelta a la historia: el mundo que vivimos es resultado de ese Efecto Mariposa. El tipo queda atrapado en un pasado que lo conducirá a un futuro diferente al que vivió.

Otra es del campeón de la ucronía, Harry Turtledove: How Few Remain parte de que los soldados de la Unión no pudieron hacerse –como en realidad sucedió- de un mensaje que detallaba la estrategia del general sureño Robert E. Lee, la guerra se prolonga e incluso hay una Segunda Guerra Mexicana (porque los sureños quieren llegar al Pacífico y le han comprado Chihuahua y Sonora a Maximiliano).

Turtledove también es autor de Joe Steele, una novela en la que Stalin es hijo de emigrantes georgianos en EU y se abre paso en la política gringa, con métodos brutales. Se enfrenta al líder soviético, Trotsky, pero al final se alía con él y con Churchill para derrotar a Hitler. La victoria sobre Japón tarda más que en la realidad histórica porque Joe Steele mandó asesinar a varios de sus generales “por incompetentes” y a varios científicos del Proyecto Manhattan (Einstein, Fermi, Oppenheimer).

Un cuento maravilloso de Turtledove narra el esfuerzo que hacen un grupo de frailes cristianos y de clérigos musulmanes por convencer, en el Siglo VIII, al líder de los búlgaros –un pagano- a convertirse a su religión. Los cristianos tienen a su favor que al búlgaro le gusta la bebida; los musulmanes, la perspectiva de tener varias esposas. Al final, lo que decide es el cielo: mucho mejor departir con vírgenes que cantar loas a Dios por la eternidad. Bulgaria y buena parte de Europa central se islamizan y el imperio bizantino cae cinco siglos antes.

Philip Roth tiene una novela, El Complot contra América, en la que el aviador Charles Lindbergh, conocido antisemita, gana la presidencia de Estados Unidos por el partido republicano en 1940, con la consigna de “Voten por Lindbergh o voten por la guerra”. EU firma un pacto de no agresión con Alemania Nazi y con Japón. Hay conflictos que llevan al país al borde de la guerra civil. El asunto se resuelve con la desaparición de Lindbergh, la radicalización del vicepresidente (y los pogromos) y nuevas elecciones, en las que gana Roosevelt. La vida de los judíos en Estados Unidos se vuelve difícil y está contada por un niño, el propio Philip Roth.

A veces no conviene cambiar la historia. En Making History, de Stephen Fry, el personaje logra viajar al pasado y envenenar con unas píldoras anticonceptivas masculinas el pozo del pueblo donde nació Hitler. Al regresar al futuro, resulta que no hubo Hitler, pero sí nazismo, con un líder igualmente carismático, pero más paciente y efectivo. De hecho, el agua del pozo la usaron para esterilizar a los judíos europeos.

Una de las novelas ucrónicas más destacadas es de Philip K. Dick, conocido por ser la fuente de películas como Blade Runner, El Vengador del Futuro y Sentencia Previa. La novela se llama El Hombre en el Castillo. En esta historia alterna, Franklin D. Roosevelt es asesinado y las administraciones republicanas son incapaces de sacar a Estados Unidos de la depresión económica. En esas condiciones, enfrenta al eje nazi-fascista en una situación de debilidad y es derrotado. La novela se desarrolla en unos Estados Unidos divididos en zonas de influencia alemana y japonesa, Lo interesante es que los personajes leen una novela ucrónica… en la que alemanes y japoneses fueron derrotados por los Aliados en la Guerra Mundial.

El inglés Brian Aldiss tiene dos cuentos extraordinarios de historia contrafactual. Uno se llama “¡Peligro: Religión!” y juega con la idea de mundos paralelos. Un sociólogo británico es raptado por unos humanos provenientes de otro bucle de tiempo, que han logrado encontrar el camino para ver otras posibles derivaciones históricas. Estos hombres viven en un mundo dominado por la Iglesia Católica, con grandes diferencias sociales y niveles de servidumbre inaceptables para nuestros estándares. Buscan sociólogos de otras historias para que los ayuden a combatir una insurrección popular. El británico encuentra eso inaceptable y busca ayuda de otros sociólogos capturados, pero se encuentra con dificultades: uno, por ejemplo, viene de una realidad en la que hay una dictadura maoísta global. Finalmente se hace de un aliado: deciden usar el bucle para destruir el mundo de sus raptores. Al final de la historia, resulta que al aliado no le interesan la democracia o los derechos humanos: quiere destruir a los cristianos con las innumerables centurias del milésimo César.

