Johnny Weissmuller
actuó en muchas películas pero, sin duda, la mejor de ellas fue su vida, llena
de vueltas increíbles.
Este ídolo
estadunidense nació en el Imperio Austro-húngaro, en el pueblo de Pardanj –que hoy
es territorio serbio- de una familia de origen rumano-alemán, y se llamaba
Peter Janos, pero fue inscrito como Johann al llegar, de bebé, a Ellis Island,
el famoso puerto de destino de los inmigrantes europeos a Estados Unidos.
Johann contrajo
poliomielitis a los nueve años, y el doctor aconsejó que el niño nadara para
superar el debilitamiento de sus piernas. Resultó magnífico nadador y muy rápidamente
formó parte del equipo de la YMCA. De adolescente, y tras el abandono de su
padre, consiguió trabajo como salvavidas y como elevadorista de un club
atlético en Chicago. Ahí fue (re)descubierto y entrenado, hasta que ganó los
campeonatos nacionales en 1921.
El nivel atlético de
Weissmuller le aseguraba un puesto en el equipo olímpico de EU, salvo por un
detalle: él era húngaro de nacimiento. El asunto fue arreglado mediante el uso
de un acta falsa, con la fecha y lugar de nacimiento de su hermano menor. En
otras palabras, Weissmuller asistió a los juegos de París 1924 como todo un cachirul.
En aquellos juegos
olímpicos, Weissmuller no sólo compitió y ganó el oro en los 100 y 400 metros
libres, así como en el relevo 4 por 200, sino que se dio el lujo de ser parte
del equipo nacional estadunidense de waterpolo, que se llevó el bronce. Es uno
de los poquísimos olímpicos que ha obtenido medallas en deportes distintos. Cuatro
años después, en Amsterdam 1928, Johnny compitió en dos pruebas y se llevó dos
oros: en los 100 metros libres y en el relevo 4 por 200. En total, 5 oros y un
bronce.
Junto con sus éxitos
olímpicos, Weissmuller rompió 67 récords mundiales en una carrera que tiene una
característica inigualable: es el único nadador que se mantuvo invicto desde
sus inicios hasta su retiro, en 1929.
Terminada su carrera
como nadador, Weissmuller empezó la de actor, con un contrato para hacer seis
películas encarnando a Tarzán, el personaje de la novela de Edgar Rice
Burroughs. Esas seis películas se convirtieron, primero, en éxito mundial y, después,
en otras seis películas, en las que inmortalizó su grito tarzanesco.
Weissmuller era tan
popular que se cuenta que una vez estaba jugando golf en Cuba cuando su grupo
fue capturado por soldados rebeldes. Él trató de zafarse diciendo que era
Tarzán, pero se le olvidó el acento en la segunda sílaba. Entonces lanzó su
ulular y los barbudos lo reconocieron, se tomaron fotos con él y lo dejaron ir.
Después de Tarzán,
Weissmuller hizo películas y una serie de TV como “Jim de la Selva”. También
hizo negocios fallidos (como una Tarzanlandia en Florida) y terminó viviendo en
Acapulco –la locación de su último film tarzanesco-, junto con su quinta
esposa.
Eran los tiempos del
Acapulco clásico, y Johnny se codeaba por igual con la gente local y con los
magnates y políticos del tiempo. Se volvió un ícono del puerto. Pero con el
tiempo su salud mental fue deteriorándose y Tarzán le empezó a ganar terreno a
Weissmuller, con las consiguientes visitas a hospitales psiquiátricos.
Esta leyenda
olímpica murió en Acapulco, en 1979, de un ataque cerebral. En su funeral,
conforme a su petición, al momento que iban bajando féretro y cadáver a su
última morada, se escuchó a todo volumen la grabación del inconfundible grito
de Tarzán.
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