martes, octubre 06, 2015

La Doctrina Estrada (del beisbol)



Mexicanos en GL.

2015

Termina otra temporada más de Grandes Ligas, con muchas novedades en el frente. Por una parte, un número récord de peloteros mexicanos (7) llega a los juegos de playoff. Por otra, vuelve a haber varios debuts de nacionales, luego de algunos años en que no los había. Ningún mexicano rompió su liga, pero al menos cinco destacaron. Entre ellos, vale subrayar a Marco Estrada, quien tuvo la mejor campaña de su vida.

Aquí el balance del contingente nacional, ordenado de acuerdo con el desempeño de cada uno en la temporada (como siempre, incluimos a los paisanos que han jugado con México en el Clásico Mundial) 

Marco Estrada. El de Ciudad Obregón tuvo lo que los gringos llaman “a career season”. Inició el año en el relevo de los Azulejos y terminó siendo una de las piezas clave en el banderín divisional de los de Toronto. 18 de sus 28 salidas del año fueron de calidad (3 o menos carreras limpias admitidas en 6 o más entradas lanzadas). Mejoró su control, hizo de su lentísimo cambio de velocidad un arma letal y recibió menos jonrones que de costumbre. Su porcentaje de carreras limpias en la segunda mitad (post-juego de estrellas) fue de un formidable 2.58. Tuvo, además, el carácter para decir que lo tenía cansado el grupito anti-Estrada que se formó en la parte más villamelona de la opinión pública canadiense. Sus números de temporada regular: 13 ganados, 8 perdidos, 3.13 de carreras limpias (el sexto mejor de la Liga Americana) y 131 ponches. Los contrarios le batearon para un mísero .206, el porcentaje más bajo de la liga.

Jaime García tuvo una gran pretemporada, pero se lesionó antes del play-ball oficial. También tuvo que parar un par de semanas por un tirón. Pero más allá de eso, tuvo una campaña más que sólida, con el PCL más bajo de su carrera. 17 de sus 20 salidas fueron de calidad.  El zurdo de Reynosa fue el más efectivo de la rotación más efectiva del beisbol, la de los Cardenales de San Luis. Su marca en el año: 10-6, 2.43 de limpias y 97 ponches.

Adrián González tuvo un arranque de ensueño, extraordinario. Pero poco a poco se fue apagando, sin dejar nunca de ser uno de los bats más peligrosos de los Dodgers de Los  Angeles. Bajó de .373 en abril a .233 en septiembre-octubre, y un final flojo es algo insólito en la carrera del Titán tijuanense. A la defensiva, está considerado como el mejor inicialista del beisbol. Sus numeritos de la temporada: .275 de porcentaje, 28 cuadrangulares, 90 producidas (un montón, pero su cantidad más baja desde 2006) y 76 anotadas. Le bateó mejor a los lanzadores zurdos que a los derechos (y a cerrar el inexistente “librito”).

Roberto Osuna debutó a los 20 años ponchando a Alex Rodríguez –quien se convirtió, a partir de ahí en uno de sus clientes- y pronto demostró que, pese a su juventud, era el mejor relevista de los Azulejos. Se convirtió en el cerrador del equipo, y lo hizo bien. El Cañoncito de Juan José Ríos (El Ejido Más Grande del Mundo), culminó su temporada de debut con marca de 1-6, 20 salvamentos (que es lo que importa) en 23 oportunidades (en dos de las fallas le tiró la victoria a Marco Estrada), un muy buen 2.58 de carreras limpias y 78 ponches, además de 7 holds (ventajas sostenidas en situación de salvamento). Probablemente esté en la terna de Novato del Año de la Liga Americana (pero le ganarán Correa o Lindor).