El otro se llama “Capullo en Flor”. Es un relato erótico. Lobinson Jon hace el amor con una joven prostituta en una Inglaterra conquistada por China. La muchacha le habla de rumores increíbles: que en realidad China nunca derrotó a Occidente y que todo es propaganda. Lobinson Jon se burla de ello. Luego del acto sexual, se asoma por la ventana y la descripción del Londres con techos de teja que mira es, en realidad, la de un pueblo chino tradicional. Lo curioso es que esta ucronía necesita ahora dos cambios de la historia, no sólo uno.

Hablando de religión, hay una novela de Keith Roberts, titulada Pavana. La Armada Invencible sí fue invencible; Isabel I de Inglaterra fue asesinada, el protestantismo fue extirpado, el Papa tiene un enorme poder temporal y en el siglo XX viven con tecnología atrasada por un siglo respecto a nuestra historia.

Hay también ucronías españolas. La mayor parte de ellas, habría que imaginar, hablan de una república española triunfante sobre Franco. La suerte –buena o mala- de esa república depende, lógicamente, de la posición ideológica del autor. La más conocida es En el Día de Hoy, de Jesús Torbado, escrita en 1976, cuando apenas iniciaba la transición a la democracia. En la novela, la posibilidad de tener suministros permite a la República ganar la batalla del Ebro y los rebeldes huyen. Ernest Hemingway escribe la novela “Madrid era una Fiesta”. Pero eso significa que Alemania invadirá la república de España en el marco de la II Guerra Mundial…

Y nada menos que el ex presidente francés Valery Giscard D’Estaing escribió una novela ucrónica: La Victoria de la Grande Armée, según la cual Napoleón hace un movimiento estratégico genial durante su campaña rusa y termina ocupando Moscú. El resto es puro grandeur  francés.

Las historias ucrónicas no tienen que ser siempre políticas. El cuento The Undiscovered relata la historia de un dramaturgo inglés que se emborracha y cuando despierta está en un barco que lo llevará a América. Allí es capturado por los cherokees. Se hace llamar “Agita-la-lanza” (o Shakespeare, en inglés). Lo adoptan y ese extraño miembro de la tribu escribe una obra de teatro, Hamlet, que les parece absurda y divertidísima, cuando el pobre Agita-la-lanza creía que era una tragedia.

Un grupo de periodistas argentinos escribió diez historias ucrónicas con tema local: en una de ellas, el árbitro ve la “mano de Dios” de Maradona, lo expulsa, invalida el gol y Argentina es eliminada por los ingleses: el Pelusa se convierte, entonces, en un apestado social. En otra, lo que son las cosas, imaginan lo impensable: que el cardenal argentino Jorge Bergoglio se convierte en Papa e impone en el Vaticano un estilo tercermundista. Su único error, un lapso de siete años entre lo imaginado y lo sucedido. Ni modo.

Reitero que es notable la escasez de ucronías mexicanas. Va una serie de propuestas sobre el momento del cambio:

Hernán Cortés y Moctezuma han llegado a un arreglo; la expedición de Pánfilo de Narváez termina en naufragio, lo que retrasa la llegada de la viruela, evita la matanza de Tlatelolco a manos de Pedro de Alvarado y…

Las inundaciones en el Siglo XVII obligan a cambiar la capital de la Nueva España. Ya no será la Ciudad de México, sino Puebla…

Miguel Hidalgo se decide a tomar la Ciudad de México (por lo que no hay derrota en Puente de Calderón), lo que da un nuevo giro a la guerra de Independencia…

Guillermo Prieto llega tarde, por lo que no puede pronunciar su frase de “Los valientes no asesinan”. Los soldados de Landa han asesinado a Juárez…

Madero desconfía de Victoriano Huerta y, tras el alzamiento de la Decena Trágica, pone a Felipe Ángeles al mando de las tropas federales…

Carranza considera que el contenido del Telegrama Zimmermann puede ser interesante, en el Telegrama Carranza responde que…

La bala pasa rozando la cabeza del candidato Luis Donaldo Colosio, pero no lo toca...

Hay historias ucrónicas  anglosajonas, italianas, españolas, francesas, alemanas, japonesas, chilenas y hasta cubanas... Pero cabe una pregunta: ¿Por qué en México han sido tan escasas? Tal vez sea porque, en el fondo, le tenemos demasiada reverencia a la Historia.
  
Tal vez si pensamos en las historias que no fueron, podamos entender mejor la que sí sucedió. Por eso digo que, además de divertida, es una asignatura que los mexicanos tenemos pendiente.





2 comentarios:

Anónimo dijo...

Sumamente interesante el tema. Estoy formándome como escritora aún y no sabía como era llamada este género literario. Igual, me había hecho la pregunta de porque no existe una buena historia mexicana que moviera el pensar con, que hubiera pasado si... muchas gracias por este aporte.

Luis Manteiga Pousa dijo...

En un mundo determinista no hay ucronía que valga, excepto como entretenimiento o para ganarse la vida.