Joakim Soria tuvo la suerte contraria a Osuna. Inició prácticamente como cerrador de los Tigres de Detroit, y se vio imponente. Lo pasaron a los Piratas de Pittsburgh, como preparador y ya no fue tan efectivo. El de Monclova terminó la campaña con 3-1 en ganados y perdidos, 24 salvados (en 30 oportunidades), 11 holds y 64 chocolates recetados. Su PCL lo ubica como lanzador de elite: 2.53

Yovani Gallardo, cuando fue contratado por los Rangers de Texas por una cifra récord para un lanzador mexicano -13 millones de dólares-, había generado expectativas mixtas. Terminó siendo mejor de lo que pensaba la mayoría de los analistas, con rachas en las que estuvo de verdad intratable. El michoacano terminó la temporada regular con marca de 13-11, 3.42 de efectividad y 117 ponches. Llegó a 102 victorias de por vida, con lo que superó a Teodoro Higuera y está a dos triunfos de igualar al Rocket Valdez en el tercer lugar entre mexicanos. La efectividad es la mejor de su carrera, el número de ponches por entrada lanzada, de los más bajos. 12 de sus 33 aperturas fueron de calidad (pero no tanto porque le anotaran mucho, sino porque no llegaba a las 6 entradas lanzadas). Un problema adicional, fue que se le embasaron muchos bateadores: su experiencia contribuyó a que la mayoría de ellos se quedaran esperando, sin poder anotar.    

Sergio Romo, en sus labores de preparador de cierre para los Gigantes de San Francisco, fue el segundo pitcher con más holds en Grandes Ligas, con 34. Un verdadero caballo de batalla, normalmente dominante. El californiano acabó la temporada con 2.98 de PCL, pero la posición de preparador es ingrata. Si lo haces bien, un discreto hold; si fallas, cargas con la derrota y, en el año, con una fea marca de 0-6 en ganados y perdidos.

Jorge De la Rosa puede seguir presumiendo que es el mejor lanzador de los Rockies. De hecho rompió la marca de victorias para un pitcher de ese equipo y rebasó los mil ponches en su carrera. Eso no significa que el regiomontano haya tenido una gran temporada: fue desigual, como suele ser (y, a diferencia de otros años, fue más dominante de visita que en el Coors Field). 14 de sus 26 salidas fueron de calidad. Terminó la temporada con marca de 9-7, 4.17 de efectividad y 134 ponchados.   

Fernando Salas tuvo una temporada discretamente efectiva con los Ángeles de Los Angeles. En el relevo intermedio, el de Huatabampo se apuntó 17 holds, 5 ganados, 2 perdidos, 4.24 de limpias y 74 sopitas de pichón.

César Ramos, el angelino de los Ángeles de Los Ángeles funcionó casi toda la campaña como especialista zurdo. Su campaña fue de 2-1,  efectividad de 2.75,  5 holds  y 43 ponchados.

Oliver Pérez
pasó media temporada en los Diamondbacks de Arizona y la otra mitad en los Astros de Houston, siempre como especialista zurdo en el relevo. Al de Culiacán le fue mejor con el primer equipo, y su año dejó qué desear en términos generales. Terminó con 2-4, 10 holds, 4.17 de ERA y 51 ponchados.

Miguel González tuvo una primera mitad decente y una segunda desastrosa, para el olvido, probablemente asociada a molestias en el codo de lanzar, que lo tuvieron un rato fuera de acción. El jalisciense de los Orioles sólo tuvo 8 aperturas de calidad (de 26), con marca de 9-12, 4.91 de efectividad y 109 chocolates.

Daniel Castro es el único otro pelotero de campo mexicano en GL, además de Adrián González. Estuvo dos etapas de la campaña con los Astros de Atlanta. El de Guaymas, que juega short-stop, bateó para .240 con 2 jonrones y 5 impulsadas. En un juego, se quedó a un sencillo de batear el ciclo.

Arnold León vio acción intermitente con los Atléticos de Oakland, como lanzador de relevo. Empezó titubeante y mejoró con la experiencia. La marca del culiacanense: 0-2, 4.39 y 19 ponches.

Manny Bañuelos no tuvo un buen primer año en las Ligas Mayores. A diferencia de León, fue de más a menos. Dos buenas aperturas (pero que no llegaron a los 6 innings), seguidas por otras cuatro terribles, en las que se desinfló tras un par de entradas. En el año: 1-4, 5.13 de efectividad y 19 ponchados.

¿Cómo vendrá 2016? ¿Repuntará el Titán? ¿Se consolidarán Estrada y Osuna? ¿Podrá Jaime García tener una temporada completa para demostrar que es de los grandes? ¿Por cuánto firmará su próximo contrato Yovani Gallardo? ¿Encontrará Soria un equipo que lo quiera de cerrador, que es donde cuenta? ¿Subirá Julio Urías al equipo grande de los Dodgers? ¿Habrá alguna otra cara nueva? El tiempo dirá.  

jueves, septiembre 24, 2015

Biopics: Viajes, varicela, diferencias futbolísticas y una cura mágica



Durante esa estancia en Italia nos dimos tiempo algunos fines de semana, a partir de marzo, para conocer algunas ciudades cercanas que no había visitado. Fuimos a Parma, un domingo, y la ciudad me decepcionó un poquito: la idea de que había sido sede de la corte de Josefina Bonaparte y su tradición operística me la hacían imaginar más grandiosa. En cambio, la que me sorprendió gratamente fue Ferrara: su Centro Histórico, muy bien trazado alrededor de un castillo medieval, tiene una gran cantidad de edificios góticos, que hacen buena combinación con otros del renacimiento y de los siglos XVII y XVIII (y uno que suele preocuparse por la profusión de estilos en las ciudades americanas). Se percibía como muy habitable y además era limpísima (a diferencia de Parma).

Repetimos el viaje a San Marino de ocho años atrás, y nos volvió a parecer un lugar muy atractivo. Lo malo fue que en la autopista me multaron por hacer algo que en México sí está permitido, que nos vimos con muy poca liquidez y que tuvimos que regresar por la Via Emilia, a vuelta de rueda y con el tanque de gasolina a punto de fenecer.

Esas vueltas ayudaron un poco a paliar el hecho de que, cuando por fin terminó el invierno, a Raymundo le dio varicela y Camilo se contagió con el tiempo exacto para tener él que estar encerrado en el preciso momento en el que su hermano mayor ya podía salir.

Rayo había aprendido a andar en bici, con la ayuda de don Nino –y un poquito mía- dando vueltas en el cortile de la casa que habitábamos. En primavera nos íbamos los dos a rolar en bicla por la ciudad: lo más padre era cuando llegábamos al viejo autódromo –que estaba todavía en proceso de convertirse en parque- y nos echábamos tremendas carreras por la pista en la que alguna vez corrieron los Fórmula Uno.

Hablando de Fórmula Uno, una de las primeras palabras que Camilo pronunció fue “rari”: la decía cada que pasábamos frente a la tienda de autos Ferrari, a pocas cuadras de la casa. En esos meses, el pequeño no sabía qué idioma hablar: algunas palabritas, pocas, las decía en español, pero al juguete le decía “gioc” y a los perros “cane”. Meses después, de regreso a México se dio cuenta de que el español era el idioma y se soltó como perico. Raymundo, en cambio, pasó rápidamente al italiano, que acabó hablando como nativo, antes de que se le olvidara. Ya llegaba a tener problemas con el español, porque pensaba en la lengua del Dante: un día me dijo “segundo mí” en vez de “según yo”.


Un futbol infantil diferente

El Rayo entró casi desde el principio de nuestra estancia a jugar futbol organizado. Lo hizo en el Polisportivo San Faustino. Tenía menos edad que sus compañeritos –jugó hasta contra nacidos en 1978, tres años mayores-, pero a su favor la experiencia de Pumitas. Los primeros meses tenían que entrenar en el gimnasio, por el frío exterior. Luego tampoco podían salir porque había una niebla que impedía ver más allá de dos metros. Al mejorar el clima, salieron a la cancha, que era notablemente más grande que las de Pumitas.

Noté muchísimas diferencias futbolístico-culturales entre Italia y México. Una es que a los monitores les pagaban muy bien y sabían algo más que fucho. Un día, tras un entrenamiento, se me acerca el monitor y pregunta qué cenaba Raymundo. Le contesté que un pedazo de pizza o un sándwich. Me dijo que notaba que tenía exceso de proteínas y que eso afectaba su condición física y explicó que el lunch que les daban en la escuela era completo. Que cenara, si acaso, una fruta. Rápidamente se convirtió en uno de los pequeños futbolistas más resistentes.

Otra diferencia era el parado en la cancha. En Pumitas, a los más hábiles los ponían en la delantera y a los más grandes en la defensa. En Italia, la cosa se armaba al revés: los más hábiles estaban en la defensa central y como armadores de media cancha; los grandes, en la contención y de centro-delanteros. Eso se reflejaba en los marcadores: en Pumitas no era descabellado un 8-5. En Italia, la norma era 1-0 (aunque llegó a haber un 5-4). A ello contribuía que, en los entrenamientos, el equipo que recibía un gol era forzado a hacer lagartijas de penitencia hasta que el monitor decidía que era suficiente. Otra característica, en Italia se enojaban si el chico se ponía a regatear, lo importante era pasar la bola al hueco o al botín. En México, el regate era aplaudidísimo.

Lo más importante. Al término de un juego, en Pumitas el papá mexicano solía preguntar: “¿Cuántos goles metiste?”. El italiano, en cambio: “¿Ganaron?”.

Rayo jugó en el poderoso equipo Danimarca, como extremo derecho. Alguna vez que su equipo ganó con un par de goles suyos, los rivales dijeron para justificarse: “¡Es que ustedes tienen al importado!”


Una curación mágica

Patricia siempre tuvo obsesión con las alergias, tal vez porque ella tenía muchas. Había llegado a la conclusión de que Camilo era intolerante a la lactosa, y era una friega andar comprando una solución carísima con base de soya. Hasta que un día, mi amigo Claudio Francia le dijo que esa intolerancia se curaba muy fácil: que el niño comiera todas las noches un buen pedazo de queso Grana Padano. Muy quitado de la pena, al instante cortó con un cuchillo la forma y le dio el queso al pequeñín, que lo consumió gustoso, sin ningún contratiempo. A la semana, ya tomaba leche normal.

Mi alivio fue tal que nunca le dije a Patricia que Claudio afirmaba también que el queso Grana Padano curaba el asma, mejoraba el carácter, limpiaba el sarro y era diurético.

viernes, septiembre 04, 2015

Superjaime redivivo y el Mariachi desafinado



Mexicanos en GL.

Julio-agosto 2015

Llegamos a la recta final de la temporada y, como suele suceder, las cosas se han movido bastante con los cambios de equipo de última hora. Soria ya no es cerrador, mientras que el Cañoncito Osuna se reafirma como tal, Yovani, Estrada y -sobre todo-  Jaime García andan de buenas, mientras que el Mariachi se desafinó al grado de tirar el tololoche.

Aquí el seguimiento del contingente nacional, de acuerdo con el desempeño acumulado en la temporada (como siempre, incluimos a los paisanos que han jugado con México en el Clásico Mundial) 


Adrián González no ha recuperado el gran nivel que mostró en el arranque de la campaña. Aún así, sigue siendo el bate más productivo de los Dodgers y un espectáculo a la defensiva. El único mexicano en el Juego de Estrellas tuvo un buen julio y un agosto mediocre. Entre rachas positivas y slumps, sus números van tendencialmente a la baja: acumula .281 de promedio, 25 cuadrangulares y 79 carreras producidas.

Jaime García consolidó en estos dos meses una temporada magnífica, que hubiera sido histórica de no haber sido por las lesiones que la acortaron. El tamaulipeco de los Cardenales de San Luis en julio y agosto acumuló 7 salidas, de las cuales 5 fueron de calidad (al menos 6 entradas lanzadas y menos de tres carreras limpias permitidas); en ese trayecto llegó a tirar 20 innings sin permitir carrera. Su marca de ganados y perdidos es 7-4, pero lo impresionante es su porcentaje de carreras limpias: ha permitido 2.04 por cada 9 entradas lanzadas. 11 salidas de calidad en 13 aperturas, 64 ponches en ellas. Superjaime está de regreso.

Roberto Osuna, se pensaba, sería removido de papel de cerrador de los Azulejos de Toronto a la hora de los cambios. No fue así, y el Cañoncito ha respondido con creces a la confianza de su manejador: Toronto está en la cima de su división. En julio y agosto estuvo perfecto y sólo fue el primer día de septiembre cuando desperdició su primer salvamento en el rol de taponero (la victoria iba a ser para Marco Estrada). En el año: 1-4, 1.99 de PCL, 7 holds (ventajas sostenidas) y 16 salvamentos.

Marco Estrada está teniendo el mejor año de su carrera ligamayorista. El abridor de los Azulejos tuvo 7 salidas de calidad de sus 11 aperturas del bimestre. Aunque sigue recibiendo algunos palos de vuelta entera, ya no es lo de la temporada pasada. Su cambio de velocidad es auténtico veneno para los bateadores rivales. En el año, 12 salidas de calidad (de un total de 22), 11 ganados, 7 perdidos, 3.16 de efectividad y 107 chocolates entregados.

Joakim Soria fue víctima de los cambios de media temporada. Dejó a los Tigres de Detroit, que se desinflaron, y pasó a un equipo contendiente, los Piratas de Pittsburgh, pero en Motown era cerrador y con los Piratas lanza en la séptima o la octava entrada. Su calidad no ha variado: en Pittsburgh ha acumulado 5 holds y un juego salvado, que se suma a los 23 que había conseguido en Detroit. Su PCL es de 3.00, con 3 ganados y 1 perdido.

Yovani Gallardo vio la sombra en julio y el sol en agosto. El michoacano de los Texas Rangers tuvo 0 ganados y 3 perdidos en el primer mes, con un PCL de 5.46 y, en cambio 4 ganados sin derrota en el segundo, con 1.98 de efectividad. La pintura de la temporada es más que satisfactoria: puede ser uno de los años con más bajo PCL de toda su carrera y está siendo una pieza importante para que el equipo tejano siga en la pelea por la postemporada. La veteranía ha hecho que disminuya su número de ponches, pero le ha permitido recibir pocas carreras aún con una alta proporción de embasados por inning (1.35). En el año: 10-9, 3.27 y 101 sopitas de pichón.

César Ramos, calladamente, suma y suma buenos números, en su papel de relevista intermedio con los Ángeles de Los Ángeles. Tiene marca de 2-1,  efectividad de 2.14,  3 holds  y 28 ponchados.

Fernando Salas está en una situación similar a la de su compañero de equipo. El de Huatabampo (y los Ángeles angelinos), ha obtenido 12 holds. En lo que va de campaña: 3-1, 4.47 de PCL y 59 ponches.

Sergio Romo  superó el bache del bimestre anterior y en julio y agosto volvió a su estado normal (que es parecido al estado de gracia). El preparador de los Gigantes bajó su porcentaje de carreras limpias a 3.20, tiene 0 ganados y 4 perdidos y sigue de líder en ventajas protegidas en la Liga Nacional, con 28.

Jorge De la Rosa ha dado una de cal por una de arena. Tanto en julio como en agosto, el as de la rotación de los Rockies tuvo dos ganados y dos perdidos, pero con muy distinta efectividad: en julio le pegaron con tubo y en agosto estuvo dominador. En la temporada, lleva marca de 8-6, 4.40 de limpias (que para los Rockies es muy bueno) y 116 ponchados.

Oliver Pérez fue beneficiado por los cambios de media temporada. Pasó a los Astros de Houston, que encabezan su división, siempre como especialista zurdo. En este equipo ha mejorado sus números, pero el año sigue siendo desigual: lleva record de 2-2, 4 holds, 3.89 de ERA y 43 ponchados (en 34 entradas: ya se sabe, Oliver poncha a muchos, pero también se le embasan a menudo).

Miguel González se vino abajo en la segunda mitad de la temporada, tras un inicio que se veía muy prometedor. El pitcher jalisciense de los Orioles tuvo un julio mediocre (3-2 y 5.00 de limpias) y un agosto desastroso (0-4, con 6.59 de PCL). La baja de juego pudo haberse debido a una inflamación en el codo, que lo mandó al iniciar septiembre a la lista de lesionados, de la que probablemente no salga en la campaña. Sus números del año: 9-11, 4.85 de efectividad y 106 ponchados.

Manny Bañuelos por fin debutó en las Ligas Mayores. El otrora prospecto sensación de los Yankees, ahora con los Bravos de Atlanta, tuvo su primera apertura el 2 de julio en lo que pintaba para un enorme inicio de carrera en la Gran Carpa, pero demostró poca resistencia. Tras dos buenas salidas, tuvo otras en las que le pegaron poco pero fueron poco duraderas, pasó a la lista de lesionados. Volvió a abrir con el equipo grande y de nuevo tuvo que salir en la tercera entrada. Su futuro es incierto, pero huele a bullpen. Lleva 1-3, con 3.33 de PCL.

Daniel Castro es otro prospecto de Atlanta. El más reciente debutante mexicano en Grandes Ligas es un parador en corto nativo de Guaymas, que estuvo un ratito en julio, donde brilló bastante, y regresó en septiembre, cuando el róster aumenta a 40 peloteros: batea para .263, con una carrera impulsada.

Arnold León vio que a finales de agosto la puerta giratoria se volvió a abrir para él, y se reincorporó a los Atléticos de Oakland, con los que ya perdió un juego, en el relevo intermedio. El sinaloense lleva 0-1 y 4.91 de PCL. 

martes, agosto 04, 2015

Biopics: Lupo Solitario

En aquella estancia ochentera en Italia me hice fanático del programa de televisión que más me ha gustado en la vida.
Teníamos una tele en blanco y negro, que captaba una cantidad enorme de canales –en México sólo se veían los cuatro de televisa, los dos de Imevisión y el 11-, lo que generaba en mí dos sensaciones paralelas: el gusto por darle vueltas al dial y el enojo de entender que las condiciones técnicas estaban dadas para que en México hubiera una proliferación de canales que la colusión Televisa-gobierno impedía.
Veíamos poco la RAI y mucho los canales de Berlusconi, que además de las caricaturas que le gustaban al Rayo (allí conocimos a “Los Supercampeones”) tenían una programación más moderna y, en algunos casos, provocadora: era la manzana de la tentación con la que atraparía a media Italia. También TeleMontecarlo, con buenas pelis y transmisiones deportivas –como la Universiada o las peleas de Julio César Chávez-. Una emisora menor pasaba telenovelas mexicanas y otras producciones de Televisa –Andrea, el personaje de Angélica Aragón de “Vivir un poco” se convertía en Andreina y los chistes de Héctor y Alejandro Suárez perdían toda la gracia en la traducción-. Había, además, docenas de canales de teleofertas, algunos delirantes (uno que vendía joyas y pieles, por ejemplo).
                                                  
Pero vayamos al grano.
El programa Lupo Solitario se transmitía en Italia1 y era una maravilla que combinaba humor e inteligencia como no lo he vuelto a ver.
Lupo Solitario (Patrizio Roversi) era un tipo que viajaba en un dirigible por el mundo, acompañado de sus dos fieles asistentes, la poco agraciada pero presuntamente muy sexy Syusy Blady y el mudo Vito. Desde ese zeppelín, Lupo “pirateaba” señales de todo el mundo (es un decir) y tenía conexiones con distintos personajes. Los créditos y una parte del habla del Lupo eran en esperanto “para entendernos mejor”. En el programa había absolutamente de todo. Por ejemplo:

Syusy Blady, con su micrófono de peluche, hacía cotidianos scoops, grandes exclusivas chismosescas. Iba a la casa de Umberto Eco y hablaba con el portero: “¡Qué gran exclusiva, estoy con el portero de Umberto Eco! Dígame, ¿cómo es? ¿Saluda? ¿Se quita el sombrero al saludar?” Y el portero: “Sí, muy amable”. Luego Siusy, indefectiblemente, iba a hurgar en el tarro de la basura del intelectual famoso. “¡Miren, bebe vino de marca popular!”, “¡Lee el Corriere della Sera y Repubblica!”, “¡Comió queso y ensalada… aquí hay unos restos!”. Y así con muchos, salvo con el portero de Federico Fellini, quien corrió a Syusy con malos modos: “¡Qué exclusiva, el portero de Fellini me echó de su edificio!”.

Aparece el poeta soviético Evgueni Evtuchenko en un matadero. Recita uno de sus poemas en ruso (abajo aparecen los subtítulos), atrás de él pasan las reses en canal. El poema no se escucha muy bien porque hay un ruido ensordecedor.

Lupo se conecta con Los Creativos, que le pasan algunos de los comerciales de televisión más ridículos que se pueda uno imaginar, tercermundistas en su mayoría. La Noche de los Publívoros avant la lettre. Por cierto que, a mi regreso a México, me topé con que nuestros creativos habían copiado uno de los anuncios más idiotas de la televisión africana.

Conexión con dos (falsos) policías disfrazados de pareja de novios –uno de ellos, travestido- que querían servir de carnada para el Monstruo de Florencia, un asesino serial que actuaba por esa época.

Pasamos a otra fábrica. Sobre montacargas que se comportan como carros chocones –pero nunca llegan a tocarse- los distintos miembros de un grupo de jazz tocan algo gruesísimo. De nuevo el juego con el escenario.

Conexión con el caricurista pánico francés Topor, conocido por El Planeta Salvaje. Está pedísimo. Topor y Lupo discuten de nada.

Mesa de discusión sobre cuál es la verdadera televisión con los conductores de los más insistentes programas de televentas. El que vende chimeneas acaba insultando a Lupo. “Culo solitario”, le dice.

Sección de crítica de libros. La sensual Eva Robins –una transexual- analiza los best-sellers del momento. Indefectiblemente Eva hace el cálculo exacto de liras por página. Después decide el destino del libro. Uno lo utiliza como calza para una mesa con las patas desiguales. De otro arranca 18 páginas que valen la pena y lo demás lo tira a la basura. Un tercero va enterito al fuego de la chimenea.

Y lo mejor de Lupo Solitario era su conexión con la televisión de Croda, un país de Europa del Este. Los conductores de la televisión crodense –comediantes conocidos como los Gemelos Ruggeri- hablaban maravillas de su país en un italiano con chistoso acento eslavo, presentaban documentales de pena ajena sobre los grandes avances socialistas, consideraban superiores a unas caricaturas hechas con tres rayitas y, obviamente, se regañaban mutuamente cuando alguno de ellos decía algo impropio. El asunto se desarrolló al grado que acabaron filmando una bufa “Historia de Croda”, con toques eisenstenianos (el malvado emperador prerrevolucionario era Vito y la emperatriz, Eva Robins). Juntados los episodios, da un filme de una hora.

Lupo Solitario duró sólo una temporada. El mismo grupo de comediantes presentó para el siguiente una propuesta todavía más atrevida, que fue rechazada por la empresa de Berlusconi. La dulcificaron y le cambiaron el nombre.
 Hace algunos años era posible ver algunos capítulos del querido Lupo por youtube, pero la empresa dueña de los derechos hizo que se retiraran. Lo que hay ahora es pedacería mal grabada.
Como diría el propio Roversi: “Ah beh beh, che schifo!” (Ah beh beh, ¡qué asco!).

Aquí, algo de lo que se salvó:
"Bajo el cielo de Croda":

Uno de los capítulos de "La Historia de Croda":


Y la entrada de la emisión, con un cachito de los Creativos: 


A ver cuánto duran.